6x07:Espatahombres
Introduce un texto aquí...
Pasa el tiempo desde que se resuelven ambos casos. Algunos negocios han cerrado por culpa del secuestro perpetrado por la familia Mariposa, llevándose a varios viajeros en un carruaje, donde iban montadas en su interior Juana Reyes y su hija Annie. Eso hace que algunos ciudadanos estén descontentos y abandonen el pueblo. No se fían de que no haya otra familia de sicópatas cerca de Villa Rocosa.
Primer caso.
Una tarde tranquila y soleada donde sopla un aire fresco. Un vecino ve a David Lee gritar desde su casa ' al ladrón' a un tipo montado a caballo. Este lo avista medio segundo. Pasa un rato. Brad y Bárbara están dando una vuelta por el centro del pueblo de Villa Rocosa cuando ven a David Lee asustado y le preguntan.
-David ¿Estás bien?-dice uno de los dos.
El alcalde observa la joya que lleva puesta Bárbara en el cuello. David Lee, nervioso, grita al ladrón Un ciudadano que pasea por allí, ve a la pareja y saca su colt 45. El lugareño no conoce mucho a Brad, ni a Bárbara. Por eso desconfía de ellos cuando la pareja empieza a decir que son inocentes de cualquier robo. El ciudadano aconseja a David que avise al sheriff mientras él se queda custodiandolos. El alcalde lo hace y corre hacía el lugar de la autoridad. Al no ver a Warren allí, se dirige hacia su casa. Lo encuentra. Filton está hablando con Nuria tranquilamente. Le está explicando que Juana y su hija Annie están descansando tras el secuestro que sufrieron. Además, les vendría bien salir del pueblo, añade Warren sonriente. Ella se sonroja. En ese momento, son interrumpidos por David Lee. Filton, asqueado por dentro porque no tiene casi tiempo para hablar con su vecina, pone una cara de atención cuando el hombre al que le han robado, le explica la situación. El sheriff se despide de su vecina india. Ambos hombres se van al centro del pueblo y el sheriff pide al lugareño que está custodiando a la pareja sospechosa que baje el revólver. El otro lo hace. Brad y Bárbara bajan las manos en señal de rendición, dado que se estaban cansando de tenerlas arriba tanto tiempo. Filton comienza a interrogar al alcalde. David asegura que la joya robada es la misma que lleva Bárbara en su cuello. Pide que encierre a la pareja, dado que no se fía de ellos. Filton, después, habla con la pareja y tanto Brad, como Bárbara declaran haber sido ellos los ladrones. Ella le entrega de buena intención la perla a Warren. Pero el sheriff les detiene temporalmente en su oficina hasta que se aclare todo esto. La pareja, al no resistirse al arresto, no son esposados. Warren, tras dejar a la pareja encerrados en la misma celda, piensa que hay algo que no le cuadra. David Lee exige a Warren que le acompañe a su casa para que vea con sus propios ojos lo que le han hecho. Filton responde.
-A veces las cosas no son lo que parece. Bárbara y Brad pueden que digan la verdad y que se encontrase la joya tirada en medio de la calle.
-¿Y por qué se la quedaron?-se queja el alcalde.
-No es delito apropiarse de algo que te encuentras por la calle y no sabes que ha sido robado.-responde el sheriff.
Más tarde, cabalgan hasta la casa del alcalde y entran en ella. El lugar es de varias plantas y parece limpio. La zona del robo ha sido en el pulcro salón donde Warren halla un pañuelo de color marrón tras un primer vistazo. Ve que todos los muebles están tirados al suelo y que faltan alguna que otra joya. Tras eso, David Lee le invita a un pequeño tentempié de sándwiches del cual él come unos pocos y se lleva unos cuantos más para la pareja detenida. Los alimentos están ricos, piensa el sheriff. En ese momento, David Lee le presenta a Filton a sus criados: José y Nestor. El primero es un mexicano joven y fornido. Con el pelo moreno corto. Su rostro es alargado y tiene los ojos color marrón. El otro también es de México. Un poco mayor que José y con una frente prominente. Ambos visten elegantemente. Ninguno de los dos ha visto nada. Solo escucharon ruidos en el piso de abajo, pero supusieron que su jefe, que estaba haciendo alguna chapuza, dado que a David le gustaba hacer alguna que otra chapuza. También habla con una criada que pasa por allí. David la llama y se la presenta a la autoridad. La joven sirvienta es una belleza de rostro y de cuerpo. Es esbelta y se nota que viste bien. Su pelo largo, color negro, desprende un aroma que hace que huela bien. Aparte, su belleza, acompañada de su sonrisa, hace que caiga bien. A Warren le recuerda a una versión de su vecina Nuria por lo amable, a la vez de asustadiza que es. Filton, al interrogarla, nota que está nerviosa. Aparte le resulta sospechoso cuando se le cae al suelo un pañuelo de seda color marrón. El mismo que se encontró en el escenario del robo. Ella asegura no haber estado en el momento en el que se produjo el hurto. Cuando se quedan solos el alcalde y el sheriff en el salón, Warren añade.
-Vigila a Diana. Puede que esté metida en el robo de tus joyas.
-¿Tú crees?-sospecha el alcalde.
-Sí. Por cierto, ¿duerme aquí?
-Todo el servicio duerme aquí, ¿por?
-Sí va a alguna parte, avísame.-pide el sheriff.
-Por las mañanas, bien temprano, va a hacer la compra. A la tienda que está al lado del saloom de Kruger.
-De acuerdo.
Warren sale por la puerta principal y David Lee le pregunta.
-¿A dónde vas?
-A descansar.
Pasa un rato hasta que Warren ve a Edward de vigilante en la oficina. Le da un sándwich y pide las llaves de las celdas. Abre la puerta del cubículo en la que están encarcelados Brad y Bárbara. La pareja se está echando una siesta. Warren come un poco más y dice a la pareja.
-Comed estos sándwiches e iros a casa.
-¿Ya no somos sospechosos?-pregunta Bárbara, bostezando.
-Para mí, no.-dice, sonriendo.
La pareja también lo hace mientras comen. A casi todos les gustan los sandwiches, menos a Edward. Es una noche estrellada.
A la mañana siguiente, Warren, tras un buen desayuno que se prepara y se lo come, cabalga, bien temprano hacia la tienda de dos pisos, que está al lado del saloom de Kruger, a esperar a Diana. Hace frío, pero Warren lo lleva bien. Se sopla las manos de vez en cuando para entrar en calor mientras piensa que la bella criada está metida en todo el asunto del robo, solo que todavía no tiene pruebas de ello. Pasan los minutos. Ya son las ocho y media de la mañana. Warren, desde cierta distancia ve a Diana. La sigue de lejos. La ve reunirse con un tipo más alto que ella. Es moreno de cabello y barba de hace semanas. Con expresión seria. Diana y él se besan y ella saca las joyas robadas, diciendo que se le había caído una en la calle, la había perdido. La joven nombra al desconocido Greg. Warren piensa que la joya que se le cayó a Diana y que halló más tarde Brad y Bárbara. El sheriff los sigue hasta un callejón y les da el alto. Diana se asusta, cayéndose el botín robado de David Lee al suelo. Greg desenfunda su revólver y Filton le mata.
Más tarde, Warren, tras arrestar a Diana y meterla en una celda, cabalga de nuevo hasta el rancho del alcalde. Le entrega sus joyas y le explica el motivo que tenía la criada de robarle según la confesión que hizo al sheriff.
-¿Le pagabas menos, verdad?
-Sí. Siempre se retrasaba en sus obligaciones. Incluso, iba a despedirla.-admite el alcalde.
-De ahí, la vendetta.
Más tarde, al caer el sol, Warren está en la oficina rellenando un informe cuando recibe una visita. Son Brad y Bárbara. Filton les pide disculpas por no haberles creído. Bárbara contesta.
-No pasa nada. Seguías las testificaciones, ¿no?
El sheriff afirma con la cabeza. Brad le pregunta.
-¿Puedo hacerle un truco de magia?
-¿Y por qué?-responde dudoso el sheriff.
-Porque al final nos ha creído. Y qué demonios, no le cobraré nada.
Los tres se ríen y el sheriff accede al truco.
-Coja una carta.-sugiere Brad.
El sheriff la coge.
Segundo caso.
Mientras que Warren investiga el robo ocurrido en el rancho de David Lee, Edward y Sam acuden al saloom de Josh cuando se enteran por dos ciudadanos de que hay una pelea. Los hermanos Lambert (Sean y Neil) se están peleando con un hombre llamado Jesse. El motivo es por la mujer de este último que se llama Brenda. Neil se ha puesto un poco más fornido. Se ha dejado algo de barba rubia, que la lleva acicalada. Se ha cortado el cabello y se queja, porque Jesse le ha roto un bolsillo de la chaqueta negra que lleva puesta. Jesse es un joven apuesto, con el pelo en punta y espigado. Barba de hace semanas y sabe pelear. Brenda es una mujer gruesa, pero agraciada de rostro. Es mejicana y sus facciones son grandes. Lleva vestimenta veraniega y lo que le caracteriza mucho es un tic que tiene en uno de los ojos. Los de la autoridad los separa, con ayuda de John Kruger, que está también allí, tomándose un descanso y dejando su saloom a uno de los criados de mayor confianza. Los tres hombres discutían por la mujer. Al final Brenda pide a Jesse que se marchase.
-Vámonos, ¿por favor?-pide asustada Brenda.
La pareja rompen el coro de personas, pasando por en medio. Se van del saloom, azotando las puertas de vaivén. Los de la autoridad van a pedir explicaciones a los hermanos Lambert, cuando estos, de mala manera, también se van. Edward y Sam, al ver que la gente sigue todavía perplejos por la pelea, piden que vuelva cada uno a lo suyo.
Llega la noche. Es ahí cuando Edward hace la guardia en la oficina, vigilando a Brad y a Bárbara, que están detenidos por el otro caso. Habla un poco con ellos de porque están encerrados. La pareja se lo explica. Comentan cosas banales. Llega Warren Filton con los sándwiches y se los ofrece a todos. Cenan. Filton libera a la pareja, dejándoles ir al ver que no son sospechosos de su caso. Pasa la noche.
A la mañana siguiente, Jesse es hallado sin vida en uno de los trigales de un rancho, colgado, como un espantapájaros. Avisan a los ayudantes del sheriff. Pasa un buen rato hasta que ponen el cuerpo sobre el campo, boca arriba. Jesse tiene la cabeza tapada con una bolsa de tela. Sam conjetura.
-A lo mejor lo hizo para que no le vieran que le estaban asesinando.
- O fue postmortem.-contesta Edward.
Samuel hace una mueca. Dick echa un primer vistazo al cuerpo y ve que muere por varias puñaladas. Informa a los otros dos. Edward y Sam investigan el escenario del crimen, hallando una espuela ensangrentada. Interrogan algunas personas que afirman que el trigal es de un hombre llamado Alfredo. Tras no hallar nada más en el trigal, se montan en sus respectivos caballos y vuelven al pueblo. Ya son casi las dos de la tarde cuando Edawrd y Samuel comen en un saloom. Tras eso, van a la casa de Sean Lambert, que es donde se aloja por un corto tiempo Neil. La puerta la abre uno de los hermanos. Neil está con la ropa hecha girones y huele mal. Además, está algo borracho. Les invita a entrar cuando Sean pregunta desde un cuarto quienes eran. Los hermanos se sientan en un sofá desastroso, al igual que la morada.
-¿Qué le pasa a tu hermano?-preguntó Sam a Sean.
Ambos hombres de la autoridad prefieren quedarse de pie cuando el hermano sereno les invita sentarse frente a ellos. El preguntado contesta.
-Echa de menos a Brenda.
Neil llora de pena y rabioso. Entre lágrima y lágrima.
-Ese cabrón de Jesse la ha conseguido a base de amenazas y gritos.
-Pues ya no tendrás que preocuparte.-comenta uno de los de la autoridad.
-¿Por?
-Ha muerto. Y le han colgado como un espantapájaros.
Los hermanos se sorprenden.
-¿Podemos saber por qué os estabais peleando con Jesse?-pregunta Sam.
-Fue por Brenda. Mi hermano está coladito por ella. Y Jesse, desde luego, no lo iba a permitir.-resume Sean, viendo a su hermano llorar.
-¿Y tu esposa Emily?-se sorprende Samuel.
-Ella y mi Brittany han ido a pasar unos días fuera. El enamoramiento hacia Brenda ocurrió hace poco, ¿verdad hermanito?-pregunta Sean mientras le mueve la cabeza suavemente.
Neil afirma mientras estornuda.
-¿Y Jesse era su marido?-pregunta Edward.
-Qué va, era su otro amante.-responde Neil, con los ojos enrojecidos.
-¿Y sabes si había un hombre...?-interviene Sam.
-Sí. Lo hay. Se llama Alfredo, o mejor conocido A.
-El trigal donde hallamos a Jesse pertenece a un tal Alfredo. Hablamos con sus criados.
-Pues entonces deberían ir a hablar con él.-sugiere Sean.
-De acuerdo, pero antes dos preguntas ¿Adónde os fuisteis tras las pelea en el saloom de Josh? ¿Y podemos ver vuestras botas?
-¿Por?-pregunta Neil desconcertado.
-La persona que asesinó a Jesse, le golpeó con las botas, rompiéndose una de las espuelas.-aclara Sam.
-Claro.-afirma Sean.
El hermano sereno trae las botas que se pusieron ayer y también les enseña las que lleva hoy. Neil también lo hace con las que tiene puesta. En ninguna hay sangre, ni falta ninguna espuela.
-De acuerdo. Bien, nos vamos a ver al dueño del trigal.-termina Sam.
-¡Ah!, Anoche estuvimos en el saloom de Jack Lemond. Cenamos allí y luego bebimos bastante. Neil más.-ríe Sean.-Puede preguntar. Había mucha clientela. Era fin de mes.
-Lo haremos.
-Otra cosa. Hablen con Brenda. Ella les dirá cómo es Alfredo. Le conoce bastante bien.
-De acuerdo, ¿por qué lo dices?
-Le llaman el espa hombres. No sé nada más.-aclara Sean.
Neil lo confirma con la cabeza. Le duele la cabeza.
Pasa el tiempo. Los ayudantes del sheriff corroboran la coartada de los hermanos Lambert. Cabalgan hasta el rancho de Alfredo, que está un poco alejado del escenario del crimen. Allí, desmontan sus animales y entran en una lujosa casa de tres pisos, terminando el último en una buhardilla. El interior del hogar es bonito y coqueto. Allí, los dos hombres de la autoridad piden un vaso de agua cada uno y agua para sus caballos a una joven criada que les abre la puerta. Esta es una mujer cerca de los cuarenta. Con facciones grandes, y esbelta. Su rostro moreno y su cabello largo, de color negro como la noche es lo primero que le atrae a Samuel, dado que casi tienen la misma edad. Su hermosa sonrisa encandila a Liverpool durante unos segundos.
-¿Sí?-pregunta la mujer con una voz dulce.
-¿Quién es usted? ¿Podemos ver a los señores de la casa?-pregunta Edward.
-Cinthya, ¿quién es?-pregunta una voz femenina desde arriba que se está moviendo.
En ese momento, a dicha voz la ponen cara cuando baja por los escalones. Es Brenda. Esta última, pide a Cinthya que se retire a hacer sus cosas. La arreglada y coqueta criada se retira y Samuel queda encandilado con ella. Pero del codazo que le da Edward, hace que recobre la compostura. Los ayudantes piden a Cinthya que se quede. La otra lo hace. Los de la autoridad interrogan tanto a la criada como a la dueña acerca de Jesse y de cuando fue la última vez que le vieron. Ambas mujeres dan respuestas triviales hasta que aparece el marido de Brenda en el piso de arriba, a punto de descender por las escaleras. Este se presenta ante los hombres como Alfredo. Es un tipo bastante alto, mejicano. Tiene el pelo corto blanco, al igual que su cuidada barba bajo los labios. Su rostro impone respeto, a la vez que temeridad. De mala manera, ordena a la criada que se retire. Cinthya lo hace. Sin bajar, explica Alfredo que Jesse era un canalla, y un mujeriego. También, de malas formas, pide a Jesse que le acompañe a hacer unas cosas en el piso de arriba antes de que venga su visita. Brenda les pide perdón a los hombres de la autoridad y vuelve a subir arriba. De ahí, Edward y Samuel sacan varias cosas. La primera es que Alfredo podría haber matado a Jesse porque se enteró de alguna manera del romance que mantuvo con su mujer, pero para ello tienen que tener pruebas. Y la segunda, es quién sería aquella visita. Cinthya vuelve con los vasos de agua y unos recipientes para ponerlos en el abrevadero que hay en la entrada de la casa y Samuel le echa una mano. Bebieron un poco, hidratándose bien. Luego, esperaron a que los animales de la autoridad recompusieron un poco de fuerzas. Mientros eso sucedía, los hombres de la ley, sobre todo Sam, interrogaron a Cinthya. Ella, con una sonrisa en la cara y su amabilidad, comenta un poco asustada, que a Alfredo, o mejor dicho A. se le conocía por las leyendas campestres que se contaban por ahí, como el espanta hombres. No es la primera vez que asesinaba a hombres que se intentaba ligar a su mujer. Cinthya cuenta que ella sabía del affaire entre Jesse y Brenda, y también que debía mucho dinero a Alfredo. Sam y Edward que a lo mejor asesinó a Jesse por dos razones: porque le debía dinero y celos. En ese momento, Brenda abre la puerta principal y ordena asustada que suba tras de sí. La otra lo hace. Los de la autoridad van ayudarlas cuando presienten que va a suceder algo malo. Pero en ese momento, llega la inesperada visita. Es Carlos, el amigo del nuevo alcalde David Lee. Edward ya le ayudó una vez en un caso. Carlos desciende de su caballo y se presenta ante los tipos de la autoridad. Richards le presenta a Carlos a Liverpool. En ese momento, los tres hombres oyen una fuerte discusión en el piso de arriba. Los tres hombres suben como alma que lleva el diablo. Allí ven cómo el hombre de la casa pega a su mujer y a la criada cuando esta última intenta detenerle. Sam, al ver como Alfredo pega a Cinthya, interviene y le asesta un puñetazo, tumbandole en el suelo. Los otros dos también intervienen y consiguen separar a Brenda de las garras de su malvado marido. Las dos mujeres, asustadas, se abrazan. Tanto Edward, como Sam, ven las botas que lleva puestas Alfredo. Atisban sangre en ellas y también que en una de ellas le falta una espuela. Brenda, saca asustada cuando ve a su marido detenido, unas tijeras ensangrentadas.
-Lo hizo él.-confiesa Brenda llena de rabia.-Y colgó el cuerpo de Jesse como un espantapájaros, ¿verdad? No es la primera vez que lo hace.-afirma, mirando a los hombres de la autoridad.
-¿Cuántas veces?-pregunta Samuel.
-Tres más. Todos ellos intentaron ligar conmigo. Por eso nos mudamos a este estado.-confiesa ella.
-De ahí, a que te teman la gente, y tu mujer, ¿verdad?-conjetura Sam, levantando a la fuerza a Alfredo del suelo.
Edward se lleva detenido a Alfredo, que está rabioso por haber sido descubierto. Carlos consuela a la agraciada Brenda fuera de la habitación. Por último, Samuel abraza a Cinthya y ambos sienten el cariño del otro.
-¿Estás bien?-pregunta él mientras le acariciaba el cabello.
-Sí. Ahora sí.-se alegra ella.
Ambos se dan un corto beso.
Pasa la tarde y tras la declaración que hacen las dos mujeres en contra del hombre, se van del pueblo. Aquel deseo que surgió entre Sam y Cinthya duró menos de lo que se imaginaban.