1x03: La noche de los petardos.-the night of the firecrackers

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Warren y Samuel investigan el cadáver de un hombre encontrado en medio de la calle. Mientras,  Edward resuelve la extraña muerte de un jugador al Texas Holdem. Por otro lado, Liverpool recibe una visita de su antiguo amigo juez, Dustin Crawford, donde quiere pedirle un favor especial.


Era un cuatro de julio en Villa Rocosa. Unos niños estaban tirando petardos hasta que uno de ellos descubrió un cuerpo inmóvil en el suelo. Se acercó y vio que estaba muerto. Gritó de espanto.

Una hora después ,Warren se acercó al escenario del crimen, y vio a Samuel interrogando a los chiquillos. El hombre era de piel aceitunada, tenía una barba blanca y estaba con los ojos desencajados. Warren se arrodilló junto al cadáver y preguntó a José, que estaba de frente suyo.

-¿A qué hora murió?

- No podría asegurarlo al cien por cien, pero yo deduzco que hace una hora, u hora y media, más o menos. - respondió José- La causa de la muerte es evidente: le dieron una paliza.

-El asesino tenía rabia y lo pagó con la víctima.- afirmó Warren.

-Odio, furia y asesinato.-conjeturó José, mirando a Warren a la cara.

- Venganza.

De repente Samuel apareció con un cuaderno y explicó a los otros dos.

- La víctima no es muy conocida en el pueblo. Parece ser que no era de aquí. Según varios testigos le vieron salir del saloom de Lemond. Jack me ha asegurado que era un hombre de pocas palabras.

-La víctima vino caminando desde el bar de Jack, que está más o menos a un cuarto de hora . Tras eso, alguien le sorprende, pegándole una paliza. No quería que el desconocido saliese vivo del pueblo.- conjeturó Warren.

Warren y Samuel vieron pisadas por delante y detrás de la víctima. Las de atrás eran pequeña, ¿serían de mujer? Las de delante eran grandes, posiblemente de hombre.

-¿Habría una mujer implicada en todo esto?-dudó Warren.

-Y el número de trúhanes se podría duplicar.-contó Samuel.

***

Edward Richard se acercó al saloom de John Kruger, uno de los lugares más frecuentado en el mes de Navidad, porque era donde más calor hacía en todo el pueblo. Era una taberna muy pequeña, de dos pisos.

Cuando el ayudante del sheriff entró en el bar, pisó algo en el suelo. Al levantar la bota, exclamó  "que asco". Vio la taberna en calma. Había un pequeño semi circulo rodeando a la víctima. Kruger y los compañeros del difunto: una mujer vestida con una falda grande de seda roja, y dos hombres corpulentos. Se acercó a ellos.

- ¿Qué tal Kruger?, ¿Qué ha sucedido?-preguntó Edward, viendo al cowboy sin vida sentado en una silla .

-Esas personas de ahí estaban jugando a las cartas, cuando la mujer- respondió Kruger, mirando a la mujer-Chilló. 

-¿Alguien ha movido el cadáver?- preguntó Edward.

-No que yo sepa.

- De acuerdo.

Edward miró el cadáver. Era un hombre de aproximadamente unos cincuenta, barba y pelo blanco. Vio un pelo pelirrojo pegado a la camisa de color blanco que llevaba puesta el difunto. Alzó la vista, hallando a la dueña del cabello. Fue hacía el grupo.

-Disculpe señorita, ¿podría hablar con usted?- preguntó a la joven. Los dos hombres se apartaron.

Ella era delgada, blanca y con una pamela roja.

-Sí ¿Qué quiere?

-¿Cómo se llama?¿De qué conocía a la víctima?-preguntó Edward.

-Estefanía Rojas, ese hombre era un amigo de mi esposo- respondió, señalando a uno de los hombres corpulentos.

-Usted fue la que gritó cuando vio a su amigo en la silla ¿no?- dedujo Edward, enseñándole el pelo pelirrojo a ella.

-Si, es mío, estaba al lado suyo. Mi marido Francisco, quiso organizar una partida al Texas Holdem. Estábamos en la cuarta ronda cuando Diego, la víctima, se dio contra la mesa, y se quedó ahí. Al principio pensábamos que era una broma de él. Pero cuando no se movió, yo le toqué, de ahí que mi pelo estuviese en sus prendas. Yo nunca tuve una aventura con ese hombre. Si es lo que piensa- respondió con sinceridad Estefanía, pensando mal de Edward.

-Bien señora Rojas, si la necesito, ¿Dónde podré encontrarla?- preguntó Edward.

-Estaremos en nuestra casa, en la calle Pizarro- le respondió, entregándole un papel apuntando su dirección con un lápiz.

-Gracias.

***

Samuel fue a salir de la oficina del sheriff cuando vio a un hombre sentado frente a él. Este tenía una chaqueta de cuadros marrón clara, era blanco, con el pelo moreno. Tenía una figurita de un tren en sus manos.

-¿Sheriff Crawford?- preguntó Samuel sorprendido, el sheriff le miró sonriente.

-Me lo ha regalado mi hijo-respondió el otro, mirando el tren, ¿Qué tal estás?

- Bien ,¿qué hace aquí?, en fin ¿Cómo me ha encontrado?- preguntó Sam  sorprendido.

- Tengo mis contactos.-rio.- Necesito su ayuda, me dio pena que te fueras de Georgia.

- Mi esposa es de aquí, y además me encanta Arizona.-comentó brevemente, omitiendo parte de su vida.- ¿Qué quiere?

- Necesito que corrobores un hecho de uno de mis casos, aquí en Villa Rocosa. Me han pedido un favor personal. Un excéntrico multimillonario, Jorge Morales, ha sido encontrado muerto en uno de sus establos, en Georgia.

- ¿Encontraron algún sospechoso?- preguntó Samuel un poco dubitativo.

-Uno de sus criados, Luis Cortez. Estuvo en los establos a la hora del crimen. Fue sospechoso, yo le interrogué.- hizo una pausa-, pero tras eso, el tío se fugó del calabozo. Las pistas de Luis me han conducido hasta aquí.

-¿Y dónde esta ese tal Luis?

-Le he retenido en mi habitación, te lo pensaba traer, pero quiero que primero eches un vistazo a esto.

Dustin le dio un documento con confesiones de varios testigos donde aseguraban que Luis estaba en el rancho de Jorge Morales a la hora del crimen. Samuel lo revisó.

-Eres el mejor interrogador que conozco, necesito que le aprietes las tuercas a ese hombre.

-Solo una pregunta más, ¿Quién es el que te ha pedido el favor personal?

-Se llama Aurora Morales, la esposa de Jorge.- Dustin hizo una pausa y luego rio- y no Samuel. No he coqueado con ella.

Después de un rato, Samuel aceptó.

***

Warren fue a la consulta del doctor tras haber cenado en relación al desconocido que murió en la calle. 

- Examinando el cadáver antes de que se lo llevase el enterrador, hallé esto en toda su cara.- dijo, entregándole pequeñas astillas de madera.

-Podrían pertenecer al arma del crimen.- dedujo Warren.

De repente, dos hombres empujaron la puerta de madera, trayendo una tabla de madera con Diego Torres sin vida encima de ella. Tras dejar al difunto, se fueron. Edward entró tras salir aquellos hombres y pidió al doctor.

- José, te dejo el cadáver del jugador del Texas Holdem  aquí. Cuando puedas, échale un rápido vistazo para que se lo lleve el enterrador mañana. Voy a ir a la calle Pizarro para interrogar a los sospechosos y al bar de Kruger, nos vemos luego jefe- informó, mirando a Warren. Salió de la consulta.

-Yo también me voy averiguar quién era mi víctima-afirmó Warren mientras cruzaba la puerta.

Warren cruzó la calle y entró en la oficina del sheriff. Al hacerlo, vio a Samuel estudiando unos informes. Se acercó.

-Hola, ¿Qué tal?,¿ me acompañas a identificar a la víctima desconocida que encontraron los chiquillos por el pueblo?

-No puedo, tengo otro caso.- respondió Samuel sin quitar la vista de las hojas que estaba leyendo.

-¿Qué caso?- dijo con otra pregunta.

-Sí, es que ha venido un viejo amigo mío, y quiere que le haga un favor.- Samuel le entregó un informe a Warren para que viera de que se trataba.

ANOTACIONES DE SHERIFF DUSTIN CRAWFORD , CAÑON DEL MORAL, GEORGIA.

CASO: HOMICIDIO.

VÍCTIMA: JORGE MORALES.

SOSPECHOSOS/AS: LUIS CORTEZ.

"

En el rancho de Jorge Morales, un leñador de grandes fortunas, casado con Aurora Morales, fue hallado sin vida por uno de sus criados. La primera deducción que tuve tras examinar las múltiples cortes en la cabeza realizados con un objeto contundente, que fue personal. No encontré el arma del crimen aquel día. Su esposa me pidió el favor de hallar al asesino de Jorge.

Mi ayudante y yo preguntamos a los vecinos, criados y la esposa del difunto. Uno de ellos nos dio una descripción de alguien que estaba a la hora del crimen con la víctima. Luis Cortez, criado de los Morales, negro y de aspecto fornido.

Semanas después encontramos a Luis escondido en un carro. Le interrogué durante horas. No soltó prenda. En el carruaje vimos el arma del crimen: un hacha llena de sangre. Volvimos a apretarle las clavijas. Negó todas las preguntas que le hicimos. Días después se fugó de la prisión del Cañón de Moral.

Anotaciones de Dustin Crawford.

"

Tras leer eso, Warren le devolvió el informe.

-De acuerdo. Ya me ocupare yo del caso. Intenta ayudar a tu amigo.- dijo Warren, nada convencido.

Samuel vio como el sheriff se iba de la oficina. Dustin entró horas después. Estuvo apoyado en el umbral de la puerta.

-¿Y qué?-preguntó Dustin.

-Acepto, trae al sospechoso y todas las pruebas que hayáis conseguido.-afirmó Samuel.

-De acuerdo.

***

José estaba analizando el cadáver de Diego Torres, el caso de Edward. No encontró ninguna herida de bala, ni apuñalamiento en todo el cuerpo. Horas después entró Edward silbando.

-¿Que tienes?- preguntó Edward.

-Nada, ninguna puñalada, ningún disparo. ¿o le en veneraron, o murió de muerte natural?-afirmó José.

-Iré a preguntar a los amigos de la víctima otra vez y volveré al escenario del crimen.


En el bar de Kruger, Edward interrogó al dueño.

-Te tengo que hacer algunas preguntas, Kruger- dijo Edward.

-Dispara.

-¿Que pidió la víctima, y sus amigos?

-Cervezas, unos cuantos cacahuetes, y agua.

Edward estaba apuntando todo lo que decía John en su libreta.

-¿Vistes algo raro durante la partida?

-No que yo sepa, estaban graciosos, tiraban piropos a la chica que estaba con ellos.

-¿Alguien reaccionó ante esos halagos?

-No.

-¿Y que ocurrió después?

-La víctima se desplomó sin más.

Edward descartó lo del envenenamiento cuando hubo hablado con todos los testigos del bar porque nadie había visto nada raro en la partida. Tras eso, preguntó a la gente del pueblo por la víctima y sus amigos. Los ciudadanos declararon que no los conocían. Así que dedujo, que eran forasteros. Edward volvió a hablar con los compañeros de la víctima, confirmando que eran de otro estado, incluido el difunto. Edward dedujo que nadie tenía motivos para matarle.

***


Warren preguntó a las personas del pueblo sobre como era la mujer que había visto el testigo en el bar de Jack Lemond, con la víctima, minutos antes de que el difunto desconocido se fuese del saloom. No llegó a nada. Después indagó sobre el hombre muerto. Días después, averiguó que el extraño vivió en un rancho a las afueras de Villa Rocosa. Le dijeron que vivía en un rancho a las afueras del pueblo. Días después preguntó dónde estaba la granja.

Era un atardecer cuando el sheriff entró en la propiedad de la víctima. El campo que rodeaba la pequeña casa era hermoso, lleno de arboles. Abrió la puertezuela de la casa. Echó un vistazo rápido dentro. La morada tenía dos sillas y una mesa viejas, al igual que todos los demás muebles. Vio una fotografía, de las muchas que había encima de una pequeña mesa, en frente de él. La cogió. En ella aparecía una mujer morena, con el pelo largo y un niño de diez año junto al difunto. Dedujo que era su familia.

Warren se fijó en un pequeño detalle en la fotografía: la familia estaba delante de una bandera que se hondeaba de un lado a otro, colgada de un palo. La insignia tenía un dibujo de una estrella y dos laureles cruzados. Abajo de la estrecha ponía Nevada. Se fue del rancho. Cabalgó durante unos veinte minutos a la estación, donde envió un telegrama a ese estado, describiendo a la víctima y a su familia. Tras eso, se fue a casa.

Estando en su morada, saludó a Samantha, entrando después. Saludó a Juana en el interior. Se sentó y comenzó a leer el periódico. Comió un poco.

- ¿Qué tal le ha ido el día?-preguntó Juana, tomando asiento.

-Bien, ajetreado. Estoy investigando el crimen de un desconocido.

-¿Y qué tal te va?- se interesó ella.

-La verdad es que he encontrado la granja de la víctima gracias a unos vecinos que he preguntado. También sé que la víctima tenía familia en Nevada. A ver si averiguó quien es.

-Come, que está muy buena la comida.-animó Juana.


Varios días después, le llegó un telegrama de Nevada, respondiendo acerca de quien era la víctima y su familia. Warren lo abrió.

Estimado señor Filton.

La descripción que usted nos ha enviado sobre la víctima varón y su familia, corresponde con los Loomis. El difunto se llamaba Frank, era un hombre que se dio al juego. Se le acusó de ladrón y timador. Robó toda la fortuna a su familia. Dejándolos pobres. También era un mujeriego. La mujer y el niño se quedaron en la ruina, yéndose del pueblo. El crio se llamaba Lewis. Ahora sé como acabó el camino de Frank.

Saludo Felipe Fernández, Ruby.

Tras eso, Warren tuvo una idea. Se le ocurrió ir preguntando por el apellido Loomis por todo el pueblo. Al final descubrió los siguientes secretos:

Cuando Frank llegó a Villa Rocosa, tuvo varias relaciones con diferentes mujeres en su rancho. También hubo un hombre en varias ocasiones vigilándole. Y sobre el hijo, supo que había estado varias ocasiones en el bar Lemond. El sheriff fue otra vez a ese establecimiento.

Se acercó a Lemond y le preguntó sobre el hijo de Frank Loomis.

-Buenas Lemond, ¿has visto a este chico?- preguntó Warren, enseñándole un dibujo de un hombre joven.

-Buscas a ese de ahí- dijo Jack, señalando a un joven en una mesa, solitario.

-Gracias.

Warren se fue a la mesa donde estaba el individuo. Se parecía mucho a la víctima, solo que de joven. Era alto, fornido, con el pelo rubio. Cuando el sheriff se sentó en frente suyo, le miró esperando a que él preguntase primero.

-¿Quién es usted?- dijo al fin el chico.

-Me llamó Warren Filton, ¿usted debe ser Lewis, el hijo de Frank? Investigo el crimen de tu padre. Sé parte de la vida de tu padre. Sé que era un mujeriego, un timador y que os dejó a tu madre, y a ti en la ruina. Y sé que...

-¿Podría ver a mi padre, por favor?- preguntó el chico con cara de tristeza.

Warren le vio tan deprimido al chico que no pudo continuar con las preguntas.

-Desde luego.- afirmó el sheriff levantándose y acompañó al chico al cementerio.

Cuando entraron en el cementerio, Warren presentó al enterrador a Lewis. Desenterraron una tumba y la abrieron. El joven rubio afirmó con una frase al ver a la víctima, " era mi padre". Se emocionó. Warren le acompañó afuera.

Un rato después, en la oficina del sheriff, en un pequeño cuarto, Lewis comentó.

-A Mi padre le quería aunque nos abandonase. Era un buen soldado.- Se sonó la nariz.

- ¿Cuánto hace de esto?- preguntó Warren.

-Hace cinco años, cuando yo tenía los catorce. Perdió una apuesta con sus compañeros y se fue de Nevada. Era un cobarde, pero le queríamos. Mi madre me dijo que le buscase. Y hasta hoy, no tenía ni idea de que estuviese muerto.

-¿Conoce a alguien que quisiera hacerle daño?

Lewis negó con la cabeza. Samuel entró de repente en el lugar, irrumpiendo el interrogatorio. Preguntó a Filton.

-Necesito la sala. ¿Puedo usarla?

-Sí, ya he terminado el interrogatorio.

Lewis salió de la sala. Entonces Dustin, Samuel y un hombre de unos treinta años, de color, entraron.

Warren sabía que ese chico era el asesino, pero tendría que tener prueba contra él. Tras eso, se fue de la oficina. Comenzó a buscar a la mujer, cómplice del asesinato. Pensó que podría ser de Villa Rocosa y siguió esa teoría: Lewis conoció a una joven hermosa, con la cual matar a su padre y así conseguir su venganza por dejarle a él y a su madre en la ruina. Filton se le ocurrió, que la ayudante no tenía que haber estado en su puesto de trabajo cuando se cometió el delito. Por eso visitó todos los negocios del pueblo. Tuvo suerte cuando un dueño de un saloom le respondió que una de sus camareras había llegado tarde ese mismo día. Se la presentó. La chica era blanca, morena, agraciada, más o menos de unos veintitantos años.

-Hola, me llamo Warren Filton. ¿Puedo hacerte algunas preguntas?

-Me llamo Dona.- respondió la joven.

-Repito ¿Puedo hacerte algunas preguntas?

-¿Qué quiere?- preguntó ella, mordiéndose las uñas.

-¿Donde estuvo hace dos días?, según su jefe no estuvo en el trabajo.-dijo, enseñándole la foto de Frank.

Sintiendo el miedo, le dijo al sheriff que solo hablaría en un sitio más privado. Él la acompaño a la oficina.

***

Edward siguió pensando de qué forma murió Diego Torres mientras esperaba, junto al enterrador, al doctor en el cementerio. O fue un infarto al corazón, alergia medioambiental, o un shock anafiláctico. Ambos hombres vieron venir a José.

-Doctor, analicemos otra vez el cadáver.-pidió Edward, con una sonrisa.

-¿Crees que tienes idea de saber su muerte?

-Yeah.

Cuando destaparon otra vez al cadáver. Edward se apresuró a decir.

-Si no fue un crimen, ni un suicidio, tuvo que ser muerte natural. Pero ¿Cómo murió?, eso es lo que habrá que descubrir.

Analizaron otra vez el cuerpo de Diego. No vieron ningún rasguño, ni marca en el pecho. Descansaron un poco debajo de un árbol.

-¿Y si fue un infarto?-preguntó el enterrador.

-No, según los testimonios de sus amigos él no nunca sufrió del corazón. Así ¿Qué fue?- se cuestionó Edward.

Richard se quedó en blanco. Miró a sus botas. Se las quitó, percatándose de algo pegajoso en ellas. Lo tocó, era viscoso. Lo despegó. 

-¿Tienes una lupa doc?-preguntó Edward Richard.

José se la dio.

El ayudante lo observó con la lupa.

-¿Es lo que creo que es?- preguntó José Sánchez, extrañándose.

-He encontrado a mi posible asesino. Era una abeja. Preguntaré a sus amigos.

Tras decir eso, el ayudante se fue a la casa donde vivía Estefanía. Llamó a la puerta.

-Sí, ¿Qué quiere?-preguntó ella extrañada.

-¿Era Diego alérgico a las picaduras de los himenópteros?

-¿De qué?- dudó Estefanía.

-De insectos: abejas, avispas.

-Ni idea.

-Pudo ser lo que le mató.

Estefanía se quedó impresionada tras oír la posible teoría de la muerte de Diego.

***


En la sala de interrogatorios, Sam observó con atención al sospechoso que iba a interrogar. El detenido miró a Samuel y se mordió las uñas.

-¿Usted es Luis Cortez?- preguntó Liverpool.

-Sí. ¿Qué hago aquí, donde estoy?- dudó el hombre de color mirando a Dustin y luego a Samuel.

-Está siendo investigado por el crimen del señor Morales. Según el señor Crawford, fue usted quien mató a su amo y huyó de la escena del crimen.- acusó Liverpool.

-Le dije a él- se defendió Luis, señalando a Dustin-. Y se lo digo a usted también que no fui el responsable de ese crimen. Me intentaron culpar de ello.

-¿Quién le intentó culpar según usted?- preguntó Samuel, mirando las anotaciones de su compañero.

-La señora Morales, los demás empleados, no sé. El amo tenía mucho dinero.- conjeturó Luis, muerto de miedo.

-Las pruebas te inculpan a ti. Y Dustin tuvo pruebas de ello. Por ejemplo ¿Por que huyó del Cañón del Moral? ¿Y del escenario del crimen?

-Alguien me quiere incriminar de esto, pero no fui yo. Hui porque sabían que me iban a ahorcar por ello. Por eso, me escondí. No creí que el sheriff me encontrase. Pero se lo prometo-comentó seriamente, mirando a Samuel.- Que no fui.

-¿Y quién lo hizo?- pregunto Samuel.

-No lo sé. De verdad- contestó, mirando con terror a los dos sheriff.

-Las pruebas te inculpan a ti. El arma del crimen la encontró mi compañero en un carro dónde estabas durmiendo.

-Por eso hui.

-Lo siento, pero las pruebas son las pruebas. También había tres o cuatro testigos que te vieron cerca del cadáver en el escenario.

-Fui a socorrerle. Cuando vi que estaba muerto, me dio miedo y hui del rancho.

-Lo que le convierte en sospechoso.-afirmó Samuel.

-¿Porque yo soy negro y mi amo era blanco?

-No es porque seas negro. Estas detenido por homicidio.

Tras eso, Samuel le entregó a Dustin al sospechoso, para que lo ahorcase. Tras eso, Samuel salió a pensar sobre el caso. Pensó en si había mandado a un culpable ,o a un inocente a la soga.

***

Pasó el tiempo. En la oficina del sheriff estaba Warren y Dona en la sala de interrogatorios. Él estaba mirando las anotaciones que hizo , fijándose en la descripción que le hizo el dueño del saloom de Jack Lemond, referente a la mujer que vio.

-Bien Dona, ¿Dónde estuvo entre las diez y las once de hace dos noche?-preguntó Warren.

-En una cita.-respondió Dona.

-¿Con el señor Loomis?- dijo enseñándole la foto de la familia y señalando al hombre.

-No, estuve con otro hombre.

-Ah sí. ¿Con quién?

-Lord John.- respondió Dona con miedo.

-¿Sabe lo que es la casualidad?-preguntó Warren.

Los ojos verdes de la mujer miraron a la derecha, ignorando la pregunta del sheriff. Este  estuvo esperando una respuesta.

-Una casualidad es que usted estuviera con otro hombre a cierta hora, cuando en realidad la vieron con el señor Loomis a la misma hora. Los testigos la vieron con otro tipo más joven, diez minutos antes de reunirse con la víctima. ¿Quién más estaba con usted y con la víctima?

-Nadie.- respondió, un poco más nerviosa.

-Tranquila, ¿de acuerdo? Tómese su tiempo.

-Vale.-respondió Dona, luego echó unas lagrimas y empezó a soltar un discurso- Había otro hombre, aparte del señor Loomis que me obligó a distraer a Frank. Parecía su hijo.  Eso fue diez minutos antes del asesinato. En el callejón, cogió un palo de madera y empezó a darle una vez, y otra, y otra... y cada vez más fuerte. Hasta que Frank murió.

-¿ Y qué pasó después?- preguntó Warren.

-El joven me agarró con fuerza y me amenazó. Si le contaba algo a alguien, me mataría.

-¿Era este joven quién le amenazó?- quiso saber, señalando la cara del niño de la fotografía.

-Un poco más mayor. Pero si, es el mismo rostro.- confesó ella.

-¿Le dijo porque quería matarle?

-No. Solo me dijo que le distrajese.

Una confesión no valdría para condenar a Lewis Loomis, necesitaba más pruebas. Así que probó en llevarle a la sala de interrogatorios otra vez, para que confesase. Warren fue al bar de Jack Lemond, él le dijo que el chico estaba en la habitación número cuatro.

Estando en frente de la puerta, llamó. Lewis abrió.

-¿Qué quiere?

-Hablar con usted.

Cuando Lewis le hizo el amago de pasar a su habitación. Warren dijo.

-Aquí no, mejor en mi oficina- siguió el sheriff.

Lewis cogió su chaqueta y le acompañó a la oficina. Cuando entraron en la sala. Él se sentó, el sheriff le miró.

-¿Que quiere?- preguntó Lewis, tocándose el mentón.

-Me ha mentido, estuvo en el crimen. Mató a su padre por venganza, ¿verdad? Él os dejó en la ruina. Y se marchó. Tú, llevas buscándole desde los catorce años. Y cuando lo hiciste, se te ocurrió un plan, ¿no?- conjeturó Warren.

-Bonito cuento, pero ¿tiene alguna prueba?- dudó todo chulo Lewis.

-Una confesión de una mujer.

-¿Y se va a basar todo en una confesión de una mujer?

-Muy bien, entonces, si es inocente ¿me dejará echar un vistazo a su habitación?

-Claro que sí, pero por favor, no toque el maletín que tengo encima de la cama.

-De acuerdo. No se mueva de aquí, por favor.

En el bar de Lemond, Warren echó un vistazo al cuarto de Lewis. Era pequeña, tenía un armario empotrado, dos mesas: una en frente de la cama, la otra al lado de ella. Encima de la litera había un maletín gordo, de color negro. El sheriff no lo abrió. Empezó su búsqueda: Miró en la cómoda, en los cajones. En uno de ellos, halló un papel. Lo miró detenidamente. En la hoja había apuntado varias veces el nombre de la víctima y al lado varias direcciones. Warren pensó "te tengo".

Volviendo a la oficina, Lewis estaba justo en el mismo sitio donde Warren lo había dejado. Lo miró, el sheriff le enseñó sus anotaciones al sospechoso, se miraron con frialdad.

-¿Qué quiere?- preguntó enfadado Lewis.

-Me ha mentido en todo. Y para que lo sepa, tengo pruebas sobre el asesinato de su padre.

-¿De qué está hablando?- rebatió el otro.

-Había una mujer que ha confesado que le ha ayudado en el asesinato de su padre. Tengo mi teoría, le mató por venganza, ¿verdad? Su padre os dejó arruinado. Y usted le buscó por cinco pueblos.- comentó, enseñándole las notas con el nombre de la víctima y las direcciones que había.

-Ese cabrón nos traicionó. Era un jugador empedernido, perdió todo lo que teníamos en las apuestas. Y huyó como un cobarde una noche.- Hizo una pausa- Estuve buscándole desde los catorce años. Y al final le encontré aquí. Como ya le ha contado la fulana...

-Sí ,me lo ha confesado. Usted golpeó muchas veces a Frank con un objeto de madera en su cabeza, hasta que le mató.

-No me importa que ese bastardo este muerto.-terminó Lewis.

Warren le puso las esposas a Lewis Loomis. Tras eso, lo llevó al calabozo y envió un telegrama a Two Guns, para que enviaran a alguien a recoger al sospechoso y llevárselo a la cárcel.

Samuel, en el porche de su casa, se quedó un momento pensando en la decisión que tomó con Luis Cortés. Sabía inconscientemente que había mandado a un hombre inocente a la horca, aunque todas las pruebas estaban en su contra.

FIN


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