2x09: Herencia

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Warren y Samuel investiga el suicidio de una mujer en casa de un multimillonario, el delito tuvo lugar durante una fiesta. A medida que avanza el caso, tienen las sospechas de que la joven no se mató sino que la asesinaron y fingieron el suicidio. Por otra parte Edward investiga el caso de un hombre que cayó por las escaleras y el principal sospechoso es el hijo de la víctima, del cual tenía motivos para asesinarlo.

Durante el cumpleaños de Samuel Liverpool en el saloom de Jack Lemond, el barman les comentó la pelea que hubo entre la familia de Bárbara Paz y el novio de ella. Parece ser que Brad Stevens mintió a la hija del sheriff de Arkansas sobre quien era en realidad y el padre lo descubrió. Pasaron dos días hasta que más o menos entendieron el motivo por el cual el mago de ojos azules no le comentó nada a su joven amor. La historia que les contó Brad sobre quien era fue la siguiente:

"Trabajaba en casa de un multimillonario en Arkansas, una de las veces, el dueño me invitó a jugar a una partida al Texas Holdem. Al principio, no sé si fue la suerte, pero gané varias veces. Llegué a ganar más de tres mil dólares."

El ilusionista bebió varios tragos de agua del vaso que le dio Warren en su oficina. Se tocó su cara afeitada y siguió contando.

"Esa misma noche, lo perdí todo. Se preguntaran como", echando una medio sonrisa a los de la autoridad. "Mi ambición de ver mucho dinero en el centro de la mesa, hizo que lo apostase todo."

-¿Y qué pasó?-preguntó el ayudante canoso.

-En la última partida, hice trampas y me llevé todo el botín-confesó el interrogado.

-Y a ver si lo adivino, el dueño de Arkansas le puso precio a su cabeza-dedujo Warren al ver el pasquín donde salía el preguntado.

-Así es.

-Lo que me resulta extraño, es que se monté una persecución por tres mil dólares-dijo Samuel.

- A no ser que fuesen robados, como es el caso, ¿no?-preguntó Warren mirando al mago con sorpresa.

El sorprendido miró a otro lado. El sheriff suspiró y le dijo a Brad apoyándose en el umbral de la puerta.

-Vamos a hacer lo siguiente, corroboraremos tu historia. Si es cierta, devolverás ese dinero a su dueño, para que tu cabeza deje estar en los pasquines. Por otra parte, no quiero líos con el sheriff de Arkansas. Me da igual que estés enamorado de su hija Barbará. Si hay lo más mínimo, le digo a todo el pueblo quien eres y te echo de aquí. Y solucionas tu, tus deudas, ¿he hablado claro?

El ilusionista se quitó una gota de sudor de la frente mientras tragaba saliva. Brad les sonrió y aceptó el trato. Después del interrogatorio, se fue de la oficina del sheriff.

***

Pasó un tiempo tras el secuestro de Filton. Era un día de verano cualquiera. En uno de los ranchos alejados de Villa Rocosa se estaba celebrando una fiesta de cumpleaños. Hacía calor, los invitados estaban contentos, bebiendo cervezas y comiendo mucho. Uno de las criados que estaba sirviendo los aperitivos, oyó un ruido en el piso superior. Subió y siguió el sonido, gritó, tirando la bandeja al suelo. El joven vio a una compañera suya sin vida, ahorcada. Ella oscilaba poco de un lado a otro.

Un rato después Warren y Samuel aparecieron en el escenario del crimen, lo examinaron. El ático era pequeño, estaba polvoriento, como si nadie lo hubiese limpiado desde hace tiempo. El grueso hombre que descubrió a la víctima habló con el ingles cuando este se le acercó.

-¿Es usted quien descubrió el cuerpo?-mirando a la mujer ahorcada.

-Así es-dijo el interrogado tocándose su barba negra áspera.

-¿Como se llama?-mientras anotaba las respuestas en su cuaderno.

-Me llamo Michael Carpenter.

-¿Y conocía de algo a la víctima?-tocándose el mentón.

-Ella se llama...se llamaba-contestó este, echando una lágrima- Maggie.

-¿Era su mujer?

-No, pero era una buena amiga.

-¿Y que estaban haciendo, que veo tanta decoración?

-Es el cumpleaños de Jonathan. El hijo de Gregory. Cumple diecisiete años, que mayor-dijo sonriendo este.

Había algo en la respuesta que había dicho el hombre que no convenció a Warren.

-En fin, ¿ a qué hora encontró el cuerpo?

-Hará más o menos una media hora-contestó, tocándose su barba oscura.

-¿Y no ha tocado nada del ático?

-No, no se preocupe. Hace años que nadie entra aquí.

-¿Y entonces porque ella está aquí?-preguntó el sheriff dubitativo.

Cuando el interrogado iba a responder, apareció de sorpresa José Sánchez con su maletín. El doctor hizo un respiro al estar en el último escalón, dado a que venía corriendo desde su consulta. Warren le tranquilizó, no alejándose del interrogado. El galeno se limpió el sudor de su frente.

-Tranquilo doc, el cuerpo no se va ir a ninguna parte.

Samuel soltó una carcajada y siguió examinando el escenario. Filton miró al testigo y le comentó.

-No tengo más preguntas, si le necesito. ¿Dónde va estar?

-No creo que vaya a ninguna parte. Estaré por aquí.-dijo con cara mustia.

-Muy bien.

El hombre barbudo movió su grueso cuerpo hacia la salida del cuarto, saludando al galeno. Filton se unió a la búsqueda junto a su ayudante. El médico analizó el cuerpo de la joven una vez bajada de la viga , a la cual estaba sujeta. Ella era pelirroja, cuerpo menudo y hermosa. La veinteañera a primera vista, parecía que se había suicidado. Le quitaron la soga que le apretaba el cuello. Uno de ellos se fijó en que no había ninguna nota de suicidio alrededor. Le pareció extraño. Miraron en que no había marcas de arrastre a la vista, así que pensaron que murió allí. El sheriff comentó a los otros dos.

-No os parece extraño, ¿porque si te ahorcas, no das pistas del suicidio?

-¿A qué te refieres?-preguntó uno de ellos.

-No hay nota de suicidio, entonces, ¿por qué lo hizo?

-¿En qué piensas?

-Que lo que parece, no es.

-Entonces, ¿Piensas que la asesinaron y montaron el suicidio?-preguntó el galeno ajustándose sus gafas de culo de botella.

-No tengo pruebas, pero para confirmar mi teoría, habrá que hablar con los demás criados para saber si tenía tendencias suicidas. Además.-dijo señalando a unos arañazos que había suelo, luego lo corroboró mirando una de las manos de esta- ¿porque si te vas a ahorcar, arañas el suelo?

Los otros dos también vieron extraño esos rasguños y se plantearon otro punto de vista del aparente suicidio. Pero ¿quién se beneficiaría?, el sheriff y el ayudante ayudaron al doctor a bajar el cuerpo de la joven víctima al piso de abajo. José la montó en el carro para llevarla al cementerio.

***

Era casi las ocho de la tarde cuando Edward llegó a la casa de John Lenox, un hombre que llevaba tiempo viviendo en Villa Rocosa. La morada era vieja aunque las tejas estaban repuestas. El interior se veía más limpio que por fuera, dado a que Lilly, la criada, limpiaba mucho. Edward Richard no conocía a la familia, pero sabía quiénes eran. El ayudante del sheriff estaba en el umbral de la puerta principal, viendo el cuerpo grueso desplomado por las escaleras. Se acercó y preguntó a la sirvienta negra que encontró el cadáver de su amo.

-Buenas Lilly, ¿qué tal?

-Mal, es la primera vez que veo un muerto.-contestó ella sacando su pañuelo de uno de los bolsillos.

-Entiendo, lo siento. ¿Fue usted quien halló el cuerpo?

-Así es Richard.

-Edward por favor-pidió el ayudante tomando apuntes.

-¿Hace cuanto lo encontró?

-Media hora o así-dijo con aire de preocupación.

-¿Que paso?-preguntó él tocándose su pelo canoso.

-Estaba con Van-señalando hacía el piso de arriba, donde estaba el hijo-cuando oí un ruido.

-Y bajó, ¿no?

-Así es Richard.

El canoso hizo una mueca.

-Muy bien, ¿Van está arriba?

-Así es Richard-contestó la gruesa mujer echándole una sonrisa.

Edward fue a subir por las escaleras cuando la negra le preguntó sobre su vida, este contestó con un rápido resumen. Luego subió al piso de arriba y fue directamente al cuarto del fondo, era el de Van Lenox. Este estaba en silla de ruedas porque se había disparado accidentalmente con el rifle de su padre hace algún tiempo. No se llevaba muy bien con su padre, porque le quitó todo el dinero que tenía, dado a que no era suyo, sino de John, aunque le quería. Van se llevaba más o menos con el ayudante.

Este tenía el pelo pincho, fornido, espigado y elegante. El ayudante entró en el desastroso cuarto del joven y se sentó en su cama. El interrogado estaba escribiendo una carta cuando Edward le interrumpió, haciendo un carraspeo. El veinteañero se dio la vuelta y saludó a este, estrechando su fornido brazo.

-Hola tío.

-Siento lo de su padre.

-Ya, gracias.

-He hablado con tu criada y me dijo que ella estaba en este piso-señalando a los alrededores- cuando oyó el ruido, ¿dónde estabas tú?

-Aquí también.-contestó Van frotándose la nariz.

-¿Y Lilly estaba contigo?

-Sí.

-Es duro perder a alguien cercano a ti, así que si necesitas algo, venme a ver a la oficina.

-Gracias tío-contestó el joven con la cara mustia, pero intentando poner una sonrisa.

-¿A quién estas escribiendo?-preguntó Edward viendo la carta encima de la mesa que había en frente de Van.

-A mi madre, la echo de menos-contestó este triste, dado a que ella había muerto hace tiempo.

-Vale.

El ayudante canoso se levantó de la litera del joven y se fue al piso de abajo para analizar el cuerpo sin vida de John. Mandó a una criada del difunto a que avisase al doctor del pueblo, que estaba en uno de los ranchos, con otro caso. La joven hizo caso.

***

El calor estaba amainando cada vez más al acercase la noche. El aire frio, eso hizo que Brad Stevens se pusiera un abrigo de piel. Salió de su carruaje y fue andando hacía la casa de Samuel Paz, dado a que la familia había comprado un rancho cerca del saloom de Josh Wincott. Este se hizo una coleta con su pelo largo moreno para estar más presentable ante ella. El mago estaba nervioso y se acarició muchas veces su rostro afeitado. Las manos blancas de este estaban sudando mucho, dado a los nervios que tenía. Él subió los escalones de madera de la morada de los Paz. La casa tenía dos plantas, estaba bastante arreglada desde afuera. Las luces del interior estaban casi todas encendidas. Los nudillos de él golpearon a la puerta principal de la casa. Unos segundos después, una mujer más o menos de la edad de el visitante le recibió.

-¿Quién es?-preguntó la propietaria rubia.

-Buenas...vengo a hablar con Bárbara Paz-contestó él preocupado.

Los ojos verdes claros de esta se enarcaron y le preguntó.

-¿Usted es el hombre que enamoró a mi hija?

-Así es. Quisiera hablar con ella.

-Pues es curioso, mi hija no quiere hablar contigo.

-Fue un incidente, yo no quería hacerla daño.

-Pues se lo has hecho. Bárbara estaba enamorada de ti y tú la mentiste, ocultándole tu pasado.

-Hice mal, de acuerdo. Pero estoy arrepentido, por favor, déjeme hablar con ella.

-Si pones un pie dentro de mi casa, avisare a mi marido y al sheriff de este pueblo-dijo la mujer rubia, dado a que ya sabía el ultimátum que le había hecho el de la autoridad al ilusionista.

-Déjale pasar-vociferó alguien desde dentro.

La madre se tocó su barbilla y le dejó pasar al interior. La madre de la joven, era como ella pero más mayor, delgada, pelo rubio liso. Estaba con un camisón de seda. El invitado no vio a nadie más en el piso de abajo, pensó que Sam no estaba. La madre de Bárbara señaló a las escaleras de caracol.

-Está en el segundo cuarto a la izquierda-contestó ella.

Subió, dando zancadas grandes a su paso, quería ver a la joven de la cual estaba enamorada. Estando arriba, vio la puerta indicada por la madre, entre abierta. Entró y vio a la chica de pelo ondulado rubio tumbada en su cama. Brad la contempló durante unos segundos, antes de que ella se fijase en él. Sus ojos se volvieron a cruzar, pero con la diferencia de que ella no se tiró a sus brazos, ni se mordía los labios con los nervios de la situación. Bárbara quitó el labio torcido y empezó a preguntarle.

-¿Quién eres? y de verdad.

-Me llamo Brad Stevens y soy un mago muy bueno...-contó nervioso.

-¿Y esto?, porque no creo que hayan puesto precio a tu cabeza por ser mago-tirándole el pasquín que tenía entre sus manos a la cara.

Al hombre le dolió ese golpe y la contestó triste.

-Hice algo malo en el pasado y...

-¿Que fue?-gritó la joven.

-Estafé a unos jugadores en Arkansas hace tiempo. El dueño de la mansión donde jugué puso precio a mi cabeza. Habló con la autoridad local para que mi rostro saliese en todos los papeles, como si yo hubiese hecho algo peor que robar-contándole una parte de la verdad.

-Pero les robaste, ¿no?

-Sí, pero fue un error. Ahora estoy arrepentido-haciendo una mueca.

-¿Dime una razón para no echarte de mi casa ahora mismo?-preguntó enfadada.

-Porque te amo, te quiero desde el día en que te vi en el saloom de ese Jack Lemond, y he estado pensado todo este tiempo en ti. En cómo decirte la verdad-confesó nervioso.

-¿Devolverás el dinero?

-Puede que algún día-bromeó este.

Ella descruzó los brazos y se apeó de la litera. Vigorosa, echó su cuerpo a andar hacía él. Estando frente al único hombre por el cual estaba enamorada, le tocó con una de las palmas de la mano extendida al corazón de este. Los labios gruesos de ella se arrimaron a los de él. Hubo una ardiente tensión entre ellos, en ese momento la joven miró a la coleta que este tenía y le piropeó.

-Bonita coleta.

-Era para estar más presentable ante ti-contestó él, sonriéndola.

Llevaban tiempo sin estar en esta situación, pero se desmoronó cuando oyeron un portazo en el piso de abajo. La joven se separó de Brad y le miró para decirle.

-Te creo, déjame convencer a mis padres. Se fiaran de mi. Pero quédate por favor.-pidió ella cerrando los ojos, nerviosa.

No pudo resistirse a ese ruego y aceptó el trato. En ese momento la puerta de la habitación se abrió de repente y el padre de ella, con cara amenazadora y dirigiéndose hacia la pareja, gritó.

-Que te dije con acercarte a mi casa.

-Papa, por favor, todo esto tiene una explicación-suplicó ella nerviosa.

La mirada de ira de Samuel Paz se fue relajando poco a poco, aunque no podía soportar la idea de que su hija se enamorase de un mentiroso y de un ladrón.

***

Eran las diez de la noche cuando José Sánchez entró corriendo por la puerta principal de la casa de John Lenox. Al llegar, se sacó de uno de los bolsillos de su chaqueta un pañuelo para secarse el sudor de su frente. En ese momento, una voz le dijo.

-Tranquilo doc, el cuerpo no se va ir a ninguna parte.

Vio que era Edward. Pensó que Warren y este estaban sincronizados porque dicha frase había salido de la boca del sheriff, entonces le preguntó.

-¿Warren y tú estáis...?-meditó en no finalizar dicha pregunta, porque era una tontería.

-¿Qué?-preguntó el ayudante.

-Nada, olvídalo. He estado en el cementerio llevando el cuerpo de una joven criada. Es una pena, otra vida al cementerio. La habían encontrado ahorcada.

-¿Y qué piensa Filton?

-Hay algo que no le cuadra, por eso está viendo el dicho suicidio desde todos los puntos de vista. Cree que fue asesinada-ajustándose las gafas de culo de botella.

-En fin, el cuerpo sin vida de John Lenox está ahí-señalando al cadáver.

El galeno se guardó su pañuelo y fue hacía las escaleras. Se puso al lado de John y miró a Edward.

-Nadie ha tocado el cuerpo, ¿no?

-No-contestó el ayudante tocándose su pelo canoso.

El médico analizó el cuerpo del dueño de la casa y vio un golpe en la nuca, pensó que murió de un traumatismo craneal hará casi tres horas. Mientras el ayudante no vio ningún objeto ensangrentado a los alrededores. Razonó que a lo mejor se lo llevó. Subió por las escaleras, parándose en una balda. Allí vio una cuerda fina en una de las esquinas. La cogió. Dedujo que a lo mejor no fue una caída accidental, sino un crimen premeditado. Uno de los otros dos residentes: Lilly, la criada negra o Van, el hijo de John, quiso matar al propietario del rancho. Pero para ello tendría que tener pruebas. Por esa razón quería saber quien puso el cordel en los escalones. Se la enseñó a su amigo, este se ajustó las lentes y miró dubitativo a Edward.

-¿Crees que alguien planificó dicho accidente?-preguntó el grueso galeno.

El compañero lo afirmó con la cabeza. De esa repuesta, hizo una broma el doctor.

-Joder con los suicidios.

Edward soltó una carcajada. El de la autoridad terminó de subir los peldaños y fue hacia donde estaban los residentes. Van se dio cuenta de que el ayudante entraba en el cuarto. Se dio la vuelta y le saludó. Edward empezó a interrogarles, mostrando la correa que había hallado en los escalones.

-Esta cuerda la he hallado en las escaleras, ¿alguien me podría explicar que hacía ahí?

El joven se tocó su camisa y no respondió, al igual que su criada negra. Edward sospechó durante unos segundos, pero vio que ella respondía tras morderse el labio.

-¿No pensara que lo pusimos ahí, verdad Edward?

-Creo que sí.

-Pues no fuimos nosotros. Estábamos aquí cuando sucedió el accidente.

-¿Y la cuerda?

-Se le caería a alguna cortina-contestó el chico con el pelo pincho.

-¿Y seguro que no lo pusisteis alguno de vosotros?-preguntó el ayudante dubitativo.-Sé que tu padre era rico, además esta casa vale mucho-señalando al entorno.

-¿Cree que le asesiné por el dinero?-preguntó Van sorprendido.

-¿Quien puso la cuerda en las escaleras?

La mujer negra enfadada, cogió con su gruesa mano al hombre canoso y se lo llevó al medio del pasillo. Le enseñó de donde venía el cordel roto. Edward se fijó que en el tercer piso de la casa había unas ventanas pequeñas con las cortinillas echadas. En una de ellas, el cordel estaba roto a causa de un disparo. El minusválido salió del cuarto y le respondió.

-Fue un accidente, fue el día en el cual me quedé en esta maldita silla de ruedas-gritó el joven-Mi padre y yo habíamos discutido porque él quería que buscase un trabajo. Cogí su Winchester cuando se fue, para desahogarme.

-Disparó contra un jarrón, pero erró y eso hizo que rebotase la bala hasta esa pared.-continuó Lilly mordiéndose el labio y preocupada.

-Haciendo que se rompiese el cordón-terminó el ayudante viendo la trayectoria de la caída.

El canoso miró a los residentes y les creyó. Tras eso, con el permiso del joven, oteó el armario donde estaba arma con el cual se realizó dicho disparo y vio que en una de las cajas de munición faltaba una bala.

-¿Solo se ha realizado un disparo con este Winchester?-preguntó Edward.

-Hace tiempo que nadie tocaba el arma, lo que era de mi padre nadie podía tocarlo excepto él-respondió el hijo con sinceridad.

Pensó que sería verdad lo que le sucedió a Van. Pero si fue un accidente, ¿qué le mató?

Bajó al piso de abajo donde el médico estaba cargando el cuerpo grueso de la víctima, el joven de la autoridad, le ayudó aupando al hombre de las piernas. Lo llevaron al carro del enterrador y después de eso, Richard le preguntó.

-¿Como ha muerto John Lenox?

-Murió de un traumatismo craneal hará casi tres horas, ¿qué has descubierto de la cuerda?

-Ocurrió durante el accidente del joven Van.

-¿El disparo?-preguntó el galeno enarcando las cejas.

-Así es, el chico tuvo una pelea con el padre y se desahogó cogiendo el rifle de la casa. Quiso destrozar un jarrón, pero erró el tiro. Eso hizo que cayese el cordel a las escaleras del segundo piso.

-Bien hecho, ¿ y ahora que vas a hacer?

-Seguir investigando.

***

Warren y Samuel hablaron con todos los de la fiesta, incluido Gregory Manchester y el cumpleañero, un chico con una mirada inquieta y fría, delgado, buena vestimenta y una sonrisa que hacía que todo el mundo le cayese bien. Los de la casa respondieron que la criada Maggie no tenía ninguna enfermedad, ni tenía ningún motivo para suicidarse, incluido el médico de la familia. Hubo algo en la declaración de Jonathan, el chico que cumplía años y el hijo de Gregory, que no le cuadraba a Warren. Se tocó varias veces el mentón cuando acabó de interrogar al chico, pensando, en si fue él, el que la asesinó. Se lo comentó a Samuel Liverpool, este también sospechó algo, pero no había pruebas. Por esa razón, se tomaron un descanso y se fueron a sus respectivas casas a dormir un poco.

A la mañana siguiente, el sol salió por el este y eso hizo que despertase a Warren, dado a que las cortinas de su cuarto estaban descorridas. Se despertó y se dio un agua en su bañera. Ese día no estaba su criada Juana, porque estaba enferma. Se preparó su desayuno, se vistió, se afeitó su barba de cuatro meses y cerró la puerta principal de su casa. Bajó las escaleras del porche y vio a su vecina Samantha Illinois dirigirse al colegio. Ella le sonrió al pasar por delante de su morada. Él se tocó su sombrero en forma de saludo. La notó seria, aunque por fuera se la notaba feliz. Había algo que la preocupaba, seguramente las muertes de sus amigas, dado a que el criminal aún seguía suelto, el compañero del cual ellas se burlaron hace tiempo, Antonio Romero.

Fue hacía la oficina, montado en su caballo. Allí vio a su amigo Liverpool subido a su animal y se puso a su misma altura. El compañero se tocó su tripa le dijo a Filton.

-Vamos.

-Yijah.

Los dos cabalgaron durante una hora hacía el norte, dandoles el sol en la cara. Fueron hacía la mansión de Gregory Manchester, a seguir investigando el supuesto suicidio de Maggie. Con las frentes empapadas en sudor, hizo que los de la autoridad se refrescasen varias veces sus rostros. Al llegar a la mansión, el sheriff y su ayudante dejaron en las manos de los criados de Manchester, el cuidado de sus animales. Entraron en la morada y el ingles se dirigió como una bala hacía el ático, seguido de su compañero. El dueño les dijo que si necesitaba algo, estaría en su despacho.

Estando en el escenario, Samuel se tocó su tripa y le preguntó.

-¿Que estamos buscando?

-Cualquier cosa que no encaje en un suicidio-respondió el sheriff mirando a su alrededor.

-Aparte de los arañazos-soltó el compañero.

Investigaron el cuarto en busca de pruebas. Con el calor que hacía hicieron una pausa cuando ya llevaban la mitad: Miraron en diversos cajones, miraron por debajo de la litera dos veces. Nada, no había ninguna prueba más que la encontradas antes. Pensaron en cómo se hicieron los rasguños del suelo.

Filton dedujo una teoría: Si fue un asesinato, el criminal de alguna manera atrajo a la criada Maggie, hubo una pelea, donde ella quería arañó el suelo y este la mató. O bien la joven quedó con el/la asesina y acabó mal para ella. Además, la declaración de Jonathan Manchester era extraña. La única cosa que dijo que era cierta es que fuese su cumpleaños. Pero en todo lo demás hubo dudas, dado a que varias personas, incluidos los sirvientes, declararon que el cumpleañero joven con mirada fría no estaba a las horas que él decía en el patio. Hizo una reflexión, pensando en si mató a la mujer, tendría que tener alguna prueba, como arañazos en las manos.

-¿En que estas pensando?-irrumpió Liverpool.

-En que el joven Manchester estuvo metido en el asesinato-contestó Warren, tocándose el mentón.

-¿Y por qué crees eso?

-Porque su declaración tiene lagunas. Varios testigos aseguran no haber visto a Jonathan en su fiesta cuando él dijo que sí.

-Eso es el principio para investigarle.

Bebieron un trago de sus respectivas cantimploras de piel. Tuvieron que secarse las gotas de sudor de sus frentes. Uno de ellos, se le ocurrió mirar detrás de los armarios, el otro estuvo de acuerdo. Los movieron y hallaron una pulsera con las iniciales M.C en uno ellos. Preguntaron a los demás criados donde hallaron respuesta. Dicho arete pertenecía a Michael Carpenter, el hombre que encontró a Maggie muerta en el ático. Fueron buscándole por toda la casa hasta hallarle en la cocina con una botella de champaña. El grueso hombre estaba chorreándole el liquido de la bebida por la gruesa barba negra cuando los de la autoridad estaban en el umbral de la puerta. Les miró y se fijaron en que este estaba con el rostro triste, pensaron que sería por la muerte de la joven. Se secó sus ojos lagrimosos y se sonó unas cuantas veces con un pañuelo. El sheriff fue el primero en entrar y dejar la pulsera encima de la mesa, en frente suyo.

-¿Por qué llora?-intervino el ingles.

El criado miró fijamente con sus ojos verdes oscuros llorosos, a los del sheriff. Hubo un momento de silencio antes de que el preguntado respondiese.

-No es nada.

-Es por ella, ¿verdad?, ¿por Maggie?-dedujo el de la autoridad tocándose el mentón.

El barbudo asintió. El interrogador continuó.

-¿Donde estuvo a la hora del crimen?

-¿Insinúa que yo la maté?-dijo Michael sorprendido.

-Estoy intentando descartar sospechosos.

-No lo hice. La amaba.

-Usted y ella eran pareja, ¿no?, dígame, ¿quien tendría motivos para matarla?

-Esta pulsera se la regalé el día que nos conocimos-respondió, acariciando el aro con suavidad.-Estoy seguro de que fue Gregory. No sé cómo supo lo nuestro, seguro que la mató en un ataque de celos.

-¿Por qué sospecha de su jefe?

-Porque cuando él se enamoraba de una criada, no era de nadie más.

-¿Alguna vez vio a Gregory pegar una bofetada a Maggie?

El interrogado hizo memoria y respondió.

-No, pero sí que les oí discutir alguna que otra vez en estos últimos meses.

-¿Y por qué?

-Supongo que fue por mí, ella quería dejarlo conmigo porque le temía. Tenía miedo de que él lo supiese y de que la despidiera.

Los dos hombres de la autoridad le creyeron, dado a que era imposible que les miéntese con esa medio borrachera que tenía. Warren pensó en una nueva teoría: a lo mejor fue una discusión que mantuvo Gregory con la víctima y este cogió dicha soga y la ahogó, montando dicho suicidio después. Dejaron la pulsera encima de la mesa y fueron buscando al nuevo sospechoso, el millonario y dueño de la casa. Fueron hasta su despacho. Allí estaba Gregory Manchester, sentado, con su cara seria, mirada nerviosa al ver que alguien estaba cerca de él. Dejó el documento que estaba leyendo en su escritorio y les echó una mirada fulminante, dejando perplejos a los de la autoridad. Se separó un poco de la mesa y preguntó.

-¿Que han obtenido?

-¿Alguna vez pegó una bofetada a Maggie?-preguntó el ingles.

-¿De qué demonios me está hablando?-contestó el dueño arrugando un poco la hoja.

-Conteste a la pregunta por favor.

-Nunca la hice daño-se defendió este, enarcando la ceja.

-¿Y alguna vez prohibió un romance entre sus empleados?-intervino Liverpool.

El millonario se tocó su pelo corto moreno y pensó en a quien se podían referir. Contestó.

-Habla de Michael Carpenter-hizo una mueca-¿Que les ha contado?

-Usted sabía que entre él y Maggie había algo, ¿verdad?

El dueño arrugó sus labios y les dijo.

-Me lo sospeché, dado a que los dos-refiriéndose al criado- éramos mayores y ella...ella era joven.

-Y guapa-continuó Filton.

El millonario cambió de expresión y asintió con la cabeza. El fornido sheriff le confesó una teoría que tenía.

-Dos hombres enamorados de la misma mujer, uno de ellos, descubre la infidelidad y discute con ella. Tal vez no fuera su intención, pero los celos le pudieron y la mató, ahogándola con la cuerda, ¿verdad señor Manchester?

El interrogado arrugó su rostro en forma de ira y le tiró la hoja a la cara. Empezó a decir blasfemias a los de la autoridad. Les echó con el dedo índice del cuarto. Warren y su amigo se fueron. Los dos pensaron que no había conseguido mucho del dueño, dado a que no habían pruebas contra él.

***

Edward Richard fue preguntando a los vecinos de John Lenox por si habían visto a alguien ir a la casa de la víctima en el momento de su muerte o si Van o Lilly podrían haber tenido algún motivo para matar a John. La mayoría respondieron que no a las dos preguntas, dado a que John, aunque parecía un hombre enfadado siempre por las caras que tenía, era buena persona e iba a dejar como heredero a su único hijo y a la criada. Por otra parte, Van no tenía planes de vida y la mujer mayor negra le respetaba. Uno de ellos, afirmando dichas respuestas, dijo haber oído una discusión cinco minutos antes de que Lilly empezara a gritar. El ayudante aún seguía pensando en que fue un accidente, dado a que ninguno de los dos familiares tenía motivos. Volvió al escenario del crimen. El calor fue disminuyendo cada vez más cuando este se acercaba a la casa del difunto. Al bajar de su animal y atarlo, llamó a la puerta con sus nudillos. La criada negra le dejó pasar y este se paró en mitad de la planta inferior.

-Lilly, vamos arriba-mirando a la mujer de color.

Ella le hizo caso y subieron los peldaños. Al llegar al cuarto de Van Lenox, el ayudante se apoyó en la pared. Empezó a interrogarles.

-Un vecino vuestro, George, dijo haber oído una discusión antes de que usted-señalando a la mujer-gritase. Dígame, ¿qué paso?

-Ya se lo dije, fue para que buscase trabajo, pero me negué-replicó el minusválido.

-¿Otra discusión por ese tema?-preguntó el canoso dubitativo, al no recordar dicha mención.

-Sí-contestó enfadado-no hay muchos trabajos para mí.

-Podrías trabajar como ayudante de Cienfuegos-dijo Edward, refiriéndose al banquero de Villa Rocosa.

El interrogado soltó una carcajada. El ayudante se sorprendió de lo vago que era Van. La negra le preguntó.

-¿Y cómo murió el señor Lenox, Richard?

Este se rió y le respondió dirigiéndose al pasillo. El de la silla de ruedas lo siguió también.

-Dado a que no falta ningún objeto de valor, no fue un robo. Así que se me ocurrió otra teoría al encontrarle en las escaleras. Podrían haberle empujado. Pero ¿quién? porque los vecinos no vieron a nadie entrar en la morada a la hora del crimen, ni usted halló a nadie extraño por la casa, ¿verdad?

Los miembros de la casa se quedaron sorprendidos, mientras el canoso seguía hablando, bajando los escalones de la casa. El joven le preguntó, cansado de que Edward tardase mucho en contar la causa de la muerte.

-¿Y cómo murió mi padre?

-Eso es lo que voy averiguar ahora mismo.

En ese momento, el ayudante del sheriff se fijó en un pequeño destello, se dio cuenta de que era unas monedas que había en una de las baldas. Las cogió y se las enseñó a los otros. Edward preguntó a Van.

-¿Tu padre ha perdido dinero?

El minusválido respondió con la cabeza.

-¿Por?-preguntó la criada desconcertada.

-Podrían haberle empujado por los escalones, pero, los conozco. Lilly quería a su padre como una amiga y no tendría motivos para hacerlo, ¿verdad?

La mujer asintió tristemente.

-¿Y yo?-preguntó el joven de pelo pincho.

-No creo que seas un asesino. No tenían motivos, dado a que iban heredar, ¿verdad?

Los interrogados afirmaron mustios.

-Además, Lilly declaró que los dos estabais en vuestro cuarto cuando tu padre salió gritando de ahí y se dirigió a las escaleras. Seguramente enfadado por la discusión. John a lo mejor vio la moneda y quiso cogerla. Se tropezó, se calló y se mató.

-¿Y cómo esta tan seguro de eso?-preguntó uno de ellos.

-Porque solo tiene un golpe en la nuca y además si hubiese sido un asesinato, ¿por qué dejar el cuerpo a plena vista?

-O sea, ¿que mi padre murió por intentar coger una moneda en las escaleras?

-Así es. Caso cerrado.

Tanto la criada como el hijo se sorprendieron de la causa de la muerte y sonrieron, pensando en qué forma más tonta de morir.

***

El sol estaba dando en la cocina cuando una de las criadas de Gregory Manchester encontró el cuerpo grueso sin vida de Michael Carpenter. Este estaba tumbado boca arriba, con el revólver en una mano y con un tiro en el lado izquierdo de su rostro. Llamaron al sheriff y a su ayudante Samuel Liverpool. Estos dos echaron un vistazo al cadáver del hombre que descubrió a Maggie sin vida en el ático. El ingles le pidió a uno de los sirvientes que fuese avisar al galeno de Villa Rocosa. Este lo hizo. Interrogaron a la joven que halló a Michael, ella les comentó que lo descubrió hace unos minutos. Los de la autoridad dedujeron que el hombre murió hará más o menos una media hora según los últimos movimientos que supieron de este, antes de que oyeran el disparo en la cocina.

Aún estaban pensando en quien tendría motivos para asesinar a Maggie y a Michael, dado que estaba descartado como sospechoso desde que contó la verdad a Warren en la cocina. Quisieron saber el porqué de los crímenes, dado a que también había algo raro en este delito. Warren no vio la pulsera de M.C en el ático. Pensó en donde podría estar. Sintiendo el calor, bebió agua de su cantimplora y fue a hablar con su compañero.

-¿Que has averiguado?-tocándose el mentón.

-No mucho, dado a que nadie estaba en los alrededores de la cocina. Unos cuantos estaban en las plantaciones y los demás en las caballerizas.

-¿Y Gregory Manchester?

-Aún no he hablado con él.

-Lo haré yo.

El sheriff se limpió el sudor de su frente y vio llegar a José Sánchez entrar por la puerta de la cocina y le comentó lo sucedido. El galeno se ajustó las gafas de culo de botella y fue andando a paso ligero hacía el cadáver. Warren Filton salió del escenario del crimen y se dio un paseo hasta el despacho del millonario, pensando en que le pareció raro el suicidio de ambos criados, dado a que no había nota de suicidio en ninguno de los dos. El único sospechoso que tenía en mente era Gregory, dado a que Michael y Maggie tenían un romance secreto y ella le estaba siendo infiel. Pero si no era él, ¿quien tendría motivos?

Este llegó al umbral de la puerta del despacho y le preguntó al dueño de la casa, que estaba sentado en su escritorio. El malhumorado Gregory se levantó de su silla, violentamente y señaló con el dedo índice al de la autoridad.

-¿Que le dije?, le dije que no quería volver a verle-arrugando la cara.

-Ha habido dos crímenes en su casa y tengo que interrogar a todos los presentes que han podido oír el sonido del tiro.

-¿Me está acusando otra vez?

-Para que le voy a mentir. Si. Usted era el único que tendría motivos para asesinar a Michael Carpenter y a Maggie.

-¿Por la sospecha del romance?

-Así es. Usted mató a Maggie con la cuerda en el ático y luego a su amante con una pistola, se pelearon y usted le disparó en la parte izquierda de la sien. Pero se olvido de un pequeño detalle, cuando alguien se pega un tiro o se ahorca, primero deja una nota de suicidio, cosa que no había en ninguno de los dos crímenes.

-Menuda estupidez-se mofó el interrogado.

-Ah, y cuando se suicida, uno se pone el arma en la parte derecha.

-¿Cree que yo los asesiné?

El sheriff puso una mueca y le preguntó.

-¿Donde estuvo hace media hora?

El dueño se tocó su pelo corto moreno y respondió.

-En una de las plantaciones-cambió de expresión-pregunte a Larry Goldman, el criado con el que estuve, él se lo dirá.

-Lo haré.

El de la autoridad no se lo creyó y volvió otra vez a la cocina. El doctor se levantó y le dijo a Filton.

-La víctima murió de un único tiro en la sien izquierda hará una media hora. No sé, ¿cuando uno se suicida, no lo hace con la derecha?

-Sí, fingieron un suicidio, o más bien dos. Ahora hay que averiguar si Gregory tuvo algo que ver.

-¿Y qué vas a hacer?-preguntó uno de ellos.

-Preguntar a Larry Goldman.

El sheriff marchó de la cocina, despidiéndose de sus compañeros. Fue preguntando a los criados hasta hallar al criado con el que estuvo Gregory. Este afirmó la coartada de su amo a la hora del crimen de Michael. Filton lo descartó y ve que no le quedan sospechosos.

Tras ayudar al doctor José y a Samuel a cargar el cuerpo del difunto Michael Carpenter en el carro que había traído el galeno para llevarse el cadáver al cementerio, volvió al segundo escenario del crimen. Liverpool le acompañó. Estando allí, empezaron a buscar pruebas. El calor hacía que dificultase esa tarea, porque tenían que secarse sus frentes y beber agua de sus cantimploras. Al final, uno de ellos halló un trozo de papel en una de las esquinas del cuarto. Estaba arrugado, lo desenvolvieron y vieron que era se trataba de una herencia. Warren habló.

-Esto si podría haber sido un buen móvil para fingir dos suicidios-sujetando el pliego.

-Ahora hay que averiguar quién lo hizo.

-Voy a haber si me dicen algo más sobre este impreso en el banco de Villa Rocosa.

-Bien, yo seguiré investigando.

-Hazme un favor, echa un vistazo también al primer escenario por si se nos ha pasado algo.

El sheriff salió por la puerta de la cocina y se dirigió a su caballo. El sol le estaba pegando de frente, por eso se puso el sombrero y se lo bajó un poco. Trotó durante una media hora hasta el pueblo sin parar. Al llegar al banco de Fuente María. Entró en el establecimiento y vio el reloj, eran las nueve menos cuarto de la noche. No había clientes a la vista, se acercó a la mesa del ayudante de Javier Cienfuegos, Sean. Este estaba firmando unos documentos cuando levantó la visto y vio al ingles.

-Hola Filton, ¿qué pasa?-preguntó el joven banquero.

El de la autoridad le enseñó el pliego y el joven con el pelo pincho moreno lo identificó enseguida por la firma que había en el documento.

-Es un trozo de papel de la herencia de Gregory Manchester. Llevé la abertura de la cuenta de ahorros de ese hombre y su esposa.

-¿No tenían un hijo?, ¿Jonathan?

-Jonathan no era su hijo, es su hijastro, lo acogieron hace ya tiempo.

-¿Y cómo sabes eso?

-Sé mucho más que eso-sonrió el joven Sean Lambert.

-¿Gregory y tú sois amigos?

-Es amigo de Javier y el jefe me cuenta algunas cosas.

-Como cuales.

-Hace unos meses, Gregory entró en el banco con Maggie y entre los dos cambiaron el testamento. Vi que desheredaban a Jonathan, nunca supe el porqué y eso que les pregunté.

-Y adivino, puso a Maggie como heredera.

-Creo que sí. Espera a que lo busque-respondió el ayudante de Javier levantándose de su silla.

Un rato después volvió con la documentación y se la entregó al ingles, este le pidió.

-Me lo puedo llevar, te los devolveré.

-En cierta manera, eso es ilegal.

-Tranquilo, no te implicaré-respondió Warren sonriendo.

Cogió los documentos de la herencia de Gregory Manchester y salió del establecimiento despidiéndose del joven. Warren pensó que la desheredación de Jonathan fue un motivo para inculpar un hijastro a su padre en dos crímenes.

Mientras tanto en la mansión donde asesinaron a Maggie y a Michael Carpenter, Samuel Liverpool, cansado de no encontrar nada, bebió un poco de agua de su cantimplora. La dejó en uno de los muebles del ático, se sentó en una silla para descansar y pensó en donde más buscar. Un criado entró de repente con una bandeja plateada. El ayudante sacó de su funda el revólver y lo apuntó. El criado se asustó y casi tira la vasera. Le invitó a pasar y pidió disculpas. Se tocó su tripa y vio como el joven dejaba la fuente plateada y se iba.

-Gracias por el agua.

Este se lo bebió dando varios sorbos. Pensó en donde hallar alguna prueba contra el asesino, ya que había registrado dos veces el ático. En ese momento, al coger el vaso de cristal y ponerlo frente a él para bebérselo, vio un destello. Lo dejó al lado suyo y fue a comprobar el brillo. Se agachó frente a una balda que estaba al lado de donde estaba los arañazos de la joven. El joven volvió y recogió la fuente. Antes de que se marchase del cuarto, el ayudante de la autoridad le preguntó.

-¿Puedo abrir esta balda?

-Espere a que avise al dueño.

-Bien.

El chico volvió a desaparecer y el ayudante acercó el ojo a la abertura que había entre las baldas de madera. Se fijó que había un objeto pequeño. Levantó la vista al ver que Gregory Manchester venía y le preguntaba.

-¿Es necesario abrirla?-señaló este con el dedo al suelo.

-Sí, es necesario-respondió una voz detrás suyo.

El dueño se asustó y se fijó en que era el sheriff. Warren le enseñó varios documentos que tenía entre sus brazos. El millonario preguntó enfadado.

-¿Que es todo esto?

-Una pregunta, ¿por qué desheredó a su hijastro Jonathan?

Samuel se quedó sin palabras al saber la noticia, al igual que Gregory. El interrogado le dijo intrigado.

-¿Como sabe usted eso?

-Villa Rocosa es un pueblo, y tarde o temprano se saben los secretos, ¿por qué lo hizo?

El dueño tragó saliva y le respondió.

-Jonathan era hijo de un amigo mío que murió de muerte natural. Él tendría cinco años cuando mi segunda esposa y yo lo acogimos. Otra razón por la cual quisimos tenerlo fue porque mi mujer quería ser madre. Le fuimos criando e intentamos quererle como si fuera nuestro propio niño. Mi mujer quiso dejarle como heredero cuando nosotros faltásemos. Muy pocos sabían esta historia.

-¿Y usted no quería que heredase?-preguntó uno de ellos.

-Al principio sí, pero cuando falleció mi mujer y el crió cumplió los quince años, me preguntó, ¿cuándo heredare todo esto?

-Dígame una cosa, cuando Jonathan le preguntó eso, ¿usted ya mantenía una relación intima con Maggie?

-Si.-respondió con sinceridad el interrogado tocándose el pelo corto.

-A lo mejor ese fue el detonante, el chico no le gustaba la criada y cuando ella iba a heredar su fortuna, la mató por ello.

-Y cuando el amante de Maggie se enteró, lo eliminó también-terminó Samuel.

-¿Ya ha visto a mi hijastro?, esa mirada tan fría, seguro que fue él quien lo hizo-dijo Gregory aborreciendo al joven.

-Por eso tenemos que tener pruebas-dijo Filton señalando al suelo.

El dueño dio permiso a los de la autoridad para que quitasen dicha balda. Dentro, hallaron un colgante con unas insignias inscritas y un nombre, el de Jonathan. Manchester respondió.

-Se lo regaló mi mujer.

-¿Donde está Jonathan?-preguntó Warren.

El padrastro salió el primero del ático y bajó las escaleras. Los de la autoridad fueron detrás. Fueron andando hasta el cuarto de Jonathan, que estaba estudiando. Al abrir la puerta, el joven de mirada fría e inquieta los miró fijamente. Gregory fue el primero en estar dentro. Este no pudo evitarlo y le atacó, gritando.

-!Tu mataste a Maggie¡

Sus manos iban a ir al cuello del joven, pero fueron paradas por los de la autoridad. Manchester lloró de ira y de pena. El sheriff le puso contra la pared mientras Samuel detenía al joven Jonathan. El millonario se detuvo en atacarle de nuevo cuando vio a su hijastro salir detenido del cuarto.

-Déjeme ir con ustedes, quiero saber la verdad, ¿por favor?-pidió Gregory.

El sheriff asintió. Los tres salieron del rancho del millonario con el detenido. Todos los criados miraron con asombro la situación y se sorprendieron. Jonathan les echó una mirada de miedo y una sonrisa maligna. Le ensillaron en uno de los caballos y se montaron en sus respectivos caballos. Los empleados se hicieron preguntas entre ellos y se las hicieron al dueño. Los de la autoridad salieron del rancho y cabalgaron hasta Villa Rocosa. Estaban cansados de tanto trotar e investigar el caso. Pensaron que menos mal que ya habían detenido al asesino. Los cuatro fueron hasta la oficina de la autoridad y vieron que estaba cerrada. El sheriff abrió con la llave la puerta y entraron. El ayudante acompañó al preso a la sala de interrogatorios.

-Quédese aquí, yo le interrogaré-pidió el de la estrella.

Gregory Manchester hizo caso y vio al ingles andar hasta el cuarto. Warren pidió al ayudante que fuera a buscar comida.

-Samuel, ¿puedes ir a comprar croquetas y...?-señalando al sospechoso.

El interrogado no dijo nada. Filton siguió.

-Y algo más, toma dinero.-dijo, dándole billetes para que pagase la cena.

-No hombre no, yo invito-se ofreció el grueso Liverpool.

-Bien, gracias.

Samuel salió del cuarto. El sheriff puso las pruebas que tenía encima de la mesa y fue hacia la ventana.

-¿Tienes calor?

No hubo respuesta. El sheriff las abrió y se sentó. Abrió el sobre y dejó que este viese la documentación de la herencia. Jonathan echó la vista a otro lado. El sheriff comenzó a interrogarle.

-Estuviste en la fiesta de tu cumpleaños todo el rato el día que sucedió la trágica muerte de Maggie, la criada, ¿verdad?

El interrogado no abrió la boca, sonrió. El de la autoridad continuó.

-Según las declaración de varios testigos decían que no estuviste en algunos momentos de tu fiesta. Y qué curioso, a las horas que dicen tus amigos que no estuviste, murió Maggie-exageró el sheriff.

El interrogado no dijo nada. Samuel entró de nuevo y dejó una bandeja de madera con croquetas encima de la mesa. Filton cogió una y se la comió. Ofreció una a Jonathan, este no abrió la boca. El ayudante salió afuera cogiendo también otra de la fuente. El de la autoridad continuó con el interrogatorio.

-Sé la verdad. Sé que no eres el hijo de Gregory, sino su hijastro.

El chico cambió de expresión y Filton lo notó. Continuó.

-Y te enteraste de que tu padrastro iba a desenredarte y se lo iba a dar todo a Maggie.

Siguió sin decir nada.

-Por esa razón, seguramente tuviste un encontronazo con ella en el ático. Os peleasteis, donde ella arañó el suelo y tú la ahogaste con una cuerda. Pero de lo que no te diste cuenta, es de esto-enseñándole la pulsera con una frase y el nombre del sospechoso inscrito.

Jonathan no dijo nada, aunque estaba un poco nervioso. Filton quería que confesase, para ello continuó.

-Ella te lo arrancó durante la pelea en el ático. Se coló en una de las baldas. Sabías el romance que había entre Michael y Maggie, ¿verdad?, por esa razón pusiste el cordel que le regaló ella a Carpenter en el escenario del crimen, para inculparle.

Hizo una pausa para comer otra croqueta y para lavarse las manos. Siguió contando.

-Más tarde, Michael supo algo de ese crimen y te interrogó sobre dónde estabas a la hora del suicidio. Al igual que quería saber qué es lo que hacías con la documentación de la herencia. Tuviste otra pelea en la cocina, donde fue arrancado un trozo del papel, que fue a parar a una de las esquinas del cuarto. Le disparaste con su revólver en la sien izquierda en forma de suicidio.

Le enseñó el trozo de folio con la firma y le preguntó.

-Lo hiciste ¿verdad?

El interrogado echó el cuello para adelante y miró al sheriff con frialdad, tocándose su pelo corto.

-El me desheredó y yo le quité lo más importante.

-Y por esa razón, la soga te espera.

-No puede, tengo diecisiete años, soy menor.

-La ley te puede enviar a la horca a partir de una determinada edad. Edad que ya has superado.-sentenció Filton sonriendo.

Jonathan no quitó esa sonrisa malvada y miró al umbral de la puerta, suponiendo que detrás estaba su padrastro, escuchando la confesión. Gregory miró al asesino de su amante y soltó una lágrima por ello. Samuel le ofreció un pañuelo.

FIN

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