1x11:Esther- Esther

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Esther

Warren investiga la muerte de un hombre encontrado sin vida en un descampado. En el escenario del crimen, encuentran un cabello largo y moreno de mujer. A medida que avanza el caso, descubren que la victima tuvo un enfrentamiento con una pareja que terminó en crimen. Mientras Edward junto a Josh, James y Luis son testigo de un fortuito tiroteo.


Tiempo después de atrapar a Miguel Mendoza, en casa de Samuel este estaba despierto, tumbado en la cama, al lado suyo, estaba Marguerite, su esposa. Ella era más enjuta que él y más baja. Lo que le enamoró de ella a Samuel fue lo bien que bailaba. Ellos están casados desde hace años y criaron a sus dos hijos en Villa Rocosa: Emily y Keegan Liverpool. Se llevaban tres años de diferencia.


Ahora Marguerite trabajaba en un saloom. Ella estaba planeando en separarse y llevarse a los hijos lejos de su padre. Él no estaba dispuesto hacer eso. Todo empezó desde el día en que el ayudante del sheriff interpuso el trabajo a la familia. Pero al final, llegaron a un acuerdo, Samuel los vería durante los fin de semanas. Aunque, algunas veces la pareja acababan haciendo el amor en la cama. Como sucedió la noche anterior.


La joven esposa suspiró y miró al hombre maduro. La habitación estaba a oscuras y desordenada. Ella rompió el silencio.

-¿Porque siempre discutimos?-preguntó ella, llevándose la mano a la frente.

-¿Porque siempre acabamos en la cama?-dijo él, riéndose y tocándose su grueso torso.

-No te rías.-contestó ella, mirando su cuerpo desnudo- Estamos a punto de separarnos y siempre que dejamos nuestros sentimientos sueltos, acaba pasando esto.- sentenció ella mirando su ropa.

-Pues a mí me encanta- afirmó este poniéndose encima de ella.

Samuel le acarició su largo cabello y sus labios rozaron los de Margaruerite. En ese momento, se abrió la puerta de su cuarto y entraron los hijos de la pareja. La joven se subió encima de su padre, haciendo que este se volcase al otro lado de la cama mientras el chico se puso encima de su madre y le daba muchos besos en la cara. Los padres estaban pensando que se alegraban de tener unos hijos así.

-Te quiero papi-dijeron ambos hijos.

Después se lo dijeron a la madre, él jugó un rato con ambos en la cama, antes de que alguien llamase a la puerta principal de su casa. Samuel, se levantó de la litera, se vistió y fue hacia la entrada principal. Él fue con su hija. Abrieron la puerta, el sol le daba de lleno en los ojos. Hacía mucho calor fuera. El joven rubio de la misma edad que su hija, unos dieciséis, se quedó mirando por un momento a la muchacha. Samuel se dio cuenta y le hizo un chasquido al rubio. Este miró al padre y la hija sonrió.

-¿Quieres algo?-preguntó el ayudante.

-Señor Liverpool...

-Samuel, por favor-replicó este.

-Samuel, le están buscando en la iglesia.-decía el joven, mientras se acariciaba su cara pecosa.

-¿Quien?-preguntó el ayudante mientras carraspeaba.

-Edward Richard, Luis, el indio, Josh y James-respondía el rubio mientras contaba con sus dedos.

-De acuerdo, diles que ahora voy, por cierto, ¿dónde?

-En la iglesia.

-De acuerdo.

Samuel se metió para dentro, despidiéndose del chico. Ella entró en la casa y los dos fueron a la cocina, donde estaba el resto de familia. El padre se fijó en como el joven había mirado a Emily y se rieron de ello.

***

Mientras tanto, en un descampado, un poco alejado de Villa Rocosa se encontraba el cuerpo de un hombre. De camino hacía el descampado iban cabalgando Warren Filton y José, el doctor, y el testigo que encontró dicho cuerpo. Al estar cerca, ataron los animales a un poste y se acercaron a la víctima. El sheriff ordenó al tercer hombre que se quedase montado en el caballo, este obedeció. Este era varón blanco, de unos veinte años, enjuto aunque de aspecto parecía viejo porque tenía el pelo canoso. El hombre tenía varias puñaladas en el torso y un cabello largo negro. Aparte tenía un anillo con la punta medio partida. No había sangre en los alrededores, así que dedujeron no fue ahí donde le mataron. Aparte de las pisadas de ellos cerca del cuerpo, había cuatro pares, pero estaban difuminadas . El doctor analizó de cerca el cuerpo del joven, no lo conocían ninguno de los dos. Los dos dedujeron que estuvo con una mujer al coger el cabello. Aparte el doctor echó un primer vistazo a las heridas y dedujo al ver los cortes demasiados pequeños, no eran de un cuchillo, pensó, ¿qué arma usaron?

Tenía seis orificios en el cuello. El sheriff se dio la vuelta y bebió de su cantimplora un sorbo de agua. El calor había vuelto, más salvaje que nunca, estaban sudando por todos lados. Warren habló con el testigo, que seguía montado en el animal.

-Fernández, ¿qué fue lo que paso?

-Este hombre-señalando a la víctima-, junto a otras dos personas estaban en este descampado. Aunque yo creo que estaban enterrándolo.-sentenció el testigo al ver el cuerpo medio enterrado.

-¿Le conocía?

-No mucho, pero la pareja que los estaba enterrando era un hombre y una mujer, aunque no les pude ver bien.-contestó el testigo, mientras se rascaba la nariz.

-¿De qué le conocía?

-Sabía que trabajaba cerca del bar de Lemond, aunque no era hombre de muchas palabras. Me lo habré cruzado una o dos veces en el pueblo.

-¿Y no sabe cómo se llama?-preguntó el sheriff, tocándose el mentón.

-No lo recuerdo, aunque recuerdo que mis vecinos decían que era un timador, un desgraciado.

-Ya, ya veo por donde va. Gracias, si le necesito, estará en su casa?

-Ahí estaré-contestó el hombre mientras se rascaba otra vez la nariz.

En ese momento, el testigo se alejó con su caballo hacía el sur, donde estaba su rancho. Warren se tocaba el mentón mientras intentaba recordar a la víctima. Nada, no lo conocía. Bebió otro trago de agua, antes de mirar al doctor y preguntarle la causa de la muerte.

-Doc, ¿cuál fue la causa de la muerte?

-Murió de seis puñaladas en el cuello-dijo José, ajustándose sus gafas-Creo que el asesino no tuvo piedad con su víctima, mi teoría es que este hombre timó a la persona equivocada-decía mirando a su amigo.

-¿Como sabes que es un timador?

-Lo he oído por la calle y antes a Fernández.

El doctor se incorporó, cogió la camilla de madera y lo puso cerca de la víctima. Warren le ayudó a ponerlo encima de la cama y llevarlo al cementerio. Mientras transportaban el cuerpo en la camilla, al mismo tiempo que sus caballos trotaban al lado de los hombres. Tuvieron que hacer varias paradas para beber de sus respectivas cantimploras. Estando de camino al cementerio, se oyó un ruido, Filton hizo parar a su amigo y fue a ver lo que era. Este vio una ficha dorada con las iniciales CCV(Casino Cesar Ventura), en una de las caras. Pensó entonces que podría haber sido el último lugar donde le podrían haber visto. Ese casino era uno de los pocos que había en Villa Rocosa y atraía mucho a los lugareños los últimos días de cada mes. El sheriff lo conocía un poco, pero no iba mucho porque no le gustaba el juego, aunque conocía un poco al dueño. Era un tipo que sonreía mucho a la clientela y era buen jefe. No tenía mucho pelo, era de la altura del sheriff, enjuto, fornido.


Reanudaron la marcha, entraron en el cementerio, hicieron un dibujo a la víctima sobre el papel, que el sheriff cogió de su silla de montar y enterraron al muerto. El sheriff preguntó al enterrador si le conocía, este le dijo que no. José y Warren se fueron de allí, el médico regreso a la consulta, mientras que el sheriff iba preguntando y enseñando el dibujo en los salooms, moteles y casas. No consiguió mucho. Varios vecinos le hablaron de la víctima, dijeron que era un desgraciado, un timador, una mala persona. No pudo conseguir ningún nombre, dado que no tenía mucha amistad con nadie del pueblo. Fue al saloom de Jack Lemond y el sheriff le preguntó, antes de tomarse una cerveza.

-Jack, ¿conoces a este hombre?-preguntó el de la estrella al barman.

-Era un gilipollas-le contestó el barman, mientras limpiaba un vaso con agua-ese tío no me pagó ninguna de las cervezas que se tomó. Era un insensato.

El barman le dio una cerveza.

-¿Sabes cómo se llamaba?-preguntó Filton, mientras le daba un sorbo a su cerveza.

-No, nunca me dio tiempo a preguntárselo, la única y última vez que le vi.

-Entendido ¿cuando no te pago?

-Hará unos días.

***

Eran la una menos cuarto de la tarde cuando Samuel apareció por la calle de la iglesia. Pidió disculpas a los cuatro que estaban esperándole y les contó la verdad, tuvo que ordeñar a las vacas y dar de comer a los caballos, aparte de regar las plantas y limpiar su revólver. Edward, Luis, John y James le entendieron. Samuel empezó con el interrogatorio, antes de analizar el escenario.

-¿Que ocurrió?

-Luis y yo veníamos de la tribu -dijo Edward, señalando el ganado que estaba tirado al lado del fornido indio.-Él iba a comprar comida para sus caballos.

Luis afirmó con la cabeza.

-Cuando nos encontramos en medio de un tiroteo.-continuó el ayudante del sheriff.

-Nosotros llegamos al mismo tiempo a esta calle.-dijo James, tocándose la sotana.

-¿Y vosotros?, ¿de dónde veníais?-preguntó Samuel señalando a John.

-De nuestra casa.-contestó uno de los hermanos.

Este lo apuntó en su libreta. Tras eso, volvió a mirar a su amigo Edward y le preguntó.

-¿Que fue lo que visteis?

-A ese hombre disparando contra otro hombre, no sé. Todo sucedió muy deprisa-contestaba este, tocándose su pelo canoso.

Samuel vio a la víctima. Era un hombre grueso, con ropa andrajosa y un bigote estilo Chevron, sin mucho pelo y con cuatro orificios de bala en su torso. A ninguno de los ayudantes le sonaba el hombre, tampoco a los demás testigos. Uno de los ayudantes, se dio cuenta de que uno de los bolsillos que llevaba la camisa de la víctima, había un par puros de los caros. Edward y Samuel pensaron, ¿qué hace un hombre con ropa pobre con un puro de los caros?, también hallaron un fajo de billetes en el mismo bolsillo.

Tras eso, los ayudantes dijeron a los demás testigos que se fuesen a sus casas. Ellos obedecieron y fueron hacer sus cosas.

***

Warren dedujo tras hablar con varios vecinos del pueblo que el desconocido era una mala persona y uno de ellos podía haberle matado por alguna razón. Warren entró en el casino de Cesar Ventura, era un casino muy pequeño, en ese momento, no había mucha clientela. Cesar estaba sirviendo unas bebidas en una mesa, donde se estaba celebrando una pequeña partida de cartas. El sheriff se dirigió a la barra y esperó al barman. Al llegar este a la mesa, le saludó.

-Warren Filton, el sheriff de Villa Rocosa.

-Hola Cesar, ¿puedes darme una cerveza?-dijo este mientras se quitaba el sombrero.

-Claro, ¿y en que más te puedo servir?-preguntó el dueño tocándose la calvo rota.

El sheriff se rio al ver que este adivinó que había algo más. El de la autoridad sacó de su bolsillo de chaqueta un dibujo. Se lo enseñó al dueño mientras este le servía la cerveza. Ventura asintió con la cabeza y recordó la última vez que estuvo la víctima ahí.

-No se su nombre, pero recuerdo que tuvo una bronca horrible con una mujer.

-¿A qué te refieres?-preguntó Filton, tocándose el mentón.

-La joven estuvo en esa mesa de allí-decía el camarero, señalando a una de las mesas del fondo del casino.- el hombre la acosaba constantemente y no la dejaba en paz, estuve a punto de ir para echarlo del casino. Pero ella pegó un grito que hizo que este se fuese con el rabo entre las piernas.-finalizó Cesar sonriendo.

-¿Sabes cómo se llamaba la mujer?-preguntó el de la estrella dando un sorbo a la cerveza.

-No, pero se como era.

El sheriff sacó un lápiz, pidió un papel a Cesar, él la describió. Ella tenía el pelo negro, ojos verdes oscuros, cara estrecha y pecosa. El camarero no sabía donde vivía. El sheriff se tomó la cerveza y le pagó. Tras eso, se fue del bar poniéndose el sombrero. Preguntó a los vecinos de alrededor sobre el nuevo dibujo que había hecho, el de la joven. Antes de la hora de comer, encontró la vivienda de la mujer gracias a un vecino. Este le dijo que ella era su vecina. Su casa tenía un techo rojizo que con el tiempo, se estaba desgastando la pintura, tenía dos platas y el establo estaba un poco lejos de la vivienda. Warren no la conocía en persona, llamó a la puerta y esperó respuesta. En ese momento abrió una mujer joven, de unos veinte años, con un vestido ceñido negro y con los labios pintados de negro. Ella era más baja de altura que el sheriff. Aún así, pensó él, si no fuera una sospechosa, la invitaría a salir. Pero toda esa idea que tuvo, se le quitó, al ver a un hombre en el interior de la casa.

-Sí, ¿quién es usted?-preguntó la joven ajustándose el vestido.

-Me llamo Warren Filton, sheriff de este pueblo.-contestó, mientras miraba a los alrededores.-Creo que no nos han presentado.

-Soy Esther, encantado de conocerle, ¿quiere algo?

-¿Puedo pasar?

-Si por favor-respondió ella, mientras le hacía el amago de pasar.

Este pasó al interior de la casa. Contempló el pequeño salón que el matrimonio tenía. El hombre se presentó a Warren estrechándole la mano. Examinó el cuarto, vio una gota de sangre seca en uno de los peldaños de la entrada. El sheriff sacó una hoja de su chaqueta, era el retrato de la víctima. La joven se asustó y Filton se dio cuenta de algo extraño que vio en Esther.

-¿Quién es este hombre?, ¿tuvo alguna disputa con él?-preguntó la autoridad, tocándose el mentón.

-No sé cómo se llamaba, pero ese hombre estuvo a punto de... de...-contestó ella fingiendo el sollozo.

-¿Y esa gota de sangre?-preguntó de nuevo Filton, señalando al peldaño.

-Ese borracho llegó a mi casa y vi como le estaba metiendo mano-respondió el marido, mirando la cara de tristeza de su esposa.


Warren siguió la mirada.

-Y nos peleamos, de ahí que acabase esa gota de sangre en las escaleras-continuó el marido.

El sheriff quería acabar cuanto antes el interrogatorio porque el ambiente estaba muy cargado. Este echó un duelo de miradas a la pareja, el marido contestó.

-¿Cree que yo le maté?

El sheriff le miró con cierto aire dubitativo. Este no respondió, hizo otra pregunta.

-¿Que paso después de la pelea?

-Se fue, vivo. El hombre que vive en frente nuestro, lo podrá confirmar-contestó el esposo, elevando la voz.

-¿Como se llama?

-Frank Tunner.

Tras tenerlo todo apuntado el sheriff en su bloc de notas, guardó el dibujo y lo demás. Se despidió de la pareja y dijo que les aprovechase la cena. Tras eso, Warren interrogó a Frank, el vecino de Esther, confirmó lo que le dijo el marido de la pelea. Además le dijo que fue porque esa mujer le ponía cachonda, aparte el borracho supo que Esther tenía relaciones sexuales con otros hombres. El vecino le dijo a Warren que la victima espiaba a Esther, para ver con quien le engañaba.


Tras esta pequeña confusión que le contó Frank, Warren dedujo que el borracho era el amante de Esther, pero cuando este supo que la engañaba con su marido y otros hombres, fue a reprochárselo. La primera pelea intervino el marido, pero al irse este y estar Esther sola, entró de nuevo en su casa, donde se produjo el segundo confronta miento, del cual no salió vivo.


Fue otra vez a la casa de la pareja y habló de nuevo con Esther sobre sus otros romances, el marido estaba en otro cuarto con la puerta cerrada, él estaba sordo. Ella lo ocultó, el sheriff se dio cuenta de ello. Se fijó en una pequeña rotura que tenía la mesa de madera. También había un trozo pequeño de acero, lo cogió. Al no haber pruebas, se fue de la casa.

***

Mientras tanto Edward y Samuel preguntaron por el pueblo por la víctima que tenía los puros caros. Los vecinos dijeron haberle visto en diferentes salooms de Villa Rocosa con otro hombre, se lo describieron. Uno de los ayudantes hizo un dibujo y tras eso, fueron a los diferentes lugares donde se celebraban partidas.


De noche, el último día de mes, había mucha gente en la mayoría de los saloom. Eso hacía que los establecimientos se enriqueciesen, dado a que consumían más los clientes. Ellos fueron al saloom de: Jack Lemond, Josh Wincott y a algunos más. En la mayoría de los locales decían que la víctima era un jugador empedernido, al igual que su compañero. Tanto los jugadores como los barman decían que la pareja hacían trampa en las partidas, aunque no habían pruebas de ellos. Incluso a uno de ellos, la víctima la habían visto varias veces en la herrería de Villa Rocosa.


Los dos ayudantes al ver la hora que era, dejaron de preguntar y se fueron cada uno a su casa. Samuel al ver a Marguerite sentada en el porche, fue para ya. Ella estaba enfadada al verle subir los peldaños, pensó que otra vez había puesto el trabajo ante su familia. El grueso hombre le dio un beso en la mejilla a su mujer y se sentó en la mecedora de al lado.

-La cena está en la mesa.-dijo seria la joven, mirando hacía la cocina.

-No me he dado cuenta, lo siento.- se disculpó este.- ¿Y los chicos?

-Emily esta paseando con unos amigos y Keegan está limpiando su caballo.

-Está bien, voy a traer el plato aquí y cenare contigo.-dijo Samuel levantándose del asiento.

-No hace falta, cena tu solo.-sentenció ella mirándole seria, apartándose el cabello largo de su cara.

-¿Que te ocurre?-preguntó él volviéndose a sentar.

-Es la una de la mañana, siempre haces más caso al trabajo que a tu familia, parece tu segunda esposa. Y yo...

-!Es mi trabajo¡, !joder, es lo que tengo que hacer para ganarme la vida y mantener esta familia, nuestra familia¡

-!No me cuentes historias, está bien que llegues un poco tarde un día o dos, pero todos los días¡

-No son todos los días-dijo él, alzando la voz.

-Casi todos, y yo, yo ya estoy harta de que solo me uses para que te prepare la cena, te cosa la camisa o te la lave en agua, !entiendes, estoy harta¡- dijo Marguerite levantándose de su silla, enfadada y yendo a la caballeriza.

Un vecino se asomó desde su vivienda, viendo la situación, Samuel y este cruzaron las miradas.

-!¿Que mira usted, eh?, ¿que mira?¡-vociferó Samuel yendo al interior de su casa.


Esa noche Samuel cenó solo en su cocina las sobras de la comida, tras eso, se dio un agua, quitándose todos los sudores del cuerpo. Pensó en que tenía que adelgazar para el trabajo, a la hora de atrapar un bandido. Se despidió de su hijo. Se fue a la habitación y vio en la cama a su esposa tumbada hacía un lado, parecía que estaba durmiendo, aunque en realidad no lo estaba. Él no lo sabía, la dio un beso en su mejilla y la dijo.

-Buenas noches.

Se tumbó en su lado e intentó dormir. No lo consiguió hasta un par de horas después. La pareja estuvieron pensando en darse un tiempo. Sus hijos estarían en casa de su abuela materna, junto a su madre. Los dos lloraron en bajo sin que nadie se diese cuenta. Estaban enamorados uno del otro, aunque ahora estaban pasando un mal momento. La pareja no sabían en como decírselo a sus hijos.


A la mañana siguiente Samuel se levantó de la cama, no viendo a su esposa en el cuarto, que estaba un poco en penumbra, abrió la ventana y dejó el cuarto abierto de par en par, para que se ventilase. Este se vistió, pendiéndose la misma ropa con la que se acostó. Estando en la cocina, vio a sus hijos y a su esposa sentados a la mesa. Samuel se sirvió café que había preparado su mujer, este se lo tomó. Keegan rompió el silencio.

-Hola papa, ¿os pasa algo?-decía, mirando a sus padres, que no hablaban nada.

-Veras, hay una cosa que os quiero decir-dijo Samuel mirando a su esposa.-Hay algo que os quiero decir.

Emily preguntó preocupada.

-Pero ¿ha pasado algo?

Su hermano la miró, recordando a su madre triste en la caballeriza. Ella le contó que no se preocupase por la bronca que había tenido con su padre. Keegan dedujo que se iban a separar. Emily llegó más tarde, cuando todos estaban acostados. El joven se levantó y gritó a los cuatro vientos "se van a separar". Tras eso, se fue de la casa, en dirección a la cabelleriza. Emily se sentó marginada de su propia familia por un momento. Ella lloró y se fue a su cuarto, dando un portazo. Samuel y Marguerite se miraron y volvieron a tomarse sus desayunos. En ese momento, alguien llamó a la puerta principal. Samuel se tomó el café y unas pastitas antes de abrirla. Era Edward con aire tranquilizador. El ayudante vio la cara mustia de su compañero. Medio pueblo, incluido él, se había enterado de que en la casa de Samuel había habido una bronca. Edward animó a Samuel para que no se desanimase. Liverpool estaba en su separación, olvidándose del caso.

-Vamos a ver al herrero.-dijo Edward caminando con aire ligero.

Hacía un día soleado, donde corría un poco el aire y las temperaturas habían bajado. Los dos llevaban sombrero con el ala mirando hacía el suelo, iban hacía la herrería.

***

La herrería la llevaba Kevin Notherland, era el más mayor de sus seis hermanos, es del pueblo de toda la infancia. El padre de este, Lewis, que estaba demasiado mayor para trabajar, le dejó a cargo el negocio de la herrería. Este era enjuto, fornido, un poco más bajo que John Kruger y tenía el pelo rubio corto. Este se enamoró de la esposa de Kruger, Michelle, cuando aún ellos estaban casados. Ella se separó de John, llevándose a su única hija, Amber Kruger, a la casa de su madre, en Illinois, dejando a los dos hombres en el pueblo. Kevin se sintió muy triste después de eso, al igual que John. Kevin no podía hablar con John desde ese momento, los dos se odian. Menos mal que vivían cada uno en la otra punta del pueblo. Todos los del pueblo se enteraron de lo sucedido y respetaba lo que había sucedido.

***

Al llegar al trabajo de Kevin, este estaba fumando un cigarrillo mientras arreglaba una herradura de caballo. Edward y Samuel con el dibujo en mano de la víctima. Se lo enseñaron, el herrero tiró el pitillo al suelo y se levantó del trozo de tronco, que lo usaba como silla. Se estiró y les estrechó firmemente la mano a los ayudantes. Samuel vio debajo de una de las mesas del recinto un trozo de un puro. Lo cogió y vio, al sacar el puro que tenía la victima de su bolsillo, que eran iguales. Dedujo que el amigo de la víctima había estado ahí.

-Samuel, Edward, ¿qué os trae por mi trabajo?-preguntó el herrero mientras se tocaba su pelo de punta. Ignoró el dibujo.

-¿Te suena este tío?-preguntó uno de los ayudantes.

-Se parece mucho a Sandy Roland, ¿qué ocurre?-dijo Kevin, mostrando una amplia sonrisa.

-Está muerto, ¿de qué le conocías?-preguntó Samuel.

-No mucho, vino unas cuantas veces con otro tipo, su amigo me dijo que quería una herradura para su caballo. Creo que Sandy era un mendigo, que acabó aquí por pura carambola.

-¿A qué te refieres?

-Mientras que el colega de Sandy elegía el tipo de herradura para su caballo, Roland me contó su vida- Kevin se jactó. Continuó.-La verdad es que pobre hombre, se arruinó un día, así, de repente.

-¿Te dijo de donde era?

-No, no me contó toda su vida.

-¿Y quién era su colega?

-No lo sé, pero le he visto varias veces por la zona donde está el bar de Lemond. Creo que ese tipo vive allí desde hace poco-hizo un gesto- es una deducción.

-¿Nos lo podrías describir?-preguntó Edward.

-Sí, trae un papel y un lápiz.

-Mejor lo dibujo yo-dijo Samuel.

El hombre grueso hizo un dibujo del amigo de la víctima con las descripciones que le decía Notherland. Al terminarlo, empezaron a caminar hasta la entrada de la herrería, cuando Kevin hizo un comentario grosero a Samuel, sobre la discusión que mantuvo con Marguerite.

-Eh Samuel, se os oía desde Pensilvania-dijo Kevin mientras volvía a tocarse su pelo rubio y mostraba su amplia sonrisa.

El ofendido se giró y le echó un duelo de miradas al herrero.

-Metete en tus asuntos, o tendremos un problema- contestó, mientras tocaba la culata del revólver.

Edward le tranquilizó y se fueron de allí, dirigiéndose al barrio del saloom de Jack Lemond. Estos preguntaron a Jack y a los vecinos de alrededor, por si conocían al compañero de Sandy Roland. Uno de ellos, le conoció y dijo que se llamaba Joseph Willis. Este vecino vio a Joseph Willis merodear por la casa de alquiler, que tenía Sandy Roland en el mismo barrio donde vivía su amigo, noches atrás. Este robó a Sandy, dinero, seguramente. Pensaron que Sandy lo descubrió, tuvieron una pelea y acabó en un tiroteo. Pero, si fue noches antes, ¿por qué Sandy no lo denunció al sheriff?

***

Warren envió varios telegramas a diferentes estados para saber de dónde vino Esther y su marido. Tiempo después, el estado de Arkansas envió una respuesta, al ver el dibujo de Esther, contándole su historia. Cuando Freddie Russell le entregó el sobre con el informe dentro a Warren Filton, este lo leyó con interés y le pagó lo correspondiente al jefe de estación. Abrió el sobre y comenzó a leer.

Querido Warren Filton, soy el sheriff Joe Kimball. Hemos averiguado información de esa joven, Esther Juárez. Esta es su historia:

Esther Juárez, es una chica que perdió a sus padres de pequeña. Fue de casa de acogida durante años. Hasta que dio con una pareja que, unos años más tarde, los perdió en un brutal crimen, nunca hubo pruebas de quien lo hizo. Tras eso, se casó con un tendedero. Juárez, estuvo implicada en varios crímenes, de los cuales investigue. Al hablar con ella, siempre noté que ocultaba algo, aunque nunca hubo pruebas de ello. Yo si fuera usted, no me fiaría mucho de la palabra de Esther. De todos modos, creo que ella fue la culpable de los crímenes sucedido en mi pueblo. Así que busque una prueba en el homicidio cometido en su pueblo, Warren y envíela a la soga.

Un saludo cordial

Joe Kimball.

Tras leer la carta, dejándola sobre la mesa, fue al cementerio con el trozo de acero encontrado en la casa de Esther. Estando allí, pidió al enterrador los efectos personales de la víctima al cual estaba investigando. Este buscó entre los cajones, hasta que se los entregó. Comparó el trozo que le faltaba al anillo que tenía puesto la víctima con el que él llevaba en el bolsillo de su chaqueta. Eran idénticos, entonces pensó que el acosador volvió a la casa de Esther y ella le mató. Tras eso, limpió el escenario del crimen y cuando el marido de esta vino a casa, la ayudó a enterrar el cuerpo en el descampado, dado que la víctima pesaba mucho. Lo único que tenía que hacer era presionar a uno de los dos. También vio un trozo de cristal diminuto en el anillo. Con esas pruebas, volvió a la casa de Esther, desenfundando su revólver por si uno de los dos, se resistía.


Entró en la casa con arma en mano, al ver que nadie respondía a los toques que dio en la puerta. Esther y el marido salieron de la cocina con las manos en alto. El sheriff les puso las esposas y se los llevó a la oficina. Estando ahí, dejó al marido en uno de los calabozos. A Esther la metió en la sala de interrogatorios, dejó la puerta abierta para que corriese el aire. Warren se sentó frente a la mujer joven y le echó un duelo de miradas. Él rompió el silencio.

-Sé que mataste a ese hombre, se que tu marido te ayudó a enterrar el cuerpo en el descampado. Tengo pruebas de ello-dijo, mostrándola el trozo de acero y el anillo, uniéndolos, para que ella viera que coincidían.- Me falta el porqué lo ocultasteis a la autoridad.

Ella no dijo nada, mostrando su sonrisa malévola. Esther sabía cómo reaccionar ante tales acusaciones. Sabía que el sheriff no tenía pruebas suficientes para acusarla y enviarla a la horca. Así que estuvo calmada durante el interrogatorio. Warren pensó en atacarla por otro lado, con el informe que le enviaron de Arkansas. Este lo sacó de su bolsillo de su chaqueta y lo puso encima de la mesa de madera.

-¿Qué es eso?, se preguntara-dijo el hombre, dándole la vuelta a la hoja en dirección a la sospechosa.

Ella no dijo nada. Paso tiempo y él no consiguió ninguna respuesta. Harto, se levantó de su silla y fue al calabozo donde estaba el marido de la sospechosa. Este con los ojos abiertos como platos y la cara húmeda, dado al calor que hacía dentro, sentado en la cama. Filton se sentó en frente suyo y sacó su revólver, abrió el tambor y sacó todas la balas menos una. Le dio un giro al tambor y cargó el revólver.

-Solo para que lo sepa, esto es el viejo oeste y este es mi pueblo. Nunca he matado a ningún sospechoso desarmado, pero si tengo que hacerlo, lo haré-sentenció el sheriff poniendo frente al marido el cañón del arma.- No me andaré con rodeos, seguramente el tipo al que ella mató y usted ayudo en su encubrimiento sería una mala persona. Pero, ¿qué hay de los otros crímenes sucedidos en Arkansas?, porque estar tantos años casados con una mujer y habiéndola encubierto en uno de ellos, usted debe de saber algo.

-No creo que lo haga, usted es la autoridad-respondió el interrogado asustado, mirando a la estrella.

El sheriff dejó de jugar con el martillo del revólver. Lo guardó en la funda de su chaqueta. El interrogado se rio de la acción que hizo este. El marido se levantó de la litera, Warren se dio la vuelta y le metió un puñetazo en la tripa. El golpeado se retorció de dolor. Tumbado en el suelo, el marido seguía riéndose. El sheriff sacó la última bala del tambor sin que el otro se enterase y le apuntó con el revólver vacio.

-Una.-dijo Filton.

El sospechoso seguía riéndose.

-Dos.

El interrogado se tapo la cara y pidió clemencia.

***

Edward volvió a la herrería con el trozo de puro que había encontrado Samuel debajo de la mesa. Al llegar al trabajo, Kevin terminó de colocar una herradura en una de las patas de un caballo. Este se giró y se tocó su pelo rubio.

-Hombre, estas otra vez aquí, ¿dónde está el ofendido?-preguntó el herrero cruzando los brazos.

-No empieces, quieres.-contestó serio el ayudante-¿vistes a Sandy Roland fumando un puro?-dijo enseñándole la prueba.

-Sí, ¿por?

-¿Eran suyos?

-No, se los dio su amigo. Roland cortó un una parte de un puro, antes de fumárselo. Le noté nervioso.

-¿Como que nervioso?

-Me contó, sin que su amigo se enterase, de que alguien le robó en su casa y este sospechó de su colega. Deduje al ver su expresión, que quería ocuparse él de encontrar a dicho ladrón.

-¿Y no te contó el motivo de sus sospechas?

-No, y la verdad es que no me interesa-contestó Kevin riéndose.

-Eres un estúpido, ¿lo sabías?-preguntó Edward, haciendo ascos a la sonrisa del interrogado.

El herrero cambió de expresión y fue a atender a un cliente que le necesitaba. Edward se marchó de la herrería, dirigiéndose a donde estaba Samuel. Este estaba esperando en la casa de Joseph Willis, a que llegase. Primero llegó el ayudante e hizo la espera junto a su compañero. Tiempo después, llegó el dueño de la casa, este era más grueso que Samuel y más bajo, tenía una barba larga y canosa. Al llegar a las escaleras, miró a los ayudantes como si fueran desconocidos y les preguntó.

-Disculpen, ¿ustedes quiénes son?-decía mientras se ajustaba los pantalones, que le estaban un poco grande.

-Samuel Liverpool y mi compañero Edward Richard. usted es Joseph Willis, ¿no?

-Así es, ¿qué quieren?

-¿Conoce a Sandy Roland?-preguntó Edward enseñándole un dibujo de la víctima.

El hombre puso una cara de sorpresa. Willis preguntó.

-¿Que le ha ocurrido?

-Le han disparado en un tiroteo, ¿no lo sabía?-preguntó uno de los ayudantes.

El interrogado se mordió el labio y respondió.

-No, Dios, ¿quién lo ha matado?

-En primer lugar, explíquenos, ¿cómo se conocieron usted y Sandy?-preguntó Liverpool.

-Fue hará un par de noches, en un saloom. Yo soy un gran jugador del Texas Holdem. Él quiso aprender a jugar a las cartas y ganar mucho dinero, dado que se había metido en deudas. Así que hicimos un trato y jugamos varias partidas en distintos salooms. Ganamos una pequeña fortuna y a partir de aquella noche, no le volví a ver.

-¿Esta seguro?, porque Kevin, el herrero, nos ha dicho que les vio hará unas cuantas horas antes de su muerte en su trabajo. Sandy fumó un puro que usted le dio.

-Y también varias personas le vieron a usted robar en casa de su amigo Roland-exageró Richard.

El interrogado se asustó y estuvo a punto de huir de su casa, pero se contuvo. Samuel se fijó en que la culata del revólver de Joseph Willis estaba ensangrentada. Este se acercó al sospechoso, Joseph se asustó. Mirando a la culata de Willis, Samuel pensó en que fue el asesino de Sandy.

-¿Y porque su culata tiene sangre?- preguntó Liverpool, señalando a la culata del revólver.

Joseph Willis iba a sacar el arma, cuando Samuel le rompió el brazo quitándole su revólver. Le esposaron y se lo llevaron a la oficina.

***

Mientras en la oficina del sheriff, Warren pudo sonsacarle una confesión al marido de Esther. En vez de estar el marido en el calabozo, ahora estaba en la sala de interrogatorios. Esther estaba tranquila en un calabozo, retenida.


Warren comenzó de nuevo el interrogatorio al marido. Este, asustado y sudando por todas partes. Se asustó de la amenaza de Warren y estuvo atento a lo que decía el sheriff. Este sacó el informe de Arkansas y se lo dio al marido. Lo leyó y tiró la carta a un lado.

-Esto es un pura mentira-gritó este, aferrándose del pelo.

-No es mentira, y lo sabe. Esther mató a ese hombre borracho porque abuso de ella. Pero una mujer acosada por un tipo así, lo hubiera denunciado. Pero ella lo ocultó y esperó a matarle, luego lo encubrió, ¿verdad?

-Sí, lo hizo. Pero ese hijo de perra era un borracho que la decía cosas muy fuerte. Acabó por atacarla. Lo que hizo ella fue defenderse.

-Pero, ¿por qué no lo denunció?

Este no contestó. Filton se dio cuenta de que si investigaba el crimen del borracho en casa de Esther, hubiera investigado su oscuro pasado, dado que la pareja habían sido sospechosa de varios crímenes en Arkansas . Warren continuó.

-Tengo un testigo que confirmara que vosotros dos enterrasteis al borracho.

Este afirmó lo que dijo el de la autoridad. Pero no confesó lo que ocurrió en Arkansas. El sheriff apuntó todo lo que dijo el marido y lo metió en el calabozo, junto a su esposa. En ese momento, vio a Samuel y a Edward trayendo a Joseph Willis esposado. Warren fue a la estación para mandar un telegrama a Two Guns, para que enviaran un carruaje, para que encerrasen a los sospechosos.


Mientras los ayudantes entraron en la sala de interrogatorios de la oficina y empezaron a interrogar al supuesto colega de Sandy Roland.

-Se que tu mataste a Sandy Rolland porque él sospechó de que tú fueras el ladrón que entró en su casa. Pero, ¿por qué le robaste?-preguntó Samuel.

-¿No erais amigos?-preguntó el otro.

-Me quedé sin dinero aquella noche, el día que le enseñé a jugar. Tras ganar esa pequeña fortuna, nos lo repartimos. Yo me lo gasté todo en seguida porque tengo un pequeño vicio, ya saben, con las mujeres de la calle.-confesó el interrogado.

-¿Y?

-Me lo fundí todo en una noche. Yo solamente quería un poco de su fortuna, pero Sandy sospechó de mi porque se lo dijo un vecino suyo.

-Pero todo empeoró cuando Sandy y tú discutisteis en la calle y llegasteis a las armas, ¿verdad?-dijo Edward.

-Yo no lo maté.

-No le mientas a cinco testigos-continuó Edward, exagerando lo que vio en el fortuito tiroteo.

-¿Y donde están esos testigos?

-Yo los represento, y además yo fui uno de ellos.- continuó Edward.

-Estoy seguro-dedujo Samuel-de que si registramos su casa, encontraremos la llave de la casa de Sandy Rolland.

Joseph se puso nervioso y confesó.

-Yo fui el que le enseñó a jugar, yo fui el que le hizo ganar una pequeña fortuna, y porque le falta un poco de dinero que le quite en su casa, ya tiene que sospechar de su mentor.

-Y se le ha olvidado el final.-dijo Samuel, tocándose la tripa.

-Usted le mató y todo por el dinero.-terminó el otro ayudante, alisándose su pelo canoso.

Willis se puso nervioso y lo confesó.

***

Unas horas después, Samuel llegó a su casa. Estando en frente, vio muchas maletas en la entrada. Era de noche, la temperatura había bajado bastante. Se acercó a la entrada principal, viendo salir de la casa a sus hijos. Keegan se giró y le preguntó a su padre.

-¿Por qué no nos lo dijisteis?, eh, tenemos que enterarnos así.

-¿Que es lo que pasa?-preguntó Samuel.

-Que nos vamos a Georgia, a la casa de la abuela.-contestó Emily sentándose en una mecedora.

-¿Y tu madre?

-Dentro.-dijo Emily.

Samuel pasó al interior de la casa, fue a su cuarto y vio a su esposa como miraba por la ventana. Este avistó que en frente de su porche estaba un carromato. Emily y Keegan cargaban las maletas dentro. Samuel dio un golpe seco en la puerta, ella se dio la vuelta y miró seria al hombre.

-¿Que es lo que ha pasado?, ¿ya no me quieres?-preguntó Samuel.

Ella habló mientras se hacía un moño.

-Siento esta repentina decisión, pero es necesario que nos separemos.

-¿Separarnos?, te los lleva a Georgia.-elevó Samuel el tono.

-Sí, pero los podrás ver cuando quieras-hizo una pausa-te quiero, pero necesitamos un tiempo. Te he dejado apuntada la dirección del rancho de mi madre. Un beso.

-Espera por favor-dijo Samuel cogiéndola del brazo. Se miraron a los ojos- Eres mi muñeca, te amo desde la primera vez que te vi.

Samuel apartó el pelo largo de Margueritte de su rostro. Hubo tensión entre ellos, poco a poco los labios del hombre maduro se iban acercando a los de su joven esposa. Ella se apartó y se fue cogiendo la maleta. Samuel dio un golpe en la puerta, enfadado. Vio alejarse a su familia en el carromato, al salir este al porche.


Estando lejos el carromato de la casa de Samuel Liverpool, Warren Filton se acercó a la casa de su colega, al verle sentado en una mecedora del porche, llorando. El sheriff subió los peldaños y le dio unas cuantas palmas al hombro de su amigo.

-Me he quedado sin familia, se han ido.-sollozó Samuel.

-Venga, no te desanimes-animó Filton.

Él le miró y le dijo.

-Perdón por haberme puesto así, pero nunca mi familia se habían ido tan lejos, a Georgia. Todo por sobreponer el trabajo a mi familia.

-Tú querías ese turno porque me dijiste que te gustaba la noche...-argumentó Filton.

-Me equivoqué. Ojala hubiera hablado contigo antes para cambiar mis horarios.

-Sí, ¿por qué no te tomas unos días libres?, buscas y hablas con tu esposa, aclaráis las cosas y...

-¿Te has casado alguna vez?, ¿alguna vez has estado enamorado?

-Nunca he tenido familia propia, pero si he tenido un amor imposible, en Filton, era una joven inglesa que vivía al otro lado de la calle. Pero nunca pudo ser.-dijo el sheriff.

-Margueritte lo era todo para mí.-dijo Samuel.

-El tiempo lo cura todo y tarde o temprano volveréis a estar juntos. Ya lo veras.

-Gracias amigo.

-¿Quieres tomarte una cerveza en el bar de Jack Lemod?

-Sí, vamos.- contestó Samuel levantándose de la mecedora.

El ayudante fue un momento dentro de su casa a buscar una chaqueta para el fresco y coger dinero. Al salir, cerró la puerta principal. La pareja de amigos fueron para el saloom.

***

Varios días después, en medio del desierto de Arizona, con un sol de justicia, camino a la prisión de Santa Clarita en Two Gun iba un carromato. Dentro de él, estaban dos Marshall custodiando a Esther Juárez y a su marido. Uno de ellos estaba dándose aire con el sombrero que tenía en una mano. La joven no paró de mirar al interior del carromato. Estudiándolo. En ese momento, se fijó en que uno de ellos llevaba las llaves colgando en el bolsillo de su pantalón. Ella les dijo a los guardias.

-Quiero hacer un pis.

-Aguántate cariño-dijo uno de los Marshall mirándola y jactándose.

Ella al ver que no la hacían caso, miró uno de los revólveres que estaba metida en una pistolera, al lado de uno de los agentes. Estaba a su alcance, ella lo cogió y sacó el revólver. Esther mató a los dos agentes de la ley. El marido se asustó y se alegró de que ellos estuviesen muertos. Miró a su esposa, esta le disparo en el entrecejo por haberla traicionado. Esther cogió las llaves y abrió las esposas. Las tiró y salió del carromato. El copiloto del carromato sacó su Winchester y disparó a la reclusa. Falló, ella repitió la misma acción con una Smith & Wesson, acertó. El copiloto murió. Por último el conductor se bajó del carromato y disparó a la reclusa, falló. Ella disparó contra él, hiriéndole en la pierna. Se acercó a este y le apuntó con el revólver.

-No por favor, piedad-suplicó el hombre joven.

-Lo siento-sentenció esta riéndose.

Le disparó en el entrecejo.


FIN


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