6x03:Oro robado
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Primer caso.
Es un día cualquiera de primavera. El frescor ha vuelto a Villa Rocosa. Las hojas caen de un árbol casi seco, cerca de un rancho enorme. En él, hay una establo, donde cerca de allí hay una vivienda de tres pisos. Allí vive un hombre viudo. Este es de aspecto físico alto, espigado y fornido. Vestimenta veraniega. Tiene las facciones grandes y un rostro alargado. Su pelo corto es canoso y tiene los ojos claros. En ese momento, está solo, sin sus criados. Está limpiando un revólver cuando de repente se escucha un tiro.
Una bandada de pájaros posados en el árbol seco echan a volar.
Warren está en la oficina investigando otro caso. Está sentado, leyendo las declaraciones en su mesa cuando se percata de que hay alguien más en la estancia. Se pega un susto al levantar la vista y ver allí a cinco personas (John Kruger, Bárbara Paz, Archie y Jack Lemond). La joven Bárbara, tan bella como siempre por lo arreglada que está y lo bien que le sienta esa melena rubia llevada al viento está en Villa Rocosa porque dentro de unas semanas vendrá su marido Brad Stevens, o más conocido por todo el mundo como el mago. Los cinco testigos son interrogados por Warren y estos le dicen lo que escucharon en casa de Reed, el hombre viudo. Tras eso, coge su montura y cabalga hasta el rancho de la víctima agradeciéndoles a los otros su colaboración. Antes de marcharse del pueblo, va a la consulta de José Sánchez y le pide que le acompañe. El otro, subiéndose las gafas de culo de botella, lo hace encantado, dado que no tiene pacientes.
Al llegar al rancho de Reed, las temperaturas han descendido un poco, aunque el sol sigue en lo alto todavía. Los dos hombres ven la morada cerrada y todas las ventanas cerradas menos la de la cocina. Warren atestigua según lo que les han dicho los otros que nadie entró en la casa. Lo verifica no viendo ninguna pisada dentro del rancho y la puerta principal cerrada. Se acercan a la ventana abierta, viendo a Reed, con la cabeza echada para atrás, sentado en una silla. "¿Reed?" preguntan uno de los dos. Al no obtener respuestas, Warren, que está más fornido y fibroso entra en por la abertura. En la cocina huele peor y confirma que el dueño ha muerto. Tiene un revólver en una mano y un trapo en la otra. Aparte hay moscas revoloteando alrededor del cuerpo. Echa un rápido vistazo a la estancia de tres pisos y verifica que no hay nadie en el interior.
Pasa un poco el tiempo hasta que Warren abre la puerta principal. El doctor coge el maletín y entra. Warren le dice su teoría al ver que la casa no ha sido forzada, ni ve que falte nada de valor. Descarta el robo y el asesinato, así que deduce, al ver el cañón del revólver aún que caliente que solo pudo ser una cosa. "Creo que estaba limpiando el revólver con el paño y se le disparó." Comprueba el arma y ve que le falta una bala. "De todas maneras, A Reed se le caía esta casa encima desde que su mujer falleció. Sin hijos. Ya no quería al servicio aquí. Y además, ya se estaba volviendo muy ermitaño. Era duro." Añade José. "¿Cuando le viste por última vez?" pregunta Filton, echando un vistazo a las lejanas vaquerizas. "Hace, más o menos, dos semanas." Hay un corto silencio cuando el galeno vuelve a añadir "Ya no hay nada en esas vaquerizas. O se murieron, o las vendió. Me lo comentó Reed la última vez que le vi." José, tras echar un primer vistazo, confirma la posible teoría de Warren.
En ese momento, un ranchero llama a Warren desde lejos. Filton se pone el sombrero que lo tiene en una mano y le pide al doctor amablemente ¿Te encargas tú de llamar al enterrador y llevaros el cuerpo? José afirma con la cabeza. Warren ya vuelve a tener la mente en el otro caso que está investigando con Edward.
Segundo caso.
Anteriormente.
Hace tiempo que Edward Richards investigó el asesinato de Chris, el socio de Jack. Ambos hombres robaron una gran cantidad de oro a un terrateniente llamado Juan Villa. Aparte de ellos, tuvieron como cómplices a Elise, la novia actual de Chris y la cual lo asesinó por celos, por un chantaje que le estaba haciendo él a ella, y el botín. Por otro lado, la ex novia de Chris, Marina Rojas, sabía lo del hurto y quienes estaban implicados. Además, fue a visitar a la víctima poco antes de que la mataran con una aguja hipodérmica.
Edward, días después del crimen de Chris, e interesado por aquel delito dado que se había enamorado de una de las cómplices, Marina, y no la quería dejar sola en este asunto que podría complicarse si el dueño del botín llegase a saber de su existencia, dado que aquel Juan Villa es un hombre peligroso y está metido en negocios ilegales, decidió seguir investigando. Supe que Jack había desaparecido. Elise estaba en la prisión de Two Guns, cumpliendo condena. Y Marina había desaparecido de Villa Rocosa. Preocupado, envió telegramas, con ayuda de Warren para encontrarla. No hubo respuesta.
El tiempo pasó.
Un día, en pleno mediodía, llegó un telegrama de Ilinois diciendo que Juan Villa había asesinado a un hombre de negocios por haberle chantajeado. De ese crimen, hubo dos testigos (un tal Luke, un joven, empleado de Villa, al cual la autoridad de Ilinois inculpó por formar parte de la banda de ladrones que robó el oro. Y la propia Marina Rojas.) En el telegrama que enviaron les pide ayuda dado que van a suceder dos cosas en pocas semanas. Primero, sin que Villa sepa de donde se encuentran los testigos, aunque sí saben quiénes son, van a reunirse todos los presentes allí, en Villa Rocosa. Juan y su mujer Hong, junto a sus compinches irán a Villa Rocosa para abrir un nuevo negocio. Y segundo, los testigos (Marina y Luke), este último acompañado de su mujer Claudia, irán a esconderse allí. El telegrama lo leyeron hasta el final y supieron cómo deducen que todos los involucrados van a parar a ese pueblo en particular. El terrateniente porque conocía a gente de la zona que le habían dicho que invirtiera allí. Luke y su mujer, Claudia, tienen una hacienda familiar en herencia y de Marina, porque la autoridad de Ilinois había hallado una serie de cartas en el último sitio donde se hospedaba y supo que estaba escribiendo a Edward Richard.
Este afirma ante su jefe que se estaba carteando con ella porque, aparte de que le gustaba, era para mantenerla informada sobre el asunto del caso de asesinato que había cometido Juan Villa en Ilinois. El ayudante del sheriff afirma que no supo nada de ella desde hacía tiempo. Ambos hombres valoraron la posibilidad de que Marina volviera a visitar a Edward.
El tiempo siguió pasando.
Una tarde cualquiera, Warren supo donde Luke y Claudia residían en Villa Rocosa. También comprobó donde vivían Juan Villa y su mujer Hong, junto a los matones. Estaban lejos unos de otros. Filton, antes de arrestar a Luke, interrogó a Juan Villa y a Hong sobre el robo de los lingotes de oro, y sobre el crimen que cometió Villa en Illinois. Ahondó un poco, dado que Juan no se dejó intimidar. Villa y su mujer pidieron amablemente al sheriff que se fuese de su propiedad privada. Lo hizo. Villa mandó a uno de los matones a seguir a Filton. Uno de ellos cumplió la orden.
Más tarde, el matón vio como Luke era arrestado por el sheriff y llevado a comisaria. La mujer del detenido iba con ellos. Se retiró para decírselo a su jefe.
El tiempo pasó y Luke confesó que fue testigo del crimen, donde Juan Villa asesinó a un hombre de negocios por querer chantajear.
El día del juicio, que se celebraba en Villa Rocosa, llegó.
Actualmente.
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Titus es un juez que va a estar presente en el juicio de Luke y declararlo culpable por robar el alijo de oro junto a sus otros compinches. Y al mismo tiempo, escuchar el testimonio que tiene contra Juan Villa. Titus es un hombre corpulento, con el pelo canoso y ojos claros. Sus facciones son medianas y su pícara sonrisa hace que sea un hombre agradable. Va con un traje oscuro. Luke es un joven apuesto, espigado. De rostro alargado, ojos claros y su pelo rubio lo lleva un poco sucio. Claudia, su acompañante, es distinta a él en cuanto a la vestimenta. Es agraciada de cara y tiene el pelo largo acicalado. Ella es joven también. Ambos son rubios de cabello. Warren está llevando junto a Edward a Luke hasta el edificio donde se celebraría el juicio cuando, en una de las azoteas de un saloom, alguien escondido, está esperando, agachado con un rifle. Al avistar el desconocido a Luke detenido con unas esposas, no duda y tira a matar. Luke cae al suelo muerto tras un disparo en la frente. Claudia, Warren y el resto de presentes que hay en la plaza, se asustase. Algunos corrieron por su vida. Warren pide a Edward que proteja a Claudia mientras ambos, con los revólveres desenfundados, echan un vistazo al lugar para localizar al tirador. Al no haber más disparos y ver la zona despejada, Filton siente que ya no hay peligro. Claudia se incorpora, dado que estaba agachada y cubriéndose con las manos el rostro. Warren interroga, tras verificar que Claudia está bien, a ella sobre lo que ha visto. En ese momento, escoltan a Claudia a un lugar seguro, a uno de los muchos salooms del pueblo y le piden al dueño que ese huésped no existe, pregunte quien pregunte. Por otro lado, cuando Claudia se hubo tranquilizado del shock, la piden que se quede en el bar. Que no fuese a ninguna parte hasta que uno de los dos hombres volviese al saloom. El barman también acepta el no decir nada. Pasan las horas mientras Warren y Edward investigan el escenario del crimen. Ambos hombres de la autoridad descubren que Luke ha muerto de un balazo en la frente, hecho, posiblemente con un rifle. Preguntan por los negocios en los cuales podría haber disparado el tirador, hallando en una terraza de uno de ellos, con permiso del dueño, un casquillo donde se puede leer J.V grabado. En ese momento, llega José, que es avisado por un ciudadano y pregunta a los hombres de la autoridad si están bien. Los otros lo confirman. Es entonces cuando echa un rápido vistazo a Luke y ve que muere de un balazo. Hacen que avisen al enterrador para que se lleven el cuerpo de allí. Pregunta si Claudia está bien. Warren y Edward lo corroboran, negándose a una rápida revisión por parte del médico. Ellos le aseguran que están bien. José se queda un poco preocupado, pero no puede hacer nada.
Más tarde, tras una ligera cena, ambos hombres de la autoridad quedan en la oficina a eso de las diez de la noche para ir a la mansión de Juan Villa. Al estar allí, ven desde la calle, en el balcón de la segunda planta de la morada se halla Hong asomada en la terraza y a Juan Villa fumando en pipa, sentado en una mecedora, detrás de su esposa, en penumbra. Hong es una joven asiática, que tiene facciones medianas y bellas. Pelo largo y limpio, moreno, acicalado y vestimenta elegante. Con los labios pintados. Y una sonrisa que le encanta a los hombres y la hace que sea más amable. Villa es más mayor que su esposa, con un bigote bien cuidado, igual que su cabello. Aparte de fumar en pipa, le gusta llevar su gabardina de cuadros puesta encima de un traje caro. Los hombres de la autoridad quieren hablar con los dueños acerca de la muerte de Luke, el crimen de ese socio de Juan Villa sucedido en Ilinois, o el hurto que sufrieron los dueños en el mismo estado, quedándose sin muchos lingotes de oro. La pareja no tiene nada que decir y les pide que se marchen con amabilidad. Warren y Edward al ver a los matones de Juan salir con los rifles en ristre del rancho, se van a sus respectivas casas, no sin antes decirles que volverán. Juan se ríe por dentro.
Pasa la noche.
Al día siguiente es cuando Warren, llegando el primero a la oficina del sheriff, se concentra en el pasado de Luke y la relación que hay en todo esto con Juan Villa cuando le interrumpen los cinco testigos, que habían escuchado un disparo en el rancho de Reed. Antes de marcharse a investigar dicho caso, informa a Edward Richard para que continúe él con la investigación y si es posible, que halle a Marina Rojas o a Jack, o a ambos. Edward acata la orden.
Más tarde, en torno al mediodía, Edward está dirigiéndose a un saloom para descansar un rato la vista de los informes que había leído del caso de Juan Villa cuando se cruza con Marina Rojas en medio del pueblo. Él, preocupado, pero a la vez intrigado, le pregunta dónde había estado todo este tiempo. Que es peligroso que estuviera en Villa Rocosa. Ella, asustada, le pide que le ayude. El otro, que no puede resistirse a lo bella que es, le pide que le siga hasta un saloom.
Ambos hablan sobre el robo de oro a Juan Villa en Illinois, sintiéndose ella culpable de ello. Aunque no sabía que Villa y sus pistoleros la siguieran hasta aquí. Ambos deducen que Juan está atando cabos: primero mató a Luke por ser testigo de un crimen y haberle robado el oro. Y que posiblemente haga lo mismo con Jack, si es que no está ya muerto, y Rojas puede que tenga el mismo destino que los otros dos. Todo apunta a Villa y sus negocios ilegales. En ese momento, Edward se percata por el rabillo del ojo que los están siguiendo. Son tres pistoleros, puede que uno sea Juan. En ese momento, Richard susurra a Rojas que se agache. Ella obedece. El de la autoridad se da la vuelta y elimina a uno de ellos. Hiere a otro y el tercero se escapa. Edward coge del cuello de la camisa al tirador y le obliga a que confiese quién era el tercer hombre. El otro, dolorido, confiesa que es Juan Villa. Le detiene, llevándoselo a la oficina. Pregunta a Marina si está bien. La otra, asustada, responde afirmativamente.
Un rato después, en la oficina. Aparece Warren y le pregunta a Edward cuando le ve torturar al tirador herido en una celda, y a Marina Rojas en otra. Edward confiesa que está desesperado y que quiere encerrar ya a Juan Villa por asesinato y otros delitos. Warren le pide que se tranquilice. El otro lo hace. En ese momento, el presidiario comienza a insultar a los hombres de la autoridad y a Marina. Ella, asustada, mira a los tipos de la ley. Filton le pega un puñetazo al pistolero, dejándole inconsciente. Tras eso, pregunta a la agraciada mujer dónde está el oro que robó a Juan Villa. Pero antes de que pudiese decirle el escondite, aparece Jack, con el pelo rubio alborotado, gravemente herido en la oficina. Edward va a socorrerlo, confesando que fueron los pistoleros de Juan Villa quienes le pegaron un tiro. Muere en los brazos de Edward. A este último y a Marina, se les cae unas lágrimas que rápidamente se secan. Rojas les confiesa que su parte la tiene en la habitación donde se ha registrado. Filton se lo va a decir a Richard cuando ve que no está. Va a buscarle por la calle cuando comienza a escuchar tiros en la vivienda de Juan Villa. El sheriff va para allá y comienza a ver pistoleros muertos en el porche de la morada. Entra en el interior y tirotea algunos trúhanes. Al final, ve a Edward apuntar rabioso a Hong y a Juan indefensos. Pide a su ayudante que suelte el revólver. Al final lo hace.
Tras detener a la pareja, vuelven a la oficina y liberan a Marina Rojas. Ella les da el oro robado.
Más tarde, Claudia se va de Villa Rocosa, agradeciendo a la autoridad que resolvieran el caso. Y la protegieran.