2x10:Verdad oculta

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Warren se ocupa de la muerte de una forastera que era huésped en el saloom de John Kruger. La víctima estaba en la misma habitación que una pareja de recién casados. A medida que el sheriff va investigando el caso, descubre que el matrimonio oculta algo oscuro y a que lo mejor tuvo algo que ver con el asesinato de la desconocida. Por otra parte, Samuel y Edward se encargan de investigar el crimen de una joven rubia donde consideran al marido, Jessie Connor, como sospechoso, dado a que él se iba a casar con otra mujer y compartir el testamento de la víctima con la nueva esposa.


Paso un tiempo desde el arresto de Jonathan, el hijastro de Gregory Manchester por los asesinatos de Maggie y Michael Carpenter.

***

Era el mes de septiembre, hacía días de calor pero con una temperatura estable. Por fin los lugareños respiraban aire fresco y podían dormir a gusto por las noches. Uno de esos días, una joven rubia con el pelo recogido y manos llenas de callos, fue a una de las habitaciones del segundo piso del establecimiento de John Kruger para ventilarla. Al abrirla, empezó a gritar de lo que en ese momento estaba viendo. Una muchacha tumbada boca arriba y con múltiples puñaladas en su delgado torso. La criada descorrió las cortinas y salió corriendo a avisar a su jefe.


Por otra parte, Warren Filton estaba dando un paseo por el pueblo, estaba yendo a visitar a su vecina Samantha Illinois porque esta quería que le recomendase algún sitio para cenar con su compañero de trabajo, Jessie Connor. El sheriff se acercó a la escuela, vio pareja y saludó al hombre, extendiendo su mano.

-Buenas, ¿qué tal?, soy Warren Filton, el sheriff de este pueblo-señalando al entorno.

El profesor, compañero de su amiga, era un poco grueso, barba con entradas y con el pelo largo con vestimenta elegante. Sonrió al de la autoridad y le empezó a contar.

-Me encanta Villa Rocosa, la verdad es que fue por una sustitución por lo que tuvimos que venirnos aquí mi esposa y yo.

-¿Y donde esta ella?-preguntó el sheriff acariciándose el mentón.

El profesor se acarició su dedo anular y evitó la respuesta.

-Jessie viene de un pueblo cercano a este-intervino la mujer.

-¿Ah, sí? ,¿de cuál?-preguntó Filton.

En ese momento se oyó barullo dentro del colegio y los maestros se metieron adentro para poner orden. Había algo en Jessie Connor que no le gustaba a Filton, pero no sabía lo que era. Dio la vuelta y fue en dirección a su casa. Estaba cansado del día que había tenido porque había tenido que evitar varios enfrentamientos en diversos establecimientos, pero pensó en que hoy hacía un buen día, dado a que no hacía mucho calor.


Por el sol debía ser las cinco de la tarde. El grito de la criada, vociferando el nombre del ingles, hizo que este girase la cabeza. Se paró en medio de la calle, y esperó a que la rubia con el pelo recogido estuviese frente a él.

-Sheriff, hay un cuerpo en el saloom de Kruger-dijo ella nerviosa.

-Tranquila Rebecca, vamos al establecimiento y vemos lo sucedido-pidió él.

Los dos caminaron hasta el bar. El hombre vio que la mujer iba tranquilizándose poco a poco mientras andaban hasta el escenario del crimen. La criada se tocó su cabello rubio y se mordió varias veces las uñas. La chica esbelta era la sirvienta de John desde hace unas semanas. No es que fuese muy agraciada, pero tenía una sonrisa que hacía que la gente fuese amable con ella. Además tenía conversación, dado a que era una joven culta y limpia. Rebecca le gustaba un poco Filton, por lo apuesto que era, aunque nunca se lo ha dicho.


Al estar a pocos metros del bar de John Kruger, vieron un coro de gente en las puertas de vaivén. El joven pidió que se apartasen un poco, los vecinos lo hicieron y entraron en el establecimiento. Acompañado de la chica, fue al piso de arriba hasta el escenario del crimen. El de la autoridad pidió a Rebecca que estuviese afuera, ella le hizo caso. El cuarto de huéspedes no era demasiado grande, tenía un par de camas y unos cuantos muebles. Se veía un poco desorganizado. Se fijó en que había tres maletas de equipaje, estaban abiertas. Había cosas tiradas alrededor de la víctima por que había habido una pelea. El cuerpo delgado de la joven sin vida estaba al lado de una de las camas. Le echó un vistazo de cerca, poniéndose de rodillas junto a la víctima. La chica tenía el pelo largo y rubio, veinte pocos. Sus ojos marrones estaban fijos en el techo, no era muy agraciada, pero a Filton le pareció sexy. Tenía múltiples puñaladas en el torso y en el cuello. Pensó que fue atacada por sorpresa por su agresor y se intentó defender. Pero no lo logró.


Echó un vistazo al escenario y vio que no faltaba nada de valor, pensó en que el móvil no fue el dinero. Se fijó en la ventana abierta, miró a Rebecca y le preguntó.

-¿Ha abierto la ventana?

-Sí-respondió desde el umbral la joven.

Ella se acarició sus finos labios y le dijo.

-¿He hecho mal?

-Si no ha tocado nada más, no-respondió con una sonrisa.

En ese momento se presentó el dueño del local y le preguntó al sheriff sobre el asesinato.

-¿Cómo le va?

-Se poca cosa aún, ¿qué me puedes decir sobre ella?

- Se llamaba Anya, venía junto a una joven pareja y fue ella la que pagó dicho cuarto. Dicho pagó era para celebrar la luna de miel de la pareja.

-¿Que pareja?

-Ahora te la presento.

-Bien. Oye John, ¿ cuando una amiga de tu esposa ha estado alojada en la misma habitación que vosotros en vuestra luna de miel?

-Nunca, ¿por?

-Me resulta extraño que Anya estuviese durmiendo en la misma habitación que la pareja, nada más.

El barman enarcó las cejas y se fue junto a Rebecca al piso de abajo. El sheriff se levantó y fue hacía la salida. La joven cerró la puerta, entregando la llave después a Warren. Ellos siguieron a Kruger.

-Que nadie suba al piso de arriba hasta que el doctor no se lleve el cuerpo de la joven.

-Bien.

El camarero sonrió al ver el trabajo que tenía por delante el de la autoridad, dado a que tenía algunos clientes por interrogar. La noche del crimen, no había casi gente para que le explicase al sheriff si alguien vio a Anya antes de morir. El camarero de ojos azules le presentó a la pareja que estaba con Anya en la habitación cuando los identificó.

-Warren, le presento a Luke y Adelaide.

-Buenas noches-dijo este.

El sheriff estrechó la mano a ambas personas. El hombre tendría más o menos los treinta, más alto que Filton, fornido, de aspecto elegante y se tocaba varias veces su perilla rubia. Los ojos verdes oscuros de este no dejaban de mirar a los de Warren, el de la autoridad tuvo miedo de cómo le miraba el joven, pensó que sería un dominante. La chica tendría la misma edad que su marido y era de la misma altura que Warren. Vestía con un atuendo que hacía juego. Se tocaba mucho los pendientes de las orejas. Sus ojos de color azul claro no dejaban de mirar a los de su esposo, el de la autoridad pensó que ella le temía. Había algo raro en la pareja que hizo que Warren sospechase de ella.

-Siento la pérdida de su amiga-comenzó el ingles a hablar.

-Gracias, Anya era una buena persona. No se merecía lo que le ha pasado-respondió el joven con voz aguda.

-¿Donde estuvieron hará más o menos cuatro horas, a la hora del crimen?-preguntó Warren diciendo un tiempo inexacto.

-Nos fuimos a dar un paseo-aseguró el interrogado.

-¿Hace cuanto están en Villa Rocosa?

-Hará unos días, ¿no?-preguntó a su esposa.

La joven asintió. El esposo miró al de la autoridad.

-¿Y Anya era amiga de su mujer?

-Sí, desde hace algún tiempo.

La chica no dijo nada, Filton empezó a sospechar y siguió con el interrogatorio.

-Según las declaraciones del barman dijo que Anya pagó su habitación para que ustedes tuvieran su luna de miel, ¿no es así?

El joven Luke se tocó su perilla rubia y afirmó con la cabeza.

-¿Y no les resultó extraño que ella durmiese en la misma habitación?

La pareja negó la respuesta. En ese momento el médico del pueblo entró al saloom y habló con el dueño. El sheriff les dijo.

-Me disculpan un momento, si tengo alguna pregunta más, ¿donde podré encontrarles?

-Estaremos aquí-respondió el joven cogiendo fuerte de la cintura a su esposa.

El interrogado se aclaró la voz. Warren notó algo extraño en el ambiente cuando estaba interrogando al matrimonio. El aire que soplaba dentro del establecimiento era fresco, el ingles se puso la camisa de manga larga e intervino en la conversación que había entre John Kruger y José Sánchez.

-Hola doc, el cuerpo está arriba, en la habitación número cuatro.

-Primero haz que este zoquete- discutió el galeno, señalando al barman-se tome su medicina.

El sheriff miró el frasco que tenía el doctor y luego preguntó.

-¿Qué ocurre?

-Este insensato no quiere tomarse la medicación que le mando.

-¿Estás Bien John?-mirando con preocupación al camarero.

- Sí, solo han sido gases.

-Es diarrea, no te confundas-replicó el galeno.

-Venga hombre...

-Hazle caso a doc, tómatelas-dijo el sheriff, intentando convencer a John.

El hombre de ojos azules torció el labio y durante unos segundos dudó. El sheriff bromeó.

-Además, te quiero tener como camarero durante unos años más.

Los otros dos rieron y finalmente el enfermo cogió la medicina y volvió a la barra, quejándose con gemidos al galeno. El médico se ajustó sus gafas de culo de botella y cogió su maletín.

-Menudo tozudo es Kruger-se quejó el doctor.

-Ya le conoces-sonrió el otro- vamos arriba.

Los hombres subieron las escaleras hasta llegar al piso de arriba. El de la autoridad abrió la puerta de la habitación con la llave que le había dado Rebecca antes de que bajase a interrogar a los testigos. El escenario del crimen seguía igual que como lo había dejado el sheriff. El galeno se agachó frente a la víctima y la miró con ojos de pena.

-Lástima que haya muerto, era tan joven-dijo José, subiéndose las gafas.

-Según la pareja que estaba alojada con ella, se llamaba Anya. Les pagó la habitación por su luna de miel. Pero, es extraño, ¿no?, dormir en el mismo cuarto que el matrimonio-se mosqueó Filton.

-Hay gente para todo.

-¿A qué hora más o menos fue asesinada?

El médico se fijó en que la víctima había sido apuñalada más o menos veinte veces. Las heridas estaban juntas. Dedujo que fue asesinada más o menos hará seis horas por la temperatura del cuerpo y que las puñaladas mortales fueron las del cuello. El sheriff echó otro vistazo al escenario del crimen, hallando, en la mesita de noche donde dormía Luke, unas tijeras ensangrentadas.

-Fue apuñalada más o menos veinte veces, menudo salvaje.

-Si- enseñando el objeto puntiagudo- y este podría haber sido el arma del crimen.

Lo compararon con las heridas, casaban. El doctor siguió hablando, mirando el cuerpo de la joven rubia.

-No te puedo decir mucho más, excepto que fue asesinada más o menos hará unas seis horas.

Examinó por última vez a la mujer sin vida, no encontrando nada de valor en sus prendas que pudiera identificar de donde venía. El de la autoridad le dijo.

-No te preocupes doc, avisare al enterrador.

-¿Qué crees que paso?

-No lo sé, pero algo malo ocurrió-tragó saliva- y acabó mucho peor.

-No soy tu ayudante, pero, según lo que veo-señalando a los objetos caídos de un estante- aquí hubo una pelea, ¿Por qué crees que sucedió?

-Celos, dinero-dedujo Warren al azar.

-Pero ¿por qué matar a una amiga?

-Puede que no lo fuesen-dijo este, recordando las respuestas de la extraña pareja que había interrogado y que eran amigos de la víctima.

El sheriff ayudó al doctor a bajar el cuerpo de la joven Anya hasta llevarla a un lado de la puerta vaivén del local. Warren pidió a su amigo que avisase al enterrador. La poca clientela que había en el interior se sorprendió de ver a la joven sin vida. El de la autoridad pidió que siguiesen caminando, dado a que había curiosos. Espero un rato hasta que llegó su compañero junto al sepulturero. Cogieron a la víctima de los brazos y de los pies y se lo llevaron al carromato. Tras secarse su frente mojada de sudor, el enterrador soltó.

-Es una pena, era tan joven-mirando al rostro no agraciado de la víctima.

-Ya, ahora me toca resolver su asesinato-contestó el de la autoridad.

Warren vio como los otros dos se iban a sus respectivos trabajos. Pensó que hoy hacía un buen día para estar fuera, dado a que corría un poco el aire. Cuando entró en el establecimiento de John Kruger, la clientela había disminuido. En una esquina del local, se encontraba la pareja, amiga de Anya. Fue hasta allí y se sentó en una de las sillas libres de la mesa. El joven de aspecto elegante miró sorprendido a Filton. Se aclaró la voz y le preguntó al sheriff.

-¿Que hace aquí?

-¿En qué lado de lado de la cama duerme?

Luke se rió de la pregunta y le contestó dejando de acariciar la mano suave de su esposa.

-¿Es necesario que lo sepa?

Los ojos verdes de Filton miraron a los del sospechoso sin pestañear.

-Muy necesario.

-En el lado izquierdo, ¿por?

-Porque queda arrestado-sacando las tijeras ensangrentadas de uno de los bolsillos del pantalón.

La pareja se quedó sorprendida y el joven, acariciándose su perilla rubia se defendió.

-Eso no es mío.

-¿Y cómo es que acabado en su mesita de noche?

-Me han incriminado-dijo el interrogado mirando la sangre que brotaba del arma del crimen.

-Es la que se uso para matar a Anya-afirmó Warren-Luke, queda arrestado.

El joven se tocó su traje y se lo estiró cuando el ingles le puso una mano encima para esposarle. El detenido se defendió al principio y luego, al ver el rifle que le apuntaba, se retractó. John con sus ojos azules fijos en la situación y con el arma en mano, soltó.

-No se le ocurra resistirse a la autoridad.

Filton le puso los grilletes y vio que la esposa no hizo nada por la detención. Adelaide se tocó sus pendientes y vio como el sheriff se llevaba del establecimiento. El joven de la autoridad lo dejó al lado de la puerta de vaivén, sin perderle de vista, se dirigió unos segundos a la barra.

-Gracias por ayudar a detener a Luke.

El barman rió mientras limpiaba un vaso.

-¿Estás bien de verdad?-preguntó Filton serio.

-Sí, no te preocupes. Solo son gases.

El joven sheriff conocía a John desde hace tiempo, por eso siguió indagando.

-¿Qué es?, lo que tienes.

Kruger dejó el recipiente encima de la barra y confesó con cara de preocupación.

-Hace unos días fui al baño y me fijé en que en mis he..-intentó evitar la palabra- tenía sangre. Al principio pensé que sería por una irritación en el culo y que con limpiarme bien se me pasaría. Pero la sangre estuvo presente en más ocasiones. Fui a ver a José y me mandó unas pastillas para que se me aliviase el dolor. Pero...

-No se pasa, ¿no?

El camarero afirmó con la cabeza.

-Hazme un favor, deja que José siga de cerca lo que tienes y te recomiende alguna solución-pidió el sheriff.

-No quiero que mi hija Amber lo sepa. Tengo miedo de perderla.

-¿No lo sabe?

-No.

-Te doy un consejo, dile la verdad. Aunque sea mala.

-Ya veré-bromeó este.

-No dejes que ella lo averigüe, se enfadará- dedujo el ingles.

-Ya.

El de la autoridad miró a la joven esposa rubia de Luke y le pidió al barman.

-¿Podrías vigilar al de la puerta?-señalando al sospechoso-iré a hablar con la mujer.

John afirmó con la cabeza mientras ponía su rifle debajo de la barra. Warren se sentó al lado de la joven tímida y sacó sus notas. La interrogó.

-¿Es cierto que usted y su marido estaban paseando en el momento en el que asesinaron a Anya?-se tocó el mentón.

La muchacha miró asustada al de la autoridad y luego la dirigió a su marido esposado.

-¿Eh?, ¿me ha oído?

La chica respondió unos segundos después.

-Sí, fue verdad que estábamos dando un paseo-dijo con una voz tímida.

-¿Hubo algún testigo?

-No paseamos por el pueblo, fuimos por afuera.

-Ya, ¿ y cómo acabó el arma del crimen en la mesilla de noche?

-No lo sé, alguien le quiere implicar-cambió de tono.

-¿Y se le ocurre alguien?

-No-respondió con sinceridad.

Hubo algo en esa respuesta que hizo que Warren sospechase de la rubia. Intuyó que había algo escondido, aunque no sabía que era. Por esa razón le comentó a la joven.

-No me creo nada de lo que me ha contado. Veré donde ha estado usted y su marido Luke, y si me ha mentido, haré que lo paguen.

La chica se vino abajo y se puso las manos en su rostro. Filton pensó que sería puro teatro, dado a que oía gemidos debajo de esa cara. Le pidió que parase, ella no le hizo caso y siguió con los ruidos. El sheriff, normalmente, daría un pañuelo a la joven que llorase. Pero había algo en Adelaide que no le gustaba y por eso no le ofreció nada. Se levantó y la dijo.

-Llevaré a su esposo a mi oficina, está cerca de aquí. Pregunté a John para que le guie-señalando a John Kruger-No se marche del pueblo.

El joven sheriff fue hacía la puerta de vaivén y levantó bruscamente a Luke del suelo mirando a John y diciéndole.

-No la pierdas de vista-señalando a la joven.

El marido le amenazó.

-Con Adelaide ni se le ocurra.

-Es sospechosa, al igual que usted-dijo el sheriff.

Los ojos verdes dominantes de este miraron con ira a los de Warren. Hubo un duelo de miradas que duró unos segundos y le sonrió malignamente. El de la autoridad le sacó del establecimiento a empujones. Fueron paseando durante un rato por debajo de los tejados de los salooms hasta llegar a la oficina de la autoridad, disfrutando del clima que hacía. Estando en el local, encerró en una celda a Luke y fue hacía su mesa. Empezó a dibujar y a escribir cartas sobre la poca información que sabía de la pareja, para ver si algún estado les sonaba las caras.


***

Eran las siete y media de la tarde cuando Samuel y Edward hallaron el cuerpo menudo de una joven rubia, encontrada sin vida en la cocina de su vivienda. Esta estaba boca arriba, era preciosa, rubia dorado, labios gruesos y la vista clavada al techo. La cocina estaba un poco desordenada. José llegó a toda prisa y entró en la escena del crimen. Se ajustó sus gafas de culo de botella. Se agachó al lado de la joven y lo analizó. Se fijó en que ella había muerto hace una hora y media por un traumatismo craneal causado por un objeto contundente. Les informó no viendo más heridas a la vista.

-Murió más o menos hace una hora u hora y media. El golpe en la cabeza fue el que hizo que muriese.

-¿Quién es?-preguntó Edward.

-Según los vecinos se llamaba Margot Connors, la hermana de ella está aquí, afuera-dijo Samuel señalando hacía la puerta principal.

El ayudante canoso se agachó al ver varias motas había en el suelo, pensó que seguramente sería del arma del crimen con la cual la asesinaron. Se levantó y habló con Samuel Liverpool y José Sánchez.

-He encontrado varias motas en el suelo, creo que pertenece al arma del crimen, una estatua diría yo.

-Puede ser-dedujo uno de ellos al ver que faltaba un objeto en uno de los muebles.

Vieron a la víctima con un vestido elegante y pensaron que sería rica. En una de las pocas fotos que había en el cuarto contiguo, vieron a la pareja de la joven sin vida. El hombre que estaba a su lado era un poco grueso, barba con entradas y con el pelo largo con vestimenta elegante, al igual que su esposa, sonreía. Edward vio que le sonaba la cara y soltó.

-!Anda¡, a este tío le conozco. Es compañero de Samantha Illinois. Como se llamaba, Jack, John...

-Jessie, Jessie Connor-soltó una voz femenina, que estaba en el umbral de la puerta principal.

El compañero de Edward Richard salió también al corredor. Uno de ellos la preguntó a la preciosa joven que había en la entrada.

-¿Es usted la hermana de Margot?

-Así es-respondió la chica.

-¿Y cómo se llama?-preguntó Samuel, latiéndole el corazón.

-Emily Stokes. Hermana de Margot.

La chica tendría más o menos los treinta, cinco años más que su hermana. Era esbelta, fornida y vestía elegantemente. Tanto los labios finos como sus ojos de color avellana, estaban pintados. Se paró frente a Samuel y este siguió con el interrogatorio.

-¿Quien podría haberla hecho daño?

-Fue mi cuñado, estoy segura de que fue él quien la asesinó.

-¿Jessie Connor?

-Así es.

-¿Y cómo esta tan segura?

-Por que se metía en deudas y mi hermana había heredado una parte de la fortuna familiar. Creo que cuando Jessie ya estaba endeudado hasta la cejas, cogió dinero a escondidas de mi hermana. Ella se enteró y él la asesinó.

-Menuda imaginación tiene.

La joven rubia se rió y se tocó el pelo por detrás de la oreja. Estaba mirando a Samuel. Le parecía atractivo y listo por la forma en que formulaba las pregunta. Edward miró la tensión sexual que se produjo entre la testigo y su amigo. La joven volvió a la realidad y preguntó a los de la autoridad.

-¿Puedo ver a mi hermana?

-Si, por aquí-respondió Liverpool, acompañándola a la cocina.

Cuando ella vio a Margot Connor, se echó a llorar. Samuel la abrazó durante unos minutos, le acarició su cabello rubio largo y miró a sus ojos de color avellana lacrimosos durante unos segundos. Pensó en besarla, pero no era el momento. Le recordaba a su ex-esposa Marguerite dado a lo inteligente que era. El carraspeó del galeno hizo que la pareja volviese a la realidad.

-¿Me lo puedo llevar?-preguntó José.

-Sí-contestó Samuel separándose de la joven.

El ayudante cogió de las piernas a la joven sin vida. Entre el médico y él la llevaron a aúpa hasta el carromato, que estaba afuera de la casa. Dejaron el cadáver y Samuel vio a la joven Emily subirse a su yegua blanca. Se sonrieron y se fue de la morada. Edward Richard salió detrás de la hermana y le dijo mientras se acercaba a este.

-Creo que te has enamorado.

El preguntado se rió y se montó en su animal. Vieron a la joven regresar al escenario del crimen. Emily les rogó a ambos.

-Hablen con el marido de mi hermana, ¿por favor?

El ayudante le volvió a latir el corazón y le respondió.

-Lo haremos.

***

Eran las diez de la noche cuando Warren Filton terminó de cenar en su casa. Juana recogió los platos que había en la mesa. Tanto la Ana, la hija de ella como el sheriff la ayudaron. La cría había crecido un poco, ya casi era una niña de diez años. Se la veía feliz, dado a que había pasado un buen día. El ingles rompió el silencio.

-Estaba muy buena la cena.

-Gracias Filton.

-Yo he hecho el postre-añadió la pequeña mirando las pastitas que había en la encimera, que estaba detrás de Filton.

Este también se fijó y le prometió.

-Tengo que irme a trabajar, pero te prometo que me voy a comer una por el camino-cogiendo una del plato.

-¿Que quieres que hagas con la cocina?

-Si quieres podéis descansar e iros a casa. Yo la recogeré cuando vuelva.

-No me importa...-intervino la criada tocándose el moño.

-No, de verdad. Lo haré yo. Gracias por haberme acompañado en la cena-dijo este, despidiéndose de la pequeña.

Feliz, fue caminando a paso ligero por el pasillo de su casa, dirigiéndose hacia la puerta principal. Se comió la pastita de fresa e hizo un gemido de gusto. Ana, desde la cocina, oyendo ese sonido, rió.

Este se montó en su caballo y fue hacía el saloom de John Kruger mientras esperaba respuesta de la pareja que eran amigos de Anya: Luke y Adelaide. La noche estaba en calma, no había muchos lugareños, bajó del animal cuando lo ató a un poste y entró en el establecimiento. Pensó en que como el marido detenido ya había cenado y estaba durmiendo en el calabozo, podía estar si quisiera toda la noche en el establecimiento. No había mucha clientela en el sallom. Vio a Sarah-Jane Murphy en la barra. Ella había venido hará unos meses y trabajaba en el saloom de Josh Wincott. Había terminado su turno y por eso estaba en el establecimiento de Kruger. Lucía un buen escote, era morena de piel y de cabello. Aparte tenía unos labios gruesos que se los relamía al ponerse nerviosa y unos ojos de color avellana que encandilaba a cualquier hombre. El joven se sentó al lado suya y la saludó.

-Hola Sarah, ¿qué tal te va la vida?-tocándose el mentón.

-Hola sheriff. Bien, trabajando mucho.

-¿Algún hombre detrás tuyo?-rió el ingles.

-No, desde que me separé de mi marido. Pero bueno-dijo ella encogiendo los hombros-¿y usted?

-No.

-He oído que a esa profesora de Illinois le gustaba.

-Ya, pero busco otro tipo de mujer.

La morena se relamió sus gruesos labios y le sonrió.

-¿Alguien como yo?-preguntó Sarah enarcando las cejas.

-Puede ser-bromeó este mirándola.

En ese momento apareció el dueño del establecimiento con la bebida pedida por la mujer. Pensó que había pasado algo con sus clientes, pero se reservó a preguntarles, dado a que estaba preocupado por su diarrea. El sheriff le pidió que le ayudase en el caso, para formular una teoría. A John le pareció genial. Sarah-Jane cogió su bebida y les dijo.

-Bueno chicos, me voy a descansar. Hasta luego-despidiéndose de los dos hombres.

-Me alegro de ser tu ayudante-bromeó el barman.

-¿Y Adelaide?-preguntó el sheriff.

-Aún sigue en el establecimiento.

El sheriff rio y se subió junto a Kruger al piso de arriba. Abrieron la habitación donde sucedió el asesinato de Anya.

-Asesino o víctima, ¿quién quiere ser?-preguntó Filton.

-Asesino-respondió John haciendo el gesto con la mano de pistola. Apuntó de broma a Warren y le guiño el ojo.

-Muy bien-dirigiéndose a la puerta-Entró por la puerta, caminó hasta el centro del cuarto-mirando hacía la pared- y entonces, soy atacado.

El barman, representado el papel de asesino, se lanzó contra el sheriff. Warren tumbado en el suelo y fingiendo una pelea contra Kruger. El de la autoridad continuó mirando hacia la derecha.

-Las tijeras debían estar a mi derecha, las cogí e intentó matarte.

-Pero yo bloqueó tus movimientos y el arma sale volando.

-Es una posible teoría.

Siguieron con la representación. Warren, haciendo de Anya, se quedó tumbado en el suelo, mientras John se levantaba a por las tijeras imaginarias. Filton se incorporó y fingió un empujón al barman. El camarero se golpeó de broma en la cabeza contra con el armario y siguieron pelearon. Dedujeron que en algún momento, el criminal cogió el arma afilada y tumbó de nuevo a Anya. Ella se intentó defender de nuevo, pero no hubo tanta suerte. Warren siguió con la teoría, estando de pie los dos y mirando al cuarto.

-El asesino le clavó varias veces las tijeras en el cuello y luego la apuñaló repetidas veces en el torso.

-Menuda carnicería-soltó Kruger.

-Sí, y la pareja amiga suya es la única sospechosa del caso.

-Pero al único que has detenido es a Luke.

-Sí, porque encontré el arma en su mesita de noche.

-Ya, pero él dijo que estaba dando una vuelta.

-¿Y le crees?

-Sí, ¿por?

-Porque creo que están ocultando algo, no sé. Pero no hubo muchos testigos que confirmasen la coartada de la pareja.

-¿Qué piensas?

-Que ha sido fácil atrapar a Luke.

-¿Y tú crees que no es él?

-No, el asesino sigue aún en libertad.

-¿Y quién crees que es?

-La mujer, aunque no tengo pruebas.

El barman resopló y le dijo.

-Pero según te contaron y lo que yo vi, parecían amigas.

-Las apariencias engañan y pueden acabar en un crimen.

-Pero tienes que tener pruebas, ¿no?

-Así es. Por eso, voy a seguir las pistas que tengo.

Se miraron y el ingles siguió.

-Luke.

Oyeron la voz de Amber, la hija del dueño, estos cerraron la habitación y bajaron a la planta baja. El sheriff saludó a la pelirroja joven que tenía el pelo rizado. Ella se retiró el cabello y se despidió de Filton. El sheriff salió por la puerta vaivén y se dirigió con su caballo a la oficina. Miró al cielo sin estrellas y luego se fijó en que la calle estaba desierta. Pensó que sería más de las doce y media. Se apeó del animal, atándolo a un poste que estaba al lado del establecimiento. Entró y vio en su mesa una serie de cartas, unas encima de otras. Era muy tarde para llevarle el dinero a Freddie Russell, el jefe de estación. Vio que Luke estaba durmiendo en el calabozo y este se sentó en su mesa a hacer guardia.


A la mañana siguiente, el sheriff tras leer varias veces los telegramas y haberse echado una cabezadita, llevó al marido a la sala de interrogatorios. En ese momento, apareció Edward y Filton le pidió que vigilase al sospechoso mientras iba a por algo de desayunar.

-¿Quieres algo de comer?-preguntó Filton a su compañero.

-No, gracias, ya he desayunado con Shonda-contestó el canoso ayudante.

El sheriff salió del establecimiento a por las pastitas que había tomado la noche anterior. Entró en su casa y vio a Juana limpiando la cocina. Se saludaron y él la preguntó.

-¿Quedan pastitas que hizo tu hija?

-Desde luego Warren-contestó ella acariciándose el moño y dejando el cubo con agua.

La mujer fue hacía la despensa y desenvolvió un lazo de un paño, que envolvía la bandeja de los duces. Cogió unos cuantos y se los puso en otro cuenco. Lo volvió a cubrir y se lo dio al ingles.

-¿Le preparo café?-preguntó ella.

-No gracias-sonrió este sosteniendo la fuente.

Se despidió y salió por la puerta principal. Hacía un día nublado, pero no soplaba ninguna pizca de aire. Fue caminando a paso ligero hasta la oficina con el desayuno. Entró en el local, vio a Samuel y a Edward en sus respectivas mesas, les ofreció pastitas. Negaron en tomarlas. Warren notó algo raro en el ambiente y se acercó a ellos.

-¿Ocurre algo?

-¿Por qué no se lo cuentas?-respondió Edward Richard mirando a Liverpool.

-He tomado unas cervezas con una mujer que es la hermana de la víctima del cual estamos investigamos su asesinato-dijo el compañero a su jefe.

-¿Has confraternizado con ella?-preguntó el ingles.

El interrogado se acarició su panza y no contestó a la pregunta. El sheriff le volvió a preguntar. Filton quiso saber cómo se enteró Edward de que Liverpool y la joven estaban tomándose unas cervezas. Este le respondió.

-Ayer interrogamos a Jessie Connor, el marido de la difunta Margot Connor, la cual estamos investigando su asesinato. El esposo acusó a su cuñada, Emily Stokes, la hermana de la víctima y con la cual-señalando a su grueso amigo- Samuel se fue a tomar unas copas.

-Cervezas-intervino el otro.

-Le acusó de acoso porque cree que él la mató porque Margot descubrió que la estaba robando para pagar unas deudas-prosiguió Edward.

-Pero ¿cómo sabe Jessie que Emily y Samuel fueron a tomar unas cervezas?-preguntó él al azar.

-Porque estaba también en el saloom. Creyó que Emily me estaba comiendo la oreja y ha venido a hablar contigo para que me apartes del caso-dijo Samuel enfadado.

-¿Tuviste algo con ella?

-No, quisimos pero nos abstuvimos-se sinceró Liverpool- y Edward no se lo cree.

El ingles miró a sus ayudantes y creyó lo que decía su amigo. Warren les comentó.

-En primer lugar, Samuel, trata a la hermana de esa Margot Connor como una testigo y nada más. En segundo, ir a comprobar si el profesor tenía deudas, aquí o en otros estados.

-¿Conoces a Jessie Connor?-preguntó uno de ellos.

-Si es el Jessie Connor, compañero de Samantha Illinois, si, le conocí ayer cuando fui al colegio.

-Ah.

-Y si no halláis nada...

-Volvemos al principio, al escenario del crimen-respondió Samuel riéndose-ya nos lo has dicho más veces.

-¿Y qué hacemos con la conversación que quiere tener él contigo?-preguntó el canoso.

-Tener pruebas-respondió el sheriff con tranquilidad.

-¿Cómo?-preguntó uno sorprendido.

-Hallar pruebas en su contra analizando el escenario y ya veréis como se le quita las ganas de denunciar a Samuel-respondió Filton.


El joven Warren se fue a la sala de interrogatorios con el desayuno y dejó las pastitas encima de la mesa, desenvolvió el lazo y ofreció a Luke a coger una. Este se abstuvo. El ingles volvió a salir a por la puerta a recoger la pila de cartas que contenía información de Adelaide y de Luke, que le dejó Fred Russell, el jefe de estación, el día anterior. Pidió a uno de sus ayudantes que pagase a Fred por la labor que había hecho. Estos aceptaron.


Warren volvió a entrar en la sala de interrogatorios y se sentó delante del sospechoso. Se fijó en que el joven marido se había zampado dos dulces de la bandeja.

-¿Que pasó en Arkansas, Luke Grissom?-preguntó el ingles, enarcando las cejas.

El interrogado tragó saliva y se acarició su perilla rubia.

-Le voy a contar una historia-enseñándole las cartas que venían de ese estado-Hace cinco años, un carruaje fue asaltado. Hubo cinco muertos: Un hombre, que era el conductor y cuatro mujeres, que eran las pasajeras. Los truhanes se llevaron el dinero y los objetos de valor que había en el equipaje de las víctimas. Pero hubo una de ellas que no estaba cuando el suceso, una quinta turista.

Comió un dulce y siguió hablando.

-Y lo más casual de todo, es que fuese Anya, la amiga de su esposa, quien denunciara dicho golpe. Así que yo me preguntó, ¿qué está pasando?

El interrogado se rió de lo que le comentaba el sheriff y se defendió.

-Bonita historia. Pero, ¿cree que nosotros-refiriéndose a su esposa y a él-tuvimos algo que ver con el asesinato de Anya?

-Las tijeras que se usaron en el crimen estaban en su mesilla de noche. Y su apellido es sonado en otro estado por otro delito del que se le acusa.

-¿Y cuál es el otro crimen?-preguntó Luke con una sonrisa maligna.

-No se preocupe, lo investigaré-contestó Filton también rió-Pero lo que sí le puedo decir es que Anya oyó el nombre de Luke Grissom durante la perpetración de ese robo-le señaló-su nombre. La autoridad de Arkansas investigó ese nombre y averiguó que había un tal Luke Grissom de Minnesota, estuvo implicado en una desaparición.

El interrogado se rió y le preguntó.

-¿Y cuál era?

-La de su esposa, Maia Torres.

-¿Y tiene alguna prueba?

-Aún no, pero no se preocupe. Enviare telegramas allí para que me den dicha información.

Le levantó a la fuerza de la silla y le esposó. Los ojos verdes oscuros del dominante se cruzaron con los del sheriff y rió malignamente. Sabía que era un truhán y que posiblemente matase a alguien en ese atraco. Pero, ¿fue él quien mató a Anya?


Escribió varios telegramas sobre las sospechas que tuvieron la autoridad de Arkansas sobre el nombre que oyó la joven Anya, Luke Grissom, y dado a que el sheriff de allí le llegó un telegrama desde Minnesota, diciéndole que había un sujeto con ese nombre que era sospechoso de la desaparición de su mujer, Maia Torres. Pero no siguió investigando, dado a que solo tenían un nombre porque la testigo no recordó la cara del atracador. Por esa razón, Warren siguió esa pista, escribiendo telegramas a Minnesota, para saber lo ocurrido.


El sheriff salió del establecimiento y se dirigió caminando hacia la estación de tren y entregó dichas cartas a Freddie Russell, para que escribiera dichos telegramas. Después fue al saloom de John Kruger para despejarse un poco. Al entrar en el establecimiento, vio al barman en la barra limpiando. No había mucha clientela, se acercó al hombre de los ojos azul marino y le preguntó.

-¿Que tal John?, ¿qué tal estas de lo tuyo?-acariciándose el mentón.

-Hay voy-dijo tranquilamente-¿qué quieres?

-¿Y Adelaide?, la amiga de Anya.

-Se ha ido a tomar algo. No había sospechoso en ella. Aunque si me acordado de una cosa.

-¿Y es?

-Vi a Anya hablar a solas algunas veces con ese tal Luke, pensé que le gustaba. No sé, las conversaciones eran tan íntimas.

-¿Y sobre que hablaban?-preguntó el ingles, dado a lo cotilla que era Kruger.

-No lo llegué a oír del todo, pero por las expresiones que ponía tanto ella como él en sus caras, parecían que se estaban gustando.

-Y tal vez hayas descubierto un motivo para asesinarla.

-¿En quién piensas ahora?

-En la esposa. Tal vez vio alguna conversación entre ellos y tuvo celos. Mató a la amante e implicó al marido.

-No la llegue a ver en ningún momento a escondidas mientras la pareja hablaba. Pero quien sabe, se lo sospecharía.

-Me vendrías bien como ayudante-bromeó el sheriff.

El de la autoridad pensó que había sido fácil atrapar al asesino, pero con lo que le había contado el barman, formó una nueva teoría: Adelaide mató a su supuesta amiga por el romance secreto que había entre Luke y Anya e implicó al marido. Pero había algo raro en el caso, aún le faltaban las pruebas que acusaban al marido en Minnesota por la desaparición de su mujer. Pero y si fuera otro Luke Grissom, aunque estaba seguro de que era él. Por esa razón, quiso presionar al único sospechoso que tenía en el calabozo sobre si fue su esposa Adelaide, dado a que él le ponía de malhumor que alguien la acusara de ese crimen. Como hizo Filton cuando le detuvo y se lo preguntó.


Pero para averiguar si la esposa rubia había cometido el crimen, tendría que tener pruebas. Se despidió de el camarero y volvió otra vez a su lugar de trabajo. No viendo a sus ayudantes en el interior, cogió las llaves de la celda y abrió la de Luke. El joven dominante volvió a mirarle con maldad y se acarició su perilla rubia.

-¿Que quiere autoridad?

-Fue Adelaide quien cometió el crimen y te implicó.

El marido frunció el ceño y se enfado con el ingles.

-No se le ocurra acusarla.

-¿Por qué no?-preguntó el otro interesado.

-Por que la conozco desde hace tiempo y sé que no haría eso. Confió en ella. Es tímida y buena persona.

Esa respuesta le sonó a mentira a Filton y siguió con el interrogatorio.

-Usted sabe que no, ¿porque la defiende?

-!Porque estoy enamorado de ella y no me creo que haya matado a su amiga Anya¡, el que lo hizo, seguramente ya estará lejos de aquí.

-¿Y de Anya?, ¿lo estuvo también de ella?

-No-respondió con sinceridad.

-Cambiemos de tema, ¿estuvo casado con una tal Maia Torres en Minnesota?

El de la perilla rubia no respondió.

***

Cuando Emily Stokes les pidió a Edward Richard y a Samuel Liverpool que interrogasen a su cuñado Jessie Connor, el esposo de su difunta hermana, Margot, dado que sospechaba de él porque estaba endeudado y robaba de la herencia. Lo hicieron, Jessie Connor lo niega . Ellos no se lo creen, pero como no había pruebas contra él. Aquella noche en la que el sospechoso ve a Emily cenar con Samuel en el bar de Josh Wincott, creyó que le estaba comiendo otra vez la oreja, por eso quería poner una denuncia contra ella. Tras cenar la joven Emily con Samuel, dieron un paseo donde esta le acompañó a su solitaria casa. Aparte del trágico caso, hablaron de sus vidas. Hubo tensión entre ellos, pero él decidió que era mejor no dejar sueltos los sentimientos, dado a que ella era hermana de la víctima y el asunto seguía abierto.


A la mañana siguiente los ayudantes del sheriff sospecharon de que Jessie tenía una amante, así que fueron preguntando por los salooms para ver si alguien sabía algo, incluido a su compañera profesora, Samantha Illinois. Nadie sabía nada. Una de las veces que volvieron a recorrer los establecimientos, Jack Lemond vio al marido con su mujer y con su cuñada muchas veces en el bar. Pero hubo una vez que vio a Jessie con otra joven que no era su esposa.


Eran las cinco y media de la tarde cuando Samuel y su amigo canoso hallaron a la amante de Jessie Connor, gracias a la descripción que hizo el dueño mejicano. Fueron preguntando por las casas colindantes al saloom de Josh Wincott. Unos vecinos reconocieron a la irresistible amante del profesor, dado a lo guapa que era. La pareja de detectives vieron que vivía en una casa de dos plantas, cuidada por fuera. Se acercaron a la puerta y uno de ellos llamó con sus nudillos.

-Señorita Summer, ¿está en casa?

No hubo respuesta. Oyeron un ruido, vieron que provenía de la parte de atrás. Lo investigaron, caminando por la tierra cálida, dado a que el sol apretaba más que el día anterior. Uno de ellos se fijó en una mujer morena de rostro y de pelo liso, casi unos cuarenta, espigada y de una belleza que hizo que el ayudante se quedase durante unos segundos atónito. Su compañero le dio una palmadita a este en el hombro para que reaccionase.

-Vamos lumbreras-bromeó Liverpool.

Los dos caminaron a paso ligero hasta la dueña de la casa. Uno de ellos carraspeó. La mujer se dio la vuelta, haciendo que su cabello moreno hiciese un giro de ciento ochenta grados. Los miró con una preciosa sonrisa, se apartó el pelo de su rostro y se acarició su nariz delgada y empezó a preguntar.

-¿Que quieren?

Los de la autoridad al ver su risa, se quedaron perplejos durante unos segundos. Samuel fue el primero en interrogarla.

-Venimos a ver a la dueña de esta casa, ¿es usted?-acariciándose su tripa.

-Soy yo, ¿qué ocurre?

-¿Como se llama?

-Summer-respondió ella, acariciándose su pelo liso moreno.

-¿Conoce a una joven llamada Margot Connor?

-De oídas, ¿por?-preguntó está abriendo sus gruesos labios para sonreír.

-Por que ha sido asesinada hace nada menos de dos días.

-¿Vive usted sola?-preguntó el otro.

-Sí. Lo he intentado varias veces en varios locales de este pueblo, pero nada-contestó ella mirando a un lado.

-¿Conocía a la mujer que le he nombrado?

-No, de oídas solo. Siento que haya muerto, sea quien sea.

-Pero a su marido si le conoce ,¿verdad?-preguntó uno de ellos, enseñando el dibujo de Jessie Connor que habían hecho anteriormente.

La mujer no contestó y uno de ellos se fijó cuando esta cruzó los brazos que una de las uñas de la dueña estaba partida. Le hizo la pregunta acariciándose su canoso cabello.

-¿Que le ha pasado a su uña?, ¿por qué esta rota?

-Me la rompí cuando cocinaba-contestó Summer, acariciándose su nariz delgada.

-¿Y a Jessie?, ¿tuvo un hacer con él?-preguntó el otro.

-No sé de lo que me habla. A lo mejor me lo he cruzado unas cuantas veces por el pueblo-apartándose su cabello moreno de su rostro.

-Y todas coincidieron en el bar de Jack Lemond.

-¿Quien?-preguntó ella, enarcando las cejas.

-Un camarero que fue testigo de cómo ustedes dos mantenían varias conversaciones en su local-exageró Liverpool.

Ella se relamió sus delgados labios y se defendió.

-No sé que pensaran, pero yo no tuve nada que ver con el asesinato de esa joven. Tal vez me cruzase con ese hombre días atrás e intercambie unas cuantas palabras, ¿eso es un delito?

Ellos no se lo creyeron y pensaron que esta tenía algo que ver con la muerte de Margot. Al no tener pruebas, los ayudantes de Warren decidieron volver al escenario del crimen, despidiéndose de la mujer. Buscaron la sombra para volver a la oficina del sheriff. Allí, se montaron en sus caballos hasta el escenario del crimen.


Ella se acarició su pelo liso moreno preocupada.

***

Eran las ocho menos cuarto de la tarde cuando Warren miró al reloj que tenía en la pared de en frente. Bebió un vaso de agua para hacer un pequeño descanso, tras haber terminado el informe del caso que sucedió en Arkansas. Parece ser que Anya fue la sexta pasajera de un atraco a un carruaje, pero no fue asesinada porque en ese momento estaba haciendo sus necesidades, un poco apartado del carromato. Pero lo que los truhanes no sabían es que la joven rubia superviviente oyó un nombre, Luke Grissom. La autoridad de Arkansas averiguó que había un tal Luke Grissom, implicado en otro delito: una joven llamada Maia Torres, esposa de un chico con el mismo nombre y que el sheriff de Minnesota sospechó de él al principio de la investigación, dado a que su coartada era débil y que este engañaba a su esposa por otra, nunca pudo saber cómo era ella, dado a que lo llevaban muy en secreto. El caso quedó abierto.


Filton pensó en que Adelaide, la esposa de Luke, fue la que mató a Anya en el cuarto e inculpó a su marido por celos, aunque tenía que tener pruebas de ello.


Cuando Warren escribió dichos telegramas y los envió al estado donde sucedió el asesinato de Maia, le llegaron múltiples respuestas al cabo de dos horas. Fred Russell fue escribiéndolas en varias hojas y luego las metió en varios sobres. El jefe de estación se subió sus gafas de culo de botella y se tocó su rostro avejentado. Cogió la pila de cartas y fue paseando por los huecos donde hacia sombra, dado al calor que hacía. Llegó a la oficina del sheriff y vio a su amigo beber otro trago, le pidió un poco de agua.

-Aquí tienes amigo-sonrió el ingles entregándoselo.

El hombre mayor dejó caer las cartas sobre la mesa de Filton y dio pequeños sorbos al recipiente. El joven de la autoridad le dio dinero a este por haberle la información. Esperó unos segundos para aclararse la voz y volver al trabajo. Fred se incorporó y se tocó su cara de avejentada antes de salir por la puerta principal del establecimiento.

-Adiós sheriff-se despidió Russell.

El joven Filton se sentó y comenzó a leer la nueva información que había llegado de Minnesota. No paró ni un segundo, dado a que parecía una novela de misterio. Averiguó, gracias a un dibujo que le hizo el sheriff de Minnesota, que el esposo de esa tal Maia Torres era el sospechoso que tenía encerrado en el calabozo. Parece ser que al principio, Luke Grissom fue sospechoso de la desaparición de su mujer. Aunque lo que no supo Luke, es que la autoridad de ese pueblo, le descartó como sospecho cuando él y su amante sin identificar, huyeron del pueblo.


El sheriff se levantó de su asiento y fue hacía una pared que estaba vacía. Empezó a colgar la nueva información que leyó cronológicamente. Vio que la primera vez que nombraron a Luke Grissom fue por lo sucedido en Minnesota hace siete años, dos años antes del robo en Arkansas. Pero ¿cuál era la relación entre esos crímenes?, pensó Filton. No hallando respuesta, fue a ver al recluso y le interrogó, llevándose consigo la información que inculpaba a Luke Grissom.

El sospechoso se acarició su perilla rubia y miró desafiantemente al de la autoridad. Warren se sentó frente a Luke y dejó caer la información que tenía sobre la mesa.

-¿Quiere un vaso de agua?-preguntó el ingles.

El recluso no dijo nada y esperó a que el otro empezase con el interrogatorio.

-¿Sabe quién es este?-dijo el sheriff enseñándole el dibujo de Luke hace siete años que hizo la autoridad de Minnesota.

El hombre negó con la cabeza, sabiendo que era él. El otro continuó.

-Hará siete años desapareció una joven llamada Maia Torres en Minnesota, una mejicana que estaba casada con un ingles, un tal Luke Grissom. Del cual, al principio, sospechan de él, dado a que su coartada era débil y varios de sus vecinos sabían que se veía con otra mujer. Estos se lo dijeron al sheriff y este comenzó a indagar sobre la amante.

Warren se aclaró la voz y siguió con la historia.

-Pero al final no llegó a nada porque los residentes les daba distintas descripciones al de la autoridad y no sacó nada en claro. Los que más consideraban a ese tal Luke sospechoso de la desaparición de Maia, era la familia de ella, porque siempre creyó que iba tras el dinero de su hija. Pero más adelante le descartaron y nunca más se supo de él.

Tiró una hoja donde venía una cosa interesante para que Luke la viese. Los verdes oscuros del sospechoso se pusieron como platos al ver el nombre de Adelaide en el folio.

-Lo que tiene delante es la herencia de Maia Torres, ¿no ve algo raro ahí?-preguntó Filton acariciándose el mentón.

El otro rió y negó otra vez con la cabeza.

-Lo extraño es que la heredera no es esa tal Maia, sino otra joven llamada Adelaide Hilton, ¿le suena este nombre?

-¿Adonde quiere ir a parar?

-Ella hará lo que sea para implicarle en el crimen de Anya y quedarse con la fortuna de su primera esposa. Así que, explíqueme que sucedió en Minnesota y en Arkansas.

El joven elegante no respondió dado a que tenía miedo de contar lo que sucedió en Arkansas y esperó a que el de la autoridad se fuese.

***

Edward Richard y Samuel Liverpool investigaron el escenario del crimen, que era la cocina de la casa de la difunta Margot Connor. Allí hallaron varios cabellos morenos sobresaliendo de una de las baldas, lo analizan deducen que a lo mejor eran de Summer, la supuesta amante de Jessie, el marido. Guardaron la prueba en un bolsillo. No encontrando nada más, se van de allí. Se montaron en sus caballos y cabalgaron hasta Villa Rocosa, con el sol dándoles en sus rostros.

***

Warren Filton llegó al saloom de John Kruger para despejarse un poco del caso que estaba investigando. Miró al reloj que había detrás de la barra, eran casi las ocho y media. El barman con sus ojos azules marinos, miró al sheriff y echó una mirada rápida hacía la derecha. El ingles le siguió y vio a un mejicano de espaldas a ellos, sentado en una mesa, con una cerveza en la mano.

-¿Quién es?-preguntó Filton mirando de nuevo a su amigo.

-Un joven mejicano que ha venido a buscar a alguien, creo que a una mujer. Se llama Cisco..

-¿Y qué tiene que ver con eso?

-Está preocupado por esa persona. Me ha comentado si podría hablar con la autoridad.

-¿A quien busca?

-A una prima suya llamada Maia Torres.

Warren sacó de un bolsillo un dibujo de una chica morena, el dibujo que le enviaron desde Minnesota para que supiese el de la autoridad como era la desaparecida. Antes de enseñárselo al camarero, quiso saber una cosa.

-¿Te ha enseñado alguna foto de ella?-acariciándose el mentón.

-Sí, es muy guapa-contestó Kruger intentando recordar la imagen de esa joven.

-¿Se parece a ella?-enseñándole el retrato de la desaparecida de Minnesota.

John tragó saliva y se frotó sus ojos, miró de nuevo dicha imagen y asintió con la cabeza.

-¿Que está pasando?-preguntó el camarero.

-Luke Grissom tuvo una primera esposa y fue ella-señalando a la del retrato-Parece ser que ese tipo cambió el testamento de su primer matrimonio, dado a que eran bienes compartidos, para que heredase una joven llamada Adelaide Hilton.

-¿Y cómo es la amante?

-Creo que es la Adelaide que mató a Anya. Por cierto, ¿dónde está?

-Hoy no la he visto en todo el día, porque estoy atendiendo a mucha clientela-viendo venir a alguien con el dinero en mano.

-Bien, no pasa nada. Iré a hablar con Cisco.

-Vale.

El joven de la autoridad se apartó de la barra y se dirigió hacía el joven mejicano. Se puso frente a Cisco y se sentó frente a él. El chico tendría más o menos los veinticinco años, moreno de piel y de pelo. Corte militar, perilla de hace semanas y con un diente de oro en medio de la encía superior. El joven de ojos de color avellana miró a los de Filton, se estrecharon las manos.

-Buenas noches, soy el sheriff de Villa Rocosa. El dueño de este establecimiento me ha dicho que se llama Cisco y está buscando a alguien de la ley para saber si puede encontrar a su prima.

-Así es-contestó preocupado-mi familia y yo llevamos buscándola siete años-se terminó la cerveza.

-¿Como se llama su prima?

-Maia Torres.

-¿Puede enseñarme alguna fotografía donde este ella?

-Desde luego-dijo este mientras buscaba entre sus prendas andrajosas.

Cuando el ingles vio la fotografía de la chica, se fijó en que era igual que el dibujo que hizo el de la autoridad de Minnesota sobre la mujer desaparecida. Era morena de pelo, blanca y ojos de color verdes claros muy llamativos y esbelta.

-Es muy guapa-soltó Filton contemplando la imagen.

-Gracias, hay teníamos los veinte años más o menos-dijo el mejicano cogiendo la fotografía de las manos del sheriff.

-¿Conoce a este hombre?, según las autoridades de Minnesota se llamaba Luke Grissom.

Cuando el de la autoridad le mostró el dibujo del sospechoso que tenía en su mano, Cisco se tocó su diente de oro y lo reconoció en seguida.

-Ese tío, es Luke Grissom.

-¿Era el esposo de su prima?

-Sí, siempre iba tras la herencia de Maia. Ella fue ingenua al compartir el dinero con él.

-¿Que es lo que ocurrió en Minnesota?-preguntó Filton, tocándose el mentón.

-Maia se enamoró de un ingles, que era ayudante de un herrero en Minnesota. Dicho hombre era Luke Grissom. Al principio mi abuela, que en paz descanse, fue la primera en sospechar algo raro. No la creíamos al principio, pero todo cambio cuando una de las hermanas de Maia vio a Luke hablar cariñosamente a otra mujer.

-¿Y tu prima nunca sospechó?

Cisco negó con la cabeza.

-Aunque su hermana se lo dijo, pero Maia estaba ciega y no lo quería creer.-continuó el mejicano acariciándose su pelo de corte militar.

-¿Por casualidad no se llamaba Adelaide Hilton?

-Nunca supimos su nombre.

-¿Pero la describió?

-Solo la vio unas veces y de espaldas. No pudo hacer ningún dibujo de su rostro.

-Qué pena, porque ahora Luke tiene a otra esposa.

-¿Quién es?

-Una joven rubia llamada Adelaide.

-Lo único que recordó mi prima de aquella mujer que intimaba con el esposo de Maia, es que era rubia.

-¿Y cuando el resto de la familia comenzó a sospechar de Grissom?

-Cuando mi difunta abuela nos dejó a cada sobrino una parte de su herencia y el marido de mi prima comenzó a meterse en líos.

-¿Qué clase de líos?

-Deudas de juego. Fue cuando empezó a pedir dinero a Maia de la herencia, para solucionar sus problemas. Ella era tan buena que le solucionó alguno de esos marrones en los que se metió. Decidió compartir el dinero con él.

-Y ese fue su error, ¿no?

El mejicano asintió con la cabeza.

-¿Y cuando cambió la herencia?

Cisco enarcó las cejas y preguntó sorprendido.

-¿De qué habla?-tocándose su diente de oro.

-Según este papel del banco, días antes de la desaparición de Maia, Luke Grissom fue al banco de Minnesota para cambiar la herencia de su matrimonio a una tercera persona.

-¿A quién?-dijo enfadado el mejicano.

-A Adelaide Hilton.

-¿Quiere decir que lo tenía planeado?

-Así es, ¿que supo del esposo de su prima tras dejar de ser sospechoso por la desaparición de su esposa y abandonar el estado?

-Mi familia quiere saber donde esta mi prima y si ese cabrón la ha asesinado. Por esa razón, acepté ir tras él.

-¿Sabe lo que ocurrió hace cinco años en Arkansas?

-Sé que hubo un robo del cual murieron varias personas.

-¿Y sabe que hubo un testigo que oyó el nombre de Luke Grissom?

-No, ¿por?

-Estoy investigando el asesinato de una joven llamada Anya, esa chica es la testigo principal del atraco en Arkansas.

-¿Y el marido de mi prima tiene algo que ver?

-Sí, eso me temó.

El joven mejicano se tapó la cara con una mano, dado a que estaba llorando. El sheriff le dio un papel para que se limpiase el rostro.

-Lo siento.

-No se preocupe.

Warren pensó en como demostrar la culpabilidad de Adelaide, dado a que todas las pruebas apuntaban a su marido, Luke Grissom. Decidió no contarle nada más y se levantó de la silla.

-¿Adónde va?

-A averiguar que le pasó a su prima y si su marido tuvo algo que ver.

Sin decir más, se dirigió a la puerta vaivén, despidiéndose de Kruger. Ando a paso ligero hasta volver a su oficina. El aire que soplaba era cálido y eso le gustó al ingles. La calle estaba despejada de gente, pero se oían gritos en los distintos establecimientos de Villa Rocosa. Dichos aullidos eran de alegria por distintos motivos. Entró por la puerta de su oficina y se sentó en su asiento. Empezó a escribir cartas a Minnesota para saber cosas del pasado de Adelaide. Vio como su compañero traía la cena al establecimiento y respondió sorprendido.

-Ay va, de haberlo sabido, hubiera traído un tercer menú.

Se percató de que una de las bandejas era para el sospechoso retenido, Luke Grissom, que estaba sentado en la litera del calabozo. Samuel se acercó a donde estaba el joven con perilla rubia. El de la autoridad cogió de un manotazo una de las patatas que había en el recipiente del recluso y se la comió.

-¡Eh!, es mi comida.

-Te aguantas.

El ayudante rió. El ingles sacó su revólver y sacó el tambor. Fingió que metía una bala y volvió a cerrarlo.

-Hace tiempo que no hago esto. O me cuentas lo que sucedió con Maia Torres, o te juro que te mató.

Grissom, al ver que el de la autoridad no vacilaba, se excusó, mientras se le aflojaba sus esfínteres.

-Usted es la ley en este pueblo-dijo el de la perilla, acariciándose su rostro.

-Tienes razón, pero antes de cumplirla, soy persona-respondió dándole un bofetón en la cara al recluso.

El interrogado no movió ningún músculo de su rostro y con su mirada dominante retó al de la autoridad. Warren empujó al preso y cuando él estuvo tumbado boca arriba, Filton le metió su revólver en la boca. Samuel, conociendo ese truco, aguantó la risa. Su jefe lo usaba cuando no tenía más remedio en un caso.

-Dinos que paso en Minnesota-apretando el percutor.

El interrogado empezó a reírse mientras se orinaba. Sonó un clic, el joven con perilla no paraba con la risa.

-!Dinos que pasó¡

-Maia era una gran chica, una buena persona la cual desapareció de la faz de la tierra. Y del cual acusaron a su marido en Minnesota, ¿verdad Filton?-echando una sonrisa malvada a los de la autoridad.

-¿Por eso te has meado encima?-intervino Liverpool.

El preso miró a sus pantalones mojados y siguió riéndose, murmurando.

-No tenéis pruebas de lo sucedido en Minnesota.

Los dos de la autoridad se sorprendieron de lo loco que estaba Luke Grissom. Warren afirmó.

-Pero si las tengo de lo sucedido aquí.

El joven de la perilla escupió al rostro de Filton. Samuel aconsejó que le dejase comer un poco, este lo hizo. El ingles se guardó su revólver en la cartuchera y le quitó otra patata al recluso. Salieron del calabozo, cerrando la puerta después. Fue junto a su compañero a una de las mesas del establecimiento. Preguntó a su grueso compañero.

-¿Os ha molestado Jessie Connor?

-No, no te preocupes.

-¿Que tal lleváis el caso?

-Tenemos a una sospechosa, parece ser que era la amante de Jessie Connor, dado a que su expresión ocultaba algo y encontramos cabellos del mismo color que los de Summer, la otra mujer con la que se vio Jessie Connor alguna que otra vez en el saloom de Jack Lemond.

-O sea que ella podría haber asesinado a esa Margot Connor.

-Así es, pero ninguno de los dos suelta prenda.

-Os pasa lo mismo que a mí en este caso.

El recluso tiró los pantalones mojados hacía los de la autoridad. Warren miró hacía el calabozo y vio como Luke Grissom se quejaba.

-Traerme unos pantalones-dijo con una sonrisa maligna.

-Ahora vamos-respondió el esbelto sheriff.

En ese momento vio al doctor José Sánchez entrar por la puerta con un frasco en la mano. Dejó dicho recipiente en el escritorio de Edward Richard y cuando se volvió hacía la puerta principal vio a los de la autoridad hablar. Entró en la conversación.

-Buenas chicos, ¿qué tal?-preguntó subiéndose sus gafas de culo de botella.

-¿Me podrías ayudar a encabezar el crimen? porque no sé por dónde empezar-pidió Filton ayuda al galeno.

-Claro.

-Bueno, os dejo trabajar, tengo que hacer algunas cosas-dijo Samuel, acariciándose su tripa.

-Espero que no tenga nada que ver con Emily Stokes-precavió el sheriff a su amigo.

-Que no-sonrió el otro, saliendo del establecimiento.

-¿Qué le pasa a Edward?-preguntó Warren viendo el frasco de medicina en la mesa de su compañero.

-!Ah, nada¡, es para Shonda, su mujer, que esta mala-contestó el médico-¿En qué quieres que te ayude?

Filton le comentó su teoría mientras paseaba de un extremo a otro del cuarto. Empezó por hablar de la desaparición de Maia Torres en Minnesota, de como la autoridad de allí, supo que Luke Grissom que tenía una amante a la cual nadie del estado conocía o no lo habían visto antes. Esa excusa hizo que el de la autoridad no sacase nada en claro sobre si tuvo algo que ver con la desaparición de Maia Torres, al no tener pruebas contra él, le descartó.


Warren cogió el informe que le envió el sheriff de Minnesota y se fijó en que en una de las frases decía que la herencia de la desaparecida había cambiado de manos. Pensó en ¿quién sería esa Adelaide Hilton?, ¿sería la nueva esposa de Luke Grissom?, posiblemente, se respondió él mismo. Pero había algo en el caso que no le cuadraba, ¿porque la pareja asaltó el carruaje en Arkansas si tenían un botín esperándoles en Minnesota?, le hizo esa pregunta al galeno. El interrogado se ajustó sus gafas de culo de botella y respondió.

-Tal vez no sabían lo de la herencia y se fueron sin blanca.

-Según los informes que me han enviado los distintos sheriff de los cuales nombraron a Luke Grissom sospechoso de ambos delitos, hay un espacio de tiempo de cinco años, ¿que hizo la pareja durante ese periodo?

-Lo único que se me ocurre es que tuviesen el dinero justo cuando huyeron de Minnesota, y que poco a poco se fuesen arruinando.

El de la autoridad hizo un chasquido y señaló con el dedo índice a su compañero.

-Ese podría haber sido el motivo del robo.

-Pero, ¿qué tiene eso que ver con la joven rubia que asesinaron en el saloom de John Kruger?- refiriéndose a Anya.

-Anya fue el testigo que oyó el nombre de Luke durante el atraco.

-Pero según John, ella era amiga de la pareja recién casada que iba a pasar su luna de miel en Villa Rocosa, incluso pagó la habitación.

-Algo debió pasar en ese cuarto para que la asesinasen. Lo investigaré.

Warren salió de la oficina para descansar un poco, llevándose la prenda manchada de orina del sospechoso. El doctor salió tras él.

***

Eran las diez menos cuarto de la noche cuando Emily entró en el saloom de John Kruger y vio al ayudante grueso tomando una cerveza, acompañado de un plato de verduras. Se acercó a su mesa y este miró hacía ella. La joven se acarició su pelo rubio liso y Liverpool le preguntó.

-¿Quiere algo?-viendo su expresión de preocupación.

-¿Puedo sentarme?

-Por supuesto-apartando la silla que tenía en frente para que la invitada se sentase.

Se tocó sus labios finos y miró a su alrededor por si veía a su cuñado Jessie Connor dentro del establecimiento. El hombre la manoseó para que se tranquilizase. La treintañera miró con sus ojos de color avellana a los de Liverpool. Este le sonrió y le volvió a latir fuerte su corazón. Pensó en que Emily era preciosa y ojala la hubiera conocido antes. La fornida y esbelta joven empezó a contarle.

-Bueno, tengo que comentarle que mi cuñado se va a volver a casar.

-¿De qué me habla?, ha perdido a su mujer.

-Ya le dije que Jessie era sospechoso de la muerte de mi hermana.

-No sabemos si él tuvo algo que ver con el asesinato de Margot.

-Pero lo sospecha, ¿verdad?-dijo acariciándose su cabello rubio.

-Sí, aunque no tengo pruebas.

-¿Que ha hallado?

-No puedo contártelo, es una investigación abierta.

-Por favor-dijo ella apretándole más las manos.

El ayudante no dijo nada durante unos segundos mientras había tensión entre ellos. En ese momento vieron venir al barman con un papel entre manos. Se soltaron y el camarero de ojos azules marinos intervino.

-Toma Liverpool, la cuenta-viendo la situación, preguntó-¿ocurre algo parejita?

Ella miró hacia otro lado. El de la autoridad le dijo.

-Cotilla, toma el dinero.

Pagó a Kruger y este se fue con una medio sonrisa. Emily le suplicó que le contase lo que había hallado. Samuel resopló y le contestó.

-De acuerdo, pero no se lo cuentes a nadie. Parece ser que hayamos cabellos morenos en la cocina donde ocurrió el crimen. Edward y yo creemos que los pelos encontrados en el escenario fueron de la asesina.

-¿Fue una mujer quien mató a mi hermana?

-¿Le suena una tal Summer, una joven morena de cara y de pelo, fornida y esbelta? Parece ser que ella habló alguna que otra vez con Jessie en un saloom de un amigo mío. Nos fijamos en que una de sus uñas estaban rotas y pensamos que...

-¿Qué?

-Tuvo una pelea con su hermana Margot y ella la asesinó.

Emily se tapó sus labios y empezó a llorar Este fue hacía su lado y la abrazó. Miró a su alrededor y se fijó en que la clientela que había, no estaban pendientes de ellos, ni siquiera el camarero cotilla.

-Pero no tenemos pruebas.

Ella se apartó de él y se limpió su rostro.

-¿Donde vive?-arrugando su vestido elegante.

El ayudante notó en seguida la ira en el rostro de Emily Stokes, este le contestó.

-No-poniéndole la mano encima de la suya.

Ella se apartó su cabello de su rostro y besó a Samuel en sus labios. Él se apartó de inmediato aunque sus sentimientos corrían por otro lado. Durante unos segundos, quiso seguir besándola, pero se quedó con las ganas cuando se le vino a la imagen la cara de su mujer, Marguerite. Samuel le enseñó el anillo de compromiso a Emily y esta lo entendió.

-Lo siento, de verdad, no sé que me ha pasado-se disculpó la joven rubia.

-No pasa nada, tranquila.

Echaron un vistazo rápido a los alrededores, la clientela seguía a lo suyo. Liverpool continuó hablando.

-¿Con quien se casa mañana su cuñado?

-Creo que una mujer que conoció hace poco.

-¿Podría haber sido la joven la cual la he descrito?

-Podría ser ella. Tiene que impedir esa boda, por favor.

-¿Por qué?

-Porque ese cabrón creo que ha cambiado la herencia que tenía compartida con mi hermana a otra persona.

-¿Tiene alguna prueba?

-¿No me cree?

-Sí, pero tengo que tener pruebas para detenerlo.

La joven rubia cruzó las piernas y no respondió.

-La investigare, ¿vale?

-A propósito, ¿porque tienes una alianza?-preguntó ella haciéndose una coleta.

-Estoy separado, pero siempre la llevó porque me acuerdo de mi ex-mujer. No sé, aún la quiero. Es raro, ¿verdad?

-No, eso es que aún sientes algo por ella.

-Y además echo de menos a mis hijos.

La treintañera se quedó sorprendida y le preguntó.

-¿Tienes hijos?

-Sí, dos. Chico y Chica, mira-respondió este, sacando una foto de su bolsillo.

Emily vio la imagen donde salía Samuel y su esposa Marguerite más jóvenes. Cada uno tenía a sus niños en brazos. Al fondo salía una casa de madera y un paisaje de Georgia. El ayudante tocó su fotografía un par de veces y la dijo.

-Eso fue en Georgia hace tiempo.

-Que guapos son. Se parecen a ti.

-Gracias.

-¿Y donde estan ahora?

-En Georgia, con su madre.

Recogió la foto y se fueron del establecimiento, despidiéndose de John Kruger. El barman hizo un comentario gracioso y se despidió de su amigo. Los dos fueron caminando hacía la casa de el ayudante. Estando frente de la puerta, se despidieron tristemente y se fueron cada uno por su lado.


Al día siguiente, Samuel se despertó al ver el primer rayo de sol traspasar la cortina. Se quitó su camisa sudada y se dio un agua rápida en la bañera. Hizo su habitación tras desayunar y miró a su reloj. Eran las siete y diez de la mañana cuando fue a dar de comer a su animal. En ese momento oyó gritos de celebración de la gente por su calle. Se acarició su tripa y salió de la caballeriza. Vio a un vecino a lo lejos y le llamó gritando. El joven chino se paró y dijo.

-¿Qué ocurre?

-He visto pasar a unas cuantas personas por la calle gritando, ¿qué es lo que pasa?

-Hay una boda, dado a que en Villa Rocosa no hay bodas desde hace tiempo, por esa razón se oye un poco de barullo-tocándose su pelo moreno.

-¿Y donde están los afortunados?

-Creo que en la iglesia-haciendo un chasquido y señalando a un lado de la calle con una mano.

El oriental era más joven que Samuel, llevaba tiempo viviendo en Villa Rocosa, estaba casado con una joven china llamada Doan. Era más bajo de estatura que el ayudante. El espigado y delgado chino tenía prisa por irse, Liverpool lo notó y le dejó irse.

-Gracias Archie.

Vio irse a su vecino Archie a toda prisa, el ayudante se puso su sombrero, dado que el sol le estaba dando en el rostro. Hacía menos calor que el día anterior. Se montó en su animal y se fue hacía la iglesia. Estando allí, vio un coro de gente felicitando a Summer y a Jessie Connor, incluida Samantha Illinois, una profesora de colegio y su compañera de trabajo. Emily Stokes estaba apartada de la gente, viendo la situación. Estaba sola y malhumorada, dado a los movimientos que hacía con su cuerpo. Samuel se apeó del caballo y lo ató a un poste, se puso a la misma altura que ella y la saludó.

-Buenas Emily.

Ella le miró y le soltó enfadada.

-Estoy intentando calmarme para no matar a esa zorra-mirando con sus ojos de color avellana, llenos de ira, a Summer- ¿fue ella?-preguntó seria al grueso ayudante de Warren.

Estuvo un rato en silencio y luego la contestó.

-No lo sé, no tengo pruebas contra ella.

Sus ojos se entre cruzaron y se quedaron un buen rato mirándose, el corazón de Liverpool volvió a latir rápido al estar cerca de ella. Esa tensión duró unos segundos antes de que Summer se acercase a ellos.

-Buenas ayudante, se ha enterado, ¿verdad?-preguntó la joven morena de rostro y de pelo.

La sonrisa que echó de oreja a oreja, hizo que Emily cerrase las manos en forma de puño. La ira que sentía la hermana de Margot hacía la nueva esposa de Jessie Connor era intensa, pero se contuvo a pelear contra ella porque Samuel estaba al lado suyo. La morena de pelo liso se frotó sus ojos marrones y dijo, oyendo su nombre.

-Bueno pareja, les tengo que dejar. He de prepararme para mi gran día. Están invitados.

-Enhorabuena. Aunque ¿no cree que es un poco temprano para casarse con el señor Connor, dado a que su esposa ha fallecido hace poco?

Summer no respondió y se fue hacía sus invitados. Samuel sospechó de la pareja y le dijo a la hermana de Margot.

-Voy a investigarles. Hazme un favor, vigílales desde lejos. Espero reunir pruebas antes de la celebración.

-Es dentro de una hora.

-¿Como lo sabes?

-Un lugareño me lo ha dicho-contestó ella, acariciándose su cabello rubio.

-De acuerdo, no les pierdas de vista-pidió a Emily confiando en la hermana de la víctima.

-¿Adónde vas?

-¿Confías en mi?

-Sí, ¿por?

-Intentaré reunir pruebas contra ellos, porque si ellos asesinaron a su hermana Margot por su herencia, haré lo que sea para detenerlos.

Ella empezó a confiar en él, este se fue hacía su animal. Se montó y se dirigió hacía la oficina.

***

Warren Filton investigó la vida de Adelaide por si ocultaba algo. Llevó la carta para que Fred Russell pasase ese mensaje a una cinta de papel que era punteadas por impulsos eléctricos que hacía una maquina. Luego esos telegramas fueron enviados a su destino, Minnesota. Esperó en la oficina de la estación de ferrocarril, junto a su avejentado amigo. Al llegar respuesta de ese estado, no había nada fuera de lo normal. Adelaide Hilton creció en una familia honrada y nadie la relacionó con Luke, lo único que tenían en común con él es que vivía en el mismo pueblo de Minnesota. ¿Sería esa Adelaide quien mató a Maia?

***

Cuando Samuel Liverpool volvió a la oficina del sheriff y no vio a su jefe, se mosqueó. Pensó en ¿dónde estaría?, en ese momento vio Edward Richard llegar al establecimiento, quejándose del calor que hacía.

-Oye Richard, ¿y Filton?

-No le he visto desde ayer-respondió el otro, acariciándose su pelo canoso.

-Tengo que registrar un sitio, ¿me acompañas?

-¿A qué tantas prisas?

-Por favor-pidió serio el ayudante grueso.

Edward sabía que pasaba algo, pero no insistió. Cogió su cantimplora y acompañó a su amigo. Cerró la oficina, dejando al recluso Luke Grissom encerrado en uno de los calabozos. Los dos hombres se montaron en sus respectivos caballos y se dirigieron hacia la casa de Summer. Liverpool miró a su reloj de correa y pensó en que le faltaba media hora para que sus sospechosos se escapasen del pueblo, dado a que lo tenían todo planeado. Yendo a contrarreloj, echó un vistazo en el interior de la morada de dos plantas de la nueva esposa de Jessie Connor. El compañero se sorprendió de como Samuel se saltaba la ley a la torera. El hombre grueso subió los peldaños a grandes zancadas. Entró en la habitación de la sospechosa. Estaba limpia, pensó en que se iba a ir del pueblo, dado a que vieron el equipaje debajo de la cama. Liverpool, enfadado, se acercó a una de las maletas y se fijó en que en una de ellas sobresalía un trozo de una estatua de madera. El objeto tenía forma de persona y había sangre en la nuca, le faltaba un minúsculo trozo. Pensaron que sería el arma del crimen con la que asesinaron a Margot Connor.

-¿Que pasa Samuel?-preguntó Edward preocupado.

El grueso amigo, enfadado, se dirigió hacia la salida principal. El otro le siguió, se subieron a sus respectivos animales y volvieron a la iglesia del pueblo. Media hora después, estando fuera del recinto, el canoso le preguntó preocupado.

-¿Que es lo que ocurre?, ¿por qué tanta prisa en entrar a la iglesia?

Samuel no dijo nada y fue como una flecha hacía la puerta. Entró en el interior y vio a muchas personas sentadas. El padre James Lloyd se quedó sin palabras cuando Samuel gritó "yo si tengo algo que decir".

-¿De qué está hablando?-preguntó el cura.

-De un asesinato, ¿verdad Jessie?-señalándole con el dedo índice.

El preguntado se acarició su barba con entrada y sonrió malignamente. El profesor le preguntó.

-Eso mismo, ¿de qué habla?

-De su difunta mujer, Margot Stokes, ella tenía una herencia familiar de la cual usted tenía solo derecho a una parte. Pero si ella moría, herede darían todo.

-Pero si ellos compartía toda la herencia-preguntó Samantha preocupada.

El sospechoso cambió de expresión y los ayudantes se dieron cuenta.

-Pues entonces lo hizo por ella-señalando a Summer-Coincidió varias veces con ella en el saloom de Jack Lemond y se enamoraron-exageró Liverpool.

-Pero Margot era un obstáculo, ¿verdad?

El ayudante grueso y Emily se miraron durante unos segundos y se sonrieron. Samuel continuó.

-Dinero y celos, ¿verdad Summer?

-¿De qué habla?-preguntó el profesor mirando con miedo a Summer.

-Encontramos unos cuantos cabellos morenos en el escenario del crimen. Dedujimos que eran suyos-señalando a Summer- El día del asesinato usted fue a hablar con Margot-señalando a la nueva esposa de Connor-seguramente discutieron por dos razones-mirando a Edward.

-O porque ella los descubriese en alguna ocasión cuando estaban juntos en el saloom de Jack Lemond. O por el dinero-continuó el canoso.

-O ambas.

-De todas maneras, usted Summer, mató a Margot en la cocina-dijo el grueso ayudante sin tener ninguna prueba.

La joven morena se asustó tanto que confesó la verdad.

-Fue idea suya-señalando a Jessie.

-¡¿Qué?!-gritó el señalado.

-Lo hicimos porque él me dijo que había solucionado el tema del cambio de herencia. Fue él el que me dijo que la asesinase para que pudiéramos estar juntos.

-¡Eso es mentira!

-Todo por la herencia-dijo uno de ellos, deteniendo a los asesinos del crimen de Margot.

-A propósito, si la próxima vez quiere matar a alguien, no envié a nadie para hacer su trabajo. Hágalo usted mismo-aconsejó de broma Samuel a Jessie.

Cuando la pareja fue detenida, Emily dio las gracias a Samuel por haber detenido a los asesinos de su hermana en forma de gestos. Jessie blasfemó contra su cuñada y contra la autoridad mientras le montaban a la fuerza a uno de los caballos de los ayudantes. La joven rubia de pelo liso miró con cariño a Samuel montado a caballo y se despidió de él. Edward le preguntó mientras llevaban a los reclusos a la oficina del sheriff.

-Te gusta, ¿verdad?, ¿por eso lo hiciste?

-Sí.

-Gracias por contármelo.

Los dos rieron y siguieron trotando hasta la oficina.

***

Adelaide Hilton llegó a la oficina acompañada de Warren Filton. Cuando Luke Grissom los vio aparecer por el umbral, se lanzó como un animal contra los barrotes del calabozo. La joven rubia de pelo corto estaba asustada. El sheriff le preguntó a ambos que pasó con Anya. Luke acusó a su nueva esposa del asesinato de Maia Torres y de los demás delitos, incluido el de Anya. Ella no respondió, los dos se extrañaron de que no respondiera a las acusaciones que le hacía el esposo. Al no ver ninguna reacción de Adelaide y estar frente al prisionero, este se lanzó contra ella, agarrándola fuerte de los hombros. Adelaide se quejó y empezó a gritar, Warren separó al hombre con perilla rubia y se llevó a la joven a la sala de interrogatorios. Salió de nuevo del cuarto y se llevó la información del caso de Arkansas y de Minnesota a la habitación donde estaba la joven rubia. Ella estaba aún asustada, sentada en una de las sillas. El ingles soltó los informes encima del escritorio y se sentó frente a la sospechosa. Los ojos de color azul claro de ella no paraban de mirar de un lado a otro de la sala, también se estaba tocando los pendientes de las orejas.

-Señora Grissom, o debería llamarla Adelaide Hilton-empezó Filton.

La joven de los ojos azules miró fijamente a Warren, este notó el cambio de mirada y pensó que ella sería la asesina, aunque no había pruebas contra ella. El sheriff comenzó a contar una teoría.

-Maia Torres era una joven mejicana que vivía en Minnesota. Un día se enamoró de un herrero llamado Luke Grissom, que vivía en el mismo estado que ella. Se casaron y todo iba genial hasta que el hombre se metió en líos. Seguramente deudas de juegos. Eso hizo, que seguramente cogiera dinero de la herencia. Pero no sé porque la mataría, ¿tú lo sabes?

Adelaide no respondió.

-Fue por una mujer. La amante de Luke era una joven rubia de pelo corto seguramente, ¿no le suena?

La sospechosa no dijo nada.

-Es usted-dijo Warren señalando a Adelaide- Luke se enamoró de usted, era su amante. Claro que no hubo ningún testigo que les viese juntos. El día de la desaparición de Maia Torres, Luke declaró que estaba en un bar cuando desapareció su esposa. Pero le descartaron como sospechoso al ver que era verdad. Pero ¿dónde estaba usted cuando asesinaron a Maia?, ¿sabía que la herencia de la primera mujer fue traspasada a otra persona?, a una tal Adelaide Hilton.

La joven de ojos azules claros no respondió. Filton continuó.

-Seguramente tendría una excusa perfecta.

La chica ni pestañeó. Ahora, su mirada era la dominante y fría del cual había estado en todo momento ocultando. El ingles continuó.

-Pero creo que en realidad, le arrebataste la vida. La apuñalaste veinte veces por lo menos, ¿no?, igual que Anya, ¿no? la deducción que he hecho hace un segundo es porque nadie apuñalada veinte veces a una persona por primera vez. Esa ira solo se tiene cuando ansias mucho algo, por eso mató a Maia, ella fue la primera en ser apuñalada veinte veces por esa ira, ¿verdad?, usted y Luke, de alguna manera se deshicieron del cuerpo de la joven mejicana. Pero ¿por qué huir del estado de Minnesota cuando a su amante le declararon inocente de la desaparición?

El joven sheriff bebió un vaso de agua y continuó.

-Podría haber sido por dos razones: La primera, no lo sabían que le habría declarado inocente del caso y del cual la autoridad había dejado de vigilar la herencia de Maia. La segunda, querían huir porque la familia de la víctima tarde o temprano averiguarían quien era la amante de Luke Grissom. Durante cinco años, seguramente estuvieron malviviendo en diferentes estados, hasta a Arkansas, donde cometieron su segundo delito-enseñándole el informe del caso-hasta que vieron la oportunidad de hacerse ricos. Asaltaron una caravana donde asesinaron a cinco personas y les robaron todas sus pertenecías. Pero hubo un problema, hubo una sexta pasajera que seguramente oyó el nombre de Luke Grissom durante el asalto. Ella se lo dijo a la autoridad de Arkansas y la pareja tuvieron que volver a esconderse. Más tarde conocieron a una joven rubia llamada Anya, su amiga, recuerda.

Tomó otro sorbo de agua y continuó con la historia. La miradas entre ellos dos eran cada vez más intensa. Él esperó a que hablase, pero no hubo resultado. No paraba de acariciarse los pendientes.

-En fin, Anya y ustedes empezaron una nueva amistad. Incluso fue ella quien les pagó la luna de miel, pero, ¿qué paso?, ¿porque la mató?, mi teoría se divide en dos razones más: La primera, estaba celosa de que ella estuviese filtre ando con su nuevo esposo, Luke Grissom. O la segunda, hubo algo en la cabeza de Anya, que hizo que recordase algo más sobre el atraco en Arkansas. Tal vez una cara, un olor, no sé. Ella confiaba en usted y se lo comentó. Usted, asustada, se peleó con ella e hizo lo mismo que con su primera víctima, apuñalarla veinte veces. Viendo la situación, decidió lavarse las manos e implicar a su marido escondiendo el arma del crimen, que fue unas tijeras, en uno de los cajones. La finalidad de dicha implicación era sencilla, quedarse con toda la herencia de Maia Torres.

La sospechosa ni se inmuto. El sheriff la preguntó.

-¿Cuál cree que fue el motivo de asesinar a esas personas?

Adelaide no dijo nada.

-¿Estaría dispuesto a sacrificar a su compinche, incluido por los crímenes que no cometió?

Adelaide Hilton pasó de tener una cara de tristeza y de acariciarse los pendientes a poner una sonrisa maligna.

FIN


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