6x02:Nueva en el pueblo

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Pasa un tiempo desde que se resuelve ambos casos.

Primer caso

Nuria Fernández, una joven india morena de rostro y de cabello. Sus ojos negros como la noche es lo que más llamaron la atención de John Kruger, Jack Lemond y Kevin Notherland cuando ella les fue a preguntar donde estaba la calle de Warren Filton. Aparte de su bello rostro de facciones medianas, también va bien vestida y tiene un cuerpo menudo. Ella tiene su ligero equipaje cargado en su yegua. Los tres hombres están más mayores y vestidos informalmente. John, el ex abogado de ojos azules y pelo moreno, ha adelgazado un poco y se ha dejado bigote, que alguna veces lo lleva sucio. La hija de este, Amber ha decidido marchar del pueblo para pasar un tiempo con su madre, dado que John y su esposa, Michelle, están separados. La relación entre Amber y John, o más bien entre padre e hija ha cambiado a mejor desde la primera vez que Amber volvió al pueblo. Kevin, el herrero rubio de Villa Rocosa se ha dejado un acicalado mostacho. Está más fuerte y tiene el cabello un poco más largo. Y por último Jack Lemond es grueso y más bajo de estatura que los otros dos. Con un mostacho acicalado y vestido elegantemente. Lemond echa de menos a su hija Zoe, que no la ha vuelto a ver desde hace tiempo. Los tres están en el saloom de John Kruger, descansando un poco. Los tres le indican donde está la dirección que busca. Nuria se lo agradece y les echa una sonrisa. Los hombres le preguntan si necesita ayuda para acomodarse una vez hallada la morada. La otra, amable, se niega y lo agradece. Tras irse ella del local, los tres hombres comentan con risas cosas sobre el aspecto físico de la joven, dado que en la taberna no hay nadie.

La tarde calurosa, aunque con el aire que sopla, hace que se esté bien, pasa. En casa de Warren Filton, este pregunta a su criada Juana Reyes como está y dónde está Annie. Juana, con el cabello ondulado un poco más corto y esbelto como siempre, le responde. Su niña está pasando una temporada con una de las hermanas de la mujer, que es tía de la niña, durante un tiempo. Ella va bien vestida y sigue tan hermosa. Piensa en que no echa de menos el affaire secreto con Samuel Liverpool, dado que no iban a ningún lado juntos porque el hombre está separado y tiene dos hijos y ella es viuda y tiene a Annie. Además, Liverpool le cae muy bien y no quiere perderlo como amigo. Por otro lado, Annie no necesita otro padre. El padre de Annie, Alvin, fue asesinado hace mucho en Villa Rocosa, tras un robo que salió mal. Filton y Liverpool investigaron su caso. Las dos personas escuchan ruidos extraños en la casa en venta de al lado, que era donde vivieron dos buenas mujeres (Samantha Illinois y Jessica Flanders). Ambas asesinadas en distintos espacios temporales y ambos asesinos atrapados por Warren Filton. El sheriff desenfunda su revólver y pide a su criada que se quede en la casa mientras él va a investigar la de al lado. Ella, sujetando el palo de la fregona, obedece. Filton va despacio a la morada en venta de al lado y da el aviso de que va a entrar. Lo hace, no oye nada. Sigue investigando por el salón impoluto hasta la cocina. Ve una de las maletas de la propietaria y una de las paredes del lugar algo decorada. En ese momento, Nuria aparece detrás de él y ambos se asustan. Se miran y en ese momento se gustan. Durante unos segundos el corazón tanto de él como el de ella comienzan a latir fuertemente. No se dicen nada. Warren va a hablar cuando aparece Hugh Holmes en el umbral de la puerta de la cocina y le pide que le eche una mano porque tiene a un hombre herido de bala en su saloom. Filton guarda el revólver y se va de allí, sonriendo a la vecina tras presentarse. Ella también se ríe como si fuese una cría. Ambos están sonrojados en ese momento. Hugh sigue teniendo barba y está algo fornido. Es espigado, va bien vestido y es alto.

Warren acompaña a Hugh hasta su saloom que está cerca de la oficina y entra en él. El local está bastante lleno y a lo lejos, en la barra, se ve a Jessica Holmes. Esta mujer es pelirroja y  ya mayor. Está algo gruesa y bien vestida. El sheriff sube al piso de arriba con el dueño y va a la consulta de Dick y ve al hombre herido.

Dick East sigue tan saludable como siempre. Es espigado y va bien vestido, aunque manchado de sangre. Tiene el pelo corto y canoso. Su bigote acicalado es blanco. Está curando al desconocido, que está herido gravemente por una bala. Filton interroga tanto al galeno como al extraño. El desconocido responde al interrogatorio que le hace el de la placa. Warren averigua que el extraño se llama Art y está gravemente herido tras haber asesinado a una mujer en un descampado. También confiesa quién le ha contratado y quién es la víctima. Art muere en los brazos de Dick. Filton recomienda avisar al enterrador y que el galeno ventile su consulta para que se vaya ese mal olor, dado que el difunto olía mal. Art es de origen asiático, barba de hace pocos días y algo grueso. Con el cabello moreno despeinado y de facciones medianas, con los ojos oscuros.

Más tarde, Dick acompaña a caballo a Warren hasta ese descampado con una nueva vestimenta, que no está lejos de Villa Rocosa. Al llegar al escenario del crimen, ambos desmontan sus respectivos animales y van hacia donde se encuentra la víctima. Esta se llamaba Maite. Esta última es una joven rubia, con pelo un poco corto. Agraciada de cara, y ojos marrones oscuros. Facciones medianas. Esbelta y poco fornida. La víctima lleva un Colt en una de las manos y tiene unos arañazos también en ambas manos. Hallan también un pañuelo cerca de la joven. Dick deduce, tras echar un primer vistazo, que Maite fue llevada al descampado a la fuerza por Art, seguramente, hubo un forcejeo y cogió el revólver. Ella tiró a matar a Art, hiriéndose gravemente. Él la mató por encargo. Warren pide a Dick que lleve a la difunta al cementerio mientras él va a hacer una visita a Jeff, el marido de la mujer asesinada y el que pudo pagar a Art para que la matase. El médico lo hace encantado.

Más tarde, Warren va con su caballo hasta la finca grande, con una bonita casa de tres pisos en medio y unos establos a pocas yardas. Allí, el hombre de la placa, pregunta a unos criados donde se encuentra Jeff, su patrón. Uno de ellos, mirando al cielo, que ya está anocheciendo, le responde que en el comedor de la morada.

Filton se lo agradece y va hacia allí. Entrando en el interior del hogar pulcro, dado que todo está limpio, ve un gran comedor a Jeff cenando solo. El patrón es un joven, de la misma edad que Maite, fornido y con el pelo moreno en pincho. Tiene facciones grandes. Lleva una vestimenta veraniega, llevando encima un peto.

Jeff es serio, pero amable, aunque hay algo que a Warren no le convence de ese tipo. En primer lugar, parece que no echa de menos a su difunta esposa por lo exigente que es con los criados para que le trajeran comida a la mesa. Filton, con permiso de Jeff, se acerca un poco adonde él está y comienza a interrogarlo duramente con la escasa prueba (el pañuelo con la cual ataron a Maite), y la confesión de Art que tiene. Jeff no responde a nada y pide, malhumorado, que se marche de la hacienda. El sheriff lo va a hacer cuando ve algo extraño que asoma por un hueco de la pared. Va hacia ahí y le pregunta al dueño "¿Qué hay ahí?" Jeff no responde. Warren se agacha y coge un billete ensangrentado. Le pregunta otra vez, pero más enfadado. Jeff pierde los nervios y confiesa que encargó que la mataran porque le estaba robando.

Pasa un rato desde que Warren Filton vuelve del rancho del dueño, con este detenido. El frescor de la noche hace que Filton se relajara un poco y se abrigase un poco. Ve a Nuria Fernández en la casa de al lado y piensa que lo ha dejado bonito, aquel lugar donde las dos últimas inquilinas perdieron sus vidas. Se acuerda de aquello y se le cae alguna que otra lágrima. Se las seca. La bella india le ve desde su porche y va para su morada. Nuria y Warren se sonrían otra vez y él le pregunta si había cenado. Ella responde que aún no y el sheriff le pregunta si quiere cenar con él. Nuria acepta. Un poco más tarde, mientras se están conociendo, él le pregunta el porqué tiene nombre español. Nuria le comenta que su padre proviene de España, que se había casado con una india, decidió, de acuerdo a su mujer, el ponerle un nombre español. Se van conociendo.

Segundo caso


Ty Long, el alcalde de Villa Rocosa, es un hombre que ha decidido irse de Villa Rocosa para estar más cerca de su familia. Este tiene un rostro alargado y ojos color verde. Es moreno de pelo. El cabello lo tiene un poco largo, pero bien arreglado. Ha adelgazado un poco y se ha puesto un poco más fornido. Está bien vestido y con la cara afeitada cuando ve entrar en su pequeño y despejado despacho a su amigo David Lee. Este último es espigado, moreno de cabello y con los ojos marrones. Su cara afeitada llama mucho la atención porque da la impresión de que es un bebe, aunque ya está cerca de los treinta. Bien vestido, igual que su compañero. Estos se saludan y Ty agradece a David que haya aceptado su puesto como alcalde del pueblo. David lleva viviendo en Villa Rocosa desde hace unos meses, aunque su mujer y su hija están residiendo en Florida. Ty Long se va afuera y el otro le acompaña. Ocultándose del sol, Ty Long, antes de montarse en un carruaje rumbo a su estado, se despide de Sean Lambert y de su mujer Brittany y de Archie. Se despide también de Edward y le pide que se despida de Warren en su nombre. Edward se lo promete y le desea un buen viaje. Ty se monta en el carromato y se despide de los ciudadanos que le han acompañado a la cochera. Ty se va del pueblo.

A David Lee ya le conocen y saben que, o eso esperan, que vaya a ser un buen alcalde.

Pasan dos días. Warren ya ha resuelto el crimen de Maite.

Es una tarde cualquiera, donde sopla un poco de aire. En el rancho de David Lee, este, revisando con sus dos criados Paul y Kristin las caballerizas, ve que falta la yegua que le había regalado su hija Kristina. El alcalde pide a uno de los sirvientes que vaya a avisar a los hombres de la autoridad. Lo hacen. Al rato, aparece en su caballo montado Edward Richards, siendo acompañado en otro potro por Paul. Ambos hombres descienden de sus respectivos animales y el de la placa interroga a los sirvientes mientras investiga el escenario del hurto. David Lee le describe al animal, indicándole su nombre. La yegua se llama Kristina, igual que su hija. Paul es un joven con poco pelo que tiene canoso. Alto, espigado y con una mirada pícara. Kristin es más joven que Paul y bella de rostro. Con el pelo rubio recogido en una cola de caballo y vestimenta veraniega, igual que su compañero. Los ojos claros de Kristin es lo que más llama la atención en los hombres. Edward, tras un primer interrogatorio, comienza a investigar el escenario, hallando en la tierra, una herramienta que usaron para abrir la puerta del animal y así poder llevarlo. Sospecha que tuvo que ser una persona que la yegua conociera y así llevársela sin que relincha, dado que ninguno de los tres escuchó ruidos extraños. Edward examina la herramienta y ve escrita una P en ella. Edward vuelve a la casa de un piso donde vive David Lee e interroga con el permiso del dueño a Paul, pero más duramente y en privado. El otro confiesa que fue un encargo que le hizo a un tal Silas, él tiene la yegua robada. David, al escuchar ese nombre, enmudece y no dice nada. Pero Edward le observa tras la conversación con el otro y le pregunta insistente en el salón pequeño y limpio de la morada. El alcalde, al ser interrogado de nuevo por el hombre de la autoridad, responde que Silas fue al hombre al cual engañó en una partida de Rodeo, llevando la recompensa del juego inmerecidamente. David Lee le dice dónde vive ese Silas. El ayudante del sheriff se monta en su caballo y cabalga hacia el rancho del ladrón.

La tarde se va echando, el calor disminuye y el aire frío sopla más. Edward Richard, estando en el interior de una casa de un solo piso, sin criados a esas horas, observa que el patrón parece tener buen gusto en la decoración. Según parece y por las pocas fotos que hay, Edward deduce que Silas vive solo, sin familia alguna. El patrón tiene una cara alargada, es caucásico, facciones grandes y unos ojos verdes. Es fornido y lleva vestimenta veraniega, hecha de girones. Es bastante más alto que Edward y su aspecto barbudo demuestra que nadie debería meterse con él. El hombre de la autoridad comienza a hablar, sin referirse mucho al robo que sufrió David Lee. Este queriendo ver el establo, se inventa una historia sobre la que él es un comprador y quiere comprarle la yegua de David Lee. El plan es que si Silas acepta venderle el animal, le detendría y le acusaría de haber perpetrado el robo. El plan que tiene el tipo de la placa sale como esperaba y piensa que Silas no puede ser tan tonto como esperaba. Al decir el nombre de Kristina a una yegua blanca, preciosa, que hay frente a los hombres, Silas se asusta. Va a sacar el revólver cuando el de la autoridad le indica con la cabeza de que no lo hiciese. El truhan pone las manos en rendición. El dueño confiesa que fue él y lo hizo porque la yegua valía mucho dinero y así le daba un escarmiento a David por haberle engañado en el Rodeo.

Más tarde, Edward, antes de irse a casa a descansar un poco, decide, tras encerrar en los calabozos a Silas, devolverle la yegua a David Lee. El animal blanco lo lleva atado a su caballo. El alcalde, tras ver el animal de su hija, se alegra y queda en deuda con Edward Richards. El otro, sonriente, vuelve al pueblo montado en su caballo.



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