2x06: Oro ensangrentado

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Anthony Trumpets es asesinado en el parque de Villa Rocosa, a medida que Warren Filton y Samuel Liverpool investigan dicho asesinato, averiguaran que un antiguo ex-socio de la víctima, Vondie Laurence está implicado en el crimen y el motivo eran monedas de oro robadas. Por otro lado, Edward Richard ayuda a Sean Lambert a solucionar un embrollo en el cual el banquero se había metido hace tiempo.


Cuando Warren Filton investigó el cuerpo encontrado sin vida de la joven morena semidesnuda, cerca de uno de los ranchos. La víctima era mejicana, cabello castaño. La causa de la muerte según el doctor de Villa Rocosa fue ahogada hará más o menos entre hace diez o doce horas, el galeno le comentó al sheriff que este caso le recordaba al que investigó hace tiempo, el de Ramona González. Esa joven fue asfixiada con una almohada en una habitación de un saloom. El agente de la autoridad preguntó a Samantha Illinois, dado que Ramona era su amiga. La vecina de Filton identificó a la nueva víctima encontrada cerca de ese rancho como Luisa Fernández. Sabían que lo único que tenían en común era Antonio Romero, un chico al cual ellas humillaron hace tiempo. El sheriff y sus ayudantes enviaron telegramas a los distintos pueblos y estados colindantes para haber si encontraban al sospechoso. Dado que la última vez se les escapó de Villa Rocosa. El ingles pensó en como hallarle si nadie sabía dónde estaba. Lo único a quien el asesino faltaba por matar era a su vecina, para cerrar el círculo. Pero, ¿cuándo volvería actuar?, ¿sería aquí o en otra parte?


No hubo ninguna respuesta sobre donde se encontraba el sospechoso. Por esa razón dejaron el caso abierto. Varias semanas después el médico estaba sentado en su consulta cuando un niño entró en la habitación. El crio jadeando, se sentó y esperó a que José le trajera un vaso de agua. Cuando el pequeño, que estaba con su chaqueta y pantalón que iban a juego, bebió todo el agua y se serenó, le empezó a explicar lo que encontró en el parque, ese lugar estaba casi en el centro del pueblo.

-He visto a un hombre malo cometer algo malo.-contó el crío quitándose el polvo de su chaqueta.

-Dime, ¿qué has visto?-preguntó el doctor ajustándose sus gafas de culo de botella.

-A un hombre que ha matado a otro en el parque.

-¿Y cómo era ese hombre?

-No lo sé con exactitud, creo que era negro.

-¿Y el hombre al que mató?

-Era de la misma raza.

-¿Me lo podrías describir a ambas personas?

-Puedo guiarte hasta uno de ellos.

-Muy bien Simón, pero antes se lo diremos a Warren, ¿de acuerdo?-le propuso José limpiando sus gafas.

-Hecho.-contestó el crío, sonriéndole.

El médico le guiñó el ojo. Tras eso, el médico cerró su consulta y se fue con el niño escaleras abajo. Se despidieron de Jack Lemond, que estaba atendiendo a un cliente. Los dos se dirigieron andando hacía la oficina del sheriff. La mañana era despejada, con un frio que hacía que los lugareños fueran tan abrigados. Al llegar al sitio donde trabajaba Filton, este estaba con un candelabro cerca de él para calentar sus manos, escribiendo un informe.

-Sheriff-dijo el doctor, carraspeando.

El llamado vio a los interesados en el umbral de la puerta e hicieron que pasase. El doctor cerró la puerta detrás de él. Se sentaron en las sillas frente al agente de la autoridad.

-Bien, ¿qué ocurre José?, ¿que hace que no estás en tu consulta?-mirando primero al doctor.

-Este pequeñajo tiene que contarte algo-contestó este mirando al crío que estaba hurgándose en la nariz.

El sheriff miró al niño. Este dejó de hurgarse y le contó asustado.

-He visto a un hombre de raza negra matar a otro en el parque.

-De acuerdo, me podrías describir al asesino.

-No, pero te puedo ayudar a encontrar al otro tipo.

El sheriff le chocó la mano al crío y le preguntó.

-¿Y no tenías miedo cuando viste el suceso?

-Un poquito, pero mi padre me enseñó a ser fuerte.-contestó el pequeño con los ojos mirando hacía el suelo.

-De acuerdo.

El sheriff se puso su abrigo de piel y fue junto al niño y al doctor, que también se abrigaron. Los tres anduvieron hacía el parque, dado que estaba cerca del centro del pueblo. El niño guió a los dos adultos por el parque ante el cuerpo sin vida. Un negro de un metro setenta, fornido como un toro y cara de poco amigos y con un pañuelo negro que cubre su calvo rota, el sheriff lo reconoció, era Anthony Trumpets. José le tapó los ojos al pequeño cuando su compañero le dio la vuelta a la víctima. El negro tenía dos orificios de bala en el torso. Se fijó en que en una de sus manos había una moneda de oro, era grande. Tenía un valor incalculable, pero ¿por qué dejarlo en el escenario del crimen?, el objeto podría valer mucho. Tras eso, dejó que José viera a la víctima y diera su teoría. José Sánchez se ajustó las gafas de culo de botella y dijo.

-Murió hará una hora más o menos-dijo el galeno mirando a Anthony.-según la temperatura del cuerpo.

-Algo malo paso y acabó mucho peor. Tal vez robaron más de una moneda de oro y eso fue un buen motivo del crimen.

-Sí, pero, ¿de dónde lo robaron?

-Buena pregunta. Simón, ¿cómo era el otro tipo, el que huyó del parque?

El crio se lo describió. Tenía la cara redonda, pelo corto, ancho de espaldas y de complexión media. Con el pelo castaño y barba de tres días canosa. No le vio bien, por esa razón le dijo que no recordaba nada más al sheriff. Filton le dijo que no pasaba nada y le dejó marcharse a su casa.


Tanto el médico como el agente de la autoridad pensaron en cómo decirle a Brian Ashmore, el barbero del pueblo, que había muerto su ayudante. Filton recordó en lo que le dijo Sean Jackson, un ex-compañero y delincuente que conocía a Anthony Trumpets hace tiempo, este negro le contó que había un hombre que tanto la víctima como él, conocían y cuando se enterara de que Anthony le estaba robando, le mataría. Sean dijo que al hombre al cual el muerto le estaba robando se llamaba Vondie, el cual era su jefe de los forajidos. También sabía que Anthony Trumpets estaba en la misma banda que ese tal Vondie y que dicho jefe había puesto precio a la cabeza de la víctima por robarle a su propio grupo todo el dinero que tenían, de los muchos golpes que habían realizado. También había otra razón por la cual se fue de la banda, porque tuvo un romance con la novia de Vondie.

***

El ayudante de Warren llegó a la oficina y se sentó en su mesa. Edward estaba en la oficina haciendo informes cuando vio a un hombre apuesto apoyado en el umbral de la puerta. Al principio, no le veía bien porque le tapaba el ala del sombrero. Cuando el desconocido miró con sus ojos azules claros a los de Richard, este le reconoció, era Neil Lambert. Había adelgazado un poco más desde la última vez que estuvo en Villa Rocosa. Seguía estando fuerte como un toro y siempre decía que Emily Mcadams se enamoró de él gracias a su pelo rubio.

-Hombre, cuánto tiempo-saludó el ayudante levantándose de su silla.

Se estrecharon la mano. El invitado se acarició su cabello y le comentó al otro.

-Pues he vuelto a Villa Rocosa a visitar a mi hermano Sean.

-Me alegro, ¿y dónde estáis viviendo ahora Emily y tú?

-Pues en un pueblecito del estado de Filadelfia.

-De acuerdo, creo que esta en el banco, trabajando.

-Vale, iré a visitarle. Bueno, solo pasaba por aquí para saber cómo os iban las cosas ¿y Samuel y Warren?-preguntó Neil acariciándose su pelo.

-Ocupados en otro caso. Yo bien, estoy con Shonda desde hace más de un año. La verdad es que estamos muy felices, tenemos nuestras broncas pero la quiero.

-Diles al sheriff y a Samuel que me quedaré en Villa Rocosa durante unos días y me alojaré en el saloom de Lemond.

-De acuerdo, ¿y os va bien la vida allá, en Filadelfia?

-Sí, bastante bien.

-Bueno, te dejó que vayas al saloom a dejar el equipaje-contó el hombre del pelo canoso viendo el equipaje.

Neil cogió las dos maletas y se las llevó de la oficina. El ayudante se fue a sentar pero una voz hizo que no lo hiciera. Dicho sonido procedía de afuera que venía hacía el interior. En ese momento Neil y otro lugareño del pueblo volvieron a entrar en el recinto.

-Edward, ha ocurrido algo.-soltó el ciudadano, que era el más mayor de los dos.

-¿El qué?-preguntó Richard.

-Mi hermano ha disparado en defensa propia a un hombre-contestó Neil.-Por lo menos es lo que le ha contado a...

-Ramón, me llamo Ramón.-contestó el viejo con cara extraña, dado que era su vecino cuando Emily y él vivían en Villa Rocosa.

-Eso.

El ayudante cogió las cartucheras y su revólver de encima de la mesa y fue hacía afuera. El frió seguía, era un mes del cual las temperaturas subían y bajaban, dado a que había días que hacía frío y calor, y días como este, que hacía que los lugareños se abrigasen. El hombre de pelo canoso se puso una prenda del cual le protegiese contra el temporal, miró a sus acompañantes y vio a Neil Lambert ponerse un atuendo para abrigarse. Juntos se acercaron a la casa de Sean. Seguía viviendo con Brithany en una casa de madera vieja y desgastada. Vieron la puerta de la casa abierta del todo. Los dos más jóvenes del trío desenfundaron sus revólveres y pidieron al más mayor que se quedase en el porche. Al entrar, vieron los muebles tirados por el suelo, al igual que los demás objetos. A un lado se vio a Sean Lambert con su arma de fuego fuera de su funda, estaba asustado, con las manos temblorosas y su pelo desaliñado. Este miró hacía los pistoleros y los reconoció.

-¿Que ha pasado?-preguntó uno de los vaqueros, que estaban apoyados en el umbral de la puerta.

-Ese hombre se llamaba Víctor East.-señalando al hombre sin vida que estaba al otro extremo del cuarto.

Los dos volvieron y vieron a un hombre canoso, igual que Edward Richard, ojos verdes oscuros, corpulento, de espaldas ancha, de unos treinta y muchos años, traje caro oscuro y con Colt 45 desenfundado. La víctima murió de un orificio de bala en el pecho. El ayudante miró a Lambert y le interrogó.

-¿Quién es este tipo?-tocándose su cabello canoso.

-Es un tipo el cual me amenazó-respondió Sean nervioso.

-¿Por qué?, ¿qué ha ocurrido?

-Fue un asunto de faldas. El hermano de este, Raymond East, tenía una mujer que era una belleza. Pues bueno, entre ella y yo surgió un romance y él-señalando de nuevo al muerto-lo supo, no sé cómo, pero creo que se lo dijo a Ray.

-Y ellos han venido a buscarte, ¿no?-dijo Neil.

-Así es. No sé como lo han hecho, pero me encontraron.

-¿Como les conocisteis?

- Nunca trabaje para ellos, conocí a su mujer Mercedes la cual tuve la aventura y hace poco que me fueron a visitar. Hermano, tú estuviste en la partida de cartas que se jugó ayer por la noche.-señalando al joven rubio.

-Sí, eso es verdad Edward. Ayer Raymond, la víctima y unos hombres más que trabajaban para ellos le retaron a una partida en el saloom de Lemond.

-¿Jack estuvo presente?-preguntó Edward.

-Así es, te lo podrá confirmar.

-¿Y sabéis como es ese tipo, Raymond East?

-Sí.

-¿Y donde vive?

-No lo sabemos-respondió uno de los hermanos.

-Está bien, a ver si me quedado claro. Tú-señalando Edward a Sean- mantienes un romance secreto con la mujer de un pistolero y al cabo de un tiempo este te encuentra para retarte a una partida, de la cual tú también eres presente-señalando a Neil.

-Así es-afirmó su acompañante.

-¿Y qué te apostaste Sean?

-Si ganaba la partida no le daría dicho sobre que él poseía a mi mujer y quiso que le diese unos novecientos dólares por adelantado, antes de jugar esa partida.

-¿Se lo diste?

-Un poco menos de la mitad. Para ser más claro, veinte dólares. Ray me amenazó para que le diese el resto hoy, antes de que se lo contase a Britanhy.

-¿Y qué hay en el sobre?-preguntó Edward.

-Una carta que le escribí a Mercedes hace tiempo.

-Y si no reúnes esa cantidad, Ray le dará esa carta a tu mujer para que descubra a tu amante.

-Así es-afirmó el interrogado.

-¿Y donde empezó todo?

-En Lees Ferry, Arizona.

-Así que la víctima y su hermano son de allí, ¿no?

-Sí.

-Muy bien, voy a dibujar a este tipo y colgarlo en Villa Rocosa para saber si alguien saben donde viven los hermanos, ¿ayer por la noche, estaba la mujer de Raymond?-contó Edward.

-No estaba en el local.-contestó Sean asustado.

-De acuerdo. Luego preguntaré a Jack por si él sabe donde vive el que te amenazó-dijo Edward riéndose- que sabe donde vive todo el mundo.

-Vale.

-Pero, ¿por que envió a su hermano a matarte?-preguntó Edward mirando a la víctima.

-En realidad fue por una discusión que tuvimos. Víctor se mosqueó por el romance que tuvimos Mercedes y yo hace tiempo. Creo que él también estaba enamorado de la mujer de su hermano.

-Al igual que tú. Así que seguramente vino por propia voluntad-confirmó el ayudante señalándole.

El interrogado afirmó con la cabeza.

-¿Te confirmó su enamoramiento?-preguntó el hermano.

-No con palabras, pero sí que noté algo raro en su expresión cuando me apuntaba con su revólver, antes de matarme.

-Sé que fue en defensa propia, así que no te excuses.-dijo Edward.

-Gracias tío.

-Vamos a llevarnos a este pistolero al cementerio, después de dibujarle el rostro-confirmó el ayudante.

El agente de la autoridad cogió de una mesa del cuarto unos papeles y un lápiz, empezó a hacer dibujos al hombre maduro muerto. Tras una hora y media, los hermanos Lambert abrigándose bien, llevaron al cementerio el cadáver de Víctor East. Mientras Edward Richard fue andado deprisa, con los dibujos en mano, al bar de Jack Lemond a buscar respuesta sobre donde estaba alojado Raymond East. El barman mejicano confirmó la historia de la partida de cartas que echaron los hermanos contra Sean. Supo también donde vivían los hermanos, dado que los había visto hace unos días, antes de la partida, alojarse en el saloom de Josh Wiscott.


El aire frio no paraba de entrar en el local, por esa razón el dueño del bar tenía la chimenea puesta y el abrigo puesto, al igual que Edward. El cliente se sopló varias veces las manos, para entrar en calor, antes de irse del local. Era un día de invierno. El ayudante del sheriff pidió varios vasos de chocolate caliente para entrar en calor. Edward salió dos horas después de hablar con Jack. Eran las doce y media de la tarde cuando fue a salir por la puerta corredera del bar, y dirigirse al saloom de Josh. Abrigado, entró en el local de Wincott y pidió otra bebida caliente. Después de engullir el vaso de chocolate, habló con el barman. El hombre de cara de perro le sonrió y le invitó a la bebida. Tras eso, el ayudante le preguntó.

-¿Conoces a un tal Víctor East?

-Sí, y a su hermano también. Se alojan aquí.

-¿Y en que habitación?

-En la número dos.

-Gracias. Menudo frío-contestó Edward levantándose de la silla del bar.

Fue al piso de arriba andando a grandes zancadas, el ambiente no estaba muy cargado, aunque hacía un calor en el establecimiento, dado a que estaba puesta la chimenea. En el pasillo, se fijó en que la habitación número dos estaba entreabierta. Edward Richard ando hasta allá y antes de que la abriese del todo, una joven rasgó la puerta desde el interior. Este se quedó anonadado de la mujer. Ella tenía una figura delgada y tenía una vestido blanco con un abrigo de piel por encima, blanca de rostro y pelo castaño. Sus ojos de color avellana miraron a los del ayudante y pensó, ¿quién sería este hombre tan apuesto?, El hombre pensó en lo que le dijo Sean sobre el motivo de discusión que mantuvo la víctima con Lambert y vio que era normal que cualquier hombre se enamorara de la mujer de Raymond East. Él rompió el silencio.

-¿Usted vive aquí?

-Sí, ¿por?-preguntó ella acariciándose el rostro.

-¿Su marido está en casa?-preguntó Edward acariciándose el pelo canoso.

-No, ha tenido que salir, ¿por?-cambió de expresión.

-¿El hermano de Raymond vive con ustedes?

-¿Adonde quiere llegar?-se preocupó ella.

-Víctor East ha muerto.

La joven con coletas se puso triste y miró al ayudante. La mujer le preguntó.

-¿Que le ha ocurrido?

-Sean Lambert le mató en defensa propia en su casa.-al no tener pañuelos en su vestimenta, pidió disculpas a la testigo.

Ella se secó las lágrimas con la mano derecha. Edward esperó unos segundos antes de continuar.

-Siento su perdida.

-No estoy llorando por Víctor, sino por Sean.-explicó ella.

La expresión del ayudante cambió y la preguntó.

-¿A qué se refiere?

-Sabía que mi marido y su hermano estuvieron en el bar de ese mejicano-refiriéndose al de Jack Lemond-Seguramente le amenazaron y Lambert hizo lo posible para defenderse.

-Él me contó que ustedes dos tuvieron un romance-sabiendo que la testigo era Mercedes-y que Víctor, aunque lo disimulaba bien, estaba enamorado de usted-señalándola-Supuestamente, el hermano de Raymond fue a la casa de Sean Lambert por haberles visto hace algún tiempo en Lees Ferry. Discutieron y llegaron a las armas.

-Lo siento por Víctor, pero era igual que Raymond, rudo y serio.

-Veo que no siente lastima por su muerte.-dijo el canoso viendo la cara de Mercedes.

Su expresión no era precisamente de pena cuando el ayudante le contó que había muerto Víctor East. La treintañera pidió permiso a este para cerrar su cuarto y salir afuera del establecimiento. Edward Richard pensó en llevarla a la oficina del sheriff, sospechando que ella ocultaba algo, por esa razón negó a que se fuese del saloom y la pidió que le acompañase a la oficina. Mercedes se negó al principio, luego aceptó ir pero en su caballo. El ayudante no puso objeción.

***

A eso de la una y media de la tarde empezó a preguntar Warren Filton por los establecimientos de Villa Rocosa en relación a la muerte de Anthony Trumpets. El sheriff lo primero que hizo fue a decirle a Brian Ashmore, el jefe de Anthony y peluquero del pueblo, que había muerto su criado. El grueso hombre se puso muy triste al oír la noticia, casi le da un infarto al corazón. El hombre de la autoridad le dijo que lo sentía y le dejó solo en la peluquería.

Lo único que tenía hasta ahora era a un niño pequeño que vio a un hombre de la misma raza que la víctima matarle en el parque. Además el sospechoso podría ser ese Vondie, que era su antiguo jefe de forajidos, pero para ello tenía que tener alguna prueba que lo vinculase con el crimen. Junto a Samuel Liverpool, fueron preguntando a los distintos dueños de los negocios y vecinos de la zona. No obtuvieron ninguna respuesta sobre esa pista. Por esa razón cambiaron de estrategia, preguntaron esta vez sobre la moneda de oro ensangrentada que Anthony tenía. Al principio no obtuvieron nada hasta que un hombre les avisó sobre que le robaron varias monedas de su colección privada. Warren y Samuel fueron a caballo, siguiendo al dueño hasta su propiedad. Se adentraron en el interior de su casa de dos pisos. Vieron que por dentro, todos los cuartos tenían una gran amplitud. Hablaron primero con el dueño de la casa y luego con sus sirvientes, hallando a un hombre que se parecía un poco al que describió Simón, el niño que encontró el cuerpo de Anthony. Averiguaron que se trataba de un tal Vondie Laurence. Verificaron que el señor de la propiedad tenía coartada a la hora del crimen igual que algunos criados. Al final fueron a hablar con ese tal Vondie, el hombre fornido se dio la vuelta y dejó de limpiar la mesa de la cocina. El ingles vio que se parecía un poco a como se lo había descrito Simón: la cara redonda, pelo corto, ancho de espaldas y de complexión media. Los ojos grandes de color marrón del negro miraron fijamente a los del sheriff y le echó un duelo de miradas. El hombre se sopló las manos del frío que hacía en el interior. El sheriff rompió el silencio mirando a su compañero.

-¿Eres Vondie?-preguntó Warren, acordándose de lo que le dijo Sean Jackson hace tiempo.

-Sí, ¿por?

-¿Conoces a un tal Anthony Trumpets?

-Desde luego, éramos compañeros de trabajo.

-¿Podría haber robado él el oro de vuestro amo?-preguntó Samuel.

-¿De qué hablan?, ¿han robado a Mark?-preguntó el criado extrañado.

Filton pensó que como es que todos los demás criados oyeron lo sucedido menos él. Así que le hicieron la pregunta.

-¿Cómo es que no se ha enterado de lo sucedido?, porque todos sus compañeros se han enterado.

-Algo he oído, aunque no sabía que se trataba de las monedas de oro.

-No hemos dicho nada de ninguna moneda-corrigió Filton.

Laurence se puso nervioso, aunque no se le notase mucho. Este se inventó una respuesta rápida.

-Mark siempre presumía de su colección de monedas.

Los agentes de la autoridad se sorprendieron. Sospecharon de él a partir de ese momento. Filton empleó otra vía para sonsacarle algo al compañero de Trumpets.

-¿Y ha oído lo que le ha sucedido a su amigo Anthony?

-No, ¿qué ha pasado?-preguntó el sospechoso rascándose su barba de tres días.

-Le han asesinado en el parque de Villa Rocosa y un testigo le ha identificado como el asesino.

-¿Cree que he matado a mi compañero?-dijo riéndose el fornido criado.

-Sí.

-¿Tiene alguna prueba?-preguntó Vondie tocándose su pelo rizado.

-Seguramente sabes más que nosotros sobre ese asunto. Encontramos una moneda de oro en la mano de tu compañero-enseñándole la prueba ensangrentada.

-Mató a su amigo y seguramente se llevó el resto del botín, o tal vez usted lo robó e implicó a Anthony poniéndole como cabeza de turco.-continuó Liverpool.

El negro se reía de esa ridícula teoría.

-O tal vez Anthony se interpuso entre el oro y usted, diciéndole que no lo hicieses. Por eso le asesinó-conjeturó Filton.

-¿Y porque sospechan de mí?-preguntó entre risas Vondie.

-Por que eras el antiguo jefe de forajidos donde estaba integrado Anthony y el oro seguramente, te tentó-comentó el sheriff.

-¿Quien le ha dicho eso?, ya no hago cosas de esas, me he reformado-respondió serio Laurence.

-Sean Jackson, un socio suyo que fue detenido hace tiempo en este pueblo-respondió el ingles.

El sospechoso miró para otro lado. Warren se puso frente, adonde miraba el negro. El sheriff sacó el dibujo de este que le había descrito Simón en el parque. Se lo puso frente a esos ojos grandes marrones. Esperó una respuesta. No hubo ninguna.

-Sabes lo que yo creo, que eres el asesino de tu amigo. Y te prometo que demostrare ese hecho.-aseguró Warren serio.

-¿Porque me tiene tanta manía?-preguntó Vondie riéndose.

-No te tengo manía-contestó Filton poniéndose las manos en las caderas-solo sé que tu lo mataste y lo demostraré.

-¿Podemos registrar tu cuarto?-preguntó Samuel.

-No sin una orden-contestó serio el sospechoso.- Y si me disculpan, tengo trabajo que hacer. A propósito, ese no soy yo-señalando al dibujo que tenía Warren en la mano.

El negro con el pelo rizado se fue caminando a la despensa. El sheriff y su ayudante salieron de la casa hacía sus animales. Trotaron hacía el pueblo, volviendo a la oficina, abrigados de arriba a abajo, dado a que el frío no amainaba. Mientras se dirigían a Villa Rocosa pensaron que la temperatura descendía aún más cuando avanzaba el día.

-¿Porque estas tan seguro de que Vondie mató a Anthony?-preguntó su amigo, mientras cabalgaban.

-Algo me dice que el odio volvió a surgir entre ellos y cuando el ex-jefe quiso pedirle un favor a Trumpets y este no lo hizo, se pelearon y Laurence le implicó en un robo.

-Pero no tienes ninguna prueba de ello.

-No, pero podemos indagar.

-¿Cómo?

Filton miró a su amigo.

-A lo mejor Brian Ashmore sepa algo.

-¿Y si no?

-Esperemos que sí.

Al llegar a la calle de la oficina, estaba desértica, dado al temporal. Cuando bajaron de los caballos, los llevaron a unas caballerizas que había cerca del establecimiento, dado que también eran propiedad del sheriff y de sus ayudantes. Al entrar, el jefe puso más leña a la chimenea pequeña que había cerca de la mesas de los ayudantes, para que calentase el cuarto. Volvieron a cerrar la oficina y caminaron a toda prisa hacía la peluquería.


Cada vez había menos gente en la calle, dado a que no hacía tiempo para pasear. Abrigados de pies a cabeza, entraron por la puerta de la peluquería. Al ver la chimenea en el interior del establecimiento, se empezaron a quitar la vestimenta pesada, quedándose los dos en chaquetas. Brian salió de un trastero que había en la habitación, más tranquilo, el grueso hombre se sentó en un taburete que había detrás del mostrador. Entrajetado, con más barba y más grueso.

-Lo siento Brian.

El barbero con cara mustia miró a los de la autoridad y se lo agradeció.

-Si podemos ayudarte en algo, no dudes en pedírnoslo, de acuerdo-sugirió Filton.

-Vale, ¿venís a afeitaros o a preguntar?-dijo el hombre grueso, fijándose en las barbas de los dos. Samuel era el que más se le notaba.

-A preguntar.-contestó uno de los dos.

-¿Qué queréis?

-¿Sabes si Anthony había vuelto a contactar con algún conocido de su banda?

Brian se tocó el mentón y contestó.

-No que yo recuerde.

-¿Conoces a este tipo?-preguntó el sheriff, enseñándole el dibujo de Vondie.

-Este tipo estuvo aquí hará un par de semanas, antes de que Anthony y yo discutiésemos.

-¿Y porque discutisteis?-preguntó uno de la autoridad.

-Por el nuevo trabajo que ese tipo tenía para Anthony.

-¿Y sabes cuál era?

-No, pero lo que si os puedo asegurar es que Anthony estaba asustado de lo que le dijo ese hombre sino hacía dicho trabajo.

-Le chantajeó-contestó Warren.

-Pero, ¿que sería tan terrible para que Anthony se asustase?

-No lo sé, pero seguro que nada bueno-dijo el sheriff.

-¿Te enteraste de cual era ese secreto?

-Creo que oí cuando ellos dos estaban discutiendo algo sobre un crimen que sucedió en Tolchico.

-¿Y sabes si alguno de ellos estuvo implicado en ese asesinato?

-No lo sé, no lo recuerdo-respondió Ashmore con cara de preocupación.

-De acuerdo, muchas gracias Brian.-dijo Filton.

-¿Os vais ya?, ¿no queréis tomar un chocolate caliente?-preguntó el barbero.

-Por qué no-contestó Samuel.


Un rato después de tomarse el chocolate caliente, Warren y Samuel se fueron del establecimiento, abrigándose de pies a cabeza. Se montaron en sus animales y volvieron a la oficina del sheriff. El día estaba cargado de nubes, los lugareños previeron una borrasca. Al entrar por la puerta, se fijaron que estaba abierta, oyeron la voz de Edward Richard. Este estaba en la sala de interrogatorios, preguntando a Mercedes East en relación a la muerte de su cuñado Víctor. Dejaron que siguiese con su trabajo. El sheriff escribió una carta al pueblo de Tolchico en relación al crimen por el cual Vondie y Anthony discutían. Tras escribirla, Warren volvió a salir afuera, hacía la estación del ferrocarril para enviar esa carta en forma de telegrama. Tanto Freddie Russell como el sheriff notaron las primeras gotas caer del cielo. El jefe de la estación estornudo repetitivas veces antes de sonarse la nariz. Filton pensó que estaba malo o estaba a punto de ponerse por el aspecto que reflejaba el rostro de Fred. Decidió irse del lugar para que el otro no le contagiase.

-Ve al médico-aconsejó el ingles al jefe de estación.

Mientras volvía a la oficina para seguir trabajando, pensó en que estaba seguro de que Vondie Laurence mató a su compañero porque seguramente la víctima no quería implicarse en un delito o fuese testigo del robo de las monedas de oro, se lo intentó impedir de alguna manera y Vondie sin más, le mató.

***

Tras el interrogatorio que Edward Richard le hizo a Mercedes East, esposa de Raymond y cuñada de la víctima que mató Sean Lambert en su casa en defensa propia. Ella le contó todo lo que sucedió en Lees Ferry, parece ser que desde hace tiempo la mujer engañaba al marido con otro y su cuñado lo descubrió, pero este jamás se lo dijo a Raymond, dado que Víctor estaba enamorado de ella y si su hermano se enterara de esa noticia, podría matarle a él también. Por eso decidió resolverlo él solo, Edward pensó en que eso fue un posible motivo de hacerle una visita a Sean Lambert en su propia casa. Pero ¿por qué no zanjó ese asunto en Lees Ferry?, ¿cómo le encontraron?, Mercedes no sabía nada sobre el cómo le hallaron, pero el ayudante no la creyó. Al no tener pruebas de ello, pensó en hablar con el marido de la mujer. La joven le comentó que estaba con sus guardaespaldas en el banco de Fuente María, que extraña coincidencia, pensó Edward, ahí también es donde trabaja Sean. Dejó marcharse a la mujer de la oficina. Este se volvió a abrigar y salió tras ella a la calle, cerró la oficina y se montó en su caballo. Trotó velozmente hasta donde trabajaba Sean. Pese al frío que hacía, este llegó al banco. Ató a su caballo, al lado del suyo había otros tres corceles. Edward se acarició su pelo canoso y se pregunto ¿de quién sería estos animales?, dado que no los había visto antes por el pueblo. Mosqueado, entró desenfundando su revólver al banco. Allí vio a tres hombres, anchos de espaldas, gruesos y fornidos. Los que estaban a los lados iban trajeados, el del medio tenía el abrigo puesto y era el único que hablaba. El ayudante dio un portazo para que los del local se enterasen de que había alguien más. Los clientes se dieron la vuelta y el hombre que parecía ser el cabecilla, le comentó.

-Este es un asunto privado, así que si no le importa, podría salir de este banco y volver más tarde-se acarició su barba negra riéndose.

El ayudante sentía escalofríos por dentro, dado a que tenía frío de venir de afuera, mezclado a la situación que estaba viviendo.

-Tal vez ustedes deberían irse de aquí, dado que soy la autoridad en este pueblo-exageró Edward.

-¿Y quién es usted?

-Soy Edward Richard, sheriff del pueblo-dijo este sonriendo por dentro.

Sean Lambert desde la oficina se sorprendió de lo que dijo el ayudante, este pensó que ha tenido coraje para enfrentarse a su ex-socio y ex-jefe, Raymond East y sus guardaespaldas. El ayudante con la mano en alto, no dejando de apuntar a los desconocidos, pensó en como calmar la situación.

-Sé quién eres, he conocido a tu mujer hace poco tiempo. También se lo que pasó entre tu mujer y ese joven-señalando a Sean, que estaba al fondo de la sala-déjale en paz y no te detendré.

Los tres jinetes se echaron a reír y el jefe le comentó.

-Aunque me gusta su oferta-mirando a sus ayudantes-pero resulta que ese indeseable se acostó con mi mujer y me debe unos novecientos dólares, sino lo hace, le entregaré esta preciosa carta-sacando un sobre de su bolsillo- a Brithany, ¿no Sean?

Raymond miró al endeudado y le guiñó un ojo. El ofendido tragó saliva y pensó en que Edward le salvase la vida.

-No entiendo lo que le ha podido pasar a mi hermano-preguntó el ex-jefe mirando a su reloj de oro que llevaba colgado al cuello.

-Le han matado en un tiroteo-mintió el ayudante.

-¿Cómo?-preguntó Raymond extrañado.

Dado a la expresión que ponía el hombre, parecía que no se había enterado de la noticia. El hombre canoso continuó.

-Ha sido esta mañana, cerca del bar de Jack Lemond, según mi conclusión, parece haber sido un robo que salió mal. El ladrón huyó sin la recompensa.

El motivo por el cual dijo esto fue porque si Raymond descubría la verdad, la situación se podía complicar aún más y el banco de Fuente María podría convertirse en un baño de sangre. Raymond le preguntó.

-¿Ha hallado al ladrón?-acariciándose su barba negra.

-No, pero ,lo haré.

Los tres desconocidos enfundaron sus revólveres y miraron a Sean Lambert, el cabecilla le amenazó.

-Nos veremos pronto.

Se tocó el borde del sombrero y se dirigieron hacia la puerta principal cuando el ayudante les preguntó.

-¿Donde han estado hace tres horas?

-Ellos van adónde voy yo, y si esta insinuando que yo maté a mi hermano, es que no me conoce. Jamás le haría daño-confesó el grueso y barbudo Raymond East.

-¿Donde estuvieron?

-Con mi esposa, estuve con mi esposa.

Edward para verificar la coartada insistió.

-¿Les vio alguien?

-Ese barman con cara de perro, Josh no se qué.

-Ya sé quién es.

Los tres hombres salieron por la puerta y dejaron el establecimiento casi desolado. Edward fue hacía donde estaba Sean Lambert con aire de disgusto. Al ver el banquero la expresión de Edward, se asustó. Se echó para atrás cuando el ayudante del sheriff dio un golpe fuerte en la mesa y le dijo.

-¿Cómo pudiste engañar a Brithany?

-Cuando ella y yo nos conocimos, yo ya había cortado con Mercedes. Había pasado casi tres años antes de conocerla. Así que básicamente no la engañe.

-¿Y lo de la deuda?

-Tuve una mala manos.

-Ya-dijo, resoplando Edward.

-Oye, déjame que yo juegue esa partida, pero necesito algo a cambio-pidió el joven rubio.

-¿Que quieres?

-Tu protección, sé que le has mentido a Raymond y cuando este sepa la verdad sobre quien mató a Víctor, vendrá a por mí. Necesito tu ayuda.

-¿Cuando es la partida?

-No lo sé, me lo dirá esta tarde.

-De acuerdo. Estaré vigilándote para que no te hagan daño.

-Pero ahora mismo no hace falta-confesó el banquero viendo clientela dentro.

-Quedamos a las cinco en mi casa.-dijo Sean.

-Vale.

Edward Richard saludó a la poca gente que había en el establecimiento y salió. Sintió como su tripa rugía cada vez más. Fue directamente al saloom de Josh Wincott y comió un filete con patatas. Dio gracias a que el lugar estaba caliente, dado a que estaba puesto la chimenea. Tras comer, verificó la coartada de los East preguntando al barman. Este no negó nada, pagó su comida y fue a la oficina a escribir un telegrama a Lees Ferry para saber más sobre la vida privada del ex-jefe de Sean.

***

Tras enviar el telegrama a Tolchico, Warren Filton fue hacía la mansión de Mark Ferguson, el jefe de Anthony Trumpets. Estaba allí para preguntar a Vondie Laurence sobre el asunto del crimen que sucedió en Tolchico. Preguntó a los demás sirvientes, incluido al dueño de la casa. Nadie sabía nada sobre ese asunto, el joven ingles pensó en que era extraño, dado que la gente habla de todo. Al ver a una joven negra con el pelo recogido en un moño acercarse a este para servirle el postre, dado que Mark le había invitado a comer. Se fijó en que ella tenía unos arañazos en uno de sus antebrazos.

-¿Que le ha pasado?-preguntó este mientras ella le dejaba el pastel de manzana encima del pato.

La joven criada se miró la herida y luego contestó.

-Fue por una pelea. Yo estaba con Anthony, estábamos hablando cuando Vondie vino y le atacó, intenté pararlos pero uno de ellos me arañó.

-¿Vondie es tu marido?

-Sí, y se pone muy celoso cuando otro habla conmigo.

-Pero Anthony era su amigo, ¿por qué se peleó con él?

Ella miró hacía la cocina y luego volvió a mirar al invitado. Warren se fijó en que estaba nerviosa por cómo le miraba. Ella se mordió con sus dientes de caballo el labio inferior.

-Anthony era mi amante.

-¿Trumpets sabía que estaba casada?

-Sí, todos pertenecíamos a la misma banda.

-¿Y qué ocurrió en Tolchico para que Vondie discutiese con Anthony?

-Fue un asesinato que obligaron a Anthony a cometer.

-¿Y a quien quería que matase?

-La víctima iba paseando a la habitación de un motel cuando nosotros le atracamos. Laurence Obligó a Anthony a dispararle, él se negó cogiendo su montura yéndose tan lejos como le fue posible.

-Y al encontrarle en la barbería, y saber que Brian no sabía nada del pasado de Anthony, Vondie chantajeó a Trumpets para que cometiese otro robo.

-Seguramente, además Laurence intuyó, aunque nunca pudo demostrarlo, que yo me veía con alguien.

-Pudo ser otra razón para matarle.

-Dios, no me lo puedo creer.

-Lo siento.

La joven lloró por dentro por la muerte de su amante, el sheriff lo notó y dejó que ella se marcharse al ver a Vondie al fondo de la sala, mirando a la pareja serio. El de la autoridad se acercó al fornido negro y le amenazo.

-Sé que Anthony le desobedeció por qué no mató al hombre al cual usted le mando asesinar en Tolchico. Sé que robaron ese dinero a un hombre en ese pueblo y no te preocupes, acabaré averiguando quien asesinó a Anthony.

El sospechoso no dijo nada, se rascó su barba de tres días.

-Tengo que irme, dígale a Mark que estaba muy buena la comida.

El hombre fornido miró de mala manera al sheriff cuando se fue. Al salir Filton al porche, vio a otros tipos, grandes como un armario, fornidos y de la misma edad de la víctima y del asesino, acercándose a él. Al ver que no le dejaban pasar, el sheriff preguntó.

-¿Sucede algo?

El más grueso, que llevaba un pendiente de acero a un lado de la oreja le soltó.

-Sé que vas por ahí intentando averiguar quién mató a Anthony Trumpets.

-¿Le conocéis?

-Era nuestro socio.

-¿Erais de la misma banda?

-Y a usted que más le da.

-¿Le matasteis?

-Lo hubiéramos hecho, pero alguien nos dijo que se ocuparía de él.

-¿Fue Vondie quien es lo dijo?

Los pistoleros no dijeron nada. Hubo un duelo de miradas entre los forajidos y el sheriff. Seguía haciendo frío, los tres estaban con las manos en sus mangos de revólveres, esperando a que uno desenfundase. Tanto los negros como el sheriff tenían las manos frías. Pasó unos segundos antes de que uno de los forajidos sacará su arma de la funda, el ingles sacó su Colt 45 y disparó a los dos sujetos en el pecho. Los negros murieron en el acto cayendo en el porche de la casa. En ese momento, el patio se convirtió en un espectáculo cuando aparecieron los demás sirvientes, incluido el dueño.

-¿Quiénes eran estos dos?-preguntó el de la autoridad al dueño señalando a las víctimas.

-Dos criados a los cuales contraté hace unos meses.

-¿Ellos dos vinieron junto a Vondie Laurence y su esposa?

-Kerry, así se llama la esposa de Laurence, y estos dos-señalando Mark a los difuntos- vinieron días después.

Coincidencia, tal vez, puede que los negros a los que había matado él fuesen de la misma banda, pero para ello tenía que esperar la respuesta de Tolchico. Warren pidió a Mark que vigilase a la pareja por si acaso hacían algo fuera de lo normal, le comentó sus sospechas hacía ellos, el dueño aceptó el trato y mandó a otros criados que ayudasen al sheriff a poner los cuerpos de las víctimas sobre la montura del caballo. Warren se montó primero y luego pusieron a los otros dos. Dado al peso de uno de los sujetos, hacía que se balancease el animal de un lado a otro. El dueño se puso a la misma altura que el jinete y le confesó.

-Si le digo la verdad, había algo raro en estos dos.

El sheriff no perdió ni un minuto más y se fue del rancho.

***

Eran las cinco de la tarde, Edward Richard estaba cerca de la casa de Sean Lambert esperando a que le visitasen los guardaespaldas de Raymond East junto a su jefe, pensó en que si eso sucediese, los tendría todo y solucionaría el caso. Abrigado de pies a cabeza, se sopló varias veces las dos manos para entrar en calor. El sol le daba en los ojos verdes que tenía entrecerrado. El aire soplaba fuerte, eso hizo que la calle estuviera casi desértica. En ese instante aparecieron dos hombres en el portal del ayudante de Javier Cienfuegos. El ayudante se acercó con aire tranquilo hacía el mismo sitio.

-¿Hay algún problema caballeros?-preguntó el del pelo canoso.

Los hombres, anchos de espalda y grandes como un armario se dieron la vuelta, Edward lo reconoció en seguida, eran los ayudantes de Raymond East. Los dos entrajetados, abrigados hasta los pies, miraron serio al hombre que les había interrumpido. El ayudante del sheriff quiso acabar con esta situación, por eso les pidió.

-Pueden darse la vuelta ahora mismo y decirle a su jefe que Sean Lambert jugará esa partida, devolviéndole todo lo que le debe.

Uno de los hombres fornidos se rio, contagió a su compañero. En ese momento se abrió la puerta que había detrás de ellos, Sean se asomó y vio la situación. Uno de los amenazados se dio la vuelta y apuntó con su revólver al ayudante del banco. Edward disparó matando al tirador. El compañero de la víctima fue a sacar su revólver cuando Richard le puso el cañón de su arma en frente de su cara y apretó el percutor.

-¿De verdad quieres hacerlo?-preguntó Edward tranquilo.

El amenazado no hizo la acción. Salió a grandes zancadas del porche de la casa de Sean. El ayudante de Cienfuegos se lo agradeció a este. Al ver el cuerpo sin vida del pistolero, dedujo que tras la partida que hubo ese día, Sean debía dinero a Ray, aparte de que a lo mejor se enterase de que Mercedes y él tuvieron un romance, East tendría motivos para matarle. Envió a esos pistoleros para matarle. Pero, ¿sabría lo que le pasó a su hermano de verdad?, de ser así ¿quién se lo dijo?, ¿o vio él toda la situación? Pero si eso fuera así, porque no lo mató en el banco. Tras esas preguntas que se hizo, fue a hablar con Raymond East, despidiéndose de Sean.

***

Tras enterrar los cuerpos de los dos pistoleros negros que atacaron a Warren Filton en el rancho de Mark Ferguson, fue a la estación de ferrocarril para ver si había llegado respuesta sobre el asunto de Tolchico. La respuesta llegó junto a varios pasquines, que gracias a varios lugareños y él mismo, identificaron a dos miembros de la banda de Vondie Laurence, eran los dos negros que intentaron matar al sheriff. Tras leer la carta que le enviaron, fue trotando a la oficina del sheriff para buscar a Samuel Liverpool, no estaba. Fue a buscarle con la carta en su vestimenta a varios locales. Le encontró en el saloom de Jack Lemond, estaba comiendo un plato de verduras junto a una cerveza. Entró en calor al estar en el establecimiento gracias a la chimenea. Saludó a Zoe y a su futuro marido, Benjamín Robles, pidió otra bebida. Eran las ocho y media cuando se sentó frente a su amigo. El ayudante dejó de comer cuando Warren le entregó una carta para que la leyese. El compañero la leyó varias veces y se fijó en los pasquines también. Luego, le comentó a Warren en su posible teoría.

-Así que la banda de Vondie Laurence mata a un desconocido ricachón en Tolchico, le robaron todo lo que tenía y después de eso van a buscar al único hombre del grupo, el cual no quiso implicarse en el crimen, para callarle.

-Si salvo que solamente le mató una única persona.

-¿Y por qué piensas que solamente fue Vondie Laurence el que le mató?-preguntó Samuel acariciándose su tripa.

-Por celos, por no hacerle caso en Tolchico. No sé, pero para ello tengo que tener pruebas.

-¿Y cómo vas a hacerlo?

-Enseñándole la prueba al dueño.

-¿Crees que Mark dejará que registres el cuarto de Vondie?

-Al fin y al cabo es su mansión, ¿no?

-A propósito, me alegro que este bien.-dijo sonriendo Liverpool.

-Gracias-imitando el gesto.

-Menudo frío, !eh¡

-Sí.

Los dos miraron hacía una de las ventanas del establecimiento. Hacía sol, pero soplaba muy fuerte el aire. Zoe volvió con la cerveza y se la entregó al sheriff. Este pidió la cena.


Una hora después Warren volvió a su casa, dado lo cansado que estaba, se dio un pequeño baño y se fue a la cama de inmediato. Se tapó y destapó varias veces, dado que sudaba mucho por estar tan tapado. Se despertó varias veces a cambiarse de camiseta.


Eran las ocho y media de la mañana cuando abrió el ojo y vio que la temperatura de ayer se había pasado, hoy subía un poco, casi los veintinueve grados. Se incorporó y se vistió. Fue a la cocina y vio una nota clavada en la puerta de la cocina, no la vio ayer. La leyó y pensó en que hoy le tocaba cerrar su casa a cal y canto, dado a que Juana hoy no podía ir porque estaba enferma, al igual que su hija Ana. Así que por eso desayuno café que quedaba de ayer y se fue cerrando su morada a la oficina. El día estaba soleado, aunque seguía haciendo frío, pero por lo menos no tenía que estar abrigado hasta los pies. Estando en el trabajo, vio a Samuel Liverpool apoyado en una columna de madera del porche, fumando una pipa de opio. Warren se fijó en que le había hecho caso y estaba adelgazando. El sheriff le comentó.

-Veo que nos estás haciendo caso a Jack y a mí.

-Lo sé-acariciándose su tripa.

-¿Has desayunado?, ¿Llevas tiempo esperando?

-No, acabo de llegar. Ya he tomado algo.

-¿Me acompañas al rancho de Mark Ferguson a entregarle la noticia sobre quienes eran sus criados?-preguntó el ingles bajándose de su animal.

Entró en la oficina y cogió tanto los pasquines como las hojas donde habían respuesta de los forajidos negros. Tras eso, se volvió a montar en su caballo, viendo a su ayudante ya subido a su corcel. Los dos trotaron hasta esa dirección, el sol, al principio les daba en los ojos. Tuvieron que bajarse el sombrero. Los dos estaban a gusto con la temperatura que hacía hoy, dado que no era igual que el hacía ayer, un día de invierno con lluvia y a una temperatura baja.

-Me gusta este tiempo, sin ese frío que hacía ayer-sonrió el ayudante desahogándose.

El sheriff se rió.

***

En el bar de Jack Lemond estaba Raymond East junto a su esposa y al guarda espaldas que había dejado vivir Edward Richard. El ayudante entró por la puerta con la información que recogió en la estación de ferrocarril, dicha información trataba sobre quien era Raymond East, este hombre era un pistolero temerario y mató a muchas personas por dinero. Todos le tenían miedo, y también compraba a algunos sheriff cuando investigaba lo sucedido. Si la autoridad rehusaba al dinero, Ray los mataba. Por eso, el ayudante pensó en que sería el primer hombre en hacerle frente. Sin miedo, entró y saludó al barman y a su hija, el mejicano se tocó su grueso bigote y le sonrió. Sabía que Raymond había ido al cementerio para despedirse de Víctor porque José fue el que le indicó donde estaba el lugar. Se sentó frente al ex-jefe de Sean Lambert y de un solo movimiento, cogió su revólver y le apuntó al escroto.

-Escúchame-poniendo los informes sobre la mesa redonda de madera-No va haber partida de cartas y vas a dejar a Sean Lambert en paz, dado que yo voy a pagar su deuda-dijo Richard poniendo su dinero sobre el escritorio-sino quiere que le entregué estos documentos a los sheriff que ha amenazado.

-Tienes mucho valor viniendo aquí a decirme esto-contestó el grueso Raymond riéndose.

-Sé que la situación suele ser al revés, usted amenaza y nosotros obedecemos, pero si no lo hace, le puedo asegurar que su pito pasará a mejor vida.-apretando al escroto de su enemigo.

-Te mataré cuando salgas de aquí.

-Creo que no lo harás, dado que hay mucha gente a la cual no has amenazado y que tienen muchas ganas de ganar dinero, ¿sabes a qué tipo de personas me refiero?

Los amenazados se quedaron anonadados.

-Los caza recompensas, puede que compres a unos cuantos, pero otros querrán más cazarte por la suma alta de dinero que voy a ofrecer por tu cabeza.

-Hay que ver que tienes coraje.

-Lo sé, y se quien mató a tu hermano y él porque-mirando a Mercedes East.

Ella le devolvió la mirada con rabia.

-Además, creo que deberías preguntar a tu mujer que había entre ella y tu hermano.-exageró Edward.

El grueso hombre con ojos de ira a Mercedes, ella lo negó. Raymond volvió a mirar a Richard.

-¿Que es lo que está pasando?

-Tu hermano estaba enamorado de ella-señalando a la joven esposa-y ese fue el motivo por el cual Víctor fue a visitar a Sean Lambert a su casa, discutieron sobre el porqué de esa relación que mantuvo Sean con Mercedes hace tiempo y llegaron a las armas.

-Así que usted me mintió, sabía quién era el asesino de mi hermano y donde murió.

-Sí, y el motivo por el cual no se lo dije era porque no quería que convirtiera el establecimiento en un baño de sangre. Además, usted seguramente me hubiese amenazado para que aceptase el dinero a cambio de que no dijese nada sobre el crimen que hubiese cometido en el banco, o me hubiese matado tras asesinar a Sean Lambert.

-Tiene coraje para decirme todo eso.

-Deme la carta que escribió Sean a Mercedes y déjele en paz, o yo me aseguraré de-señalando a los documentos- poner un precio a su cabeza del cual un caza recompensa no dudaría ni un segundo en aceptar dicho trabajo.

Raymond estuvo a punto de desenfundar su revólver, pero se dio cuenta de que estaba en peligro. Hubo tensiones entre la pareja, el ayudante de East y el ayudante del sheriff. El grueso hombre extendió su mano hacía el bolsillo de su chaqueta haciendo que el de la autoridad lo viese, de ahí sacó un sobre y se lo entregó a Edward. Este suspiró y se levantó de la mesa.

-Haga lo correcto, coja el dinero y lárguense de este pueblo-amenazó el canoso hombre a los de la mesa- a propósito, todo el pueblo sabe que usted es un asesino-mintió.-y yo que usted, me largaría de aquí en seguida.

Cogió los documentos, se los volvió a guardar y se fue a la barra, pidió el desayuno. Mientras, Raymond East, se acarició su barba negra y gruesa, pensando en lo último que le había dicho el ayudante.

***

Eran las nueve y cinco cuando Warren Filton y Samuel Liverpool estaban en la cocina junto a Vondie Laurence , su esposa Kerry y Mark Feguson, el dueño de la mansión. Hacía un poco de calor, por eso todos iban en manga corta. El sheriff sacó todos los documentos que enviaron desde Tolchico y lo dejó encima de una mesa de madera. Este empezó a comentar la historia.

-Todo empezó en Tolchico-señalando a los documentos- cuando un forastero ganó jugando varias partidas en diferentes salooms una módica recompensa. Ese hombre fue asesinado por una banda de ladrones, según un testigo, fueron estos cinco sujetos-señalando a los pasquines-Dichos rostros se parecen mucho a los negros que maté ayer en el porche. Los otros-señalando al resto de los dibujos-se parecen a ti, a Kerry y a Anthony. Como iba diciendo, antes de ser ejecutado el desconocido, el primer ejecutor, Anthony Trumpets, al que le mandaron asesinar a ese hombre, huyó antes de hacer esa acción. Por eso, el ejecutor número dos lo hizo.

-¿Y quién era, Santa Claus?-rió Vondie.

-Fue usted. usted cogió su Colt 45 y le disparó en el entrecejo, robándole después.-dijo Filton.

La expresión del sospechoso cambió. Warren señaló a las pruebas y el dueño le creyó.

-Dado que Anthony no siguió tus ordenes y se quedó con parte del dinero del forastero sin haber hecho los deberes, eso sería un motivo para chantajearle.-siguió Filton.

-Además, tuvo un romance con su esposa Kerry-señaló Samuel a la joven negra-Y ese sería un motivo más para matarle.

Kerry se asustó cuando Vondie la miró con cara de ira. Ella tragó saliva y le discutió.

-Sabías que él y yo teníamos algo.

-Pero tú eras mi esposa. Tenías que haber cortado con él.

-¿Le mataste?-preguntó uno de la autoridad.

El negro fornido calló y Samuel preguntó al dueño sobre si podían registrar el cuarto de Vondie Laurence para buscar alguna prueba, este les dio permiso. Laurence gritó al dueño reprochándole que era propiedad privada, Mark le contestó que él estaba en su casa y era su amo, así que si la autoridad quería registrar la casa, que lo hiciera. Subieron a la planta de arriba, era estrecho y bastante largo. El cuarto de Laurence era el último del pasillo. Abrieron la puerta y registraron el interior. Mientras que la autoridad intentaba hallar cualquier prueba, la pareja negra y el dueño esperaron en el pasillo.


Un rato después, uno de los hombres de la autoridad, halló escondido en un cajón una serie de monedas de oro ensangrentadas. Se las enseñó a Mark Ferguson, este la reconoció y miró con ira a la pareja.

-¿Que pretendíais, robarme?, ¿por qué?, nunca he prohibido-preguntó enfurecido Mark.

La mujer se asustó demasiado y con sus dientes de caballo apretó el labio inferior.

-No fue porque les hiciera nada, fue por el dinero que sacarían por esas monedas, ¿verdad?

La pareja no respondió.

Un minuto después Samuel sacó del cuarto un Colt 45 con la inscripción M.F inscrita, le faltaba dos balas en el tambor, el dueño lo reconoció su arma y estuvo a punto de abalanzarse contra la pareja, pero el sheriff paró esa acción. Dado que Mark tenía coartada a la hora del crimen, porque varios criados les vieron en la casa cuando el asesinato fue cometido.

-Admítalo, fue usted Mark, usted me quiso inculpar de ese crimen-reprochó Vondie riéndose.

-Él no tenía ningún motivo. Pero usted si. Seguramente cuando le encontraron en Villa Rocosa, usted le hizo una oferta-señalando a Vondie-robar una colección de monedas que escondía su amo y seguramente matarle después.

-Pudo suceder dos cosas: la primera fue que se quisiera vengar porque Anthony no mató al desconocido en Tolchico, llevándose su parte y se negará al golpe de las monedas, diciéndoselo al dueño. Lo cual sería un obstáculo para usted y le matase. O la segunda cosa es que usted descubriese el romance y estando celoso, le chantajeara. Seguramente le diría que si no robaba esas monedas, le diría a Brian Ashmore, el barbero del pueblo y jefe de Anthony Trumpets, que cometió un crimen-dijo Liverpool.

-El barbero nos confirmó dicha discusión en su lugar de trabajo-contó Warren dirigiéndose tanto a los sospechosos, como al dueño.

-Robaron las monedas de oro y después en el parque, usted le mató.-continuó Samuel.

-Además hubo un testigo que te identificó- comentó Warren señalando al sospechoso.

-¿Le mataste?, ¿le mataste?, ¿por qué?-gritó Kerry pegando a su marido.

Este se defendió y soltó enfadado.

-Lo hice por nosotros. Le dije que no se acercase más a ti. Además, tú le amas. Lo que no entiendes es que eres mía, solo mía.

El sheriff le puso las esposas al asesino y se lo llevó. La mujer fue perdonada tanto por la autoridad como por su amo, dado que las monedas fueron recuperadas.

***

Un cliente fue a entrar en la barbería cuando encontró el cuerpo sin vida de Brian Ashmore, el lugareño avisó a José Sánchez para ver que le ocurría. El galeno certificó su muerte, diciendo que podría haber muerto por un infarto al corazón hace una media hora, dado a lo grueso que estaba. Con ayuda se llevaron al difunto al cementerio, le enterraron. En la celebración estuvieron muchos del pueblo, honrándole.

FIN


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