5x06: Leyendas campestres
Introduce un texto aquí...
Kevin Notherland y John Kruger, más mayores y poco canosos, son invitados por una profesora del colegio infantil de Villa Rocosa a que cuenten algo de sus respectivas profesiones, en las que estén desempeñando ahora, o las que tuvieran en el pasado. Encantados, los dos lo hacen. Kevin de su oficio desde siempre como herrero, y John, comentando cómo era ser abogado. Como lo compaginaba un poco con su vida personal, y de qué fue lo que más les gustó de ser abogado. Luego comenzó a comentar también que su segundo trabajo como dueño del saloom Kruger es pesado y no pisa su casa hasta largas de la noche. Pero estaba encantado de haber cambiado una profesión por otra. Los niños, al final de las diferentes charlas, pidieron alguna historia de misterios que hubiesen resuelto el sheriff Warren Filton y sus ayudantes (Samuel Liverpool y Edward Richards) en el pasado. John y Kevin tienen una idea para contar una historia de misterios, contada en tres partes.
Es John quien comienza a contar la primera parte de la historia.
Primer caso: El enano
Un testigo va a la oficina del sheriff donde haya a Sam Liverpool y le informa del hallazgo de un cadáver en un rancho abandonado. Liverpool avisa a José Sánchez para que le acompañe cuando le ve por la calle y ve que tiene tiempo libre. El otro, con sus gafas de culo de botella puestas, acepta. Cabalgan hasta un rancho abandonado junto al hombre que halló el cuerpo sin vida. El lugar no es demasiado grande y solo tiene un establo de caballos abandonado, de dos plantas, alargado y hecha de una madera antigua, que ya se estaba poniendo mugrienta. El ranchero acompaña a los otros dos hasta el cadáver del joven y se va. El difunto es un joven moreno que ronda, más o menos, los veinte años. Vestimenta veraniega. Alto, apuesto y con unas facciones medianas. José echa un vistazo al cuerpo mientras Sam interroga de nuevo al ranchero, sin averiguar nada. Sánchez, sin embargo, ve que la víctima fue asesinada con una Colt, o un S&W, por los impactos de bala de tamaño grande que tiene el sujeto alojados en el torso. Deduce que murió más o menos, hace una hora por lo poco descompuesto que está el difunto. Sam vuelve cabreado por no obtener nada y comienza a investigar el escenario del crimen con ayuda del doctor, para hallar alguna pista. Al rato de estar paseando por el lugar, hallan en una esquina cubierta de avena vieja, escondida, a una testigo joven. Esta es una mujer rubia, de cabello largo, delgada y con unas facciones grandes, a la vez que bonitas. Lo que más la hacía bella son sus ojos grandes. Está asustada y con su ropa bonita hecha girones. Los hombres ven un pañuelo de seda que posiblemente la desconocida se llamará Jennifer. Liverpool pide al galeno que la acompañe fuera y que se tranquilice. El otro, lo hace.
Más tarde, la extraña, más calmada porque había dormido en la consulta del doctor durante unas horas, afirma que se llama Jennifer y que su novio, la víctima, se llamaba Ken. Confiesa a José cuando este le hace un reconocimiento rápido para ver que no estuviese herida, que ellos estuvieron en aquel rancho viejo para descansar tras un largo viaje. Hicieron el amor, pero todo cambió a peor. A altas horas de la noche oyeron un ruido. Un desconocido, de estatura baja y de facciones medianas. Tenía el pelo rubio y tenía ropa andrajosa. El asesino les apuntó con su Colt y Ken defendió a su novia, enfrentándose al criminal. Por casualidades del destino, Ken muere y ella, asustada, se esconde del gunmen. Aguantándose la angustia y el temor, caminó por la madera del segundo piso, rasgándose el vestido que llevaba. El asesino, al no hallar a la testigo, se va, no sin antes amenazarla. Jennifer, asustada, se orina encima.
Tras la hora de la comida, José acompaña a la oficina del sheriff a Jennifer, aseada. Ella se siente con fuerzas para volver a contar los mismos hechos atroces. Jennifer describe cómo era aquel gunmen que le quitó la vida a su novio. Liverpool lo dibuja con ayuda del doctor y da las gracias a la joven. Le recomienda que aún se quedase con el doctor hasta que hallase al criminal. La mujer acepta. El de la autoridad reparte distintos dibujos, llevándose consigo uno. Al final no hace falta que enviase un telegrama dado que haya por casualidades de la vida, al gun men. Este tiene un saco pequeño, lleno de oro, que al extraño le cuesta levantar por lo mucho que pesa, a un carruaje que tiene cerca. Sam, sin pensárselo dos veces, le detiene y le lleva esposado a la oficina del sheriff, con el botín incluido. El desconocido, de chaqueta azul, no dice ni una palabra. Está allí sentado.
Sonriente. Liverpool, alto de que no dijese nada sobre lo que se le está acusando, le encierra en una celda. Sam se va a buscar respuestas mediante los telegramas. El hombre va a la estación de ferrocarril para pedirle a Fred que difundiera el pasquín de ese hombre malvado, pero feliz. Cansado, se va a descansar, poniendo a Edward Richards a vigilar a ese individuo en la oficina.
Más tarde, Sam, estando en la oficina vigilando al sospechoso, ve a Fred que le trae unos telegramas de respuesta. Liverpool se lo agradece y comienza a leer. En uno de ellos, comenta que el desconocido se llama Warwick y es un peligroso pistolero que junto a otros dos hombres más, atracaron un carruaje lleno de oro. Las autoridades no hallaron a los culpables. Warwick debió de engañar a sus socios, llevándose el botín consigo. De ahí que estuviese intentando cargar en un carruaje un saco lleno de oro. Pero, ¿Dónde están sus socios? ¿Por qué no le asesinaron?¿Y por qué Warwick mató a Ken? Esas preguntas se las hace Sam, sin respuesta alguna. Piensa por un momento, mirando al frío asesino que tiene apostado delante de él, que Warwick asesina a Ken porque, aparte de que estaba defendiéndose de él, la pareja avistó la recompensa robada. Sin pruebas, sin testificaciones, ve los pasquines de los compinches de Warwick y los guarda en uno de los cajones de su mesa. En ese momento llega Edward para sustituirlo y Sam se va a buscar a Jennifer. Ella afirma que antes del ataque, ven como aquel desagradable Warwick estaba arrastrando un saco de oro. Liverpool deduce que Warwick estuvo buscando un sitio abandonado para esconder la recompensa cuando se topó con la pareja.
Segundo caso: El calvo
Horas después de que detuvieran a Warwick, Edward Richards es avisado por otro lugareño para que vaya a otro rancho más grande donde se ha hallado otro cadáver. Este le pide un favor al que le ha avisado: que le dijese al doctor Sánchez cuando lo viese que también fuera para allá. El ciudadano lo tiene en cuenta. Edward Richards cabalga al escenario del crimen. Un rato después, estando en el lugar de los hechos, que es una mansión de dos pisos, grande y con un rancho espacioso, ve a un gran coro de personas entrando y saliendo del hogar. Richards conoce a la propietaria de lejos de ese caserón. Sabe que es una joven morena, de pelo rizado, mandíbula grande, como sus facciones y agraciada de rostro. Es un poco gruesa, pero bien arreglada. Aunque la mayoría de las veces va en pijama. No está casada desde hace bastante tiempo, pero eso no significa que los hombres no se fijen en ella, como alguno de sus criados, y lo hayan intentado. Esa mujer, que no ronda más de unos cuarenta años, se llama Ashley. Esta sale al porche delantero para recibir a Edward y llevarle ante el cadáver encontrado sin vida en una cocina pulcra. Aquel difunto no es un ángel y el ayudante del sheriff lo sabe. Es un hombre corpulento, más grande de estatura que Ashley, a la vez que mayor. Calvo y con unas facciones grandes. Con un rostro rudo. Aparte de la información conseguida anteriormente de la dueña y de los otros criados de la casa, sabe que se llama Doug y que le gustaba maltratar a las mujeres, de ahí a que hubiese estado en prisión durante mucho tiempo. Pero lo que no podía comprender, ni sigue sin hacerlo, es como Ashley contrató a ese vil hombre con un historial tan violento, como cocinero en su rancho. La dueña de la mansión, aunque oculta su angustia y dolor, sabía que Doug la maltrataba cuando estaban a solas. Y lo peor es que todos los demás sirvientes también sabían de ese dolor al cual ella tenía que soportar hasta ahora. Ashley tiene el rostro lleno de moretones como el resto de su cuerpo. Richards sabe que Doug murió durante una pelea de control. Sabe que la quería dominar porque decía que era suya, aunque claro, son suposiciones. Pero para llegar a esa conclusión tendría que interrogar a muchas personas, entre ellas, la víctima de abuso. Por eso, sin más, comienza a preguntar a todos los presentes. Horas después de que José examinara el cuerpo del hombre y encontrase un tiro de un pequeño calibre en el torso, deduce, compartiendo la opinión con Edward, que Doug intentó, de alguna manera, usando la fuerza física, conseguir la sumisión de Ashley, pero ella le mató. Richards comienza a registrar, con permiso de la dueña, su habitación ordenada, hallando una Derringer en una mesa de madera, bajo un trapo de seda blanco. Ashley llora desconsoladamente y afirma que ella le asesinó en defensa propia cuando Doug intenta forzarla en la cocina. La propietaria pensó que iba a ir a prisión y por eso pidió al resto de empleados que no dijesen nada al ayudante de la placa. Edward lo comprende y la abraza. La joven se tranquiliza, pensando en que ha pasado el peligro. El de la autoridad, junto al galeno, se van, llevando el cuerpo sin vida del agresor, de la mansión.
-
John y Kevin se van acordando poco a poco del final de esa sorprendente historia que relaciona estos dos casos anteriores. De esas anotaciones que les comentaron Sam y Edward en el pasado. Kevin continúa con la historia.
-
Tiempo antes del primer caso. La fuga.
Warwick, Doug y un tipo llamado Nikolay, alias el melenas, un hombre de cuerpo delgado y algo fornido, con el rostro rudo y una mirada fría que sabías que en cualquier momento podría amenazar, se conocieron en la prisión de High Hill, en Arkansas. Los tres llevaban allí tiempo. Todos ellos por diferentes tipos de crímenes violentos, sobre todo el de desenfundar rápido contra sus víctimas. Doug le gustaba más usar la fuerza física y los cuchillos, que las armas de fuego, sobre todo con las mujeres. Los tres eran violentos, desconfiados, asesinos y ladrones. Por ello, en cierta forma, se respetaban y comenzaron a interesarse en planear una fuga conjunta, para volver a cometer acechorías. Nikolay, con sus facciones grandes y el más alto del equipo tuvo una idea para marcharse de la cárcel y cometer un atraco a cualquier diligencia que pasase a bastantes yardas de la fuga. Pero para ello tenían que conseguir planos de la prisión, munición y alguien más metido en este plan. Tanto Warwick, como Doug estuvieron de acuerdo y se pusieron los tres manos a la obra. Nikolay se autoproclamó jefe del plan. Pasó un tiempo hasta que consiguieron todo lo que necesitaban saber para huir de allí. Un alguacil que les ayuda a fugarse para después participar en algún asalto con los gunmen.
El día de la fuga, tardaron en planear meses. Nikolay y su pequeño grupo, se fugaron durante un motín en High Hill y el cabecilla disparó al alguacil para que no hubiese ningún testigo de cómo los fugitivos conocieron el pasadizo por donde huyeron él, Warwick y Doug.
Las horas pasaron. Cansados y a unas pocas millas de la prisión, los tres asesinos decidieron descansar en mitad de un gran cañón. A mitad de la noche, un carruaje paró delante de ellos y les cobijó. El carromato estaba poco protegido. En él solo había dos soldados confederados, más el conductor el que dirigía un cargamento de tamaño medio de riquezas, que iban para uno de los pueblos de Arkansas. Lo que nadie de los hombres rescatadores supo es que a los hombres, con vestimenta andrajosa, eran realmente asesinos. Es por ello, que en mitad de un turno, los confederados fueron asesinados por Nikolay, Doug y Warwick. Los criminales dejaron a los difuntos en mitad de un camino poco transitado. Pero no todos los soldados murieron. Uno de ellos, por casualidades de la vida, le hirió gravemente, pero pudo aguantar unas horas hasta que un ranchero le halló, curándose después. Siguió pasando el tiempo, y un día, sorprendentemente las caras de los fugitivos volvieron a aparecer en los pasquines, buscados vivos, o muertos, por una elevada recompensa. Los criminales se enteraron y decidieron, con el carruaje robado y sus pertenencias a bordo, cambiar de estado para huir. Al final, acabaron en Villa Rocosa, Arizona y pensaron en que sería un buen lugar para esconderse. Los compinches, aparte de abandonar el transporte en un cañón abandonado, y repartir la recompensa, deciden separarse y fingir en que no se conocían mientras estaban aquel lugar. Es por ello, que Warwick, poco antes del crimen que cometió, escondió su parte del botín en ese rancho abandonado. O que Doug terminase trabajando, fingiendo ser un pobre mendigo, en el rancho de Ashley. Aunque solo duró un par de semanas antes de que el calvo volviese a convertirse en un maltratador. Pero, ¿Qué le ocurrió a Nikolay, el melenas? Bien. Pues ahí va su historia.
Tercer caso: El cabecilla-El melenas. En la actualidad.
James es un Marshall que se encarga del caso de la peligrosa banda de Nikolay. Por eso, al enterarse de que Sam y Edward, por diferentes motivos, hallan vivos o muertos a sus asesinos, decide intervenir para encontrar a todos los miembros responsables de los asesinatos de los confederados. James ya conoce a los ayudantes de Filton y decide explicarles la situación cuando un miembro de la banda está vivo, Warwick, y el otro ya difunto, Doug. El marshall les cuenta que falta el jefe, la cabeza pensante del robo a la diligencia. Nikolay, o como todos le llaman, el melenas. Los otros dos escuchan atentamente.
Pasan los días. Semanas, hasta que un ciudadano informa de que han hallado dos cuerpos más en otro rancho, alejado de Villa Rocosa. Los ayudantes de Warren avisan al Marshall, que decidió quedarse en el pueblo hasta capturar a los responsables, para que le acompañaran al nuevo escenario del crimen. Estos tres van con el doctor José. Estando en el lugar de los hechos, los cuatro analizan a las víctimas y el escenario. Los difuntos es una joven pareja que estaban de paso en el pueblo y decidieron pasar una noche en un rancho antes de pagar un saloom, porque estaban sin blanca. Eso es lo que dedujeron los hombres al comprobar las prendas de cada uno de ellos. El Marshall añade "una mala noche para elegir un rancho abandonado." La mujer es una treintañera, como su marido, bien vestida y agraciada de rostro. Morena, que murió de un tiro en la cabeza. El esposo que está junto a ella es un muchacho, que parece estar en buenas condiciones físicas y tiene cara de buena persona. En ese momento, James halla un pasquín con la cara de Nikolay y piensa que fue él quien los asesinó porque le reconocieron. José halla a una tercera víctima, oculta en una de las puertas donde se alojaba a los caballos para que descansasen. James le reconoce, es Nikolay. Esta última víctima tiene un puñal clavado en el torso y está muy malherido. Se está muriendo. Los otros cuatro, al ver el nombre de una mujer en el objeto afilado, pensaron que fue ella quien le asestó una única puñalada en el corazón cuando reconocieron a Nikolay y este los iba a matar. James, Edward, José y Sam dedujeron que se había hecho justicia, aunque las víctimas muriesen durante el acto. Nikolay muere en los brazos de James y de José. Es en ese momento cuando el Marshall añade: "ojalá lo hubiese. Los hubiera atrapado a tiempo, dado que eran unos desalmados." Sam y Edward lo entendieron, pero fue inevitable aquellas muertes.
-
Los críos, un poco tristes por escuchar tantas muertes, les gusta esta historia, dado que al final el mal también paga la culpa. Aplaudieron a John y a Kevin.
-
Por otra parte, en Villa Rocosa, esa misma tarde, en la oficina del sheriff, Sam recibe a Leland Morse, el caza recompensas. Este último le comenta que sigue sin tener noticias de Emily, la mujer que asesinó a Jessica Flanders por ser testigo.