2x12: Secretos en la mina

Introduce un texto aquí...

Un cuerpo sin vida es hallado en una mina cerca de Villa Rocosa. Warren y Samuel investigan dicho crimen, hallando el nombre de la víctima gracias al grupo de minero con los que trabajaba. Billy, el nombre del difunto. Pronto los de la autoridad, averiguaran que el motivo del asesinato fue porque el difunto halló un secreto en el interior del yacimiento. Por otra parte, Edward intenta ayudar a Brad Stevens a pagar una antigua deuda de su pasado.


Pasó un tiempo desde que Warren y Samuel detuvieron al asesino del caza tesoros, Deep. Era un día normal.


Cerca de Villa Rocosa, un grupo de mineros estaban explotando una mina abandonada, donde se rumoreaba que habían sucedidos algunas desapariciones de personas forasteras. Pero nunca se demostró nada de esas leyendas. Los lugareños de los ranchos y del pueblo llamaban a ese yacimiento: "La mina del terror". Dicha mina pertenecía a una vieja familia del pueblo, tenían un negocio montado no lejos del pueblo, una carnicería. Dado a que los miembros de esa mina eran muy reservado, no tenían mucho contacto con el poblado indio, ni con los lugareños de Villa Rocosa. Pero no les gustaba que hubiera forasteros rondando por el negocio de las carnes.


***

El grupo minero que compró esa mina a dicha familia, tenía como objetivo hallar oro en ella, dado a que los dueños no eran muy cultos y no tenían ni idea del oro que había en su interior. El cielo estaba despejado, las temperaturas eran ideales para pasear por el pueblo. Tres trabajadores se metieron dentro del yacimiento y empezaron a excavar. Uno de ellos, dejó sus cosas y fue a orinar. En ese momento, halló el cuerpo de su compañero Billy sin vida. Este estaba tirado en el suelo, bocarriba y con sus ojos azul marino abiertos como platos. El que halló a la víctima empezó a gritar.


Una media hora después, Warren Filton fue informado por su compañero Samuel Liverpool. Ambos estaban afuera de la mina. El ayudante se acarició su grueso bigote y empezó a decir.

-Un joven de más o menos los veinte años, ha sido encontrado sin vida dentro de la mina.

-¿Quien lo ha encontrado?

-Ese hombre de allí-señalando a uno de los tres mineros-Según el grupo, la víctima se llama Billy.

-Bien hecho. Vamos adentro-señalando al yacimiento.

Los dos se encaminaron a paso ligero hacía el escenario del crimen. Ambos tenían ropa ligera porque hacía un buen día. En el interior de la mina, hacía un poco más de calor. Cuando llegaron a donde estaba el difunto, vieron a José Sánchez abanicarse con su sombrero de copa. Uno de ellos le preguntó en broma.

-¿Tienes calor?

-Afuera puede que corra el aire, pero aquí adentro-no parando de darse aire con el objeto.

Los dos se rieron.

El galeno estaba de rodillas junto al cuerpo, dejó el sombrero y se ajustó sus gafas de culo de botella.

-¿Has hallado algo interesante?-preguntó el sheriff.

-La víctima murió más o menos hará una hora.

-Se llamaba Billy-corrigió uno de ellos.

-Pues Billy murió por un traumatismo craneal hecho por un objeto contundente.

-¿Un martillo tal vez?-preguntó el ingles fijándose en el martillo que la víctima llevaba en uno de sus bolsillos laterales.

Uno de ellos se agachó y lo extrajo. Compararon las heridas que tenía en la nuca con la herramienta. Coincidían en el tamaño, aunque el mazo no tenía sangre. Dedujeron que esa herramienta fue la usada para matar a Billy, aunque no fue la que tenían en sus manos. Pero ¿por qué?

-Sabemos el arma que se uso. Ahora hace falta un porqué y un quien-dijo Filton tocándose el mentón.

Se levantó y ordenó a su ayudante a investigar los alrededores. Este lo hizo. El ingles fue avanzando despacio por la mina , encontrando al final dos cuerpos más. Los cadáveres estaban semi enterrados. Avisó con un grito a los otros dos. El galeno dejó el otro cuerpo allí y se dirigió hacia donde estaba el sheriff. José se agachó junto a los dos cadáveres y los analizó. Ambos se pusieron cerca de él y esperaron a que terminase su labor. El médico analizó más los dos cadáveres descompuestos, sabían que se trataba de un hombre y una mujer por la forma que tenían. La pareja tenían casi la misma edad. El joven era un negro, nariz pequeña, con un traje elegante, ojos de color avellana, pelo moreno rapado, de un metro noventa. La chica blanca era más de estatura que él, pelirroja, cabello largo, ojos azules claros, agraciada de cara, también era elegante. La pareja había sido asesinada con un calibre pequeño. Un único orificio de bala en el corazón a cada uno. El de la estrella fue hacía el cadáver de Billy, dado a que había vuelto al primer difunto por si acaso hallaba algo. Allí encontró un colgante entre las manos. Lo abrió y se fijó que eran las otras dos personas halladas sin vida. José Sánchez, acariciándose sus gafas dijo.

- Las víctimas habían muerto de un disparo, perteneciente a un calibre pequeño, una Derringer , por ejemplo. Llevan muertos más o menos dos o más días por la descomposición .

Sin saber quiénes eran, los de la autoridad volvieron hacia afuera de la mina. La temperatura volvió a ser normal en el exterior. Ambos preguntaron a todo el grupo de mineros. Los identificó como Amy y Omar, una pareja que había desaparecido hace unos días.

***

Eran las cuatro y media cuando Edward Richard se despidió de su esposa Shonda Williams y se fue de su casa, dando un paseo hacía el saloom de su amigo Jack Lemond, dado a que él había solicitado su ayuda porque había oído una fuerte discusión en una cochera que estaba aparcado cerca de su establecimiento. El dueño mejicano envió a un lugareño a buscar al ayudante canoso. Este estaba comiendo con su mujer en su casa cuando recibió la noticia.


El joven fue caminando hacía el local, dado al día más fresco que hacía. Entró en el establecimiento y saludó al barman. El grueso mejicano le devolvió la cortesía, acariciándose su grueso bigote, diciéndole que dicho jaleo lo había oído en el carruaje de Brad Stevens y Bárbara Paz. Fue caminando hacía allí y vio a un corpulento hombre de espaldas, era elegante, tenía el pelo corto pincho rubio del cual no paraba de echárselo para atrás. El carromato lo habían limpiado por fuera hace poco. En ese momento vio salir a la joven rubia del carruaje, andando con expresión de enfado hacía el saloom de Jack Lemond, se cruzaron sin saludarse. Se puso detrás del hombre de cabello rubio y tosió para interrumpir la amenaza que le estaba haciendo al mago. El desafiante se dio la vuelta y le miró con cara de sorpresa. Tenía su rostro afeitado, era mitad alemán, mitad americano. Sus ojos verdes oscuros imponían temor y respeto. Edward le preguntó mirando a los ojos azul marino asustados de Brad, que estaba dentro del carromato.

-¿Quién es usted?

-Me llamo Julián de la Cruz.

-¿Y conoce a Stevens?-señalando al ilusionista.

-Por eso venido, solo que ahora tengo que irme. Ya nos veremos-señalando al dueño del carruaje.

El señalado tragó saliva mientras su amenazador se iba yendo por una de las calles de Villa Rocosa. Los dos siguieron con los ojos a Julián durante unos segundos. Edward tosió y le preguntó.

-¿Puedo pasar?-acariciándose su pelo canoso.

El mago le invitó a su pequeña morada desordenada. El ayudante pensó, al ver el interior del carruaje tan cerrado, que el hombre estaba haciendo algo intimo con su novia joven. Pisó un camisón de mujer, lo recogió y lo dejó en la cama. Brad Stevens se sentó en una banqueta que había al lado del biombo. El amigo de Warren le dijo.

-¿Que ha ocurrido?

-¿Se acuerda que les mencione a un dueño, un multimillonario de Arkansas?

-Sí, ¿era ese?

-Si-respondió con sinceridad el mago, acariciándose su barba de tres semanas.

-¿Y por eso he visto enfadada a Bárbara?

El ilusionista dudo durante unos segundos hasta que respondió.

-Sí, más o menos.

-Explícame otra vez tu historia en Arkansas.

-"Trabajaba en casa de un multimillonario de ese estado, una de las veces, el dueño me invitó a jugar a una partida al Texas Holdem. Al principio, no sé si fue la suerte, pero gané varias veces. Llegué a ganar más de tres mil dólares. Esa misma noche, lo perdí todo.", echando una medio sonrisa al de la autoridad. "Mi ambición de ver mucho dinero en el centro de la mesa, hizo que lo apostase todo..."

- Y en la última partida, hiciste trampas y se llevó todo el botín, ¿no?-se acordó el canoso ayudante.

-Así es-corroboró el mago.

-Pero no nos creímos que se montase una persecución por tres mil dólares, aunque fuese robados.

-No conoce a Julián. Es muy celoso y rencoroso con sus cosas.

El invitado miró a los ojos tristones de Stevens y la cara sonrojada. Pensó que había algo oculto en esas expresiones.

-¿Que ha ocurrido con Bárbara? y quiero la verdad.

-¿Tienes esposa?-mirando el anillo de Edward.

-Sí, estoy casado con una joven desde hace un año y medio.

-¿Y la has engañado alguna vez?

-No, ¿tú la has sido infiel?

El mago tragó de nuevo saliva y respondió rápidamente.

-Sí, no le conté la historia de la apuesta.

El amigo de Filton vio que su expresión ocultaba algo más, pero no quería insistir mucho. Siguió interrogándole.

-Me imagino lo que ha pasado-viendo el desorden a su alrededor-Estarías en la intimidad con tu novia y te han sorprendido, ¿no?

El ilusionista afirmó con la cabeza.

-Pídela perdón. Por lo que has hecho y dila que no lo vas a volver a hacer.

-¿Crees que no lo he pensado?-preguntó el ilusionista preocupado.

-Sí, me lo imagino. Pero ¿la quieres de verdad?

-Sí.

-Pues no vuelvas a hacer una estupidez como esa. No se que otro consejo darte.

Edward se levantó de la litera y se fue hacía el umbral de la puerta cuando el mago le dijo.

-Hay una otra mujer.

-¿Cómo?

-Por esa razón has visto tan malhumorada a Bárbara. Ella me ha abofeteado en cuanto se ha enterado por boca de Julián.

-Entonces sí que es más difícil tu reconciliación-rió el canoso.

-Hubo otra mujer. Fue hace tiempo.

-No es a mí a quien se lo tienes que contar.

-Pero me puedes ayudar, ¿por favor?

-No voy a ser el alcahuete de nadie.

Tanto el dueño como el ayudante se rieron durante un rato y Brad le rogó.

-Necesito tu ayuda tío.

-No quiero meterme en vuestros líos personales-medió el canoso.

-No se trata de eso, ¿sabes jugar al Texas Holdem?

Edward Richard miró con sorpresa al mago. Le respondió con honestidad.

-Conozco a alguien que si sabe jugar bien, pero ¿porque le necesitas?

-Necesito prepararme. Si no lo hago, Julián le dirá al sheriff de este pueblo quien soy yo un ladrón y quien le robó sus tres mil dólares. Y quiere también que se los devuelva. Me ha amenazado con una partida de cartas. Si pierdo, se lo comentara igualmente.

-¿Y si ganas?

-Me dejara en paz. Pero dudo mucho que gane, dado a que no se jugar mucho a ese juego, ¿conoces a alguien sí o no?

-Sí, ¿cuándo es dicha partida?

-En eso me ha dicho que eligiera el día y la hora, dado que no tiene prisa por volver a Oklahoma.

-Vale, haremos lo siguiente. Hablaré con Julián y cuando estés preparado jugaras dicha partida. El chico que conozco te prepara bien para la partida. Si pierdes, le devolverás el dinero a ese hombre e intenta arreglar lo tuyo con Bárbara. Si ganas, él te dejara en paz. Ya me encargaré de eso.

-Parece como si te preocupases por lo que pasa entre mi novia y yo-en tono sarcástico.

-No creas, solo que me caes bien.

-¿Y si el sheriff se entera de todo esto?-preguntó acariciándose su barba canosa.

-Ya sabíamos lo del timo y le tiene sin cuidado tu relación con Bárbara. A nosotros lo único que nos importa es que la mates-dijo medio en broma.

El mago cambió de expresión y miró con seriedad a Edward.

-Jamás la haría daño. Ni a ella, ni a su familia.

-Sí, ha sido una estúpida broma. Lo siento.

-¿Cuándo podrá tu amigo enseñarme a jugar?

-Te avisare, ¿estarás aquí?

-Si no estoy en la caravana, estaré dando un paseo por el pueblo.

-Te buscaré si sé algo-contestó el canoso saliendo por la puerta-A propósito, ventila esto.

Brian se rió durante un rato y se despidió de Edward.

***

El aire fresco entraba por el establecimiento de John Kruger. Este estaba viendo como su hija Amber animaba a la hija del sheriff de Arkansas, Samuel Paz, y trababa una nueva amistad, dado que ambas tenían los veintitantos años. Como no había mucha clientela, se acercó a donde estaban las jóvenes. Su hija pelirroja se retiró su cabello rizado del rostro y le indicó con una mano a su padre que se acercase. Este lo hizo y saludó a la joven rubia que no paraba de jugar con su pelo rubio ondulado.

-Papa, te presentó a Bárbara Paz-dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

John no había visto desde hace tiempo esa sonrisa que puso su niña. Se alegró y se presentó.

-Me llamo John, el dueño de este establecimiento.

-Encantada-respondió ella estrechándole su delgada mano.

-¿Quieres algo más aparte de las cervezas?

-¿Tienen algo para comer?

Amber intervino, queriendo descansar un poco.

-¿Si quieres puedo comer contigo?

La cara mustia de la rubia cambió de expresión y puso una mueca a ambas personas. Kruger notó algo triste en su mirada y le preguntó.

-¿Estás Bien?

-Es su novio Brad-intervino la otra.

Bárbara se quedó muda durante unos segundos, luego la hija de John se disculpó por ser indiscreta. Bárbara le dijo, mirando a ambos.

-Me ha engañado con otra mujer-poniéndose un pañuelo en su rostro para limpiárselo.

-Lo siento mucho cariño-dijo John acariciando su mano.

La joven dolida no dijo nada, siguió llorando en bajo, sin quitarse el paño de su cara. John le contó una historia sobre cómo fue su ruptura con su ex-mujer Michelle. Cada palabra que decía este, ellas les escuchaban con más atención, aunque Amber sabía todo lo que les paso a sus padres. El ex-abogado le dio un consejo de enamorado.

-Da igual que el mundo piense que vuestra relación no tiene futuro. Sé que está mal lo que él hizo y seguramente estará arrepentido. Y seguramente hará lo que sea para recuperarte.

-¿Le conoces?, ¿conoces a Brad?-preguntó dubitativa ella.

-No, le he visto alguna vez por Villa Rocosa.

-¿Y entonces como sabes que está arrepentido?

-Jack, el mejicano me lo comentó.

Bárbara enarcó las cejas y Amber le corrigió.

-Jack Lemond.

La otra le reconoció en seguida, dado a que fue el primer saloom que pisó cuando llegó a Villa Rocosa, donde conoció a Brad Stevens, su primer y único amor. El camarero de ojos azules terminó la frase.

-Y si dos personas se aman, nada ni nadie les separara. Por muy mal que estén las circunstancias.

-¿Su mujer y usted se han reconciliado?-preguntó la mujer rubia.

-No, pero espero que algún día se solucione lo nuestro-sonriendo a su hija.

Amber le acarició su rostro afeitado y le sonrió.

-Pero sé que tu le amas, se te nota cuando mencionas su nombre.

-¿Has oído nuestra conversación, papa?-preguntó Amber dubitativa.

-Quizá un poquito-respondió con miedo.

Las jóvenes dieron a la vez una palmada floja a John en su torso. El pegado se quejó de broma y este respondió a su hija.

-Ya sabes, de tal palo, tal astilla.

-En eso tiene razón-intervino la rubia riéndose-Has sido tú-señalando a Amber- quien quería saber de mi vida.

-Yo-se sorprendió la pelirroja acariciándose su cabello rizado.

Los tres se rieron durante un rato y la rubia se acarició su pelo ondulado. Sus ojos verdes oscuros volvieron a cerrárseles de nuevo, dado a que estaba nerviosa porque estaba pensando de nuevo en Brad. Se acarició sus gruesos labios pintado de rojo y respondió con sinceridad.

-Está bien, aunque me haya sido infiel, aún sigo enamorada de él.

-Pues solucionarlo.

-Ya veré.

***

Tras llevarse los cuerpos sin vida de Billy, la primera víctima y la pareja: Amy y Omar, halladas después, al cementerio de Villa Rocosa, preguntaron por todos los establecimientos donde habían visto a la primera víctima. Quisieron averiguar cuando fue la última vez que vieron a Billy sus compañeros mineros. Pensaron en que Billy fue el asesino, pero le descartaron por qué Garance, la mujer del minero blanco sin vida, atestiguó que estaba con ella en un saloom cuando sucedieron los dos primeros asesinatos. Samuel y Warren pensaron en otra teoría, dado a que estaba descartado como asesino. Dedujeron que el criminal podía haber visto como Billy descubría los cuerpos y le mató para encubrir el primer crimen. Pero, ¿quién mató a Omar y a Amy?


Vieron el martillo de Omar para ver si tenía sangre, no había nada, dedujeron que no fue el mazo usado para matar a la primera víctima. Preguntaron saloom por saloom para saber si habían visto a la pareja hace unos días y si alguien, por casualidad les observaba. No consiguieron respuesta en los establecimientos donde preguntaron.


Eran las seis y media de la tarde cuando entraron en el bar de Jack Lemond y fueron hacía la barra. Gracias al aire fresco que entraba por el local, no se quitaron las chaquetas. El mejicano se acarició su grueso bigote y les preguntó.

-¿Queréis algo de beber?

-Venimos a buscar información, ¿sabes si estos dos?-dijo Warren enseñándole la foto del colgante que halló entre las manos de la primera víctima.

El dueño pensó durante unos segundos y luego respondió.

-¡Ah!, la futura esposa del minero.

-¿Cómo?-preguntó uno de ellos.

-El hombre de color, Omar, ¿creo?, una de las veces que estuvieron aquí, le declaró a esa joven pelirroja de la foto, matrimonio.

-Y aparte de ti, ¿quien más sabía eso?-preguntó Liverpool acariciándose su mostacho.

-Puede que sus amigos.

-¿Y viste a alguien por casualidad espiándoles?

El barman estaba pensando en alguien que estuviese con la mirada fija en la pareja. En ese momento, hizo un chasquido y les dijo.

-Había un joven que no paraba de observar a ese tal Omar y Amy.

-¿Y cuando fue eso?

-Hace unos días. Creo que fue hace unos tres o cuatro.

-Puede ser cuando la pareja desapareció-dijo uno de los de la autoridad.

-¿Como era el espía?

El interrogado los describió mientras uno de la autoridad dibujaba en un papel el rostro del sospechoso. Hicieron varias copias y se lo agradecieron al mejicano, cogiendo un dibujo del sospechoso. Tras eso, salieron del saloom y fueron hacía donde estaba el grupo de mineros. Garance y el equipo lo identificaron como Tom, uno de los capataces, estos le dieron su dirección. Samuel y Warren fueron hacía la morada de ese hombre. Pensaron que el objetivo del criminal fue Amy y Omar. Billy fue un daño colateral, para encubrir el primer asesinato. Pero ahora tendrían que encontrar una razón para que el desconocido los matase.


Los dos hombres fueron caminando hacía la casa de Tom. La morada era vieja por fuera, tejas verdes, algunas encima de otras, no se veía nada porque las cortinas estaban echadas en las dos ventanas que se veía desde el porche. Cuando subieron los peldaños, estos crujieron, haciendo salir al dueño de la casa. Este era un hombre de unos treinta años, cheposo, más bajo que los de la autoridad, vestimenta vieja, pelo corto desaliñado. Sus ojos pequeños de azul claro miró con sorpresa a sus invitados y les preguntó.

-¿Quieren algo?

-¿Es usted Tom, capataz del grupo minero que están escavando en el yacimiento llamado "la mina del terror" ?-acariciándose el mentón.

-Así es, pero la excavación es legal-mordiéndose el labio grueso inferior.

-No venimos por su trabajo, venimos por los cuerpos hallados dentro.

-Pobre Billy, era un buen minero. Al igual que Omar.

-¿Por qué no está con su equipo en el saloom de Josh?-preguntó dubitativo Samuel, mirando desde fuera el interior de la morada.

-Estoy cansado, ¿quieren algo?

-Según la declaración de un camarero, usted estaba observando atentamente a Omar y a su futura esposa Amy hace unos días, ¿eso es cierto?

El interrogado no respondió durante unos segundos. Luego dijo con nerviosismo.

-Fui yo.

-¿Que hizo usted?-preguntó Filton.

-Los maté, asesine a las tres personas-mordiéndose de nuevo su belfo inferior.

El sheriff le detuvo y se lo llevó a la oficina para encerrarle en una celda. La pareja de detectives pensaron que Tom estaba mintiendo dado que había sido muy fácil atraparle. Por esa razón, quisieron indagar más sobre donde estuvo el sospechoso a las horas de los crímenes.


Mientras el ingles llevaba al sospechoso al calabozo, el ayudante echó un vistazo al interior de la casa del capataz. Buscó entre sus cosas, alguna prueba sobre el primer y el segundo crimen. No había ninguna prueba que lo relacionase. Harto de investigar, descansó un poco. Liverpool salió al porche sentándose en la única mecedora de madera vieja. Se acarició su tripa y su bigote grueso, pensando en donde podría hallar el arma del crimen.

***

Edward Richard se pasó por el banco de Fuente María a proponer a Sean Lambert, el ayudante del dueño, a enseñar a jugar a las cartas a Brad Stevens. En el establecimiento, también se encontró con el hermano de este, Neil. Ambos hermanos decidieron ayudar al mago a ganar la partida que Brad tenía contra Julián de la Cruz. Tras eso, el ayudante canoso fue preguntando por todo el pueblo, intentando hallar al medio alemán que amenazó al ilusionista. Lo encontró en el saloom de Rob Jobs. El camarero de ojos verdes inquietos que al hombre que estaba buscando, estaba en una de las mesas del fondo. Pidió una cerveza. El dueño se la entregó con sus manos sudorosas. El canoso puso una expresión de asco cuando este se dio la vuelta. Limpió la jarra y se fue directamente hacía Julián de la Cruz. El medio alemán con su mirada que imponía respeto miró con aire jocoso al ayudante.

-¡Vaya, vaya!, el amigo de Brad-acariciándose su cara afeitada.

-¿Puedo sentarme?-preguntó Edward.

El hombre de pelo rubio corto empujó de una patada a una silla que tenía en frente. El otro se sentó y se acercó a la mesa. Julián tosió y preguntó con aire sarcástico.

-¿Que quiere?

-¿Usted es el hombre de Oklahoma con el cual perdió Brad Stevens tres mil dólares en una partida al Texas Holdem?

-No la perdió, la amañó. Se fue con mi dinero de aquel estado. Me robó.

-¿Por eso le amenazó?

-¿Que le ha contado exactamente su amigo?-mirando a un lado.

-Que le fue infiel a su futura esposa.

-¿Y ya está?

-¿A qué se refiere?-acariciándose su cabello canoso.

Julián miró fijamente a los ojos marrones de Edward y le dijo.

-La mujer con la que le fue infiel, era mi esposa, Jennifer. Ella me iba a dejar por ese mago.

-¿Cómo se enteró del romance?

-Una criada amenazada por su compañero me lo dijo.

-¿Brad amenazó a alguien para que no contase el hacer que tenía con su esposa?-preguntó Edward sorprendido.

El interrogado afirmó con la cabeza.

-¿Cómo se llamaba esa joven?

-Chiara. Si no me cree, haz que ella confiese otra vez a la autoridad de Oklahoma lo que ocurrió en la cocina de mi casa dos días antes de que Brad amañase la partida-contestó serio.

-Lo haré.

Hubo un momento de silencio antes de que el forastero reclamase su dinero.

-Quiero mi dinero y lo voy a obtener.

-Sí, ya me he enterado de eso.

-Ese pringado va a perder-dijo Julián con sarcasmo.

-Usted es el demandante, ¿elija el día de la partida al Texas Holdem?

-En dos días. Tiene dos días para prepararse esa imposible partida. Ese será su final y el día que me dé lo que es mío.

-¿A qué hora?

-A las ocho y media de la tarde, en este establecimiento.

-Haremos un trato: Si él gana, le dejara en paz, quedándose con sus tres mil dólares. Si pierde, se lo devolverá, ¿acepta la apuesta?

El medio alemán se acarició su pelo corto rubio y se lo alisó. Mantuvo su silencio, torciendo sus labios. Luego miró fijamente a los ojos de color avellana del ayudante y le estrechó la mano.

-¿Acepta que ayude a Brad a jugar?-preguntó Edward antes de cerrar el trato.

-Sí.

Este no se fió del forastero y pidió a Rob Jobs un papel para una confesión por escrito. Ambos firmaron en un folio el trato que hicieron. El ayudante se lo quedó por seguridad, guardándoselo en uno de sus bolsillos de su pantalón. Fue hacía la barra, dejando sin palabras a Julián. El canoso dio unos golpecitos a la mesa y le dijo al inquieto Rob.

-Dentro de dos días, prepara una mesa para jugar al Texas Holdem.

-¿Va a haber partida?-enarcó con sus ojos verdes, sorprendidos.

El ayudante canoso dio otros golpes en el escritorio y le guiñó el ojo al barman con una medio sonrisa. El guiñado se olió el sobaco, sabiendo que tenía que cambiarse porque su vestimenta olía mal. Edward fue caminando primero hacía el carruaje de Brad Stevens para llevárselo al saloom de Jack Lemond, donde había quedado con los hermanos Lambert. Saludaron al mejicano y se fueron directamente hacía una mesa donde estaban los reunidos. También estaba Archie. Edward presentó al mago. Se sentaron. Hicieron varios ensayos. Los ojos azul marino del ilusionista estaban nerviosos. Las primeras veces, dado a que el número de cartas era inferior a las demás y casi nunca pasaba, perdía. Sean, acariciándose su cabello pincho rubio y diciendo varias veces "mal movimiento".


En una de las veces, Brad irrumpió el entrenamiento, diciendo.

-Estoy harto, lo dejo.

-¡Eh!, imagínate que soy ese Julián, ¿vas a rendirte ahora?-intervino Sean medio serio.

El mago no dijo nada. El otro continuó.

-Quiero ayudarte, de verdad. Pero vas a tener que escucharme cuando te diga que no pases y que no arriesgues todo para que la partida acabe cuanto antes.

-No comprendo las reglas de este juego. Me retiro-dijo el ilusionista levantándose de su asiento.

-Eso, retírate gallina, que no tienes huevos para afrontar la situación-dijo Lambert sarcásticamente.

Archie rió y Edward intervino.

-Venga Sean, para ya. Hablaré con él.

El mejicano, siendo testigo de lo que pasaba, les imploró a los dos hermanos que fueran un poco menos exigentes con él. Uno de ellos respondió con burla.

-Si no hace caso ese tío, no puedo hacer nada para que gane la partida que tiene dentro de dos días.

El perdedor estaba afuera del establecimiento con los brazos cruzados. Edward se puso a su altura y le explicó acariciándose su cabello canoso.

-Ellos están aquí para enseñarte a jugar, porque si no lo haces, Julián te va a desplumar esos tres mil dólares robados. Aparte de que contará la amenaza de Chiara al sheriff de Villa Rocosa y ese será un buen motivo para que mi amigo te eche de aquí-exagerando un poco.

Brad Stevens puso una cara de pánico al oír el nombre de la criada que amenazó en el pasado. Intentó controlarse. Luego, acariciándose su cabello largo moreno con entradas, dijo.

-¿Cómo te has enterado de lo de Chiara?-dijo asustado el mago.

-Julián me lo ha comentado, dijo que tu amenazaste a esa joven porque supo lo tuyo con Jennifer, la mujer de este, ¿eso es verdad?, ¿la amenazaste?

El mago sin decir nada con palabras, afirmó con la cabeza y arrepentido, suplicó.

-Es verdad que Chiara sabía lo mío con Jennifer. Ella nos descubrió en una ocasión y se lo iba a contar a su jefe. Perdí los estribos y la amenace.

-¿Que la dijiste?

-Que si se lo contaba a alguien, la haría algo malo-confesó entrecortadamente.

Edward vio a Brad con la cara triste y arrepentida. Le preguntó.

-¿Lo sientes?, ¿Sientes haberla amenazado?

-Sí.

-De acuerdo, volvamos a la partida-animando al ilusionista a entrar de nuevo en el local.

***

A eso de las diez noche, Warren y Samuel, que estaban preguntando al grupo minero donde estaba el capataz Tom a la hora de los crímenes. Ellos afirmaron que estaba en un saloom, tomándose algo. El camarero lo verificó. Le soltaron, pensaron que estaría encubriendo al verdadero asesino. Por eso, esperaron a que alguien le pidiese ayuda. Sabían que tenía un hermano llamado Zeijko, era tartamudo, y que podría haberla asesinado, dado a que Omar, una de las víctimas, había confesado a sus compañeros haber visto al tartamudo espiar a Amy, su futura esposa. El equipo se lo dijo a los de la autoridad. También preguntaron a Garance, la esposa de Billy, si la víctima tenía una Derringer entre sus cosas personales, dado a que no había ningún revólver en la mina. La interrogada no lo sabía.


Eran las doce y media cuando, caminando cada uno hacía su casa, vieron a Kerry, la novia de Zeijko, pasear por el centro de Villa Rocosa. La joven tenía el pelo moreno largo recogido con coletas, sus dientes estaban separados, cheposa, vestida con un traje de seda blanco ceñido, hablaba sola mientras andaba. Ambos hombres se fijaron en que llevaba en una de sus manos un martillo ensangrentado. La pararon, poniéndose frente a ella. Kerry paró a unos pies de los de la autoridad, no parando de murmurar entre líneas. Warren acariciándose el mentón le preguntó.

-¿Le ocurre algo?

Los ojos de color avellana pararon de mirar alrededor y se fijaron en los ojos verdes oscuros del ingles, sin expresión. Ambos intentaron escuchar que decía entre líneas la joven, pero les era imposible entenderla. Uno de ellos, intentó cogerle el mazo a la joven morena, pero ella se negó a dárselo. Liverpool la preguntó.

-¿Donde estuviste los días de los crímenes?

Los ojos con mirada sin expresión de la joven pasaron a fijarse en Liverpool. Contestó entrecortadamente.

-Tengo que... llevar esto a...-señalando con la vista al martillo.

-¿Adónde?, ¿Adonde lo tienes que llevar?

-A... mi... novio.

Kerry evitó responder más preguntas de los de la autoridad, yendo para uno de los lados. Warren y Samuel pensaron que ese mazo podría haber sido el arma empleada para matar a Billy, pero para ello tendrían que haber pruebas. Vieron a la joven alejarse y la siguieron. Caminaron un largo rato hasta llegar a una calle al sur del pueblo, donde ella se acercó a una casa sin luz en el interior. Estando a unas yardas de Kerry, vieron que ella dejaba debajo de la puerta principal el martillo ensangrentado envuelto en un paño. Llamó al pórtico dos veces. Nadie salió del interior de la morada. La joven, tras dejar el posible arma del crimen en la casa, se fue. Vieron que Kerry se iba por otra dirección de donde ellos estaban. Los de la autoridad se acercaron al establecimiento y echaron un rápido vistazo, rodeando la casa, mirando por las ventanas. No había nadie en el interior. Pensaron que estaría vacía o que el dueño que había comprado esta casa no estaría, entonces ¿por qué dejar el martillo?

El cansancio en ambos hombres fue aumentando. Pensaron que sería mejor el arma allí y ver quien la recogía. Warren había dormido más que su amigo y por eso decidió hacer la primera guardia. Se colocaron a unas yardas de la casa, esperando a ver quién era el dueño de ese establecimiento. Mientras él vigilaba, Liverpool estaba apoyado en una roca, con la cabeza echada hacía atrás, durmiéndose una siesta.


A la mañana siguiente, Warren no vio ninguna novedad en la casa. Cuando su compañero se despertó, oliendo a café caliente que Filton estaba haciendo en una hoguera pequeña. El cielo estaba despejado, la temperatura había subido un poco del día anterior. Aunque se estaba bien por que corría el aire.

-¿Alguna novedad?-preguntó el grueso compañero acariciándose su grueso bigote.

-No, ¿quieres?-ofreciéndole un vaso.

-Sí, dame.

Brindaron y bebieron cada uno su desayuno. Warren continuó.

-Estaré vigilando la casa-mirando a la propiedad deshabitada-¿podrías preguntar a Garance y a los demás sobre si Kerry tenía algún romance?

-¿Y qué harás tú?

-Averiguar quién coge el martillo.

El ayudante terminó su café y se dirigió hacia la calle. Continuó caminando, cruzando varias calles hasta llegar al saloom donde el grupo minero comía a menudo. Allí, fuera del establecimiento, debajo de la terraza, estaba Garance, la esposa de Billy. Ella era morena de pelo, no muy agraciada de rostro, más baja de estatura que los de la autoridad, menuda, vestimenta elegante, ojos grandes de color verdes oscuros, veintitantos años . Labios gruesos, del cual escupía bocanadas de humo, dado que le gustaba fumar pipa de opio. Sus ojos miraron hacía el hombre cuando este subió un peldaño del establecimiento.

-¿Tiene alguna afición, Samuel?-preguntó ella retirándose la pipa del belfo.

-Leer, ¿por qué?

-El mío es fumar, cuando anochecía, mi marido Billy se sentaba en una de las mecedoras del porche y se fumaba uno como estos. Era su pasión.

-Y se lo pegó, ¿no?

La joven afirmó con la cabeza.

-¿Podrían ayudarme a descartar como sospechoso a otra persona?-acariciándose su tripa gruesa.

-¿A quién?, no será a mí, ¿no?-preguntó con una medio sonrisa la joven.

-No. Es a una tal Kerry, ¿la conoce?

Garance se acarició su pelo liso y respondió con aire sarcástico.

-Sí, ella es una retrasada.

-Por lo que veo no se lleva bien con ella.

Ella se mordió el belfo superior y respondió.

-Esa zorra estuvo echándole los trastos a mi marido hará unos meses. Por eso no me cae bien, además, tanto el grupo como yo pensamos que está loca.

-Ya lo he visto. Habla entre cortadamente y hay algunas cosas que no se le entiende.

-Lo dicho, está loca-enarcando sus cejas con una medio sonrisa.

-Pero ¿estuvo el día de los crímenes con el resto de ustedes?

La morena se mordisqueó de nuevo su labio superior. Luego respondió.

-No lo sé, pregunte a los demás.

-¿Sabe si esta con alguien?

-Ni idea-enarcando las cejas de nuevo.

-Bueno, preguntaré a los demás-dejándola que siguiese fumando.

-Ayudante.

El hombre grueso se dio la vuelta y la otra le dijo.

-Encuentre a la persona que mató a mi marido.

Samuel no dijo nada y pensó por un momento que ella podría haber matado a su marido por celos. Pero se le quitó de inmediato, dado a que en el primer interrogatorio que mantuvieron, esta les dijo con honestidad que amaba a su esposo. Los ojos grandes y verdes oscuros de la veinteañera miró a los azul claro y pequeños de este durante un rato. Samuel entró en el establecimiento.


Preguntó a los demás del equipo por si sabían dónde estaba Kerry en el momento de los crímenes. Ellos le dijeron que con ellos. También les interrogó sobre si mantenía alguna relación con alguien. Ellos no lo sabían. Salió del establecimiento y se dirigió hacia la casa de Tom. Preguntó a este sobre si Kerry mantenía algún romance. Respondió con sinceridad que no sabía nada.

***

Eran las nueve y media de la mañana, Warren Filton seguía sin ver ningún movimiento en la casa deshabitada. Estaba un poco enfadado, aunque aguantaba la vigilancia. En ese momento oyó un crujir de un palo. El ingles se dio la vuelta y fue golpeado en la cabeza. Cayó sin conocimiento al suelo, haciendo que su taza de café se desparrama por el suelo.

***

Eran las diez menos cuarto cuando Edward Richard fue paseando hacia el carruaje de Brad Stevens. Allí llamó a la puerta. Salió Barbará con un vestido de seda y con el pelo desaliñado rubio, entornando la puerta por el aire que corría fuera.

-Buenas Richard, ¿no?-preguntó está sorprendida.

-Sí, ¿donde está Brad?

-Adentro, cambiándose, ¿quieres hablar con él?

-No, no, ¿ya os habéis reconciliado?

-Veo que las cosas vuelan por este pueblo-contestó con sarcasmo- Aún no. Pero me gusta- respondió ella cerrando sus ojos verdes oscuros, dado a que estaba nerviosa.

-¿Supiste algo de que le buscaban?

-Mi padre halló un pasquín con la cara de Brad y luego nos lo enseñó.

-¿Y sabes lo que ocurrió en Oklahoma?

-Sí, ¿por?

-Por saberlo, ¿aún conserváis el pasquín?

-Lo tienen mis padres.

-¿Y donde se alojan?

-Donde ese tal Lemond.

-De acuerdo, dile a tu novio que se reúna conmigo allí.

-Vale, ¿ocurre algo?-preguntó con tono de preocupación.

-No, tranquila.

La joven se despidió del ayudante y entró de nuevo en el carro, cerrando de un portazo, dado al aire que entraba al interior. Edward fue al establecimiento de su amigo mejicano. Le saludó y le preguntó.

-¿Sabes donde se hospedan los padres de Bárbara Paz?

-En la habitación número tres-acariciándose su grueso bigote.

-Vale, ¿han salido del establecimiento?

-No, aún siguen allí-señalando al piso de arriba.

-De acuerdo.

El joven canoso subió por las escaleras y se dirigió a ese cuarto. Llamó a la puerta y en tras el segundo golpe salió Sam Paz. Este tenía una cara de sueño, dado a que no había podido dormir mucho por la noche.

-Edward, ¿no?

-Sí, veo que no se le olvida ninguna cara ,¿eh?-bromeó este.

-Ya, ¿qué ocurre?-dijo jactándose mientras se rascaba su torso.

-¿Puede darme el pasquín que descubrió en el carruaje de Brad Stevens?

-¿Para qué?

-Porque quiero hacer un trato con Brad para que redima lo que hizo en el pasado.

-¿Que ocurrió?, ¿ha engañado a mi hija?

Edward notó que Sam sabía algo sobre el romance que tuvo el mago con Jennifer, la mujer de Julián de la Cruz. Intentó sonsacarle lo que sabía.

-No, ¿qué sabe usted de ese engaño?

-Mi hija vino a decirnos que estaba enfadada con él porque él la engañó con otra mujer en el pasado y no se lo dijo.

-Ya, oiga, Brad me ha pedido mi ayuda para ganar una partida al Texas Holdem mañana por la tarde. Esta arrepentido de lo que hizo y yo le creo.

-¿Acaso es su amigo?-preguntó con sarcasmo Sam.

-No, es un hombre que me ha pedido ayuda. Sé que no le cae bien porque creé que ha engañado a su hija. Pero le aseguro que está arrepentido y el romance que mantuvo con la otra mujer fue antes de enamorarse de Bárbara-se sinceró Richard.

-¿Y eso como lo sabe?

-Porque cuando hablé con él ayer, sus ojos no mentían.

-¿Y porque necesitas el pasquín?

-Para que Julián de la Cruz lo rompa mañana si el ilusionista gana la partida, es el hombre que ha puesto precio a su cabeza.

-¿Puedo hacerlo yo?, quiero estar presente en esa partida-pidió el sheriff de Arkansas rascándose el torso.

-Hecho. Mañana a las ocho y media de la tarde en el establecimiento de Rob Jobs.

-Vale.

El ayudante canoso se fue otra vez hacía el carruaje de Brad y le propuso el mismo trato que a Julián, si aceptaba él olvidaría la amenaza que Stevens le hizo a Chiara. El hombre de pelo largo moreno y un poco entrada, aceptó, estrechándole la mano. Edward le ordenó que siguiese jugando con los hermanos Lambert para que practicase, así, mañana estaría preparado. Brad aceptó reunirse con ellos en el establecimiento de Lemond cuando Sean acabase de trabajar en el banco de Fuente María.

***

Cuando Warren Filton se despertó del golpe que le habían asestado, fue directamente al doctor para que le examinase. Tras eso, volvió a la casa deshabitada donde le han golpeado. Allí estaba su amigo Liverpool examinando el escenario, se fijó en que el que golpeó a Filton, se llevó el martillo ensangrentado envuelto en un paño. Pensaron en que el sujeto sería el criminal que mató a Billy, Omar y a Amy. Siguieron las huellas de animal hasta el final de la calle, no llegaron a nada. Fueron dando un paseo hasta la casa del sheriff para que este se cambiase mientras el otro esperaba en su salón. Entró en su habitación y se cambió de camisa, dejando la sucia en el lavadero. Vio que Juana no estaba, este pensó que tendría alguna urgencia personal. Salieron de la casa y la cerraron. Volvieron al saloom donde estaban los mineros para saber donde vivían Kerry, la joven que dejó debajo de la puerta el posible arma del crimen.


Gracias a la información que uno de ellos dijo a los de la autoridad, supieron donde vivía. Caminaron hasta esa dirección. La morada de esa joven era cochambrosa, la madera estaba vieja y tenía carcoma. Pensaron que sería una mendiga. En ese momento, Kerry abrió su puerta, no viendo a los de la autoridad acercarse a ella, empezó a caminar en una dirección. Imaginaron que ella no los había visto.

-Kerry, ¿podemos hablar?

Ella no los oía, dedujeron que tendría algún tipo de enfermedad. Lo que sí que oyeron fue el murmureo entre líneas. Pensaron en mantener un poco las distancias para seguirla hacía donde se dirigiera. Pasó un rato hasta que la joven se paró frente a una puerta verde de una casa cutre que estaba casi al final de Villa Rocosa. En ese momento, vieron a un hombre de mediana edad, un metro ochenta, con traje minero, ojos pequeños verdes claros, pelo rapado y canoso. Uno de los de la autoridad, sacó un catalejo, averiguando el nombre inscrito que tenía el hombre en su camisa. Ponía Zeljko. Recordaron que estaba en la primera reunión cuando interrogaron a los mineros. Este era un tipo silencioso, hablaba entrecortadamente y no paraba de mirar a todos lados cuando estos le interrogaron. También era el hermano adoptado pequeño de Tom.


Fueron hasta la pequeña casa donde vivía el romance de Kerry, dado a que ellos se habían besado tiernamente. La joven morena se sorprendió a ver a los de la autoridad, se asustó diciendo cosas entre líneas. Zeijko se fue para adentro, cerrando la puerta principal con llave. Pidieron a Kerry que no se moviese. En ese momento, el propietario sacó un rifle y apuntó a los de la autoridad.

-No...os mováis.

El sheriff y el ayudante levantaron las manos y pidieron que soltase el arma.

-Somos la autoridad-señalando su estrella para que supiese quien era.

-Queremos hablar de nuevo contigo, suéltala, ¿por favor?-dijo el otro.

El dueño tardó unos minutos en bajar su Winchester y les dejó acercarse hacía su porche viejo. Lo hicieron, cuando se acercaron al sujeto, se echaron un poco para detrás dado a que Zeijko olía mal. Warren pidió al sujeto de pelo rapado canoso que no se alejase mucho.

-Así que Kerry es tu amor secreto, ¿eh?-dijo uno de ellos.

-Pues si, además ella te ha traído un regalo, ¿no?-preguntó el otro.

El sheriff se acercó a la puerta principal entreabierta, no viendo mucho, abrió un poco más.

-¿Eh?, no...se acerque-intervino el dueño señalándole.

-¿Por?, ¿que esconde aquí?-preguntó Filton acariciándose el mentón.

-Nada.

-¿Seguro?

-¿Que... que quieren?-preguntó el dueño acariciándose la calvo rota.

-¿Donde estuviste los días de los crímenes?

-Ya s... se lo...dije, estu...estuve...a...aquí. En...ca...casa.

-¿Solo?

-N..no. Co...Con Ker...Kerry.

-¿Lo podrá confirmar?

-S..si.-contestó asustado Zeijko.

-Hablaré con ella-dijo Samuel viéndola alejándose.

El hombre grueso empezó a dar zancadas grandes, bajándose del porche del dueño tartamudo, hasta la joven morena que volvía hacía su casa. El sheriff esperó a que su amigo volviese. Unos segundos después, el hombre grueso volvió y respondió a los dos, dirigiéndose a Zeijko.

-Ella no recuerda que estuviese contigo, pero no sé si será verdad, dado a que ella tiene esa enfermedad.

-T...tiene lo mis..mismo qu..que yo.

-¿Es tartamuda?-preguntó Filton.

-Sin..sindro..síndrome... asper.

-Síndrome de asperger-corrigió Warren.

-Así que tienes esa enfermedad, ¿no?-preguntó Liverpool.

-S...si.

-Al igual tu-mirando al dueño.

El hombre de pelo rapado canoso afirmó con la cabeza.

-Con...conozco mi..mis...dere...derechos.

-No te hemos acusado de nada.

-Per...pero...querían....ent...entrar...en...mi casa.

-No, si tu no nos dejas, pero ¿estás ocultando algo?-intervino el ayudante acariciándose su bigote grueso.

El interrogado no respondió. Filton y Liverpool creyeron que este era el sospechoso dado a que posiblemente tendría un arma del crimen, el mazo ensangrentado. Pero no había ninguna prueba para registrar aquella vivienda dado a que negaría la respuesta de que escondería dicho martillo ensangrentado envuelto en un paño. El romance que tenía Zeijko y Kerry sería secreto, dado a que el grupo minero no sabía nada. Quisieron indagar más sobre si el tartamudo estaba enamorado de Amy, podría ser un móvil para asesinar. Pero tenían que tener pruebas de ellos.


Por esa razón volvieron a saloom donde estaban el equipo minero. El día acompañaba, dado a que la temperatura había bajado un poco y el cielo se estaba nublando, con posibilidad de tormenta. Cuando entraron por la puerta, vieron a Garance emborrachada junto al grupo y pasándoselo bien. El sheriff interrumpió.

-¡Por favor, me podrían prestar un poco de atención!

La mujer de Billy paró de reir y los demás la copiaron. Le prestaron atención, Filton preguntó.

-¿Alguno sabe si Zeijko tenía algún romance secreto con alguien?

-Ese retrasado no tiene novia-dijo borracha la joven mordiéndose el labio superior.

-No vuelvas a insultar a ese joven, ¿entendido?-amenazó Liverpool.

-Claro. Creo que haría pareja con Kerry.

-¿Y sabían que eran pareja?

Nadie dijo nada. Un minero rompió el silencio diciendo.

- Amy fue el primer amor platónico de Zeijko, aunque nunca estuvo nada con ella.

-¿Y cómo lo sabe?

-Todos lo sabíamos. Ese chico estaba detrás de esa pelirroja. La espiaba, la enviaba poemas de amor.

-Pero ella no le eligió a él, ¿verdad?

El tipo que respondió, afirmó con la cabeza.

-Eligió a Omar.

-Tu hermano-señalando a Tom-¿Podría haberse obsesionado con Amy?

El pariente se mordió el labio grueso inferior y respondió con sinceridad.

-No lo sé.

-Supongamos que se obsesionó. Siguió a Amy y a Omar hasta la mina y los mató. Kerry seguramente estaría en uno o en ambos crímenes y se llevó las armas de los asesinatos. Ayer la vimos con un martillo ensangrentado envuelto en un paño, llevándosela a Zeijko-diciendo Filton una posible teoría.

-¿Y donde están las pruebas?-preguntó Tom.

-Posiblemente en casa de su hermano.

-¿Creen que él los asesinó?

-Para eso habrá que tener pruebas-dijo Filton.

-Pues hagamos justicia-dijo Garance intentando sacar su revólver de su cartuchera.

-Nadie va tomarse la venganza por su mano. En este pueblo hay una ley y se va a respetar.

-Si quiere yo cojo el arma del crimen de la casa de mi hermano-ofreciéndose el hombre cheposo.

-¿Esta seguro?

-Si, al fin y al cabo es mi hermano.

-Tu hermanastro-criticó Garance enarcando las cejas.

-Bueno, está bien, calmémonos-intervino Filton- ¿está seguro de hacerlo?

-Sí, quiero se haga justicia. Por las víctimas.

La joven se acarició su pelo moreno liso y sonrió al hombre cheposo.

-De acuerdo.

El hermano del tartamudo fue junto a los de la autoridad, dando un paseo hasta la casa de Zeijko. La esposa de Billy quiso acompañarlos, pero Samuel no la dejó. Uno de los mineros la acompañó a su casa.


En el cielo sonaban los truenos, Tom tenía miedo de que lloviese y se mojase, dado a que no tenía sombrero. Cuando llegaron, Tom les dijo mordiéndose su labio superior grueso.

-Voy a entrar, intentare que me dé el martillo ensangrentado.

-De acuerdo, tenga cuidado-dijo el sheriff dándole una palmada en el hombro.

Un rato después el hombre cheposo salió de la casa de su hermano y fue directamente hacía donde estaban los de la autoridad, que estaban debajo de otro porche. El dueño se acarició su pelo corto desaliñado y les dijo.

-Al final le he sonsacado donde está enterrado el martillo que buscan.

-¿Dónde está?-preguntó Filton.

-En el pozo de la esperanza.

-Vamos a buscarlo.

***

Samantha Illinois se acercó al porche de su vecino, el sheriff, y empezó a ascender los escalones. Llamó a la puerta varias veces hasta que abrió la hija de la criada.

-Hola cariño, ¿esta Warren en casa?-preguntó esta acariciándose su pelo largo moreno.

-No, esta mama-respondió acariciándose sus trenzas.

Juana se acercó con su moño y saludó a la vecina de Filton.

-Pasa-invitó está dejando la fregona en una esquina del salón.

-No, solo vengo a dejarle una carta-dándosela a la niña.

-Pero ¿qué ocurre?

-Nada, solo dile que me voy a mi ciudad natal porque he encontrado a un viejo amigo.

-Vale.

-¿Te vas de Villa Rocosa?-preguntó la pequeña acariciándose sus trenzas.

La maestra miró con sus ojos de color verdes claro triste a la criada y a su hija, respondiéndoles.

-Volveré pronto.

La cría dejó el mensaje encima de una mesa redonda mientras la profesora bajaba los escalones del porche. Juana iba a decirle algo relacionado con Antonio Romero, el supuesto asesino de las amigas de Samantha, pero ya era tarde para decírselo.

***

El sheriff y su ayudante Liverpool fueron junto a Tom hacía el pozo de las lágrimas, este hoyo estaba cerca de la mina donde hallaron los cuerpos. Uno de ellos ataron una cuerda a la polea que había en el agujero y alumbró con una lámpara de aceite al fondo. Bajó hacía el final y halló lo que andaban buscando, el martillo ensangrentado envuelto en un paño, no encontrando ninguna Derringer. Lo subió y se lo enseñó a los otros dos. Pensaron que podrían haber asesinado a Billy. Pero ¿fue el quién mató a la pareja?


Volvieron a la mina, del cielo empezó a caer una buena tromba de agua, haciendo que estos se refugiasen junto a sus animales en el yacimiento. Los ataron a unos palos que había en la entrada de la mina. Entraron, alumbrando cada uno con una lámpara de aceite al interior de la mina. Empapados, fueron caminaron por todo el yacimiento, pasando por las escenas de los crímenes, no hallando ninguna prueba más. Siguieron caminando hacía encontrar la otra salida de la mina. Durante el paseo, empezaron a sudar, dado a que en el interior la temperatura era alta. Cuando llegaron a la salida, uno de ellos se quejó, diciendo.

-Menos mal, ya empezaba a cocerme ahí abajo-pellizcándose el cuello de su camisa andrajosa empapada en sudor, mezclado con el agua de la lluvia.

Empezaron a investigar la salida, hallando un pendiente semi enterrando en la tierra. Lo cogieron y se lo enseñaron a Tom. Sus ojos pequeños de azul claro afirmó con la mirada que era de Kerry cuando Samuel se lo preguntó.

-Así que ella podría haber ocultado ambas armas de los asesinatos-dedujo Filton al ver pisadas pequeñas de mujer y de animal alejándose de la mina.

-¿Y ahora qué hacemos?-preguntó Liverpool.

-Tenemos una de las armas, unamos al grupo minero para que salga el asesino.

-¿Y cómo lo vas a hacer?

-Ya lo veréis-contestó Filton con una medio sonrisa.

Los otros dos le miraron con sorpresa. Nadie pensaba en que haría Warren para desenmascarar al criminal. El ingles se tocó su mentón y les propuso una idea.

-Reúna al equipo para que se reúnan en la mina dentro de una hora más o menos-señalando a Tom.

El hombre cheposo afirmó con la cabeza triste.

***

Eran las siete de la tarde cuando todo el equipo estaba presente en aquel horno, aunque estaban más cerca de la entrada, donde corría más el aire de la tormenta. Todos estaban empapados, al lado de una hoguera para entrar en calor. El sheriff empezó con la deducción para que no perder más tiempo.

-Por favor, saquen sus martillos de los bolsillos-ordenó este tocándose su mentón.

Todos lo hicieron, menos Zeijko. Samuel se dio cuenta y con la mirada, avisó a su compañero. Warren se acercó al hombre con síndrome de asperger y le preguntó.

-¿Dónde está tu mazo?

Garance miró con sus ojos grandes de color verdes oscuros, sospechando del joven. Ella se mordisqueó su labio grueso superior y le amenazó.

-¿Fuiste tú quien mató a Billy?-intentando sacar su revólver pequeño.

El sheriff miró con amenaza al sospechoso y le dijo.

-Contesta.

Los ojos pequeños verdes claros estaban asustados, pero no respondió.

-El martillo que falta-sacándolo de su bolsillo-está aquí.

Todos se sorprendieron al ver el arma del crimen y el sheriff continuó, caminando hasta donde se encontraba Kerry, no perdiendo de vista a Zeijko.

-Y seguramente el arma usada contra Amy y Omar esta aquí-acercándose más a la joven tartamuda-está aquí.

Warren le birló en un segundo el arma que esta tenía sujeta con un cinto a una falda verde. Abrió el tambor y vio que le faltaban las dos balas y una mancha de sangre en uno de los lados de la culata. Se fijó que en un lateral había dos iniciales: A.S. Se lo enseñó al grupo minero y ellos lo identificaron como Amy Smith, la joven víctima pelirroja. El de la estrella empezó a conjeturar.

-Todo empezó cuando a Zeijko le gustaba Amy-mirando al sospechoso-¿verdad?

-Pero ella no te hacía ni caso, ¿no?-siguió Liverpool.

El criminal estaba con la mirada perdida, intentando olvidar que estaba allí. El ingles continuó.

-Y entonces empezó la obsesión. Según tus compañeros-señalando con el martillo al sospechoso-espiabas a la joven pelirroja, seguramente, sin que ella se enterase. Pero cuando ella eligió a Omar, la obsesión se convirtió en envidia, y la envidia se convirtió en ira.

Zeijko se orinó en los pantalones, mientras el de la estrella continuaba.

-Y la ira en seguimiento. Según un camarero, amigo mío, alguien parecido a ti-enseñando el segundo dibujo que describió Jack Lemond -¿es usted, verdad?

Tom afirmó y Warren continuó.

-Seguramente, les siguió durante días, a ella y a Omar. Quiso saber dónde estaba su nido de amor y dos días antes del crimen, Tom fue a avisar a la pareja porque creía que estaban en peligro, ¿no es así Tom?

El nombrado afirmó con la cabeza.

-¿Y cómo supo que la pareja estaba en peligro?-preguntó un minero.

-Porque es mi hermano, y le conozco desde hace tiempo-contestó Tom mirando a Zeijko-Pero nunca me imagine esto.

-Seguramente, harto de esperar. Improvisó para que Amy dejase a Omar y se fijase en usted. Pero la cosa no salió como esperaba, ¿verdad?

Ningún sospechoso abrió el pico. Warren siguió.

-No estuve en el escenario del primer crimen, pero me imagino lo que paso. Usted irrumpió a la pareja, discutieron, intentando separarles, pero las cosas no salió como esperaba, ¿no?, disparó a una de las personas, matándola y la otra se defendió. Sin éxito por supuesto. Escondió a la pareja sin vida al fondo de la mina. Vigilando para que nadie se acercase al secreto. Tras unos días, uno de los mineros, Billy, halló un colgante de la pareja y...

-Desenterró el secreto, ¿no?

-Por eso mató con el martillo a su compañero.

El asesino se asustó y miró con miedo a Garance.

-Y le dio las armas de los asesinatos a su novia-señalando a Kerry-¿no Kerry?

La joven con síndrome de asperger se asustó y cuando el sheriff enseñó el pendiente encontrado en la otra punta de la mina. El equipo minero miró con desprecio a la pareja.

-¡Hijo de perra!-gritó con ira la joven Garance yendo con las manos como garras hacía el asesino.

El ayudante le detuvo con sus manos gruesas e impidió que le matase con sus manos. Tras ser agarrada la joven esposa por otro minero, Samuel vigiló de nuevo a Zeijko para que no escapase. La mujer morena lloró con ira y se abrazó al hombre que le había cogido. Tom le dijo al de la estrella.

-Ellos no estuvieron con nosotros el día de los crímenes.

Los demás compañeros afirmaron lo que dijo el hermanastro de Zeijko.

-¿Porque lo hiciste?-preguntó un compañero al asesino.

-A... Amy el...eligió a e...ese ne..negro-refiriéndose a Omar.

-Quedan arrestados-sentenció el sheriff.

***

Los de la autoridad se llevaron a los detenidos a la oficina, acompañados por Garance, Tom y unos cuantos trabajadores más. Paró de llover un poco, aunque aún estaba nublado. Los caballos al llegar a la oficina, empezaron a beber de un abrevadero cerca del establecimiento. Encerraron a los criminales de los asesinatos en los calabozos. Tim estaba sentado en una de las sillas de madera, tapándose su cara de tristeza, Garance, que estaba al lado, le abrazó durante unos minutos. Cuando Warren cerró la puerta de la celda y se dirigía al umbral de la puerta principal, el hermanastro se levantó y le preguntó al de la estrella.

-Hola sheriff, ¿qué voy a hacer ahora?

-Entiendo que se declarase culpable por los asesinatos para defender a su hermanastro Zeijko. Pero la ley es la ley.

-Ojala lo hubiese evitado.

El ingles miró al rostro compungido del hombre cheposo y le dijo.

-No se eche la culpa, su hermano eligió su camino.

***

Cuando Warren Filton llegaba a su casa, vio la morada de su vecina cerrada a cal y canto. Subió los peldaños de su porche, entonces apareció Edward Richard en el lateral del pórtico y le pidió acariciándose su cabello canoso.

-Puedo pedirte un favor.

-¿Qué ocurre?

-Mañana por la tarde juega Brad con el hombre que le persiguió durante varios meses por haberle tres mil dólares en la última partida que se jugó en Oklahoma-comentó Richard.

-De acuerdo, ¿y qué quieres de mi?

-Que supervises la partida. Es mañana, en el saloom de Rob Jobs a las ocho y media de la tarde.

-De acuerdo, cuídate.

-Hasta mañana.

Eran las nueve y media cuando el ingles entró en su casa y vio a la hija pequeña de Juana chupándose el dedo. La saludó acariciándole el pelo.

-Warren, tienes una carta-dijo la cría.

-Gracias-viendo el mensaje encima de la mesa redonda de madera del salón.

La madre de Ana salió de la cocina, arreglándose un poco su moño moreno y le comentó.

-Ha venido Samantha hará dos horas y le ha dejado ese sobre.

-¿Ocurre algo?-preguntó a su criada, viendo su rostro preocupado.

-Creo que se va a ver a un amigo a Illinois.

Lo abrió y leyó el contenido varias veces. No venía mucha palabrería, era una hoja y media. Tras haberlo leído unas cuantas veces, dedujo que iba a hacer justicia por las muertes de sus amigas. La preguntó.

-¿Que ha dicho exactamente?

-Que se iba a su ciudad natal porque había encontrado a un viejo amigo-intervino la niña acariciándose sus trenzas.

El hombre delgado dejó el mensaje encima de la mesa y con cara de preocupación, insistió.

-¿La habéis visto irse de su casa?

-Sí, yo si-respondió Ana.

-¿Hace mucho?

-Creo que hace una hora.

Caminó a grandes zancadas hacía la salida, despidiéndose de su criada y de su hija. Primero fue a la casa de Samantha, dio una vuelta rápida, viendo las puertas y las ventanas cerradas. Confirmó que no había nadie en el establecimiento. Caminó hacia la estación de ferrocarril para ver si Freddie Russell había visto montarse en algún tren a su vecina. El hombre mayor le respondió al sheriff limpiándose sus gafas de culo de botella que había cogido un tren hace tres horas. Filton, al corroborar su teoría, volvió de nuevo a su casa para cenar.

***

Al día siguiente, el sheriff pensó durante toda la noche que hacer, si ir a ayudarla, yendo a su ciudad e intentar detener a Antonio Romero, el asesino de las amigas de la profesora. Juana y su hija le aconsejaron que fuera allí y demostrase que ese tipo mató a las jóvenes.


Eran las ocho y media de la tarde, el saloom de Rob Jobs estaba abarrotado de gente, sobre todo en una de las mesas grandes, donde estaba Brad Stevens sentado frente a los hombres de Julián de la Cruz y algún que otro jugador. El dueño de los ojos saltones dijo todo serio.

-Que impere el juego limpio señores.

El hombre de los ojos azules claros miró a su novia Bárbara y le guiñó un ojo. Esta lo vio y le sonrió, se acarició su pelo ondulado rubio. El sheriff apareció y conoció al hombre que robó el mago. El multimillonario de Oklahoma pidió a todos los presentes.

-Serán dos partidas, si nadie tiene ninguna objeción. Si ganas tú-señalando al ilusionista-te podrás quedar con mi dinero. Si ganamos nosotros, tú nos das otros tres mil dólares más el veinte por ciento. Si hay empate, habrá una tercera partida-impuso el cabecilla.

Tanto su grupo como Brad aceptaron.

La primera vez, el mago se mordió las uñas al ver sus cartas, pensó que tendría mala suerte otra vez. Luego, a medida que avanzaba la partida decidió coger más cartas y pensar en que harían sus oponentes. Al final, todos pasaron de coger cartas, hasta que solo quedó el cabecilla y Brad. Julián se acarició su rostro afeitado y le hizo una sonrisa al ladrón. Stevens confesó.

-Tu ganas. El elegante rubio echó las cartas sobre la mesa.

-Reina y Rey de corazones -dijo Julián jactándose.

-Bueno, pues yo...-dijo el mago dejando las cartas encima de la mesa.- Doble parejas de ases: de diamante y de tréboles.

El grupo se llevó las manos a la cabeza y blasfemaron. Brad rió y guiñó el ojo a su novia. Bárbara le lanzó un beso. Luego miró a Sean y Neil Lambert, que también estaban en el establecimiento para animarle. Este hizo un ok con la mano, ellos le respondieron.


La segunda partida duró una hora y media, el mago al principio empezó a dudar de las cartas que tenía sus contrincantes, así que pensó muy bien en lo que hacer. Al final, este mostró sus cartas al grupo de Julián, a este y al resto de los observadores, siendo las cartas de inferior número a la de las demás. Eso hizo que perdiese la segunda ronda.


La última partida que era el desempate, decidiría quien ganaría. El ilusionista se sopló varias veces las manos y las frotó. A medida que iban dándole cartas, este pensó en si ganaba se llevaría una pequeña fortuna, con eso pagaría el viaje, donde se compraría una casa, allá donde fueran. En principio irían al estado de Florida. A medida que avanzaba la partida, este soñó que Bárbara y él se compraría una casa en Florida, donde le pediría matrimonio y criarían a su hijo. En ese estado, ella sería maestra, dado que educaba a los niños en un colegio de Arkansas. Al igual que él, trabajaría para un dueño rico como sirviente para ganarse la vida, dado que este trabajaba como sirviente para un dueño, amigo de Julián de la Cruz.

Viendo la situación de que todos, otra vez se retiraban menos Julián. El rubio pensó en ganarle, para poder humillarle.

-Echa tú primero esta vez-obligó a Brad.

Este tuvo miedo al principio, pero de todas formas echó las cartas sobre la mesa. Esta vez él tenía un siete de rombos junto al As de diamantes. El elegante hombre de pelo rubio se echó las manos a la cara, luego resopló varias veces enfadado y echó las cartas de un número inferior. El perdedor se levantó junto a sus dos ayudantes y se dirigieron a la salida del establecimiento, apartando a toda la muchedumbre. Una mano le tocó fuertemente el hombro al entrajetado y le dijo medio sonriente.

-Dale el dinero a Brad ahora mismo.

-¿Y si no que?-preguntó el perdedor con aire chulo.

-Sino-dijo el ayudante canoso, apretando su mano al escroto de Julián- le diré al sheriff que eres un tramposo, tras-cerrando más su mano-arrancarte tus partes.

El gemido de Julián y los movimientos que este hacía de dolor, pagó a Edward Richard lo debido, este le dijo.

-Gracias-guiñándole el ojo.

El ayudante con el botín en la mano fue hacía la carruaje de Brad Stevens y Bárbara Paz. El hombre de pelo largo moreno abrió y salió afuera.

-Gracias tío, pero ¿cómo lo has hecho?-preguntó el ilusionista.

-Lo siento, un mago nunca revela sus trucos-sonrió este a su amigo.

Brad cogió el fajo y se metió de nuevo en su vivienda móvil. Dentro, la joven rubia estaba nerviosa, sus ojos verdes oscuros volvieron a cerrárseles. Ella cruzó sus delgados brazos y le dijo.

-¿Lo has recuperado?-señalando al dinero que su novio tenía entre las manos.

El hombre dejó encima de una mesa el fajo y abrazó a su novia. Se besaron apasionadamente. Él la preguntó, acariciándose su melena.

-¿Me perdonas?

-Ya veremos-contestó medio en broma la joven.

***

El mensaje de Samantha había dejado muy preocupado a Warren Filton. Este estaba en el porche de su casa, mirando el cielo lleno de estrellas, despejado de nubes. Jugó con el sobre, decidiendo cual iba a ser su siguiente paso.

FIN


¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar
Utilizamos cookies para permitir un correcto funcionamiento y seguro en nuestra página web, y para ofrecer la mejor experiencia posible al usuario.

Configuración avanzada

Puedes personalizar tus preferencias de cookies aquí. Habilita o deshabilita las siguientes categorías y guarda tu selección.