2x04:Acampada
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Una pareja joven es encontrada sin vida en los cañones, a las afueras de Villa Rocosa. Samuel y Warren investigando dicho crimen, averiguan que dicha pareja junto a otros miembros del grupo que también estaba en el pueblo, habían hecho algo malo a un joven en el pasado llamado Tim Murphy. Pero todo cambia, cuando empieza haber más crímenes parecidos a los de la pareja en ese cañón y Tim es el único nexo de los asesinatos. Por otra parte Chick Allans, el alcalde del pueblo, es encontrado sin vida en su despacho.
Pasado un tiempo, el pueblo de Villa Rocosa recibió una visita de ocho jóvenes que se bajaron de una diligencia, cerca del establecimiento de Jack Lemond. Los forasteros al no conocer el pueblo, fueron al saloom de Jack. Sandra López, la líder del grupo, con esos ojos negros del color de la noche que llamaban la atención del cualquier persona. Ella era una chica medio española, medio china, aunque tenía más facción asiática. Esbelta, llevaba un vestido rojo que le quedaba un poco grande. Aunque no conocía el pueblo, decidió entrar en el saloom del mejicano, no había demasiada clientela. Ella junto a dos amigos suyos fueron a la barra y preguntó al mejicano, dueño del sitio.
-Buenas, ¿necesitamos ayuda para encontrar el Cañón Blanco?-preguntó la joven oriental, cabecilla del trió.
El dueño miró a Sandra y la contestó.
-El Cañón Blanco, ¿eh?
-¿Por qué queréis visitarlo?-irrumpió un voz que estaba cerca de ellos.
Los jóvenes miraron al que les había preguntado. Era Kevin Notherland. Estaba un poco borracho.
-Para saber cómo es, curiosidad.-respondió Sandra.
-No pareces china-dijo el herrero rubio, levantándose de su silla y acercándose a ellos, tambaleándose de un lado a otro.
-Porque no te sientas y te calmas un poco-sugirió Jack al hombre rubio, tocándose su bigote grueso.
-Porque no me dejas en paz-replicó el ofendido.
Los jóvenes, desconfiados, dieron un paso para atrás, al ver que el herrero avanzaba hacia ellos.
-Tranquilos, tenéis un guía. Yo os llevare al Cañón Blanco.-dijo el rubio sacando unas monedas de su bolsillo y poniéndolas encima de la barra.
-¿Cuanto cobras?-preguntó uno de los de grupo.
-Doscientos ahora, doscientos a la vuelta.
-Hecho-dijo Sandra.
-Pero primero despéjate un poco, te has tomado casi tres cervezas.-sugirió el barman.
-Descuida.-respondió Kevin.
A el herrero le gustaba mucho el vestido rojo que llevaba Sandra López. Este le hecho un piropo.
-Bonito vestido oriental.
La joven a la que fue dirigido, se dio la vuelta y le sonrió.
-Soy medio china, medio española. Me llamo Sandra López.
-Kevin Notherland.
Los dos se estrecharon la mano y a él le gusto como le miraba. Los otros dos que estaban saliendo por la puerta corredera, miraron la situación y se quedaron sorprendidos. La joven presentó a Kevin a los demás de sus amigos. Hacía un calor de justicia para pasear sin sombrero, dado que dos de los acompañantes no llevaba nada en la cabeza que les cubriese. El herrero les advirtió.
-Vosotros dos-señalando a los que iban sin sombrero.-compraros unos sombreros ahora mismo. Hay una tienda ahí mismo-señalando a un establecimiento calle abajo.
La joven López se sonrojo al ver que el herrero le guiñaba el ojo. Pensó por un momento que tal vez sería su hombre con el que se iba a casar en un futuro mientras le veía meter su medio cuerpo agachado en un abrevadero, para refrescarse la cara. Lo que más le gustaba era lo fornido que estaba. Pero tenía que conocerle mejor para ver su futuro junto a él.
Cuando los dos jóvenes volvían de la tienda de sombreros, todo el grupo fue siguiendo por debajo de las terrazas de los bares al apuesto herrero, que estaba montado en su caballo blanco. Al llegar a la herrería, todos los jóvenes cogieron diversos animales de montar y se fueron de allí. El grupo de chicos y chicas conocieron un poco la vida de Kevin, mientras cabalgaban hacía el Cañón Blanco.
Una hora y media después.
La temperatura descendió mucho al meterse de lleno una borrasca que cayó fuertemente. Dicha lluvia duró toda la tarde. Pero eso no detuvo a Kevin ni a Sandra, que cabalgaban como un rayo a Villa Rocosa para informar del delito que habían descubierto. Cuando llegaron a la oficina del sheriff, desmontaron de sus animales y Kevin fue el primero en cruzar el umbral de la puerta. La joven se enfadó por dentro porque él no había sido un caballero. Warren vio la situación y le preguntó al herrero cuando este ya estaba sentado.
-¿No te enseñaron modales en tu casa?
-¿Cómo?-preguntó el rubio desconcertado.
-La joven que hay apoyada en la pared-señalando a Sandra- está enfadada contigo porque no la has dejado pasar primero.
El preguntado miró a la joven oriental y luego a Filton, sin importarle como se sentía López.
-Escúchame, esa joven y yo hemos descubierto dos cuerpos sin vida en el Cañón Blanco. Parece ser que alguien ha asesinado a sus amigos.-señalando a la chica.
-En primer lugar, ¿quién es esa joven? y ¿qué hacíais en el Cañón Blanco? y ¿quiénes son esas víctimas de las que me hablas?-preguntó el de la autoridad.
-Son mis amigos-respondió Sandra, caminando hacía la mesa.- íbamos a ir a ese lugar para visitarlo, yo y mis amigos estábamos haciendo una ruta turística, para desengancharnos de tanto trabajo.
-¿Cuantos sois?-preguntó el sheriff, tocándose su mentón.
-Ocho, íbamos a ser nueve, pero uno de mis amigos no pudo porque estaba enfermo.
-¿Y donde están tus amigos?
-En el cañón.-respondió la joven acariciándose su labio inferior.
-¿Has dejado solos a ocho personas en el desierto?-mirando a Kevin.
El preguntado miró a otro lado. Luego volvió a mirarle.
-Lo siento-se disculpó.
-No lo hagas-dijo el sheriff-vamos- dirigiéndose a Sandra.
El cuerpo delgado de la joven junto al sheriff salió de la sala. Kevin, al salir por el umbral y subirse a su caballo fue parado por el sheriff.
-Tu avisa a Samuel y dile que vaya al Cañón Blanco.
-A la orden mi lord- se burló el herrero.
-Hazlo, y no más sorpresas.-sentenció el de la autoridad.
Las dos personas montadas a caballo: la joven y Warren fueron trotando bajo la lluvia hacía el cañón mientras Kevin, de mala gana, fue a avisar al ayudante de Filton, que estaba en casa.
***
Chick Allans, el alcalde del pueblo, estaba redactando un informe donde iba a poner en práctica una nueva ley, dicha ley iba a perjudicar tanto a los ciudadanos como a los forasteros, dado que quería quitar la libertad de llevar el revólver encima dado a los distintos crímenes que habían sucedido en el pasado. Los únicos hombres armados que podían llevarla eran los agentes de la ley. Estaba poniendo la pluma sobre el papel cuando de repente notó que le empezaba a latir más fuerte el corazón de lo normal. Se lo agarró, dejando la estilográfica en la mesa. Su cara gruesa como una pelota y barbuda, empezó a sudar, tener escalofríos. No sabía qué hacer, sentía la muerte cerca. Se levantó dificultosamente, dado a que su cuerpo grueso ya no respondía mucho y sus piernas se habían quedado dormidas. Caminó hacia la puerta, en el momento en el que cogió el picaporte, se quedó inmóvil. Su cara se puso pálida y el dolor aumentó dejándole tumbado boca arriba en el suelo. Murió al instante.
Dos paseantes que en ese momento estaban pasando por delante de la puerta del alcalde, oyeron un "clonck", venía de dentro. Entraron dentro y vieron al alcalde sin vida, uno de ellos le dijo al otro que avisase al doctor.
***
La lluvia hacía dificultosa la llegada al Cañón Blanco, dado que la borrasca aumentaba. Tanto la joven López como el sheriff se estaban empapando de arriba a abajo. Dicho cañón estaba cerca del campamento indio. Al llegar al escenario del crimen, los animales de ambas personas estaban jadeando. Los caballos fueron atados en una rama de un árbol bastante grande que estaban cerca de los dos cadáveres que encontraron el herrero y la joven. Lo único que había frente a ellos eran los cuerpos de la pareja rodeado de charcos grandes de agua. Decidieron esperar debajo del árbol hasta que la borrasca disminuyese. La chica miró a Warren y le preguntó.
-¿Donde están mis amigos?-no viéndolos por ninguna parte.
-No lo sé. Cerca de aquí hay un campamento indio. Podrían estar allí.
La china se asustó más, acariciándose su labio inferior. Ella se tranquilizó un poco de la situación que estaba viviendo. Aunque era decidida, pero estaba asustada. La lluvia duró hasta las ocho de la tarde. Durante ese tiempo Sandra López le explicó a Warren Filton que estaba haciendo ella y sus amigos. Ella y sus compañeros querían hacer una excursión desde hacía tiempo, dado que trabajaban todos los días desde hacía tiempo. Dicha caminata empezó en Tennessee, pasando por el centro de América y llegando hasta Arizona. Antes de estar en Villa Rocosa, estuvieron en otros. Llegaron hace tres horas y media. El sheriff apuntó la descripción de algunos de los amigos de ella, dado que no le quedaban hojas suficientes en el bloc que llevaba. A Filton se le ocurrió la posible idea de que los compañeros de esta estuvieran en el campamento indio. El joven inglés le explicó a Sandra que el alojamiento controlado por los indios era un lugar pacífico, dado que los jefes de la tribu eran amigos de Warren y de sus ayudantes y sabía que no era un poblado salvaje. Eso relajó a la joven un poco, dado que Warren confiaba en West y su hijo Luis, los dos eran de la raza de los soshones.
Ambas personas esperaron hasta las ocho de la tarde, la hora en que la lluvia cesó del todo. En ese momento apareció por el horizonte dos hombres montados a caballo, viniendo desde Villa Rocosa. Warren los identificó cuando estaban cerca del árbol , era Samuel Liverpool y Kevin Notherland. Antes de que desmontasen los dos jinetes, las dos personas, tanto el sheriff como la joven asiática se miraron sus prendas mojadas de la lluvia y el chico sugirió ir al campamento indio a que le dejasen ropas nuevas como préstamo. Sandra, un poco desconfiada, decidió al final hacer caso al agente de la autoridad. Se fijó en que había muchas pisadas de barro húmedas alrededor de ellos. Le tocó el hombro a Warren y se lo dijo. El sheriff también lo vio y pensó que los amigos de Sandra encontraron refugio debajo del árbol, pero ¿adonde fueron luego?
Los dos jinetes se acercaron a la pareja y Kevin intentó saludar a la china. Esta hizo un gesto de desprecio, al ver que este no la trató con educación, dejándola pasar primero en la oficina del sheriff. El herrero no insistió y miró a los hombres.
-¿Que tenemos?-preguntó el ayudante de Filton tocándose la tripa.
-Sandra, este es Samuel Liverpool, mi ayudante.-presentó el sheriff.
Ambos se saludaron y empezaron a investigar el escenario. Primero, tanto el ingles como la china se subieron a sus respectivos caballos y cabalgaron hasta el poblado indio. El sol salía por detrás de una nube e iluminó el gran árbol.
Los caballos de ambas personas llegaron a lo alto de una colina. Warren señaló a lo lejos un conjunto de tipis formando un poblado.
-Ese es el campamento-dijo Warren a Sandra.
-!Aja¡
Los dos bajaron la colina y trotaron hasta la zona india. Al llegar, vieron a muchas personas de caras morenas y algunas llevaban trenzas. No vieron a ninguna persona que conociera Sandra. Ella miró al sheriff y le preguntó.
-¿Donde estarán?
-No lo sé, pero los encontraremos.-tranquilizó Filton.
Luis, un hombre delgado y fornido salió de una de las tiendas y saludó al sheriff.
-¿Y esta joven es tu mujer?-bromeó Luis viendo a Sandra.
-Luis, esta es Sandra López. Ella está buscando a un grupo de gente que podría haber venido por esa dirección-señalando a lo alto de la colina, desde donde habían descendido hace un momento.
El indio miró hacia un tipi y gritó en su lenguaje. En ese momento salió la hija de este, Sitara, joven de piel morena y con una dulce sonrisa que encandilaba a su joven esposo. Detrás de ella, salió otra joven blanca y Sandra la reconoció. Se abrazaron y hablaron durante unos minutos. En ese momento, la joven amiga de Sandra, acompañó a esta y al sheriff a donde estaba el resto del grupo.
Mientras en el escenario del crimen, Samuel analizó ambos cuerpos mientras Kevin se quedaba apoyado en el gran árbol, fumando un pitillo. El hombre murió de seis puñaladas en el torso, según la forma del apuñalamiento, parecía ser hecha con un arma afilada. A la mujer le cortaron el cuello. El grueso hombre pensó que fue una venganza, dado a como se había ensañado con las víctimas. Miró a los alrededores, no había ninguna pisada cerca de los cadáveres, excepto las suyas. Pensó que la lluvia los había borrado.
-Hazme un favor Kevin-mirando al herrero-avisa al doctor y dile que venga.
El que tenía que hacer la obligación, tiró el cigarrillo y se subió a su caballo. Dado que el ayudante ya le había hecho las preguntas necesarias como: ¿qué hiciste cuando hallasteis los cuerpos Sandra y tú?, ¿ cuántas personas eran en el grupo? y ¿si tocaron los cadáveres?, ¿por qué no acompañó al grupo de vuelta a Villa Rocosa?, de las cuales hubo tres respuestas respectivamente, a la cuarta no respondió. La primera respondió que hará cuatro horas o así. La segunda y tercera pregunta negó con la cabeza. El ayudante levantó la vista hacía un árbol que había frente a él y a las víctimas. En él había un mensaje:" Sois los siguientes ". Pensó en a quien iba dirigido ese mensaje, ¿al grupo entero o a unas personas en concreto?
Mientras tanto Warren Filton y Sandra López se cambiaron sus ropas mojadas por la lluvia y la joven hablaba con su grupo de amigos, que al final resultó encontrarlos en el poblado indio. Parece ser que cuando Sandra y Kevin fueron trotando con sus caballos hacía Villa Rocosa con la fría lluvia que había caído, el grupo entero se refugió del temporal debajo del gran árbol. Sin comida, muertos de frio, decidieron subir a los distintos caballos que les había prestado el herrero y dirigirse hacia el norte del cañón. Ahí fue cuando hallaron el poblado donde vivía Luis y West y pidieron un sitio donde poder quedarse hasta que saliese el sol. Al principio desconfiaron de las siete personas, forasteras del poblado, pero cuando se cercioraron de que no eran peligrosos, les dejaron quedarse.
West y Luis entraron en la tipi donde Warren se estaba cambiando de vestimenta. El padre, serio como siempre, desconfiando de casi todo el mundo, esperó fuera de la tienda. Luis hizo lo mismo. El ingles salió con un saco enrollado donde estaba la ropa húmeda.
-Gracias-dijo Warren mirando a ambos shoshones.
-No me fio de ese grupo nuevo de amigos que te has hecho, sheriff-sentenció el padre de Luis, tocándose su pluma roja, que era la central que había en su cinta, que tenía en su cabeza.
-Hace tiempo tampoco me conocías.
No le hizo ninguna gracia. El joven Luis intervino y le dijo.
-No te preocupes Warren, están bien alimentados y cuidados.
El sheriff miró al grupo de compañeros de la joven oriental, parecían que estaban más relajado, después de la situación que habían vivido. No sabía quien más, aparte de Sandra, había visto los cuerpos sin vida de los jóvenes encontrados en el Cañón Blanco. El joven Filton miró a los jefes de la tribu y se lo agradeció a ambas personas. Este continuó con su trabajo, avanzó hacía el grupo y saludó a todos, este se presentó. Fue directo al grano.
-Escucharme bien todos-dijo el sheriff, alzando un poco la voz para que el coro le escuchase- Necesito que me ayudéis a identificar a las dos víctimas encontradas en el Cañón Blanco y que me digáis donde estivéis cada uno en el momento de los crímenes.
-Se llamaban Mike Larkin y Sarah Jones-respondió uno.
-Eran pareja desde hace tiempo-contestó otro.
-¿Y tenían enemigos?
-No que nosotros sepamos, eran buenas personas-respondió un joven por todo el grupo.
El coro lo confirmó.
-¿Y quien descubrió a la pareja?
-Fui yo, junto a Kevin-confesó la china, mirando a Warren.
-¿Tocasteis el cuerpo?-la preguntó.
-No.
-Ese maldito herrero nos dejó abandonados como si fuésemos animales-se quejó uno.
-Disculpa, estamos hablando del crimen, ¿puedo seguir con el interrogatorio?-preguntó el ingles al enfadado.
El indignado no dijo nada.
-Gracias.
Sandra López se sentía atraída por el herrero rubio, pero le había decepcionado la mala educación que tenía. Sus pensamientos volvieron a la realidad cuando Filton la tocó su delgada mano. Sandra, le preguntó.
-¿Que me ha dicho?
-Vámonos al pueblo, para que encontréis un lugar más cómodo donde poder descansar.-aconsejó el sheriff.
La joven, viendo a sus compañeros levantarse del suelo rocoso, en el cual estaba el poblado, hizo lo mismo. Todos los chicos y chicas se subieron a sus distintos caballos prestados. Warren estrechó la mano al jefe de la tribu, este no lo hizo. Después el ingles hizo lo mismo con el hijo, Luis le sonrió y le aconsejó.
-Para lo que quieras.
-Dale un beso de mi parte a tu hija.-dijo el sheriff, sonriendo.
-Lo haré.
Warren fue caminando hacía su caballo, no viendo a Sitara por el poblado. Estaría metida en una de las tipis. Siguió al grupo que subía por el cañón, dirigiéndose al escenario del crimen.
***
En Villa Rocosa, la plaza central del pueblo estaba desértica, dado la solanera que estaba cayendo. Un hombre montado a caballo se paró en el pueblo y pensó ¿donde está la gente?, dado que no vio a nadie a la vista. Con su ropa andrajosa y el sudor que le recorría por la cara, se puso a caminar en dirección al banco de Fuente María. Sean miró al reloj, eran las nueve de la noche, justo cuando él iba a levantarse de su asiento, vio al forastero de vestimenta andrajosa entrar por la puerta. El desconocido, andando de manera extraña, se acercó al ayudante de Pablo Cienfuegos. Estando frente a Lambert, preguntó.
-¿Dónde estoy?-mirando con sus ojos verdes a los alrededores.
Tenía una mirada inquieta, era más bajo que Sean Lambert, además no le gustaba como olía, parecía como si no se hubiese lavado desde hace tiempo.
-Es Villa Rocosa.
-¿Disculpe?-preguntó de nuevo el forastero, poniendo sus ojos saltones fijos en Lambert.
-Esto es Villa Rocosa, le llaman el pueblo de los forasteros, dado que vienen muchos por el paisaje, las mujeres y el juego. También está cerca de la frontera de Méjico- sonrió al final el rubio ayudante de Pablo.
El forastero no se rió, no le había hecho gracia, hizo una mueca y preguntó.
-¿Por qué Villa Rocosa?
- Proviene de un viejo asentamiento minero que estaba en una zona rocosa, hoy ya olvidado ya que sus habitantes viven de la ganadería y el comercio. Además yo nací aquí y mi padre me contaba historias...
El extraño pasó de la respuesta que le estaba explicando Lambert. El ayudante se enfado y se dijo para sus adentros, "que mal educado".
-¿Como se llama?-preguntó Sean.
-Rob Jobs- respondió, estrechándole la sudorosa mano.
El ayudante pasó de darle la mano, le preguntó.
-¿Y qué quiere?
-Comprar un establecimiento que está cerca del saloom...-pensó Jobs- uno que está al lado del local de un tal Lemond.
-El bar de Karl, si ya se cual es.
-¿Y porque se llama Lemond?
-¿Disculpe?-preguntó Lambert un poco desconcertado.
-El bar que voy a tener como vecino, ¿por qué se llama así, Lemond?-mirando con sus ojos saltones al ayudante.
-Porque su dueño se llama así quizá.
El forastero hizo otra mueca y dijo otro "¿disculpe?", Sean Lambert pensó que aparte de ser un maleducado, era un tonto. El banquero entró en la oficina y se sentó en su silla de madera. Allí, le dijo a Rob que trajese su documentación que llevara encima para que él la examinase y que le pagase una cantidad de dinero por el local. Tras eso, Rob se volvió hacía la puerta de salida con su grueso cuerpo y caminó hacía allí, antes de cruzar el umbral, preguntó.
-¿Por qué se llama este sitio el banco Fuente María?, es que aquí adentro había una fuente.-mirando el letrero.
El banquero no respondió, dejó que el otro lo pensase. Rob cruzó la puerta con cara de pasmado.
***
El sheriff y el ayudante volvieron al pueblo junto al doctor que transportaba los cuerpos que aparecieron en el Cañón Blanco. Ellos iban acompañados por Sandra López, ,Kevin y los amigos de la china. Eran las diez y media cuando Samuel y Warren terminaron de interrogar a todos los amigos de Sandra y dejar los cuerpos sin vida de Mike Larkin y Sarah Jones en el cementerio de Villa Rocosa. Los compañeros de esta fueron alojados en el saloom de Jack Lemond, en diferentes habitaciones. Kevin pidió en el mismo lugar donde estaban alojados los testigos, que se le pagase lo correspondiente. Sandra, enfadada con él, le dio el dinero y se fue a dormir. Kevin, se quedó solo en la barra. Era la primera vez que le daba plantón una mujer. Pensó en que había sido un tonto por haberla tratado con mala educación y que le gustaba de verdad. Se tocó su pelo pincho rubio y puso su mano derecha en el asa del vaso de la cerveza. Jack fue adonde estaba este sentado y viéndole preocupado, le contó.
-Está en la número cuatro.
-¿Quien?
-¿Quién crees?-mirando hacia arriba.
El herrero le sonrió y aceptó que Jack le diese esa información. Se levantó del taburete y fue caminando hacía el piso de arriba. Lemond le silbó.
-!Eh¡, págame la cerveza.
El joven herrero bajó de nuevo, con el dinero en la mano y lo dejó encima de la barra. Subió hasta la habitación de Sandra. Estando frente a esta, no sabía que decir, estaba nervioso. Pero le había gustado esa chica y no sabía cómo decírselo. Solo se llevaban dos años de diferencia. Sus nudillos tocaron la puerta, llamó varias veces. La joven Sandra, con su pelo cubierto por una toalla y su cuerpo desnudo, dado que se había dado un baño, se cubrió con otra toalla el resto del cuerpo y abrió la puerta. Los ojos verdes del herrero se encontraron con los ojos negros de la mujer. Durante un tiempo hubo un silencio. Kevin rompió el silencio.
-Mira, sé que soy un tonto y que no se valorar a las personas que me rodean.-contó mientras miraba a la esbelta figura joven de la china- pero quiero aprender de mis errores y pedir perdón a dicha gente.
-¿Qué me quieres decir?-preguntó López, acariciándose su labio inferior.
-Que siento haberte tratado con desprecio.
La joven oriental se pensó en que responderle a eso. Ella quería darle otra oportunidad, pero para ello tenía que conocerle mejor. Ella le dijo.
-Seguro que esto se lo has dicho a muchas mujeres. Pero yo no soy una de esas chicas que con dos palabras se puede llevar a la cama.
-Estuve con otra antes que tú, vale.-confesó Kevin.
-¿Y donde esta?-preguntó enfadada.
-Fue hace mucho tiempo.
-¿Y qué paso?
-Fui un inconsciente y destrocé un matrimonio, vale. Y desde entonces, mucho de los que hay en este pueblo, no me quieren ni ver en pintura.
-Eres un egoísta, un tipo que solo piensa en sí mismo y un maleducado.
Sandra tenía razón, por eso aceptó que le echase la bronca. Al final de dicho discurso, Kevin miró hacía la escalera del pasillo y empezó a andar hacía allí. Sandra le dijo.
-¿Ni siquiera vas a decirme lo que piensas de mi?
El joven de pelo rubio pincho, se dio la vuelta en dirección a la joven oriental. Se puso frente a ella. Sus corazones empezaron a latir más rápido, empezaron a sentirse cada vez más atraídos el uno por el otro. Sus miradas fueron intensas, entonces Sandra rodeó el cuello del joven Notherland, se besaron fervientemente. Él hizo retroceder a Sandra hacía su cuarto. Kevin cogió de las caderas a la joven y la llevó a la cama. López le dijo.
-Cierra la puerta.
El herrero se levantó de la litera y la cerró. Volvió junto a su amada oriental.
***
A la mañana siguiente amaneció con un sol de justicia. Warren se levantó sudando de la cama, se cambió entero de ropa tras un corto baño que se dio. En ese momento, alguien llamó a la puerta de su casa. Abrió, era Juana. Esta estaba compungida por la muerte de Chick Allans, el alcalde de Villa Rocosa. Filton la abrazó y dejó que se desahogase. Tras ese abrazo dado, ella pasó a la casa de su jefe a limpiarla.
-Según he oído por el pueblo, el doctor esta ahora mismo examinándole. Habrá sido un duro golpe para Ilona.
-¿Donde están exactamente?-preguntó el sheriff tocándose su mentón.
-En el cementerio.
-Vale, me voy para ya. Un beso.
Vio que ella iba en manga corta, así que el ingles dejó la chaqueta que llevaba en sus brazos, en una de las sillas del salón. El joven bajó los peldaños, montó en su caballo y se dirigió al cementerio. Pensó en que el alcalde era un buen hombre, el cual le ayudaba en algunas ocasiones a conseguir órdenes judiciales. Estaba triste por dentro porque había perdido a pesar de que el alcalde y este tuviese ideas diferentes, era una buena persona. Tanto Juana como Warren querían a su forma al difunto, porque era un buen hombre.
Yendo al cementerio, vio el nuevo local que estaba al lado del de Jack Lemond otra vez abrirse. Vio en el umbral de la puerta a un hombre grueso con ojos saltones mirarle de forma extraña. Siguió cabalgando. Volvió a pensar en la causa de la muerte de la pareja encontrada en el Cañón Blanco. Uno murió por seis puñaladas en el torso, la joven le cortaron el cuello, además de eso, había un mensaje grabado en el tronco del árbol: "sois los siguientes". Este dedujo que aparte de que el asesino tenía que ser fuerte para matar a Mike Larkin, dado que estaba fornido, tenía que sorprenderles. Pensó que el criminal asesinó primero al chico y después a su novia. El motivo según la forma de morir en ambos casos, era la venganza. Ahora tenía que encontrar al que hizo eso.
Volvió a pensar en el mensaje, por un momento dedujo que habría más crímenes, por el tiempo empleado en la frase, pero ojala eso no se cumpliera.
Al llegar al cementerio de Villa Rocosa, dejó su animal atado a un poste, camino con cara de pena porque iba a ir al funeral de Chick. Vio a un coro de gente alrededor de la tumba del alcalde. Se acercó, llegó al médico analizando el cuerpo del grueso y barbudo Chick Allans. Ilona estaba cerca del sheriff. Warren la abrazó y le dio un beso en la frente.
-Lo siento cariño.-dijo Filton.
Ella lloró, manchándole un poco el hombro al hombre de la autoridad con sus lágrimas. Él le preguntó.
-¿Tienes con quien quedarte?
-Me iré al sur, he de estar lejos de este sitio. No tengo nada que haga que me quede.-respondió la nieta del alcalde, tocándose su pelo rizado.
-Sabes que para cualquier cosa, estaré aquí.
Se sonrieron. Warren fue hacía el doctor para informarse de cuándo sería dicho funeral. José se ajustó sus gafas de culo de botella y le contestó.
-He analizado el cuerpo de Chick Allans y hablado con los que le encontraron. Creo que ha tenido un infarto y dado que no se ha cuidado, eso le ha provocado la muerte.
-Vaya por Dios, ¿cuándo será el entierro?
-Esta tarde, a eso de las seis, seis y media.-respondió el doctor triste.
-Era un buen hombre, me da pena que haya muerto.
El sol estaba deslumbrado a Filton en la cara, este se la tapó con una mano y estuvo pensando en que el local que esta al lado del de Lemond, tenía un nuevo dueño. Se tocó el mentón y preguntó a José Sánchez.
-¿Conoces al nuevo dueño que ha comprado el bar de Karl?
-No, no tenía ni idea de que hubiera vuelto a abrirse.
-Es un tipo bastante extraño, pero a lo mejor sirve buenas cervezas-dijo Warren, pensando en las dos únicas veces que estuvo en el bar de Karl, servía bebidas caducadas.
Este fue denunciado por servir alimentos en mal estado, Karl clausuló el local y se fue a otra parte, a Illinois, de donde era.
Warren vio al doctor volviendo al ataúd abierto de Chick para cerrarlo completamente. El médico se dio la vuelta y le dijo.
-A propósito, no he visto nada más aparte de las puñaladas del joven y del corte del cuello de su novia. Mi opinión, alguien tenía ira por dentro y lo pagó con esta pareja.-se dio la vuelta el médico.
-Venganza.-supuso el sheriff.
-Puede.
El joven de la autoridad se fue del cementerio, montándose en su caballo. Trotó con el sol dándole de frente hasta el saloom de Jack Lemond. Cuando llegó, dejó que su caballo bebiese en el abrevadero que había frente al bar. Al entrar por la puerta corredera, no vio al mejicano en el establecimiento. Pensó que estaría en la cocina.
-!Jack¡
No hubo respuesta. Se acercó a la barra. En ese momento apareció Zoe con su dulce sonrisa en frente de él.
-¿Y tu padre?-le preguntó a la joven.
-Ha ido a visitar a nuestra competencia. Creo que el bar de Karl ha vuelto a las andadas.
-Pero con un nuevo dueño.
-¿Si?
-Sí, dado que Karl no tenía familia. Que supiéramos.
La joven se mordió las uñas y el joven le preguntó sobre donde estaban el grupo que vino ayer. La chica señaló con un dedo índice al piso de arriba.
-¿Quieres algo de desayunar?-preguntó la mejicana.
-Un café y unas pastitas.-respondió el sheriff.
Warren fue yendo en dirección a las escaleras, cuando se paró de repente y miró a Zoe.
-Ha sido una pena lo del alcalde.
-Lo sé, me enterado hace poco. Ilona lo estará pasando mal.-contestó la joven triste.
-Me guardas el desayuno, ¿por favor?-pidió el sheriff quitándose el sombrero de su cabeza.
-Por supuesto-sonrió esta.
El sheriff subió los peldaños poco a poco. Al estar en el pasillo, vio a Kevin salir de una de las habitaciones. Este se estaba poniendo la parte de arriba de la vestimenta andrajosa que llevaba. Oyó como decía el rubio herrero un "adiós" a alguien que había al otro lado de la habitación. No vio quien era, Warren se acercó más a Notherland. El hombre de pelo pincho rubio se dio la vuelta, se asustó al ver que el sheriff estaba a poca distancia de él.
-Menudo susto me has pegado-soltó Kevin a Warren, tranquilizándose, dado que su corazón estaba latiendo fuerte.
-¿Con quién estabas?
-No te incumbe.
El herrero se ajustó el jersey que llevaba y se fue del pasillo. Filton sonrió, pensó en llamar a la puerta por la que había salido hace unos instantes Kevin. Al poner los nudillos en la puerta, esta se abrió de repente. Sandra, que salió sin mirar, se tropezó con el joven sheriff. Ella retrocedió y volvió a entrar en el cuarto.
-!Eh, tranquila¡, soy yo, Warren. Siento haberte asustado-dijo este.
-No pasa nada.
-Ya eres la segunda persona que asustó-bromeó este.
La joven oriental se acarició el moño que llevaba y luego salió de su habitación. Filton pensó en la mujer con la que había pasado la noche Kevin, mirando la esbelta figura que tenía la joven medio china, medio española. Se rió por dentro. Luego, viéndola que estaba llamando a las puertas vecinas para que saliesen sus amigos. El sheriff le preguntó.
-Hayamos un mensaje en el tronco del árbol que había frente a tus amigos muertos-sacó la amarillenta libreta para ver el mensaje-"Sois los siguientes", ¿quien quería amenazarles?
-No sé de que hablas, pero tanto Mike como su novia eran personas buenas y hay que ser un cabrón para matarlos.
-Alguien os ha amenazado y ha matado a dos amigos vuestros. Ayúdame a encontrarle.
-Ya le he dicho que no sé nada de esa nota.
-De acuerdo. ¿y tus amigos?
-Puede preguntárselo.-respondió Sandra seria.
Warren pensó que le ocultaba algo, por el comportamiento que estaba teniendo, pero no tenía pruebas para ello. Solo le que quedaba una vía.
-¿Me está ocultando algo?-la preguntó.
-No.-respondió ella, acariciándose su labio inferior.
En ese momento salió de sus habitaciones los diferentes amigos de López. Se sorprendieron de ver a su amiga con el sheriff. La joven oriental se ajustó su vestido rojo ceñido y bajó con sus compañeros las escaleras al piso de abajo. Filton fue el último en bajar.
Estando sentado en una mesa grande redonda en el bar de Lemond, rodeado por los amigos de las víctimas. Sandra, con expresión sería, mirando fijamente al sheriff, estaba sentado frente a él. Filton se estaba tomando el desayuno que había pedido a Zoe. Uno a uno estaban viendo la situación, uno de ellos rompió el silencio.
-¿Pasa algo?-preguntó a Sandra.
-Pregúntale a él-respondió ella, señalando al ingles.
Todos miraron a Warren, esperando respuesta.
-¿Les suenan este mensaje encontrado en el tronco del árbol que había frente a vuestros amigos muertos, "Sois los siguientes"?
-No, ¿por?-preguntó uno de ellos.
-¿De verdad?-respondió Warren.
-No siga por ahí-dijo otro, mirando serio al sheriff.
-Cállate tío-replicó otro.
-Escúcheme todos-irrumpió Warren-han matado a dos de sus amigos y no decirme nada que me pueda facilitar algo para hallar al asesino, es un delito. Así que os lo preguntare otra vez, ¿qué significa esa frase para vosotros?
Nadie respondió.
-Tengo un funeral a las seis de la tarde y quiero una respuesta antes de esa hora. Piénselo bien antes de que se les ocurran irse de Villa Rocosa, hablaré con todos mis amigos del pueblo para que les vigile, para que no se escapen. Y si intentan huir-hizo respiro, terminándose el desayuno.- Pondré precio a sus cabezas, "vivos o muertos"-terminó sonriéndoles.
Todo el grupo se quedó en silencio tras el discurso que les había soltado el sheriff. Zoe le miró con asombro a Warren, este le guiñó el ojo mientras pagaba el desayuno.
El sheriff del pueblo fue preguntando a los establecimientos de alrededor, preguntando por si había alguien, aparte de los agentes de la autoridad, que buscase al grupo de Sandra. En medio de esa búsqueda, conoció a Rob Jobs, el dueño del bar de al lado que le hacía la competencia a Jack Lemond. El hombre de ojos saltones le empezó hacer tantas preguntas sobre los nombres de los salooms que había en el pueblo, Filton tuvo que dejarle que pensara en las respuestas. La búsqueda no dio mucho fruto, dado que los lugareños no conocían a nadie que hubiese preguntado por los amigos de Sandra López. Llegó a la estación del ferrocarril, allí, Freddie Russell le informó sobre que había un hombre preguntando sobre los amigos de Sandra, el jefe de estación no sabía cómo se llamaba el desconocido, pero si podía describírselo. Warren cogió papel y lápiz para hacer el dibujo: Tenía la cara tosca, barba de hace unas semas, ojos verdes oscuros, pelo corto moreno. Fred dijo que iba con traje y corbata, tenía aire de caballero y sonriente.
Eran las cuatro de la tarde, Filton tras haber conseguido la única pista del caso, comió un poco en casa. Se acostó un poco, dado el sueño que tenía. A eso de las cuatro, Warren se levantó de la cama y abrió la ventana de su cuarto. Se cambió de vestimenta, esperó a que Juana viniese de nuevo a su casa. Mientras esperaba, bebió unos cuantos vasos de agua y comió unas galletas que había preparado su criada al mediodía. La mujer llamó a la puerta y este se fue a la oficina. Seguía haciendo un calor de justicia, por eso se puso su sombrero con el ala para abajo y llenó de agua la cantimplora que llevaba siempre en sus viajes.
En ese momento, un sirviente de Jack Lemond, fue corriendo hacia Warren, el animal de Filton gimió por el susto que le había dado el hombre. Por poco el sheriff pierde el equilibrio y se cae del caballo.
-Han encontrado dos cuerpos más en el establecimiento.
-Vamos.
Los dos fueron al bar a toda velocidad. El agente de la autoridad dejó atado su caballo a un poste. Entró después del sirviente al saloom. Menudo calor hace, pensó. Fue hacía el piso de arriba, supo donde era, al ver un coro de gente, Sandra y Kevin estaba entre ellos. Pasó forzosamente hacía la habitación donde había ocurrido el crimen. Kevin le reprochó.
-¿Que les has dicho a Sandra?
-No tengo tiempo para hablar de esto.
Él ofendido y su novia se enfadaron con Warren, pero el herrero no sacó su revólver porque sabía que su oponente era un buen tirador. Samuel junto al doctor analizaron a las víctimas y el escenario. El sheriff soltó.
-Y de dos, pasan a ser cuatro víctimas.
-No hay mensaje esta vez-aseguró Samuel, viendo el cuarto.
-Misma manera de morir-dijo el doctor, volviéndose a Warren.- Al hombre le apuñalaron seis veces en el torso y a la mujer le cortaron el cuello.
-Algo malo paso y acabó mucho peor.-sentenció Filton.
-Los de ahí afuera, tienen un cabreo, ¿se puede saber que les has hecho jefe?-preguntó Samuel, señalando a los amigos de Sandra que quedaban con vida.
-Les he dicho que me den una respuesta porque creo que saben que significa la frase que encontramos en el primer crimen: "Sois los siguientes".
-¿Y qué pasa si no lo saben?-preguntó el doctor.
-Lo saben, créeme. Y si no me lo confiesan antes de las seis, les detendré. Y si huyen, los pondré a todos en busca y captura.
Los dos se rieron de lo que había dicho el sheriff, incluido él. Echaron un vistazo al cuarto, el equipaje de la pareja sin vida estaba. José dedujo que hubo unas cuarenta y ocho horas de diferencia entre el primer y el segundo crimen. No fue un robo, fue algo personal según las heridas que tenían las cuatro víctimas. No había ninguna prueba que dejara el asesino en el cuerpo de sus víctimas o en el cuarto. Samuel informó a Warren de que los restantes compañeros de las víctimas estaban en el piso de abajo cuando se cometió el segundo asesinato: jugando a las cartas, bebiendo cervezas y dando una vuelta por los alrededores. Había testigos que lo confirmaban las coartadas, incluida la de haber visto a Kevin y a Sandra juntos por Villa Rocosa, dando un paseo. Así que el sheriff y el ayudante pensaron que el asesino entró sin ser visto en el saloom, seguramente por la puerta trasera, y mató a las siguientes víctimas. Estaban seguros de que era el mismo criminal, dado que las cuatro víctimas presentaban los mismos cortes. Ahora tendrían que averiguar quién lo hizo y el porqué.
El sheriff junto a Samuel salieron al umbral de la puerta, alrededor de ellos estaba, formando un coro, los amigos de Sandra. Filton vociferó.
-Escúchenme de nuevo, ¿ han pensado en lo que les dije en el desayuno sobre la frase del árbol: "Sois los siguientes"?
Hubo otro silencio.
-Si no nos dicen algo que pueda ayudarnos a atrapar al asesino de sus amigos-siguió Liverpool- estarán todos arrestados.
-Además, hay sitio en los calabozos de la oficina-siguió Warren, contando a las cuatro personas que quedaban en el grupo de Sandra.
La joven oriental se echó el pelo para un lado y contó.
-Eso fue hace tiempo. En Tennessee, hubo un joven que le gustaba cuando yo tenía quince años. Yo en aquella época tenía novio y fuimos unos inconscientes.-señalando a sus cuatro amigos.
-Deja de hablar-intervino uno.
-No interrumpas- dijo Warren, señalando al joven, miró a López- Sigue por favor.
La chica continuó.
-Mi novio y los demás decidimos gastarle una broma. Tim no sabía que yo tenía chico, así que me ofrecí voluntaria para quedar con él en el bosque que había al lado de mi pueblo. El plan era que Tim se enterase de una vez que yo tenía novio y de que él no me interesaba.-Kevin la soltó de la mano.-Cuando se enteró de aquello, Tim entró en una depresión y no volvimos a saber más de él.
-¿Tim era el de la broma?-preguntó el sheriff.
Asintió Sandra con la cabeza.
-No creo que nadie quisiera vengarse después de diez años por haberse reído de él, ¿hubo algo más que burlas aquel día?-preguntó Samuel, tocándose su tripa.
Uno de los compañeros miró a la habladora para que no dijese nada sobre lo que paso luego. Kevin ordenó a la china que soltase lo otro.
-Mi novio y unos cuantos más le cogieron, arrinconándole en un árbol. Le dieron con un trozo de palo varias veces en su grueso cuerpo. Le apalearon y nosotras....-contó Sandra.
-Continua.
-No hicimos nada para evitar dicha paliza, solamente nos reímos de aquello.
-¿Y dónde está tu novio?-preguntó Filton.
-Es el que estaba enfermo, el que no pudo venir a la excursión.-dijo otra joven.
-Es mi ex-novio.-corrigió a Warren.
-¿Y esa frase escrita en el árbol?
-Fue lo que nos dijo aquel día Tim cuando estaba tumbado en el suelo: "Os arrepentiréis, seréis los siguientes" -siguió otro joven.
-Disculpar, ¿podría ser este Tim?-preguntó Warren, sacando de su bolsillo el dibujo del sospechoso que había descrito Freddie Russell.
Se lo enseñó al grupo. Todos asintieron y uno de ellos comentó.
-Sin la barba, podría ser él.
Ya tenían un sospechoso en la lista, y era su única pista del caso. Los jóvenes se pusieron nerviosos porque se sentían presionados por la autoridad y porque pensaban que el asesino podría estar cerca de ellos, observándoles, y podrían ser los siguientes. Tanto Warren como Samuel dejó irse al grupo si les ayudaban a llevar a sus difuntos amigos al cementerio. Dos del grupo ayudaron a los de la autoridad a llevar a sus compañeros muertos a necrópolis. La temperatura había bajado un poco, pudieron llevarlos con dificultad al sitio. Celebraron el funeral de Chick Allans. Cansados, volvieron a Villa Rocosa. Fueron directamente a la oficina del sheriff. Tanto Warren como Samuel analizaron el caso desde el principio. Supieron que el ex-novio de Sandra no fue al viaje porque estaba enfermo. Pero y si en realidad no lo estaba y le ocurrió otra cosa. También sabían desde donde viajaban. El grupo salió de Tennessee hará cinco semanas según lo que le dijo Sandra a Filton, por otra parte estaba el asunto de Tim, ¿tendría algo que ver un caso con otro?, ¿Tim asesinó al ex-novio de la china por lo que ocurrió hace diez años? Samuel estuvo con su jefe en el motivo de los asesinatos, fue la venganza. Ahora tendrían que encontrar al sospechoso y averiguar si seguía vivo el ex-novio de Sandra. Se les hicieron las diez de la noche cuando salieron del trabajo. Antes de irse, Warren escribió una carta a Tennessee para averiguar si ese joven seguía vivo.
Mientras Samuel volvía a su casa, Filton fue a la estación de ferrocarril para enviar ese mensaje al estado de donde eran las víctimas.
A la mañana siguiente, el sheriff estaba disfrutando de las bajas temperaturas que hacía. Aunque estaba más abrigado que ayer. Este estaba escribiendo distintos informes cuando de repente entró Fred por la puerta de la oficina y le entregó un sobre.
-Es de Tennessee-dijo Russell, ajustándose sus gafas de culo de botella.
-De acuerdo.-respondió el ingles dándole la paga.
El jefe de estación cogió el dinero y se fue de la oficina. Filton leyó varias veces la respuesta de ese estado. El sheriff se lo enseñó a Samuel cuando este cruzó el umbral. Liverpool se sorprendió y comentó a Warren.
-Así que Jimmy Taylor, el ex-novio de Sandra López llevaba muerto hace tres semanas en su casa. E iba a ser la novena persona que iba a ir a la excursión, sino hubiera estado enfermo.
-Pero acabó muerto. Las heridas eran similares a las de las de los otros dos jóvenes varones. Le apuñalaron seis veces en el torso.-terminó Warren.
-¿Y qué hacemos ahora?
-Busquemos a nuestra única pista.
Fueron a distintos establecimientos a preguntar por el dibujo de Tim, en la mayoría, la respuesta era que no le habían visto. Los dos hombres estuvieron desmoralizados tras haber estado tres horas preguntando por los salooms y los otros negocios sin obtener ninguna respuesta. Volvieron a los mismos lugares otra vez a preguntar. A eso de las doce de la mañana, llegaron con las camisas sudadas al bar de John Kruger. Pensaron que las temperaturas habían subido unos cuantos grados en solo tres horas. Estando allí, pidieron unas cervezas en la barra. El sheriff le enseñó el dibujo al ex-abogado, mientras que este le echaba la cerveza en el vaso. Los ojos azules de John miraron fijamente al papel y puso una mueca.
-Se parece al hombre que he servido hace un momento.-dijo el barman.
El camarero señaló a un hombre grueso y con barba que estaba sentado cerca de ellos. Los dos agentes de la autoridad se dieron la vuelta y vieron al delincuente. Los hombres pagaron sus bebidas y fueran con ellas en las manos hasta el sospechoso. El forastero con sus ojos verdes apartándolos del periódico que leía, se fijó en que le estaban observando.
-¿Quieren algo?-preguntó Tim con una mueca.
-¿Es usted Tim?-dijo uno de los de la autoridad.
-¿Por qué?, ¿quién quiere saberlo?-acariciándose la barbilla.
-Nosotros.-respondió Filton con una sonrisa.
-Sí, soy Tim Murphy. ¿Ocurre algo?
-¿Conoce a Sandra López y a Jimmy Taylor?
-No.
-¿Y a Mike Larkin y Sarah Jones?
-Tampoco, ¿por?
-Porque cinco personas han sido salvajemente asesinadas, y Sandra López y el resto de sus amigos le han acusado a usted como acosador.
-¿Ha estado alguna vez en el Cañón Blanco en los últimos días?-preguntó Liverpool.
-No sé qué es eso.
-Entonces, ¿no le importara que le hagamos unas preguntas en la oficina?-preguntó el ingles, viendo la mucha gente entrar en el local y armar bullicio.
-Tengo que partir dentro de una hora, así que si me disculpan, primero iré a por mi equipaje.-contó Murphy.
-De acuerdo, le esperamos.-dijo uno de la autoridad.
Tras eso, el sospechoso fue al piso de arriba del bar de John, mientras los agentes de la autoridad, le esperaban en el umbral de la puerta del bar. No se fiaban mucho de Tim, dado que podía haberles mentido o haberse fugado ya, porque habían pasado ya cinco minutos y este no bajaba por las escaleras. Warren sabía que en el saloom de John, la puerta de atrás estaba atascada. Pero podía salir por una ventana que había al lado de la puerta. No se arriesgaron a perder la única pista que tenían. Así que entraron en el establecimiento, pero cuando iban a dirigirse a las escaleras, vieron a Tim Murphy bajar por ellas con su equipaje. Los agentes de la autoridad pensaron que no tenían ninguna prueba física contra él. Solo cabía esperar que entre sus cosas, hubiera algo manchado de sangre para llevarle a la horca, y si conseguían una confesión, mejor. Pero por otra parte Tim, no tenía pinta de tonto y podía haber tirado el arma del crimen y la prenda llevada en aquel instante a cualquier sitio, podía haberlas enterrado.
Un rato más tarde, el sheriff, el ayudante y el sospechoso trotaron hacía la oficina. Tim bajó del caballo de Warren, que iba como acompañante. Cogió su equipaje y esperó a que los agentes le condujesen hacía la sala de interrogatorios. Filton abrió las ventanas del cuarto mientras los otros dos se sentaban en las sillas que había. El ingles fue el último en acomodarse. Tim miró al reloj: eran las diez menos cuarto, luego se acarició la barbilla y miró a ambos agentes de la autoridad.
-Tengo prisa por marcharme, así que sean rápidos-dijo con una sonrisa el sospechoso.
-En primer lugar, usted asegura que nunca ha estado en el Cañón Blanco, ¿verdad?-empezó el sheriff.
-Así es, ¿por?
-Porque habrá oído que allí ha habido un horrible crimen, ¿no?
-Sí, algo he oído.
-Esas víctimas eran amigos de una tal Sandra López, la cual asegura que usted estuvo enamorado de ella hace un tiempo, ¿le suena ese nombre?
-No recuerdo ese nombre.
-¿Y el de un tal Jimmy Taylor, el ex-novio de ella, que le dio una paliza hace años?-intervino Samuel.
-No.
-Qué extraño, porque los amigos de dichas víctimas le recuerdan como el chico en el que entró en una horrible depresión después de aquella paliza.-exageró Warren.
Murphy rió. Luego contestó.
-No me suenan esos nombres, está claro. Así que si me disculpan.
-Una cosa más. ¿Usted hace tiempo dijo esta frase: "Os arrepentiréis, seréis los siguientes"?-preguntó Filton mirando sus notas.
-No-contestó el interrogado con aire tranquilizador, acariciándose su barba negra.
-¿Podemos echarle un vistazo a su equipaje?-preguntó Samuel señalando a la bolsa, que estaba al lado del sospechoso.
-¿Traen una orden?
-No.
-Pues entonces, me voy-terminó Murphy.
-¿Y porque Freddie Russell, el jefe de estación, le recuerda preguntar por los amigos de una tal Sandra López?
-Era otra persona, es decir, mis amigos pasaron hace un tiempo por aquí y en la carta que me enviaron me decían que estaban aquí. Y esa tal Sandra, era mi ex-mujer, que también estaba en el grupo.
-¿Y la carta?
-La tiré.
Los agentes sospecharon de él, al no ver ningún anillo puesto en sus dedos.
-¿Y su anillo de casamiento?-preguntó el sheriff.
-Me lo quite hace tiempo-respondió el sospechoso frunciendo el ceño.
-¿Donde estuvo hará tres días entre las cuatro y las cinco de la tarde?
-Echándome la siesta. No había testigo.
-¿Y ayer a la misma hora?-preguntó Samuel.
-Lo mismo, ¿puedo irme?-preguntó Tim enfadado porque creía que iba a perder el tren.
-Sí, no tenemos nada contra usted.-dijo Warren.
Cuando el sospechoso cruzó el umbral de la puerta de salida hacía la oficina, Warren se enojó consigo mismo por no haber atrapado al asesino. Posiblemente no fuera él, pero tenían la certeza de que era, aunque no tenían ninguna prueba para demostrarlo. El asesino se subió al tren de las diez y media y se marchó de Villa Rocosa. Mientras tanto Kevin, desde su herrería, vio alejarse a un carromato donde estaban montados Sandra López y los amigos supervivientes. La joven oriental y él no se despidieron porque se enfadaron la última vez que se vieron, después de que el sheriff interrogase a Sandra y a sus amigos en el segundo escenario del crimen. La conversación que tuvieron después Kevin y ella fue muy acalorada. Decidieron romper lo poco que habían estado juntos, el motivo fue los ocultamientos de ella hacía él respecto a que no le había contado lo del ex-novio que tuvo, ni tampoco lo de Tim Murphy.
FIN