1x12: Per capita- Per capita
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Warren y Samuel investigan la muerte de un hombre encontrado sin vida en un rancho. En el escenario del crimen, encuentran el caballo de la víctima, era uno de los caros. A medida que avanza el caso, descubren que el pasado de la víctima sería el motivo del crimen, dado que él fue ladrón y tuvo una pelea con sus compinches. Mientras Edward investiga un robo en la propiedad de Cliff Webb, un ex-juez, que sospechaba que su mujer tenía un romance secreto.
En un rancho, alejado de Villa Rocosa, con un calor infernal estaba siendo registrado por Samuel Liverpool y Warren Filton, buscando un plano de un banco y el dinero, ellos empezaron a registrar el salón, cuando dos hombres de la misma altura y complexión, fornido, aparecieron detrás de ellos. Encañonaron con sus armas a los de la autoridad y gritaron.
-Quietos ahí u os matamos.-dijo uno de los dos.
Dos días antes.
Neil Lambert fue echado del bar Esperanza a empujones por un tipo grande como un armario y más fornido que este. Neil cayó al suelo, en la entrada del saloom. El tipo fornido rubio que le estaba empujando en el bar, le cogió de la chaqueta verde clara que llevaba Neil y le amenazó.
-Dame mi dinero-echándole el mal aliento.
-No lo tengo, creo que se me ha olvidado en casa.-respondió Neil riéndose.
El hombre del pelo pincho rubio, le levantó y le lanzó a la calle. Lambert aterrizó, haciéndose daño en la espalda. El lesionado se levantó y se quitó la tierra de la chaqueta. Hacía un calor de justicia, dado que sus manos le sudaban. El hombre del pelo rubio bajó los peldaños junto a cuatro tipos más.
-Escúchame Stefanos-suplicó Neil, señalando al hombre de pelo pincho- Te pagaré, te lo prometo.
El hombre fornido le volvió a empujar, Neil cayó al suelo. En ese momento Stefanos se puso su sombrero blanco. Sacó su revólver y apuntó a Lambert. Lo amartilló. Rodearon a Neil los hombres de Stefanos.
-Escúchame, déjame que te lo compense con otra partida. Si ganas tú, te pagaré los tres mil dólares con intereses.
-¿Y si ganas tu?
-Me lo quedo yo.
Uno de los hombres de Stefanos, sacó su arma y apuntó a Neil. El hombre fornido le dijo a su compañero que guardase su revólver. El hombre barbudo hizo caso. Stefanos se puso arrodilló y le cogió del cuello a Neil.
-Escúchame tramposo de mierda, quiero mi dinero y cuantos antes- le apretó más la garganta a su víctima.- Si no es así, se lo contare a tu mujer y te arruinare la vi...
En ese momento un revólver apuntó a la nuca de este, Stefanos se dio la vuelta.
-Y yo le arruinaré la suya-terminó Warren Filton.
Uno del grupo de Stefanos, se giró hacía el sheriff y le dijo.
-No es conveniente hacer eso.- tocándose la calvo rota.
-Si, por que yo soy la autoridad.-dijo Warren, enseñando al grupo la estrella de la autoridad.
Los miembros se retiraron de Neil, menos el cabecilla. Este se levantó y miró malhumorado hacía Filton.
-Ese puerco me debe tres mil dólares que ha perdido en varias partidas que hemos jugado en ese saloom-dijo Stefanos, señalando hacía el bar Esperanza-Y si no me lo devuelve rápido, se arrepentirá.
-Y te lo devolverá, ¿verdad Neil?-preguntó el de la autoridad.
El nombrado asintió con la cabeza afirmativamente. El amenazador escupió al endeudado. Neil se quitó la saliva de la cara. Miró atemorizado a Stefanos.
El hombre rubio fornido se dio la vuelta y gritó.
-Dos días, te doy dos días para reunir el dinero y jugar dicha partida.
El grupo del hombre fornido se alejó de la zona. Warren le estrechó la mano a Neil Lambert para que se levantase del suelo. Estando de pie, el endeudado se frotó sus ojos azules claros. Warren se tocó el mentón y preguntó a Neil.
-¿Qué demonios ha pasado ahí adentro?-señalando al saloom Bar Esperanza.
-Una mala racha, ¿vale?
-No, no vale, creía que eras bueno con las cartas. Ahora me entero de que tienes deudas como tu hermano-refiriéndose a Sean Lambert- así que, ¿qué te ha pasado?
-Stefanos y su grupo oyeron por el pueblo que yo era el mejor jugador del Texas Holdem. Decidieron jugar. Al principio empecé a ganar yo, luego, debió ser que el dinero se me subió a la cabeza y debí de olvidarme de la partida. Stefanos y sus amigos debieron pillarme en mal momento. Eso hizo que perdiese el dinero que tenía y debiese más.
-Joder con la mala racha.-se quejó Warren.
-Y Emily no lo sabe. Te ruego que no se lo digas, déjame que lo solucione.
Lo que ninguno de los dos sabía es que Emily estaba dando un paseo por la zona, yendo a su casa. Al oír la conversación que mantenía su marido Neil Lambert con Warren Filton, se enfado por dentro. Esta fue caminando con su pelo largo rizado moreno con mechas hacía ellos. Antes de que ellos la descubriesen, Filton aseguró.
-El juego os va arruinar el matrimonio.- refiriéndose a los hermanos Lambert.
Emily se plantó en frente de su marido, y le preguntó gritando.
-¿Me estás diciendo que te has gastado el dinero del viaje en una partida?
Warren se dio la vuelta al oír su nombre detrás suyo. Era un chico joven que le llamaba, mientras corría hacía él.
-Le necesitan en el rancho que está cerca del de Mateo Fernández.- dijo el joven mientras se tomaba un descanso.
-De acuerdo, ya voy.- miró a la pareja que discutía sin parar.- No quiero otro suceso violento y que uno de los dos acabe en la horca-terminó jactándose.
El sheriff fue hacía el banco del pueblo para coger su caballo. De allí, fue guiado por el joven hacía el rancho que estaba cerca del de Mateo Fernández. Estando allí, se bajó de su animal. Vio a Samuel y a José cerca de la víctima. Su ayudante estaba preguntando al hombre que encontró el cuerpo sin vida del joven mientras que el doctor estaba echando un vistazo al chico muerto. Warren bajó del caballo y se acercó al médico.
El cuerpo del joven estaba tumbado boca arriba. Tenía más o menos los veinte años, complexión media, fornido, de origen mejicano. Había muerto de un disparo que le habían hecho desde lejos, tal vez con un rifle, al ver un casquillo cerca del cuerpo, aparte tenía el labio partido, al igual que uno de sus dientes. Warren vio un caballo cerca de la víctima. Era un caballo de los que valía mucho dinero, este dedujo que o bien la víctima lo robo o se lo habían regalado. El joven mejicano no tenía pinta de ser una persona rica por su ropa andrajosa. Cerca del cuerpo había unas gotas de sangre que estaba en el rastro que había dejado las pisadas del caballo caro. Los dos dedujeron que dispararon a la víctima cuando este estaba montado a caballo, luego cayó al suelo y el cuerpo quedo boca arriba ocultando el impacto del rifle en la espalda. Ninguno de los dos conocía al mejicano.
-Murió hará una hora, más o menos.- dedujo José viendo a la víctima.
-Algo malo paso..-sentenció Filton haciendo una pausa-Y acabo mucho peor.
El médico le miro, dado que el sheriff nunca había dicho esa frase. Sonrió y se levantó, yendo a una camilla de madera que este había atado en su caballo. El de la autoridad se acercó a su ayudante y le preguntó.
-¿Que has averiguado?-preguntó el sheriff tocándose el mentón.
-No mucho, el rancho estaba abandonado desde hacía tiempo. El testigo-señalando a un hombre que estaba montándose en un caballo blanco cerca de ellos-no conocía a la víctima, solamente oyó unos disparos cerca de su rancho y fue a comprobarlo. Fran, el testigo, al llegar vio a dos sujetos a caballo huyendo por el norte-señalando hacía esa dirección.
-¿Los ha identificado?
-No los vio bien.
En ese momento se dio cuenta Warren al ver a José junto a otro hombre cogiendo a la víctima, que había visto una cruz pintada en uno de los brazos. Se acercaron al médico antes de que él se lo llevase al cementerio, verificaron dicha cruz. Samuel y Warren pensó que significaría algo ese dibujo, como por ejemplo un apellido o un apodo. Pensaron que sería el posible apellido de la víctima mejicana.
-¿Estas mejor?-preguntó Warren a Samuel.
-Bien, gracias-contestó este tocándose su gruesa tripa.
La verdad es que el ayudante del sheriff estaba ocultando a su amigo que echaba de menos a Marguerite, el amor de su vida y a sus hijos, que ahora ya estarían en Georgia. Se sentía destrozado.
***
Edward Richard estaba en casa, en su habitación, durmiendo junto a una mujer. La habitación estaba en penumbra y muy desastrosa después de lo que había ocurrido la noche anterior. La joven se despertó primero al oír un ruido. Esta le dio varios golpecitos en la espalda de Edward para que se levantase.
-Levántate, alguien está llamando a la puerta.-suplicó la joven, quitándose el pelo moreno de su cara.
-¿Qué hora es?-preguntó Edward abriendo un ojo y viendo a la chica al lado suyo.
Los golpes que se oían desde fuera, se convirtieron en voces que se acercaban a la ventana de la habitación. John Kruger dio unas cuantas voces para que los de dentro les oyera. Edward Richard se quitó las sabanas y se puso unos pantalones.
-Levántate, venga, ¿tendrás que ir a trabajar, no?-ordenó el ayudante mientras se ponía una camisa.
La chica se levantó y le dio un beso en los labios al hombre maduro. Ella le acarició su pelo canoso y soltó "mi ayudante particular". Él le apartó la mano y fue corriendo hasta la puerta principal. Al abrir, se dio un susto al ver los ojos azules claros de John Kruger mirándole fijamente.
-¿Qué pasa?, ¿por qué llamas tan insistentemente?-preguntó Edward frotándose la cara.
-¿Que estabas haciendo?, ¿estabas con alguien?-preguntó el ex-abogado jactándose.
-No empieces John-respondió el ayudante sonriendo.
-Escúchame, El ex-juez Cliff Webb ha pasado por mi saloom y me ha pedido que te avisase, parece ser que han allanado en su casa estando su mujer dentro. Así que como no he visto ni al sheriff ni a Samuel en el pueblo, he ido aquí para avisarte.-explicó John intentando mirar al interior de la casa de Edward para saber con quién estaba este.
-Lárgate de aquí, o saco el revólver.-bromeó Edward-Dile a Webb que me pasare por su casa en un momento.
John Kruger se fue despidiéndose con la mano de la casa de Edward. Este entró a su cuarto y vio a Shonda, la joven camarera del bar de Esperanza, se estaba poniendo el vestido para ir al trabajo. Edward y ella se conocieron hará unos días, la invitó a que conociese el pueblo entero.
***
Shonda Williams era de un pueblo de Missouri, trabajó de camarera en un saloom de su pueblo, al morir sus padres, ella se mudó a Villa Rocosa para estar más cerca de sus abuelos maternos. Ella llegó al pueblo hace unas semanas, buscando trabajo por los salooms. Al final, el dueño del bar Esperanza, Josh Wincott, la contrató. Al principio, Shonda quería echarse un hombre de su misma edad, los veinte, pero al conocer a Edward, se enamoró perdidamente de él. Aunque él tenía nueve años más que ella.
***
La noche anterior fue la primera vez que los dos hacían el amor por primera vez. Edward Richard pensó que sería la mujer de su vida, ella pensó lo mismo. Él se acercó a ella y le quitó el cabello largo moreno de su cara y la miró a esos ojos de avellana que le cautivaban. Shonda se rió, este la besó. Ella respondió.
-Tengo que ir a trabajar.-viendo que no paraba de darle besitos en la garganta.
-Dices que estas mala-le respondió Edward cogiéndola de la cintura.
***
Tras una hora de retraso, Cliff Webb vio a Edward Richard llegar tarde a su rancho. Cliff tenía una expresión sería. Miró al reloj de oro que llevaba encima, eran la una y media de la tarde. El ayudante se estaba acercando más a su rancho, montado a caballo.
-Llegas tarde, ¿dónde estabas?
-Lo siento Cliff, no he mirado el reloj-se excusó el ayudante tocándose el pelo canoso.- Perdón.
El juez arrugó la nariz a un lado y dejó que Edward se acercase adonde él estaba parado. Edward se bajó del caballo y lo ató a un poste, Cliff le estrechó la mano y se tocó su pelo rizado.
***
Cliff Webb ejerció de juez en Illinois durante un tiempo, aunque realmente nació en Culiacán, Méjico. Tenía dos hermanos, uno trabajaba en una herrería y el otro en un bar, allí en Méjico. El motivo de irse de su lugar de origen fue una mujer, Jennifer López. Ella era una actriz de teatro que estaba en una compañía, junto a su familia. Un día, la familia López fue a Culiacán para hacer allí una presentación. La familia hizo un descanso cuando estaban preparando la actuación para la noche. Jennifer fue a un bar llamado Los Tacos, el mismo bar donde iba habitualmente Cliff. Estando en la taberna, fue ella la que se lanzó a conocerle. Lo que más le gustó de él, fue su pelo rizado. Empezaron a hablar y a conocerse durante el rato en que estuvieron en el bar. Cliff fue invitado por ella para que la viniese a ver actuar, este aceptó.
A la noche, después de la actuación, Cliff y Jennifer fueron a tomar algo en una taberna. Cliff quería saber más sobre la vida de ella, hablaron, rieron y al final este la invitó a su casa. Jennifer le puso la excusa de que se tenía que irse al día siguiente, aunque tenía muchas ganas de estar con él a solas. Estando en casa de Cliff, ella vio el título de juez que tenía él sobre una mesa del salón, aparte de algunos informes y unas fotografías donde salía Cliff Webb con su familia. Él se sentó en un sillón al lado de ella, lo que más le gusto fue su pelo moreno con mechas rubias, era más baja de altura que él, pero alta, con una esbelta figura que enamoraba a los hombres. Él la besó en sus labios gruesos y pintados, ella se apartó.
-Lo siento-se disculpó Cliff, tocándose su pelo rizado.
Ella le manoseó el cabello y le pidió.
-Me gustan más los hombres de pelo corto.
En ese momento se empezaron a besar otra vez. Surgió la pasión ardiente entre ellos. Paso un tiempo hasta que Jennifer y Cliff se casaron en Méjico. Tras haberse casado, Cliff dejó su trabajo de juez para vivir con Jennifer en Villa Rocosa, de donde era ella.
Estando en Arizona, abrieron un nuevo negocio, era un saloom, donde su esposa es una de las empleadas. Allí conoció al sheriff y al resto de los habitantes, Cliff y Jennifer les caía muy bien la mayoría de los ciudadanos, siempre habiendo alguna excepción, como Kevin Notherland, el herrero de Villa Rocosa. La pareja pensaba que era un grosero y un inútil.
***
Cliff avisó a su esposa para que saliese de la casa. A Edward siempre le gustó la parcela de los Webb, tenía un grandísimo patio donde tenía espacio para su caballeriza, sus plantaciones. La casa también era grande, aunque por fuera la madera era ya vieja, corroída y descolorida, por dentro parecía nueva. De dos plantas, todos los muebles del salón estaban llenos de libros y de antigüedades que el padre le regaló a Cliff el día en que se casó. La esbelta figura de Jennifer, salió por la puerta, esta estaba vestida para ir al saloom, con ese perfume que se ponía para volver loco a su marido. Edward, aunque le atraía la mujer madura, sentía respetó por la pareja y nunca se lo dijo. Ella se tocó su pelo con mechas para hacerse un moño. Estando frente a Edward Richard, relajó sus brazos de los nervios que tenía encima.
-Hola señora Webb, ¿puede decirme lo que le ha ocurrido?-inició el ayudante del sheriff, sacando una libreta de un bolsillo de su chaqueta.
-El tío cabrón me ha robado todas mis joyas de mi habitación, quiero decir nuestra habitación-señaló Jennifer a su marido rabiosa.
Richard vio como se le caía algunas lágrimas de su rostro moreno. Sacó un pañuelo y se lo dio a la dama. Ella se lo agradeció. Edward viendo el vestido azul que llevaba Jennifer, lanzó una pregunta.
-¿Tienen algún problema usted y su marido?
-Llámeme Jennifer. No, no, estamos bien.-contestó Jennifer devolviéndole el pañuelo.
-¿Está segura?
-Sí, sí. En fin ahora...
-Todavía no he terminado, ¿vio al ladrón?, ¿fue su marido?-preguntó Edward cortándola el paso.
-No, no fue Cliff. Lo único que recuerdo del hombre que me robó es que era más alto que mi marido y que tenía un aspecto de tipo fuerte.
-¿Podría ser un forastero?
-No lo sé. Estoy demasiado nerviosa.-contestó ella poniéndose las manos en la cara.
Edward pensó que algo raro ocurría, pero no podía ser tan insistente con ella, tras haber sufrido un hurto en su casa. Así que pensó que tendría que analizar el escenario.
-Disculpe Jennifer, se que ha pasado un mal trago. Quizá en otro momento ¿podría hacerle más preguntas?
-Desde luego, estaré trabajando en el bar con mi marido, por si tiene más preguntas. Además la primera cerveza es gratis para la autoridad en este pueblo-soltó ella sonriéndole.
Él imitó el gesto y dejó que Cliff y Jennifer se marchasen al saloom, mientras el ayudante investigaba la casa. Lo único que le pidió el ex-juez a Edward, dándole la llave de su casa, es que cuando terminase su trabajo, la cerrase y le devolviese la llave al trabajo. Edward aceptó y empezó con su trabajo.
Primero examinó la parte de afuera de la casa, dio una vuelta al porche, para ver si había alguna prueba que se le hubiese caído al ladrón, encontrando tres pares de pisadas: una serie de pisadas mojadas que entraban y salían de la casa, mezcladas con otras, posiblemente sería el calzado de la pareja. Edward miró al cielo y estaba nublado aunque hacía un calor de justicia. Pensó que había llovido hará una hora u hora y media. El ladrón entró por la puerta principal, la cerradura no estaba forzada, así que pensó que Jennifer y Cliff estaban cerca del rancho. Pero, ¿cómo entró sin ser visto por los demás vecinos?, dado que desde la ventana de las casas de alrededor se puede ver la entrada principal de la casa de los Webb. Entró en el interior del escenario, vio todo revuelto. Subió al piso de arriba y entró en el cuarto de la pareja. Se fijó en que le faltaban algunas joyas, como le había comentado Jennifer. Pero, ¿quien tendría motivos para robarla?
El ayudante se tocó su pelo canoso y pensó en que si el robo tendría algo que ver con la pareja, pensó que Jennifer se había peleado con Cliff y uno de los dos se había buscado un amante. Pero, ¿cómo demostrar lo del romance secreto y quien estaría engañando a quien, el hombre o la mujer?, también podría haber otra posibilidad y es que un/una ladrón conociese la casa del ex-juez porque la había estudiado antes de cometer el robo. El motivo sería vengarse de él, dado que él había sido juez y había encerrado a mucha gente.
***
Las nubes descargaron una manta de agua como la que había caído hacía seis horas. Eso hizo que los dibujos de la víctima que Samuel y Warren habían colgado fueran de los saloom y en los postes, se volasen cada dos por tres por el aire tan fuerte que soplaba. Ellos cogieron los que estaban aún colgados en los postes y los colocaron dentro de los comercios y bares. El último sitio al que fueron antes de comer, fue al de Jack Lemond. Estando allí preguntaron al barman sobre la víctima desconocida, dado que nadie del pueblo lo conocía.
-¿Te suena este tipo?-preguntó Filton enseñándole el dibujo de la víctima.
-No, lo siento chicos, ¿queréis ropas nuevas?-preguntó Jack, tocándose el bigote.
Los dos hombres se vieron sus ropas mojadas, pero no tenían mucho frio, dado a que el aire era caliente. Aunque pensaron que les vendría bien un cambio de vestimenta, el camarero dejó un rato la barra sin atender mientras iba a por prendas secas, aunque les quedaba un poco grande. Warren y Samuel al fondo de la derecha, donde estaba la chimenea encendida. Se frotaron varias veces las manos. Un rato después, Jack les dio a los hombres la ropa seca y dos llaves de dos habitaciones vacías, para que se cambiasen. Unos minutos después, Warren y Samuel bajaron con su nueva vestimenta y con un saco donde dentro iba la ropa mojada.
-Te lo agradecemos. Escucha ¿puedes servirnos?, ¿a ti que te apetece?-preguntó Warren a Samuel viendo la pizarra donde estaba el menú del día.
-Un filete con patatas, por favor.-respondió el ayudante tocándose su tripa.
-Tienes que adelgazar, mejor verdura-aconsejó Lemond riéndose.
-No seas mi padre-protestó Samuel, viendo las caras del sheriff y del barman.
-Tiene razón Jack, mejor carne con verduras-dio Warren la razón a Jack.
-¿Y de bebida?
-Agua-respondieron los dos.
-Muy bien, poneos en una de las mesas del fondo. Ahora os traigo la comida.-respondió Jack Lemond, dejando un vaso en la mesa.
Warren y Samuel fueron hacía una mesa vacía y oyeron como la lluvia venía cargada de truenos. Los dos se asustaron y pensaron en donde estaría Edward.
Durante la comida no hablaron del caso, Warren animó a Samuel de lo sucedido con su esposa y le dijo que cuando atrapasen al criminal, le daría unos días libres. Tras comer, el sheriff cogió papel y lápiz que le dio el barman para escribir a diferentes pueblos de distintos estados para saber si conocían a la victima desconocida.
***
Edward llegó empapado montado en caballo al bar de Cliff Webb, el camarero le dejó que se secase la ropa en la chimenea, mientras el barman le daba una vestimenta nueva, aparte de una llave de una habitación vacía. Al rato, este bajó con un saco y la nueva vestimenta, pese a que le quedase grande, se apañó muy bien cuando Cliff Webb le dio un cinturón. El ayudante del sheriff le puso una cara de preocupación a la pareja, al verles juntos trabajando. Pensó en como preguntar si alguno de la pareja era infiel. La mujer le preguntó.
-¿Te pasa algo?-Jennifer le miró con aire de preocupación.
-Perdona que te lo pregunté-Edward vio a lo lejos al marido de esta-¿tienes algún romance secreto?
Jennifer se le resbaló el vaso que tenía entre las manos. Cliff miró hacía ellos y preguntó si pasaba algo. Ella respondió que no. Se le notaba nerviosa, aunque el marido no quiso insistir mientras que Edward la interrogaba. Jennifer respondió.
-¿Por qué cree tengo un romance secreto?
Edward pensó que según había visto en otras ocasiones a la pareja, pensó que Cliff era un hombre fiel a la pareja dado que él la sonreía y le daba algún que otro beso en los labios. Aparte decía cosas buenas de su esposa a los clientes. Dedujo que era Jennifer quien tenía ese romance dada su reacción. Edward se tocó su pelo canoso y respondió.
-¿Ocurre algo?, ¿por qué has reaccionado así?-viendo a la camarera recoger de nuevo el vaso.
-No, no tengo un romance. Fue mi marido-respondió Jennifer rápido.
-Explíquese.
-Fue Cliff, él me robó las joyas y las escondió en alguna parte de la casa. O eso, o está en su otra vivienda.
-No me entero de nada.
-Cliff y yo hace dos días tuvimos una bronca muy gorda, ¿no sé si lo habrá oído comentar por el pueblo?
-Algo he escuchado.
-Bien, pues a partir de ahí, mi marido se fue a una habitación del saloom de Josh Wincott, lo sé porque el barman me lo dijo al día siguiente.
-¿Por qué discutieron?
-Por...-Jennifer se quedó en blanco.
-Por un amante, ¿no?, que tenía usted, ¿verdad?-afirmó Edward tocándose su cabello canoso.
-No voy a hablar más, si quiere saber algo más pregúnteselo a él-dijo la mujer señalando a su marido, que estaba acercándose a ellos.
El ayudante pensó que la mala cara que tenía Cliff en su rancho esta mañana, sería de aquella bronca con su esposa.
-¿Os pasa algo?-preguntó el mejicano tocándose su pelo rizado y mirando las caras de su mujer y del ayudante.
En ese momento, entró clientela al saloom dejando el suelo de madera empapado. Jennifer se fue hacía los clientes mientras dejaba a su marido y a Edward hablar solos en la barra.
-¿Puedes verificarme donde estuviste en el momento del robo?-preguntó el ayudante.
-¿Por?, ¿qué le ha contado mi esposa?-Cliff puso una cara sería.
-Jennifer me ha comentado que ella y tú tuvisteis una pelea hará dos días. Seguramente dicha discusión fue por un amante, ¿verdad?
Cliff se puso serio y contestó.
-Sospeché que tenía un amante cuando dos semanas antes de la bronca encontré un amuleto en la mesilla de noche de mi mujer. Al principio, pensé en que se lo había regalado un familiar suyo o alguna amiga, pero cuando encontré más amuletos como este, empecé a sospechar de un romance.
-¿Y cómo era ese amuleto?
-No tengo ninguno, los tiré todo después del enfado. Lo siento.
-¿Donde estaba a la hora del robo?
-Edward, ¿lo estás diciendo en serio?-Cliff se jactó.
El ayudante no cambió de expresión, mirándole con la cara seria.
-Muy en serio.
-Estuve en el saloom de Josh. Adelante, pregúntaselo.-señaló el interrogado hacía la puerta principal.
-Lo haré en cuanto deje de llover.-el ayudante se guardó su bloc de notas y preguntó-¿me pones una cerveza?
La lluvia tan fuerte duró unas cuantas horas más. Edward Richard se tomó una cerveza mientras se sentaba en una mesa, frente a una ventana del saloom y empezó a formular diversas teorías: Todas relacionadas con el motivo del robo, los celos que tenía el ladrón porque Jennifer le engañase o tal vez dicho ladrón sabía que ella estaba casada y el motivo del robo fue el dinero que le ofrecerían por vender las joyas. En los dos casos, en el motivo estaba implicada Jennifer.
Tras dejar de llover, Edward pagó las cervezas que se había tomado y se fue hacía el saloom de Josh Wincott. Dejó la bolsa donde estaba su ropa mojada en su caballo, se montó y entró en la taberna de Josh. El Esperanza estaba bastante vacía, solo estaba el barman. El camarero con cara de perro miró al ayudante cuando este entró a su establecimiento. Le sonrió y preguntó.
-¿Que quiere jefe?
-La verdad sobre un asunto-dijo Edward sentándose en un asiento libre que había en la barra.
-Usted dirá- Josh estaba limpiando un vaso.
-¿Cliff Webb estuvo en una habitación de tu saloom hará unas horas, cuando se cometió el robo en su casa?-preguntó el ayudante tocándose su cabello canoso.
El camarero miró hacía su reloj y recordó cuando Cliff Webb le pidió la habitación. Se tocó su pelo pincho moreno y respondió.
-Ya me acuerdo, sí me la pidió. El ex-juez vino con una cara de perros por lo de la bronca de su mujer. Lo recuerdo porque me chafo una cita con una preciosa mujer.
-De acuerdo, ¿y estaba con alguien?
-No que yo recuerde. Después de la bronca que había tenido con su mujer, no creo que quisiese compañía.-limpió el vaso y le dio una teoría-¿Quiere una teoría jefe?, yo creo que Jennifer tuvo un romance secreto y cuando Cliff lo descubrió, se armó la gorda.
-¿A qué te refieres?
-Creo que el ex-juez robó los diamantes de su mujer-sacó dichas joyas y lo puso en la barra- una de mis empleadas los encontró. El motivo, cuando se enteró del romance que tenía su esposa, la quiso arruinar.
Edward Richard se quedó boqui abierto tras ver las pruebas y vio un posible motivo. El que le había dado Josh. Ahora tenía a un posible sospechoso.
-Gracias genio.-terminó el ayudante, guiñándole el ojo al barman.
Este sonrió y le respondió a dicho guiño.
-Usted me cae bien Edward.-su cara de perro se puso alegre tras hacer el gesto de la sonrisa.
***
El día estaba despejándose de nubes poco a poco, saliendo el sol que iba alumbrando el pueblo poco a poco. La entrada de los establecimientos estaban llenos de charcos, que estaban siendo limpiadas por los dueños. Sean Lambert estaba sentado en una silla, rellenando papeles y atendiendo a los clientes. Neil, el hermano de este, entró por la puerta y avistó a su Sean. Delante de Neil estaba Brian Ashmore, el barbero del pueblo.
***
Este era un hombre tan grande como un armario, grueso y con una barba larga y canosa, al igual que la entrada de su pelo, aunque él era rubio por naturaleza. Aparte de eso, le costaba muchas veces respirar porque fumaba como una carretilla, los habitantes del pueblo sabían de su enfermedad, tenía cara de pocos amigos. El único momento de su vida en el que no fumó, fue su época de casado, durante diez años. Brian, aunque el dueño del banco de Villa Rocosa le caía bien, su ayudante Sean, al igual que su hermano Neil no le caía bien, dado que eran unos clientes que no les pagaba la mayoría de las veces que les cortaba este el pelo. Aparte de eso, Brian no le gustaba que estuviese arruinando las vidas de su respectivas mujeres: Brittany y Emily.
***
El barbero se dio la vuelta y dio de mala gana las gracias a Sean por haberle dado el dinero. Este dio la vuelta y vio al hermano del ayudante, sonrió y dijo:
-Hombre, los hermanos que se dedican a arruinar la vida de sus mujeres gracias al juego.
-!Eh¡, no empieces-contestó Sean Lambert.
Brian y Neil cruzaron miradas de odio, el hombre grueso se apoyó en el umbral de la puerta del banco y antes de irse del sitio soltó.
-Ya sé lo que sobra aquí, la gentuza como vosotros.
Los hermanos se miraron y se sorprendieron de dicho insulto. Se contuvieron de darle una paliza al barbero por respeto al jefe de Sean, para que el banco no fuera escenario de una pelea.
El endeudado se acercó a su hermano y le suplicó. Sean se ajustó su traje marrón.
-Hermano, necesito tu ayuda porque he perdido el dinero del viaje con Emily. Lo he perdido todo en una partida.
-Pero, ¿qué te ha pasado para que perdieses?-preguntó Sean sorprendido.
-No tengo ni idea. Escucha, necesito recuperar esos tres mil dólares y ganar esa partida a esos forasteros, ¿jugarías conmigo para entrenar y así poder vencerle?
-¿Quiénes son esos tipos que te han ganado?
-Un grupo de cuatro hombres que querían jugar contra el maestro del Texas Holdem de este pueblo, es decir yo.
-Tampoco somos los únicos maestros-bromeó el hermano-está bien, ¿te parece que quedemos a la hora de la comida en mi casa?
-De acuerdo, necesito ese dinero para reconciliarme con Emily y llevármela de viaje.
Este chocó su mano con la de su hermano y se despidió de este. Neil se fue de allí pensando que su hermano era el mejor amigo que tenía. Sean se volvió ajustar el traje marrón.
***
Uno de los pueblos que estaban en el estado de Arizona, contestó a dicha carta escrita por Warren Filton, en esa carta estaba un informe donde decía que la víctima le suena y la cruz pertenecía a una pequeña familia llamada los hermanos Cruz. Cometieron un robo y jamás encontraron el dinero ni a los hermanos. Eso es lo que el sheriff resumió tras leer varias veces la carta que le enviaron como respuesta. El sheriff fue a la consulta del doctor, dado que tenía hoy cita con él para que le recetase algún medicamento para el dolor de cabeza que tenía desde hace unos días. Al llegar al bar de Jack Lemond, subió al piso de arriba y visitó al médico. Este se sentó en una de las sillas que había vacía en la sala. José se quitó las gafas de culo de botella para descansar la vista. Este se frotó la cara y dijo.
-¿Que pasa sheriff?
-¿Tienes el medicamento que te pedí hace unos días para el dolor de cabeza?
-¿Aún te duele?
-Sí, dime cuanto es.
Warren le dio el dinero al doctor y cogió un frasco de cristal pequeño, era un antibiótico que se tenía que tomar cada ocho horas. José se volvió a poner las gafas y le dio una teoría al sheriff tras acordarse del labio partido que tenía la víctima.
-Creo que todo empezó por una pelea y acabo por un disparo en la espalda de la víctima.
-Jackson Cruz, así se llamaba el mejicano muerto. He leído las cartas que me han enviado de MillVille. Parece ser que era un ladrón, él y sus dos hermanos robaron un banco en esa localidad, donde se llevaron más de novecientos dólares y mataron a un ayudante del sheriff de ese pueblo. Los hermanos están en busca y captura. Creo que el que mató a ese hombre fue uno de los hermanos Cruz y uno de ellos quiso confesar lo que habían hecho.-dedujo Warren.
-Pero los otros dos no le dejaron.-terminó José.
-¿Te suena el apellido Cruz?
-No, creo que no.-respondió el doctor.
-Bien, pues ahora que tenemos sus caras pintadas y un nombre completo, volveremos a preguntar otra vez a todo el pueblo y a los alrededores.
***
Edward fue tras dejar la ropa mojada tendida al sol al saloom de Cliff Webb, este tenía el sombrero puesto y había bebido bien de agua dado al calor que volvía hacer. Entró en la taberna y fue avanzando decido hacía el barman. Este estaba atendiendo a una pareja que estaba tomando unas cervezas. Edward se puso entre el camarero y los clientes, sacando las esposas. Jennifer no reaccionó ante lo que hizo Edward con su marido.
-Cliff Webb, queda arrestado por el robo de las joyas de su esposa.-dijo Edward.
-Espera, espera, ¿con que pruebas?-se quejó el detenido.
-Con estas-contestó el ayudante poniendo las joyas robadas encima de la mesa, volviéndola a guardar después.
Cliff se quejó del dolor que el ayudante ejercía al ponerle las esposas. Jennifer no dijo nada cuando este lanzó acusaciones del romance que mantenía ella con su amante secreto. Eso hizo que mientras el ayudante sentaba al sospechoso detrás suyo, pensase en que el número de sospechosos había ascendido a tres: Jennifer, Cliff y el hombre, amante de Jennifer. Pero, ¿quién robo dichas joyas?, ¿o fue un robo e implicaron a un inocente dejando las pruebas en su cuarto?
Un momento más tarde, Cliff Webb fue sentado en la sala de interrogatorios de la oficina del sheriff. El ayudante abrió la ventana, dejando la puerta abierta para que corriese el aire. El ex-juez se tocó su pelo rizado nervioso y respondió.
-Yo no fui, yo no robé a mi esposa esas joyas.
-¿Pues quien fue?, ¿fue el amante de Jennifer?, ¿él colocó las joyas en su apartamento?
-Sí, fue él. Cuando me enteré de la aventura que tenía mi esposa con ese hombre, me enfadé y quise matarle. Pero estoy seguro de que Jennifer no estuvo implicada, ella no me haría eso.
-¿Y quién es el amante?, deme un nombre.
-Pablo Cienfuegos, el hijo de Javier.
Edward sabía quién era, el hijo del famoso banquero del pueblo y en donde trabajaba Sean Lambert. Cliff se tapó la cara y lloró durante unos minutos tras verse en esa situación, engañado por su mujer.
-Creo que no me estas contando toda la verdad.-dijo Edward viendo la cara de Cliff.
Este se destapó la cara y el ayudante vio la cara congestionada del ex-juez. Este confesó la verdad.
-Todo empezó cuando encontré varios amuletos en la casa, ya sabe en la mesilla de noche de Jennifer. Tras eso, indague para saber quién es el que se los había regalado. Pregunté a Josh Wincott y este me dijo que él había visto a Jennifer con Pablo Cienfuegos hará cuatro semanas en un saloom que hay en frente del suyo. Discutí con Cienfuegos. De ahí la bronca que tuvimos Jennifer y yo hará dos semanas. Por esa razón, me fui de mi casa y me alquilé una habitación en el bar de Josh.
-Por una aventura, ¿no?-preguntó Edward tocándose su cabello canoso.
-Sí. Fui un idiota, ¿verdad?, lo digo por haberme marchado de mi casa.-confesó el mejicano acariciándose su pelo rizado.
-No lo sé, todos hacemos locuras cuando nos enteramos de que nuestra mujer hacer algo malo.
-Pero yo no robé esas joyas.
-No te preocupes, te creo. Solo me tienes que decir ¿donde estuviste a la hora del robo?
-En el bar de Lemond. Compruébalo.
-Lo haré, ¿a qué hora fue el robo?
-A eso de las once menos cuarto. Dos horas antes de que tu vinieses. Por esa razón, estaba tan enfadado contigo.
-Ya, ya lo siento por eso, tal vez si hubiera venido antes, lo habría detenido.
-No te eches más culpa de eso.
-Sabes lo que creo. Creo que tu mujer, le gustó otro hombre que era Pablo y querían dejarte en la ruina, ¿no? implicándote en el robo de las joyas. Pero ¿qué heredaría ella?
-Todo. Cuando nos casamos abrimos una cuenta en nombre de los dos, ahí depositábamos todos nuestro dinero. Teníamos ganados unos diez mil dólares en total.-dijo Cliff llorando, dado que no se podía creer lo que podía hacer su esposa.
-Y lo habrían repartido entre dos, per capita. Lo único que me tiene que decir es donde estaba Jennifer a la hora del robo.
-En casa.-hizo una pausa-¿creo?
-Solo hay una manera de comprobarlo.-pensó Edward mientras se le ocurría una idea.
-¿Cual?
-Ponerle uno en contra del otro.
-¿Y si te equivocas? ¿y si fue Cienfuegos solo?
-No lo creo, Jennifer no hizo nada cuando te llevé detenido de tu bar, ni siquiera te contestó cuando tú le lanzabas esas acusaciones. Así que algo ocurre.-recordando Edward ese momento.
Cliff Webb no podía creerse lo que estaba saliendo de la boca de Edward, pero podría ser verdad lo que decía el ayudante, dado que ella no hizo nada cuando él fue detenido, ni siquiera un ¿por qué le considera sospechoso a mi marido?. Eso hizo que creyese en la teoría de Edward. El ayudante le liberó y le dijo que no hiciese nada hasta que él no volviera con la verdad por delante. Cliff hizo caso y se fue a su bar, dándole al ayudante la dirección de Pablo Cienfuegos.
Tras eso se fue con su caballo hasta la casa de Pablo Cienfuegos, este vivía solo en una urbanización que está cerca del banco Fuente Marías. Su casa era la más grande de la calle, estaba viviendo en ella Pablo Cienfuegos, aunque él no la pagó, lo hizo su padre, Javier. No era muy querido en el pueblo, dado que se reía de las desgracias de los demás. El tipo era mejicano, con un bigote grueso y sucio, el hombre bajó por los escalones de la casa sonriendo.
-Eh Edward, ¿qué tal te va la vida amigo?-preguntó el hijo del banquero.
El cuarentón se acercó a Edward, al hacerlo, el ayudante notó el mal aliento que le salía al sospechoso por la boca.
-¿Estas borracho Pablo?-preguntó Edward.
-No, ¿porqué?-respondió el hijo de Javier sonriendo.
-¿Y por qué tienes barro en la suela de los zapatos?, ¿cuándo fuiste a la casa de Cliff Webb?-tocándose su cabello canoso, mientras miraba hacía las suelas de este. En él había barro seco.
-¿Puedes decirme a que vienes eso?-dijo Pablo enfadado.
-Porque Jennifer te ha delatado-mintió Edward.
Los ojos de Pablo se abrieron como platos y se mordió los labios. Este pensó en que su amante era una golfa. La palma grande derecha de este fue vista por Edward, allí vio una cicatriz. Pensó en que cuando Pablo fue a apoyar la mano en una de la vidrieras cortas de la casa, Pablo se cortó.
-¿Que te ha pasado en tu mano?-preguntó Edward.
Pablo se miró la cicatriz y sonrió al ayudante.
-Me he cortado por accidente.
-Ya, pues ya es la segunda mentira. Eso significa, que queda detenido-Edward sacó las esposas y se las enseñó al sospechoso.
Este se rio y blasfemó.
-No puede hacer eso.-aseguró Pablo sonriendo.
-Claro que si-replicó el otro poniéndole las esposas y llevándoselo al caballo.
-Voy a hablar con mi padre.
-No se preocupe, lo haré yo.
***
Tras dejar Edward al sospechoso en la cárcel de la oficina, este se sentó en la silla y esperó al sheriff. Pensó mucho en Shonda y estaba queriendo hacer el amor con ella otra vez. Warren entró y vio al ayudante y luego a Pablo Cienfuegos entre rejas.
-¿Que hace el hijo de Javier detenido?-preguntó el sheriff.
-Tengo una teoría de que él y Jennifer Webb fueron los responsables del robo de las joyas, el motivo fue para implicar a Cliff y quedarse con toda la herencia que este y su esposa tenían ahorrados.
-¿Tienes pruebas?
-Tu dame un día. En un día te traigo las pruebas que les implique.-suplicó Edward.
-Seguro que miente.-dijo Pablo.
-A callar-gritaron los dos.
-Está bien, le explicaré a su padre la situación y luego me iré a dormir.
-Eh, eh, un momento, ¿y yo que ceno?
-Ahora te traigo comida.-respondió Edward levantándose de su silla y yéndose por la puerta.
-Os denunciare a los dos-gritó de nuevo Pablo.
-A callar-gritaron los dos desde fuera.
***
Aquella noche Warren antes de volver a su casa, fue a la mansión de Javier Cienfuegos para informarle de que su hijo había sido detenido por que era sospechoso de un robo. El padre quiso saber si fue él el que robó esas joyas, el sheriff le explicó que su ayudante Edward reuniría temprano lo más rápido posible. Javier fue a la oficina del sheriff y hacer compañía a su hijo. Pablo decía que Edward mentía mientras comía. El ayudante se tuvo que quedar toda la noche en guardia para vigilar al recluso, pero no sin antes cenar y decirle a Shonda Williams que tendría trabajo toda la noche. Ella lo entendió y durmió en casa de sus abuelos. Al llegar a la oficina, el ayudante trajo comida a Pablo y a su padre.
A la mañana siguiente Warren se despertó de un brinco al oír un fuerte estruendo proveniente de fuera, dicho ruido era de un rayo. El sheriff abrió la habitación para que se ventilase, se vistió, poniéndose una camisa nueva con los mismos pantalones que llevaba el día anterior. Al ir por su casa, no vio a Juana por ninguna parte y pensó en que le habría pasado. El día estaba nublado, aunque no llovía, cayendo muchos truenos. Filton sentía un dolor de cabeza que le iba y venía a ratos, pensó en que lo más probable de esos dolores fuera el tiempo. En ese momento apareció Juana por la puerta principal con su vestido deshilachado.
-Perdón, es que me he dormido. -se disculpó ella.
-No pasa nada.
Miró este al reloj, eran las ocho y media de la mañana. Entró en la cocina y se preparó el desayuno. La criada cogió el cubo azul que usaba a menudo para llenarla de agua y limpiar la casa. El sheriff se tomó el desayuno rápido y no habló nada. Se fue de casa, despidiéndose de Juana. Ella pensó en que el sheriff debía saber quiénes eran los asesinos y por eso no le pidió ayuda.
Warren Filton se dirigió a toda prisa hacía su oficina a buscar a Samuel. El caballo estaba sofocado a la mitad del camino, dado a la mucha presión que el dueño le daba, al llegar vio el caballo de su amigo y al dueño dentro de la oficina, leyendo las cartas de respuesta que llegaron del pueblo, donde hablaban de los antecedentes de Jackson Cruz y sus hermanos. Al ver a su jefe, Samuel se levantó y fue hacía su caballo, dejando las cartas en su mesa.
-Sabes, me gusta cuando el caso se pone difícil-comentó Samuel jactándose.
-No es el caso, son las pruebas. Y ellas, nos ha conducido a los sospechosos. Ahora hay que saber, ¿es quien mató a Jackson Cruz?
Los ayudantes se montaron en sus respectivos caballos y fueron de casa en casa preguntando si reconocían a los hermanos Cruz que estaban pintados en tres papeles de "se busca", que el sheriff y el ayudante llevaban consigo. Las preguntas no dieron mucho de sí en lo saloom, ni en los vecinos. Ninguno de los lugareños conocía, ni sabían dónde estaban los restantes hermanos Cruz. De ahí fueron a los ranchos.
***
Edward Richard miró al cielo nublado y pidió que no lloviese dado que este no tenía sombrero. El último rayo caído fue el que asustó a Warren. Al llegar a la casa de los Webb, se desmontó de su caballo y le echó un segundo vistazo al escenario. En él encontró un amuleto debajo de los escalones de la puerta principal. Lo cogió, era una cruz de madera pequeña, con la inscripción P.Cf, este dedujó que sería del amante de Jennifer Webb. Edward se volvió a montar en su caballo y fue al saloom de los Webb. No había mucha clientela, en ese momento vio a Josh Wincott entrar en la taberna para desayunar, este se puso en la barra. El ayudante se sentó al lado suyo. El hombre de cara de perro le miró y dijo.
-¿Lo ha encontrado?, ¿ha encontrado al ladón?
-Sí, pero respóndeme a una pregunta, ¿fuiste tú quien le dijo a Cliff Webb que su esposa mantenía una aventura con Pablo Cienfuegos hace cuatro semanas?
El barman se sorprendió de la pregunta y soltó una respuesta rápida.
-No sé de qué me estás hablando.
-No me mientas.
Josh confesó.
-Sí. No fue Cliff quien robó esas joyas, ¿no?
-No, le tendieron una trampa.
Los dos miraron a Jennifer acercase a la barra. Cuando estuvo frente a ellos, Edward sacó el amuleto. Ella al reconocer las iniciales P.Cf en la cruz, empezó a correr, levantándose un poco la falda para no pisarla. El ayudante la estampó contra la pared y miró a los ojos marrones abiertos como platos de la camarera, estaba asustada.
-¿Que paso?, quiero que me lo cuentes, o de lo contario te llevare ante tu amante.-dijo serio Edward.
Cliff Webb entró en ese momento y al ver la situación, fue para allá. El marido se puso en frente del ayudante y miró como el brazo del ayudante agarraba con fuerza las delgadas muñecas morenas de su mujer. Miró a Jennifer y pidió al ayudante.
-Suéltala por favor.
El ayudante le hizo caso, a la misma altura del ex-juez, se puso Josh. La mujer confesó que fue idea suya dejar arruinado a su marido, cuando este sospechó del romance que mantuvo con Pablo. Jennifer lloró, tapándose la cara. El ex-juez le miró con rabia por lo que había dicho y le dio una bofetada.
-Creí que me querías.-dijo Cliff.
-Pero todo acabó cuando te importó más tus partidas que se celebraban en el saloom, a la hora del cierre, ¿lo recuerdas?-se excusó ella.
-Solamente fueron dos o tres veces.-el ex-juez miró a Edward.
-Suficientes para mí.
El ayudante puso las esposas a Jennifer Webb por orden de su marido. Se la llevó afuera del estacionamiento. Cliff miró a Josh y le preguntó.
-¿Una cerveza?
-Hecho.
***
Después de estar varias horas preguntando por los ranchos para ver si conocían a los hermanos Cruz, la búsqueda tuvo su fruto. Un vecino de un rancho dijo haber visto a los tipos de "se busca" en un rancho que estaba a unos doscientos metros, esa parcela estaba alquilada, dado a que el dueño anterior había muerto y no tenía familia. El sheriff y su amigo pensaron que podría ser un buen escondite. Siguieron las indicaciones del ranchero para llegar a la casa en alquiler. Al cabo de media hora llegaron al lugar donde pararon para comer un poco de carne.
Descansaron, dado que no vieron actividad en la casa. Dos horas después Warren Filton y Samuel Liverpool echaron un vistazo por los alrededores de la casa. En la caballeriza vieron un par de huellas de animales, seguramente caballos. Pensaron que los asesinos podrían refugiarse aquí. Echaron un vistazo por la ventana de la cocina, gracias a la buena vista del sheriff vieron sillas destrozadas y cubiertos tirados por el suelo.
-Creo que la pelea empezó aquí.-empezó Filton.
-Y seguramente es donde perdería el diente, ¿no?-preguntó el ayudante.
El sheriff le miró dubitativo.
-Me lo dijo José.
Fueron caminando por el patio de atrás, de vuelta a la caballeriza. Allí vieron unas pisadas de caballo alejarse del rancho. Pensaron que Jackson Cruz se peleó con sus hermanos, se pelearon donde perdió un diente. Hubo una persecución que duró hasta la caballeriza, allí, la víctima se subió al caballo caro y huyó del rancho. Los agresores fueron detrás suyo. Warren y Samuel esperaron cerca del rancho montados a caballo. Pasó la noche, no hubo nadie.
A la mañana siguiente, el sol salió por el este e hizo que despertasen el sheriff y el ayudante. Uno de ellos, echó un vistazo al rancho y vio actividad en él. Desenfundó su revólver, el otro hizo la misma acción. Se montaron a caballo y se dirigieron rápidamente para allá. Estando allí, desmontaron de sus animales y vieron dos caballos dentro de la caballeriza. No estaban sus dueños. El sheriff y el ayudante entraron por la puerta principal, que estaba abierta, estando dentro, investigaron el salón, la cocina y una habitación donde no había nadie. El sheriff vio un Winchester colgado en la pared del salón. Pensaron que podría haber sido el arma del crimen. Oyeron voces arriba, se escondieron debajo de una mesa con mantel. Las pisadas que descendían por las escaleras, se dirigieron hacia afuera. Warren y Samuel con los revólveres en mano, se dirigieron a la cocina, donde abrieron uno de los cajones de un mueble, que antes no habían abierto. Allí encontraron planos de un banco y una fortuna escondida. A parte de eso, Samuel encontró un diente partido en la mesa de madera. En ese momento, dos hombres aparecieron en la entrada de la cocina con sus armas de fuego en mano. Los de la autoridad estaban espalda a ellos. Uno de los hermanos amartillo su revólver.
-Quietos ahí u os matamos.-dijo uno de los dos.
Warren y Samuel se miraron, los dos bajaron muy lentamente las manos a sus culatas. El sheriff vio el rayo de luz que entraba por la ventana que había en frente. Aparte, vio reflejada en el cristal la cara de los dos individuos. Se parecían mucho a los del dibujo. Él guiñó un ojo a su amigo e hizo que mirase a dicho rayo de luz. Estos se movieron e hicieron que el rayo deslumbrase a los asaltadores. Los hermanos Cruz dispararon al techo, los otros dos desenfundaron e hirieron a los asaltadores. Ellos cayeron al suelo, soltando las armas. Los de la autoridad le pusieron las esposas, sacándolos del rancho.
***
El sol hacía que la temperatura subiese, eso hizo que la gente de Villa Rocosa bebiese mucha agua y cervezas. Habían otros como Neil que se estaba poniendo elegante para ganar hoy la partida del Texas Holdem a Stefanos y a su grupo, dado que en los días anteriores había jugado muchas partidas con su hermano Sean. Este quería recuperar sus tres mil dólares para poder irse de viaje con su esposa Emily y así reírse de Stefanos y su grupo. Ella aún estaba enfadada con él. Pero, Sean la convenció con la ayuda de su esposa Brittany, hermana de esta, para que dejase a Neil recuperar el dinero y volver con ella.
Varias horas después, bien entrada la noche en el bar de Jack Lemond, Stefanos y su grupo aparecieron, rodeando una mesa de madera del bar, donde estaba Neil sentado. El jefe con el rostro en tensión, miró de mala manera al endeudado. Uno de los hombres sacó una baraja de cartas y empezó a barajarlas. El mejicano joven que tenía al lado el repartidor, miró a Neil, que estaba junto a él y le enseñó su dentadura amarilla.
-Vais a perder.-confesó el endeudado guiñándole el ojo al hombre rubio.
El camarero se acercó a la mesa junto a un grupo de lugareños, incluido la familia de Lambert. Rodearon la mesa de la partida. El sheriff y Samuel fueron los últimos en aparecer en el establecimiento.
-Que impere el juego limpio, ¿de acuerdo?-dijo Jack Lemond tocándose su grueso bigote.
-De acuerdo.-dijeron todos a la vez.
-Serán dos partidas, si nadie tiene ninguna objeción. Si ganas tú-señaló a Neil Lambert- te daré tu dinero, si ganamos nosotros tú nos das otros tres mil dólares más el veinte por ciento. Si hay empate, habrá una tercera partida-impuso el cabecilla.
Tanto su grupo como Neil aceptaron.
La primera partida duró una hora y media, el endeudado al principio empezó a dudar de las cartas que tenía sus contrincantes, así que pensó muy bien en lo que hacer. Al final, este mostró sus cartas al grupo de Stefanos, a este y al resto de los observadores, siendo las cartas de inferior número a la de las demás. Eso hizo que perdiese la primera ronda.
La segunda vez, Neil se mordió las uñas al ver sus cartas, pensó que tendría mala suerte otra vez. Luego, a medida que avanzaba la partida decidió coger más cartas y pensar en que harían sus oponentes. Al final, todos pasaron de coger cartas, hasta que solo quedó el cabecilla y Neil. Stefanos se tocó su pelo pincho rubio y le hizo una sonrisa al endeudado. Neil confesó.
-Tu ganas.
El fornido rubio echó las cartas sobre la mesa.
-Reina y Rey de corazones -dijo Stefanos jactándose.
-Bueno, pues yo...-dijo el endeudado dejando las cartas encima de la mesa.- Doble parejas de ases: de diamante y de tréboles.
El grupo se llevaron las manos a la cabeza y blasfemaron. Neil rió y guiñó el ojo a su mujer. Emily le lanzó un beso.
La última partida que era el desempate, decidiría quien ganaría. El endeudado se sopló varias veces las manos y las frotó. A medida que iban dándole cartas, este pensó en si ganaba se llevaría una pequeña fortuna, con eso pagaría el viaje, donde se compraría una casa, allá donde fueran. En principio irían al estado de Nevada. A medida que avanzaba la partida, este soñó que Emily y él se compraría una casa en Nevada, donde criarían a su hijo. En ese estado, ella sería maestra, dado que educaba a los niños en el colegio de Villa Rocosa. Al igual que él, trabajaría para un dueño rico como sirviente para ganarse la vida, dado que este trabajaba como sirviente para Javier Cienfuegos.
Viendo la situación de que todos, otra vez se retiraban menos Stefanos. El rubio pensó en ganarle, para poder humillarle.
-Echa tú primero esta vez-obligó a Neil.
Este tuvo miedo al principio, pero de todas formas echó las cartas sobre la mesa. Esta vez él tenía un siete de rombos junto al As de diamantes. El fornido hombre de pelo rubio se echó las manos a la cara, luego resopló varias veces enfadado y echó las cartas de un número inferior.
El saloom de Jack Lemond empezó a oírse gritos y silbidos de la victoria de Neil Lambert. El fornido jefe le dio lo prometido al endeudado, estrechándole la mano a este. Luego Stefanos y su banda se fueron del bar. Neil fue junto a su esposa y besó tiernamente en los labios a Emily.
-Nos vamos-propuso ella.
Neil y Emily se fueron del bar sin que los demás se enterasen.
FIN