1x10:Dentista asesino-Killer dentist

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El equipo investiga la muerte de un negro joven encontrado brutalmente asesinado en un viejo almacén alejado del pueblo. A medida que avanza el caso, descubren que la víctima maltrataba a los animales, y ese podría haber sido el motivo de su muerte al encontrar a un dentista, que perdió a un perro hace tiempo y fue la última persona que vio a la víctima.


Tras un tiempo de volver de Two Gun y disculparse con sus ayudantes, Warren fue avisado por un ciudadano de haber encontrado el cuerpo de un negro en un almacén que este vio, el testigo perdió a uno de los tres perros durante unos instantes y fue a parar al almacén donde el dueño encontró el terrible suceso. Se montó en su caballo y cabalgó junto a sus tres animales, a toda velocidad hacía la oficina del sheriff.


Al llegar, el testigo ató a sus animales en una barra, cerca de la oficina. Entró y vio a Warren Filton escribiendo informes y con las ventanas abiertas, para que corriese un poco el aire. Los ayudantes no estaban. El hombre de mediana edad, con la cara asustada, rompió el silencio de la sala.

-He encontrado un cuerpo sin vida.-testificó con la cara pálida.

Warren levantó la vista y miró al hombre.

-Siéntese y cuénteme lo que ha visto, despacio, ¿de acuerdo?-respondió Filton, viendo la cara de miedo del testigo.

Este se tocó el mentón y le dio un pañuelo al hombre para que se limpiase la cara. Le sirvió agua en un vaso de cristal y se lo dio. Tras eso, se volvió a sentar. Se frotó sus ojos verdes y dijo.

-Comencemos.

-Estaba paseando con mis perros para relajarme un poco de tanto trabajo, así que me cogí a mis cachorros y los lleve a pasear por el campo. En eso, que uno de ellos empieza a ir más rápido que los otro dos. Bien, pues al encontrar a Blass, el perro que se me había escapado, encontró lo peor.

-¿A qué se refiere?-preguntó Warren apuntando con un lápiz todo lo que decía en un bloc de notas.

El testigo sorbió un poco de agua y continuó.

-Me refiero que Blass entró en un establo abandonado, al entrar vi...-confesó con cara de terror.- Un cuerpo destripado.

-¿Le conocía?-preguntó el sheriff tocándose el mentón.

-No, creo que no. Lo que sí le puedo asegurar es que no era ningún vecino mío.

-¿Podría llevarme al lugar de los hechos?

-Sí.-contestó este dando otro sorbo de agua.

El testigo se levantó del asiento y salió de la oficina, Warren salió tras él. A Filton no le gustaban muchos los animales porque tendría una responsabilidad más con la que cargar. Tras eso, vio a John Kruger paseando cerca de la oficina. Warren se metió los dedos en la boca y silbó para el abogado. Este estaba andando ligeramente, pensando en su hija Amber. Este respondió y estrecho su mano al sheriff.

-¿Que quieres Warren?-preguntó John ajustándose la corbata que tenía, eso hacía que no se le viera su labio inferior.

-Hazme un favor, ¿sabes donde viven Edward y Samuel?-decía el de la estrella mientras se tocaba el mentón.

-Sí, sí, ¿por?

-Diles que estoy en...-dijo Warren, mirando al testigo.

-Es el establo abandonado que está cerca del rancho de los Martínez.-respondió el hombre, sacando un cigarrillo de un bolsillo.


El sheriff sabía dónde estaba el escenario del crimen, porque ya habían ido con sus ayudantes allí algunas veces a resolver distintos problemas, como por ejemplo, hubo una vez que tuvo que separar a dos hermanos porque estuvieron a punto de matarse. El motivo fueron las tierras.


Cogió el caballo y se lo agradeció a John, mientras le veía caminar en la dirección opuesta, en dirección a las casas de los ayudantes de Warren.

***

El sol no alumbraba tanto el suelo, dado que el cielo estaba cubierto por nubes. Los dos hombres iban trotando con su caballo hasta el lugar del crimen acompañados por los perros. El establo estaba a un kilometro del pueblo, dicho rancho estaba en la propiedad del difunto Jorge Pérez. Este hombre, al no tener familiares, la propiedad se vendió al estado de Arizona. El sheriff nunca había estado en ese rancho en particular porque nunca había ocurrido nada fuera de lo normal, hasta ahora.


Al llegar al rancho, Warren descendió de su animal y le pidió al testigo que se quedase fuera. Dado que no hacía un calor infernal, soportó bien la temperatura. Avanzó hacía el escenario del crimen, el olor era cada vez más insoportable al estar en el interior. Warren se tuvo que tapar varias veces la nariz para que no le dieran arcadas. Sus ojos verdes claros se cerraron un poco, al estar en frente de la horrible escena. No pudiéndolo soportar más, vómito a un lado.


Lo examinó más de cerca, era de piel muy oscura: Parecía joven, de unos dieciocho, veinte tres años. Le faltaban algunos dientes y sus manos estaban esposadas, tenía varias lesiones en torso y cara. El sheriff pensó que le torturaron. El torso estaba partido por la mitad, olió el ambiente, de la boca del desconocido salió un olor a láudano. Warren pensó en que le drogaron, le esposaron, le torturaron y le partieron por la mitad, pero ¿qué salvaje haría una cosa así?


Dedujo en que para hacer una cosa así, la víctima tenía que ser un ser muy peligroso y haber dañado de alguna forma a su asesino. Fue personal, una venganza servida en plato frio. Se puso de pie y observó el escenario, solamente había dos pares de pisadas, la suya y una, un número mayor que la de Warren. Oyó sonidos de trotar afuera, pensó que sería sus ayudantes. Se tocó el mentón y espero a que Samuel y Edward entrasen dentro.

-Tapaos las narices-aconsejó Filton.

Al entrar los otros, le hicieron caso al ver como olía el establo. Samuel al ver lo sucedido, pensó !oh Dios¡, este se paró en frente del cuerpo del desconocido y le pregunta a su jefe.

-¿Cómo crees que le mataron?-dijo este acariciándose el dedo pulgar.

-El criminal le drogó, le torturó y le asesinó.

-¿Le conoces?-preguntó Warren.

-No, ¿y tú?

-Tampoco, voy a preguntar al testigo.-contestó a Samuel, tocándose el mentón.

El sheriff salió del escenario del crimen y preguntó al hombre que encontró al desconocido. Este estaba entreteniendo a los perros, lanzándolos un palo para que fueran detrás de él. El sheriff se tocó el mentón y comenzó el interrogatorio.

-¿A qué hora encontró el cuerpo?

-Sobre las cinco menos cuarto, cinco. No lo sé.

- ¿Y seguro que no le conoce?

-No y seguro que nadie del vecindario lo conocía.-respondió, mirando a Filton.

-¿Por qué dice eso?

-Porque cada vez que viene alguien de afuera, se comenta algo y se cotillea un poco.- dijo, mordiéndose las uñas.

Miró a Warren y pidió perdón. El de la autoridad sonrió y apuntó en una libreta todo lo que decía el testigo.

-¿Encontró a alguien salir del rancho?, no sé, me refiero a lo lejos.-preguntó el sheriff.

-No, mis chuchos lo hubieran seguido.-contestó el hombre.

-De acuerdo, si necesitó preguntarle algo mas, ¿podré pasarme por su casa?

-A las ocho estaré en casa, si necesitan más información.

El testigo cogió su caballo y a sus perros y cabalgó hacía su casa. El sheriff miró el sol y calculó que serían más o menos las seis, seis y media. Warren se dio la vuelta y entró otra vez en el establo. Mientras paseaba, disfrutaba del aire fresco antes de oler el desagradable aroma que salía del establo. Warren se tocó el ala del sombrero y miró a sus ayudantes.

-Uno de vosotros deberá acompañarme a preguntar a los vecinos por si alguien conocía a la víctima...-mirando el cuerpo- descompuesta.

-Yo te acompaño.-respondió Samuel.

-Edward, lleva a la victima a la consulta del doctor y después haz un dibujo del rostro, aunque está un poco difícil.- mirando el rostro de la víctima.- Cuando tengáis algo, lo apuntas en un papel y me lo dejas encima de la mesa.

-De acuerdo.-dijo Edward, tocándose su pelo canoso.

Warren y Samuel fueron a cada rancho cercano al escenario del crimen, preguntando sobre la víctima desconocida negra. Les dio tiempo a preguntar a todos los vecinos. Nada.


Mientras tanto Edward llevó atado con varias cuerdas que sacó de su silla de montar a la víctima. El animal iba balaceando un poco el cuerpo hacia los lados. Al llegar al pueblo, estaba anocheciendo. Edward dejó atado a su caballo en la consulta del médico y entró con el cuerpo partido de la víctima. Mientras avanzaba por el bar de Jack Lemond, el cuerpo soltaba un hedor horrible en el ambiente. Al dejarlo en la consulta del doctor, José fue corriendo con su grueso cuerpo hacía una papelera y vomitó. Tras ese mal trago, el médico volvió a mirar a la víctima.

-Llévatelo de aquí pronto, por favor.-pidió el galeno.

-Tú dime como murió, más o menos, y me lo llevó-decía Edward abriendo la ventana de la esquina.

El aire sopló de un lado al otro de la sala, al estar también la puerta abierta.

-Primero le drogaron-dijo José, oliendo el láudano que le salía de la boca a la víctima.- lo ataron, le torturaron-mirando los golpes del rostro y el torso.- y por último le cortaron la garganta y le metio un diente- cogió algo de la boca, sacó un diente de perro.

-Pero, ¿qué demonios le pasó a este tío?-preguntó Edward, acariciándose su cabello.

-No lo sé, pero esta cara me suena de algo- se preguntó el doctor ajustándose las gafas de culo de botella.

-¿Quien era?

-No lo sé, pero a lo mejor Jack te puede decir algo.

El ayudante le hizo caso y bajó las escaleras para preguntarle al barman. Este estaba atendiendo a los clientes. Después, Jack se acercó a Edward Richard y le preguntó, tocándose su grueso bigote mexicano.

-¿Has averiguado quien era el tipo que llevaba entre brazos?- decía riéndose.-Hueles a muerto.

-¿Y tu puede que lo conociera un poco?-preguntó este sacándole un dibujo que hizo en el escenario del crimen.

Jack cogió el dibujo que este le daba y lo observó con atención. De repente se tocó el bigote y respondió.

-Era hombre de pocas palabras, era negro. Siempre venía solo, a eso de las diez de la noche a tomarse unas cervezas.

-¿Sabes cómo se llamaba?

-Creo que le llamaban Paulino no se que más o el forastero. Nunca hablé con él.

-¿Y sabes en que parte del pueblo vivía?-preguntó Edward tocándose su pelo canoso.

-Creo que en una de las casas que están al lado del bar de Josh Wincott.

-De acuerdo. No quiero nada, gracias.

El ayudante se fue del bar, apuntando lo poco que había averiguado de Paulino, la víctima. Dio un paseo por la zona del saloom de Josh, preguntó a los habitantes enseñando el dibujo de la víctima. No consiguió nada, excepto que se llamaba Paulino. El negro era un tipo solitario, no le gustaba las amistades mucho. Cuando Edward interrogó a Josh, averiguó que llevaba poco tiempo en Villa Rocosa. Ningún vecino sabía de dónde provenía.


Tras eso, dejó todo lo que apuntó Edward en la mesa de Warren Filton, cerrando la oficina después. Se fue a descansar a su casa. Esa noche, el pueblo poco animado, la mitad de los salooms estaban cerrados, dado que estaban vacios. Cuando Warren y Samuel llegaron al pueblo, vieron que la oficina estaba cerrada e hicieron lo mismo que Edward.


A la mañana siguiente Warren fue el primero en ir a la oficina, al sentarse en su mesa, vio una nota. Eran las anotaciones que su ayudante sobre la víctima. Tras leer el nombre del hombre negro, mandó varios telegramas a diversos estados del norte y del sur. Los escribió y mandó antes de que sus ayudantes viniesen. Al volver a la oficina, vio a Samuel en la entrada. Pensó que estaría esperando a que él abriese. Los dos iban sin sombrero porque no estaba dando mucho el sol.

-¿Se te han olvidado las llaves?-preguntó Warren tocándose el mentón.

El ayudante se jactó y respondió.

-Sí, disculpa.

Los dos pasaron adentro y siguieron haciendo otros informes, esperando respuesta de donde venía la víctima, Paulino. Warren le comentó a Samuel que había averiguado Edward en el pueblo sobre ese hombre negro.

***

Pasó un tiempo hasta que llegó una respuesta. Freddie Russell con sus gafas de culo de botella, llevó un telegrama a la oficina del sheriff. Este estaba escribiendo un informe. Al dar un golpe en seco Fred en la mesa de Warren, este se asustó y vio al jefe de estación mirándole con cara de sorpresa. Freddie se tocó su labio y le dijo.

-Ha llegado un telegrama de Filadelfia que va dirigido a ti.- dijo este, esperando la propina.

-Aquí tienes, gracias.-decía el sheriff, dándole el dinero.

Al estar en la puerta de la oficina. Freddie se paró.

-Debes darle una oportunidad a tu vecina Samantha, ella está loca por ti.

-¿Como lo sabes?-preguntó el sheriff.

-Porque se le nota cuando ella habla de ti en el bar de Lemond.-dijo Freddie Russell mientras se iba.

Warren Filton pensó en que seguramente sería una chiquillada de ella, aunque no pensaba en que Samantha contase en el bar sus gustos. Pero su mente volvió al caso, al ver los informes en su mesa de madera. Ya hablaría con ella al volver a casa.


El sheriff se sentó de nuevo y abrió el sobre, leyó la carta que había dentro. Solamente había una.

Querido sheriff Warren Filton, mi nombre es Antonio Soto, hemos leído las descripciones que nos ha mandado y hemos descubierto que dicho hombre negro llamado Paulino, se trata de Paulino Juárez. Según las declaraciones de varios testigos, este hombre había maltratado a varios animales en una parte de la ciudad, más concretamente, cerca de su barrio natal. Cuando mi equipo investigó esos delitos hará unos dos años, no pudimos obtener pruebas suficientes para encarcelarlo.


Siempre pensamos que ese hombre estaría en alguna parte del país, pero nunca pensé personalmente, que acabaría partido en dos en un rancho de un pueblo perdido de Arizona. Lo que si supimos es que tras esas denuncias, se fueron de la ciudad dos de las ocho personas. Un hombre llamado Miguel Mendoza que trabajaba como dentista y una mujer llamada Sarah-Jane Murphy que era camarera.


Siento no poder ayudarle más, no sabemos donde están los dos testigos mencionados antes. Espero que los encuentren y que resuelva el asesinato.

Un saludo.

Antonio Soto.

Warren pensó en que sería una causalidad encontrar a Miguel Mendoza aquí, dado que el segundo nombre le sonaba mucho, porque, aunque no había hablado con ella, sabía que había una tal Sarah-Jane Murphy que era camarera. Ella había venido hará unos meses y trabajaba en el saloom de Josh Wincott. Del hombre, no le sonaba ese nombre, a lo mejor se lo habría cambiado.


Dejó la carta en la mesa y como no vio a nadie, salió cerrando la puerta y fue dando una vuelta por todo el pueblo, preguntando si les sonaba el nombre de Miguel Mendoza y si era un ex-dentista. Consiguió su dirección. Primero pensó en ir a la consulta del doctor para saber que había averiguado algo más, así que por eso fue al bar de Jack Lemond. La temperatura seguía siendo baja, aunque daba el sol. Entró en el saloom y saludó a Jack Lemond, este se tocó su bigote grueso e hizo lo mismo. Siguió trabajando. Warren subió los peldaños y entró en la consulta del doctor. José estaba cubriendo al muerto con una manta blanca, tenía tanto las ventanas como la puerta abierta para que corriese el aire. José se sentó en su silla y miró al sheriff, resopló mientras se ajustaba las gafas.

-¿Estás bien?-preguntó Warren tocándose el mentón.

-Bueno, he tenido días mejores, pero bueno. Voy a llamar al enterrador para que se lo lleve-decía, mientras señalaba a la victima cubierta por la manta.

Filton le acercó un vaso de lleno de agua para que se lo bebiera. Este lo hizo, luego miró entre sus papeles, hasta que al final encontró el que tenía toda la información de la autopsia de Paulino Juárez. Se lo enseñó.

-Aparte de lo que le he dicho a Edward, no he encontrado nada más que lo hay en la hoja. Aunque sí que es cierto, que el asesino se tomó su tiempo en arrancarle los dientes, porque hizo que no sangrase mucho la encía, le echó láudano para dormitarlo. Mi opinión es que el asesino es un dentista. Aparte de eso, tras cortarle la garganta a Paulino, le metió en la boca un diente de animal, yo diría que era de un chiguaga o de un caniche. Murió hará más o menos doce horas, según la temperatura de cuerpo.

-Fue una vendetta.-siguió el sheriff tocándose el mentón.

-Eso es, alguien le drogó, le torturó partiéndole en dos y le metió un diente en la boca, ¿quién haría una cosa así?

-Miguel Mendoza. Un ex-dentista de Filadelfia que le inculpó de la desaparición de su perro. Tras huir este hombre-dijo, señalando a la víctima-Miguel seguramente quería vengarse, y por eso siguió a Paulino Juárez para matarle. Lo único que tengo hacer es demostrarlo, ¿pero cómo?

-Le conozco de verle por el pueblo, aunque nunca he hablado con él. Si quieres tener pruebas, pregunta a los lugareños por si le conocía, y si en la noche del crimen, alguien pudo verle lejos del escenario del crimen.

-Tienes razón, espero que el no tenga nada que ver. Un saludo, doc.

Tras decir eso, se fue de la sala. Bajó de las escaleras y se despidió del barman. Mientras tanto José esperó unos minutos hasta que vino el enterrador. Al hacerlo, el doctor le acompañó y ayudó a enterrar el cuerpo de Paulino Juárez en una tumba, donde arriba pusieron un palo de madera inscribiendo el nombre de la víctima.

***

Warren Filton junto a sus ayudantes fueron al bar de Josh Wincott. El saloom estaba casi vacío, y eso que era casi las tres de la tarde. El barman, tenía cara de pocos amigos, pero le caía mejor el ayudante Samuel que el sheriff. Este los saludó por cortesía.

Filton vio una foto colgada detrás de la barra de los padres adoptivos de Josh Wincott, Manuela y Mario Esperanza, Josh era aún un bebe de seis años. El sheriff al no ver a Manuela, pensó que estaría enferma y Josh se ocupaba hoy del negocio.

-¿Y tu madre?-preguntó Warren al barman.

-En casa, tiene un dolor fuerte de cabeza.-respondió el camarero.

-Dale recuerdos.

-De acuerdo-dijo Josh, poniendo cara de perro.

Edward y Samuel cogieron una mesa, al proponer Warren que si comían con él en el bar. El sheriff se acercó a la barra y pidió tres platos de carne y unas cervezas. Mientras que un ayudante de Josh preparaba la comida, Filton vio en la barra a Sarah-Jane Murphy atender a un cliente. El sheriff preguntó al camarero.

-Josh, ¿hace cuanto tiempo lleva esa joven trabajando para ti?-preguntó Filton señalando a la joven.

-Es Sarah-Jane Murphy, guapa ¿verdad?, tiene a todos los clientes locos.-respondió el barman, mirando la esbelta figura morena de la joven.- En fin, lleva trabajando para mi desde hace dos meses.

-Gracias, ¿te suena el nombre de Miguel Mendoza? un ex-dentista de Filadelfia.

-Sí, de hecho habló con Sarah hará dos días.

-¿Así que se conocían?

-Parece ser que sí.

-¿Oíste algo de la conversación?-preguntó Warren, tocándose el mentón.

-No, lo siento-respondió Josh, poniendo una expresión rara.

-¿Puedo robártela un momento?

-Sí, al fin y al cabo tú eres la autoridad.

Warren Filton se lo agradeció y fue hacía donde estaba la camarera. Sarah-Jane lucía un buen escote, era morena de piel y de cabello. Aparte tenía unos labios gruesos que se los relamía al ponerse nerviosa y unos ojos de color avellana que encandilaba a cualquier hombre. Warren se quedó admirándola, tras verla caminar como una bailarina de balet. Fue a la cocina a decirle al cocinero lo que quería el cliente y salió unos minutos después a atender a Warren. Ella puso un brazo en la mano, donde apoyó su barbilla.

-Sí, ¿qué quiere?-preguntó Sarah-Jane, acariciándose su pelo largo.

-Sobre Miguel Mendoza, un ex-dentista de Filadelfia ¿se conocían?-preguntó el sheriff tocándose el mentón.

La joven camarera cambió de expresión al oír la pregunta. Warren pensó en que había encontrado a alguien que pudiese explicarle quien mató a Ronaldo Juárez.

-¿Le repito la pregunta?-repitió el sheriff tocándose el mentón.

-No, no. Le conozco.-contestó nerviosa Sarah-Jane, tocándose el pelo.

-¿Segura?

Ella se relamió su labio, Warren continuó.

-Porque según su jefe, te vio hablando con él hará dos días. ¿Qué recuerdas de esa conversación?

Ella apoyó su mano en la barra y se ajustó su vestido de cuadros. Filton echó un duelo de miradas con la camarera. Ella apartó su mirada a un lado y contó lo que sabía.

-De acuerdo, ¿qué quiere saber?

-Todo. Sé que vinisteis desde Filadelfia. Dígame, ¿fue para buscar a Paulino Juárez?

-Sí, Miguel y yo nos conocimos un día, en la oficina del sheriff, en Filadelfia. Los dos estábamos allí para poner una denuncia. Ambos habíamos perdido un perro, dos caniches.-tragó saliva.- Nos interrogaron sobre cómo ocurrieron dichos delitos.

-¿Y cómo ocurrieron?

-Mi historia fue que yo venía de hacer la compra para preparar una cena romántica con mi marido. Él no estaba en casa. Entonces vi a ese negro, maltratando a mi mascota de lejos. Fui corriendo a mi casa, chillando. Al acercarme, me encontré a mi perro...-dejó de hablar. Se llevó las dos manos a la cara para ocultar su expresión de tristeza.

-¿Quiere un vaso de agua?-preguntó el sheriff, sacando un pañuelo de su camisa a rayas.

Ella se puso uno y lo bebió. Después de eso, continuó.

-Muerto, tenía la cara desfigurada. Tras eso, avisé de ese delito al sheriff. Fue en ese momento, cuando nos conocimos Miguel Mendoza y yo. Los dos planeamos seguir al asesino de nuestros perros, viendo que el resto de testigos no querían hacer justicia, los dos empezamos la búsqueda.

-¿Como disteis con él?-preguntó el sheriff

-Fue hará dos meses. Nos encontramos a Paulino descansando en este pueblo y decidimos quedarnos.

-¿Viven juntos?

-No, estoy separada de mi marido. Él se divorcio de su mujer y vive solo en una casa, cerca de aquí.

-¿Donde?

-No lo sé con exactitud. Pregúntele a John Kruger.

-De acuerdo, ¿de qué hablaron hará dos días?

-De como mató a Paulino Juárez. Yo en ese momento corté toda relación con él.-respondió enfadada.

Warren se lo agradeció y la dejó seguir con su trabajo. Pensó en primero comer y luego interrogar a Kruger. El cocinero dejó los tres filetes en la barra. Josh Wincott lo llevó a la mesa donde estaba sentado Samuel y Edward. Warren se sentó en la silla libre que quedaba en esa mesa. Las cervezas las trajeron en seguida. Antes de irse de la mesa Josh, Warren carraspeó y le preguntó.

-¿El día del crimen, Sarah-Jane estuvo aquí?

-Sí, yo y unos cuantos jugadores más la vimos.-decía, mientras se marchaba.

Warren comió allí porque se lo había dicho antes a Juana. Mientras que comía, el sheriff comentó a sus ayudantes el motivo del crimen. Miguel Mendoza era un ex-dentista de Filadelfia que perdió a su perro, porque Paulino Juárez se lo arrebató. Le persiguió hasta Villa Rocosa para matarle, pero ni sin antes torturarlo. Samuel y Edward estuvieron de acuerdo con el sheriff, pero para eso había que tener pruebas. Después de comer, se fueron a averiguar donde vivía el sospechoso. Fueron al saloom de John Kruger para averiguar donde vivía el ex-dentista. El barman se acarició su barbilla y preguntó al sheriff.

-Eh, ¿qué tal?

-Muy bien, necesitamos hablar contigo.-dijo Filton tocándose el mentón.

-¿Sabes donde vive Miguel Mendoza, un ex-dentista de Filadelfia?

-En el edificio de en frente.- respondió, señalándolo con sus ojos azules.

-Gracias-respondió Warren, dando un golpecito en la barra.

El sheriff avisó a sus ayudantes para que les acompañase al edificio de en frente. Este tenía tres plantas, era el más viejo del pueblo. Al entrar, olieron a tabaco. La sala no había cambiado nada desde que abrieron el hotel hace unos años. Warren preguntó al viejo hombre que olía a cigarrillos desde kilómetros. El recepcionista tenía la barba canosa y larga, este tenía el rostro tapado con un sombrero de paja, estaba dormido. Samuel carraspeó y preguntó en voz alta.

-Eh, ¿sabe donde esta Miguel Mendoza?

Warren sonrió de lo que acabó hacer su ayudante.

-Como, que.

Le preguntaron los tres esta vez. El dueño se quitó el sombrero y respondió.

-Habitación número cuatro de la primera planta.

-Gracias.-dijo Filton dándole un dólar.

El hombre se volvió a recostar en la silla. Se durmió. El sheriff y los ayudantes fueron a la habitación. Llamaron, no hubo respuesta. Uno de los tres pusieron el oído y oyó que abrían una ventana. El sheriff sacó el revólver y derribó de una patada la puerta de madera.

El sospechoso intentó huir por la ventana, pero un brazo le agarró fuertemente de su camisa blanca y le echó para atrás. Miguel Mendoza fue directo al suelo, le pusieron las esposas. Echaron un vistazo al cuarto y vieron diversas herramientas metidas en una funda. Dichas herramientas estaban ensangrentadas, el sheriff afirmó mirando al dentista.

-Estas arrestado.

Fueron al cementerio y desenterraron el cuerpo de Paulino Juárez, compararon la herida del cuello con las herramientas que tenía el dentista en su funda y una de ellas coincidían. También compararon los cortes que tenía la víctima en el torso. Varias cuchillas coincidían. El sospechoso estaba junto a la autoridad, se fueron después a la oficina del sheriff y Warren obligó a sentarse en una silla que estaba frente a la suya. El sospechoso se tocó el pelo largo moreno y el mentón. Era medio mejicano, medio español, con los ojos claros y una nariz grande. De aspecto nada atractivo. El criminal se tocó la barba que tenía de hace pocos días.


Filton puso todas las pruebas encima de su mesa y esperó a que el ex-dentista confesara el crimen.

-No me voy a andar con rodeos, sé que mataste a Paulino Juárez.-dijo Warren, señalando el dibujo que tenía de Paulino-porque él se cargó a su perro.- afirmó el sheriff señalando a una fotografía.

En la fotografía, aparecía el sospechoso en un jardín de una casa en Guadalajara, Méjico. Este estaba abrazando a un caniche.

***

Miguel Mendoza afirmó la muerte de Paulino Juárez cuando la autoridad le enseñó todas las pruebas que tenían en su contra. El sheriff esperó a que la diligencia viniese para que se llevaran al asesino. Warren pensó en que el dentista libró al mundo de un criminal, aunque no estaba bien torturar a una persona y luego matarla. Un tiempo después, a eso de las once de la noche, Warren estaba caminando hacía su casa, corría un aire cálido por la calle. Estaba subiendo los peldaños, giró la cabeza a la derecha y vio a Samantha entrando a su casa.

El joven gritó y se acercó a la vecina. Esta se sonrojo y le contestó.

-Hola vecino ¿qué pasa?-preguntó, ajustándose su vestido ceñido a rayas.

-Oye, escúchame, he oído lo que le has dicho a Fred Russell, el jefe de estación sobre tus sentimientos hacía mi y..-paró para elegir las palabras adecuadas.- Me caes bien y eres una buena vecina, pero no eres mi tipo.

A Warren le dolió mucho decirle eso a su vecina cuando esta cambió la expresión. Samantha se le escapó unas lagrimas por su ojo y después de eso le sonrió.

-Bueno, tenía que intentarlo.

Los dos rieron y ella se limpió la cara. Warren la acarició el pelo moreno y la miró a sus ojos verdes.

-Eres una buena amiga y tal vez algún encuentres a un buen hombre que te quiera. Porque eres muy guapa.

Al oír esto la joven, se sonrojó más. Se dieron un abrazo y se fueron cada uno para su casa. Warren al entrar en la suya, vio a Juana tocándose su moño y carraspeó.

-¿Seguro que no quieres que sea su mujer?-preguntó esta riéndose al final.

-Prefiero tenerla como amiga.-respondió este, cerrando la puerta de su casa.


FIN


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