6x12:Dia de luto
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Pasa el tiempo desde que resolvieron los casos.
Primer caso.
Es un día de verano donde las temperaturas son altas. Brad Stevens está solo en un banco de madera, en la estación. Está cabreado consigo mismo y con su mujer Bárbara Paz porque tienen sus diferencias y eso los ha llevado a que discutan más a menudo estos últimos meses, no sintiendo el mismo cariño que sentían cuando se conocieron. Brad hace un truco de magia y de ahí saca una rosa pequeña. Sonríe y se acuerda de la primera vez que se lo hizo a su mujer. Bebe un poco de agua de la cantimplora que tiene medio llena. En ese momento, mira con sus ojos claros al frente, avistando a John Kruger, caminando cerca de la estación. El ex abogado lo ve y le saluda.
Viéndole tan serio, se acerca. No son amigos, pero se caen bien. John pide permiso para sentarse al lado suyo.
-¿Puedo?
-Sí-responde el otro desaminado.
-A ver, ¿Puedo preguntar que te pasa?-continua John.
-Nada.-responde Brad acariciándose el dedo anular donde lleva el aro de casamiento.
-¿Seguro?-resopla John.
-¿Qué pasa? ¿Te vas a poner al estilo de Warren Filton, o de sus ayudantes?-bromea el mago.
-No. Yo solo pasaba por aquí para comprar pienso para los caballos, que creo que ya no me queda, pero como te he visto así de mustio.
Se quedan en silencio. John continúa hablando.
-Conozco esa sensación, ¿sabes? La de que tu mujer te abandone.
-A mí no me ha abandonado.-replica Brad un poco cabreado.-Solo nos hemos peleado.
-No, pero lo hará. Y no sabrás en que te has equivocado. Corrijo, en qué os habréis equivocado. Las peleas constantes es un signo de que la relación no va bien.
-¿Tú cómo...?-se sorprende el ilusionista, mirándole desconcertado.
-Vamos, Villa Rocosa es el pueblo de los forasteros que paran aquí y se van. Pero los que estacionan aquí durante un tiempo les llegamos a conocer un poco. Y aparte, hay gente cotilla. Es un pueblo.
-Ya.
Se ríen.
-¿Y tú cómo te separaste de tu mujer? ¿Tuvo que ser duro con una hija de por medio, no?
-Sí y no. Al final lo llevamos lo mejor posible. No te digo que no hubieras broncas. Pero, conseguimos que nuestra hija se adaptase a la situación. Además, Amber ya casi mayor cuando mi mujer y yo nos separamos.
-Entiendo.
-Pero en lugar de contarte mi historia triste de mi separación, te voy a contar algunos consejos que me han dado conocidos míos y la vida, sobre todo, de cómo puedes recuperar a tu mujer.
-¿Y me servirán?
-Eso depende de cómo los uses. De ella. De las circunstancias de vuestra ruptura. Y del destino.
Brad se sigue riendo.
-Está bien. ¿Y cuáles son?
-El primero y el más sabio es ser uno mismo. El segundo, si alguien te importa de verdad dile que la quieres. Y la tercera, y la más importante, di siempre la verdad.
Ambos hombres se quedan en silencio. John se levanta y se va, dejando a Brad reflexivo.
-¡Eh!-grita Stevens desde el banco.
John se da la vuelta.
-Gracias.
*
Por otra parte, Samuel es avisado por un ranchero porque ha descubierto a su vecino David, que vive al lado, muerto en el interior de la morada. Este cabalga al lado de Dick East. Ambos hombres siguen al tipo que los llama. Se paran en una solitaria calle, frente a una casa de estilo mediterráneo y de una sola planta. La puerta principal está abierta. Desmontan y siguen al ranchero hasta el interior de la morada de su vecino, hallando el cuerpo sin vida de un hombre. El difunto está sentado en un sofá cómodo. Con la ventana que tiene a su lado la víctima rota. El sol le está dando en plena cara. Dick echa un primer vistazo al difunto. La víctima es un hombre maduro, con el pelo canoso.
Está bien vestido y tiene facciones grandes. Parece que duerme. Parece que tiene un sueño profundo. A primera vista, East determina que según como está la posición del cadáver (tiene una mano agarrada en el pecho) piensa que murió por un ataque al corazón, dado al calor que hace fuera, y en el interior del cuarto. Además, ambos hombres ven varios botones desabrochados y conjeturan que se estaba asfixiando mientras se quitaba las prendas. Lleva unas horas muerto por el hedor que desprende y las pocas que hay revoloteando alrededor del difunto. Aparte, Liverpool ve una pelota cerca del cristal roto y dice.
-Que extraño.
-¿El qué?
-Si suponemos que David murió de un golpe de calor. ¿Porque rompieron la ventana?-tuerce Liverpool el morro.- ¿Tú le has tratado como médico?
-No. Era José. ¿Por qué?
-Vamos a hablar con él.
-¿Conocías a David?
-No mucho. Sé que había llegado desde Missouri hace poco tras separarse de su mujer ¿Y tú?
-No. Le había visto por Villa Rocosa alguna vez, pero nunca hemos intercambiado palabra.
-Puede que José nos desvele algo sobre este asunto.
En ese momento, se presenta el vecino de David cuando es llamado. Sam le interroga sobre quién pudo romper la ventana. A lo que el otro le responde.
-Me puedo imaginar quien ha podido hacer lo de la ventana.
-¿Ah, sí? Cuéntame.-responde poniendo ambas manos en la cintura.
-Un tío llamado Timothy. Un jugador de poca monta que se reúne con sus amigos calle arriba. Y al cual David, no soportaba.
-¿Y por qué lo haría?
-Según rumores vecinales, que yo me los creo porque lo he visto con mis propios ojos, David se trajo alguna que otra vez a la mujer de Timothy a su casa.
-¿Ah, sí? ¿Y cómo se llama la esposa?
-Rebeca creo.
-Vale. Así que puede que le rompieran la ventana por un ataque de celos, matando accidentalmente, dado que padecía del corazón David, en su casa.
-Puede.
-¿Tú sabías si José Sánchez es su médico?
-Me parece que sí. Pero eso mejor, pregúntaselo al doctor.
Dick se sorprende de broma, dado que le está ignorando.
-¿Y sabes dónde viven Timothy y Rebeca?
-No exactamente. Pregunte a los vecinos.
-Eso haré. Gracias por la información. A propósito, ¿se llevaba bien con su vecino?
-Digamos que no nos caíamos mal.
El ranchero se va de la casa y Dick le pregunta lo que piensa acariciándose el bigote blanco.
-¿Crees que la pareja rompió la ventana y mató por accidente a David, provocándole un infarto?
-Puede. No es la primera vez que me pasa algo así.-dice, acordándose del caso del hombre que murió por la estatuilla accidentalmente.
Poco después de llevar el cuerpo de David al enterrador en el cementerio, Sam vuelve al vecindario y pregunta a los vecinos del difunto si conocían a Timothy y a Rebeca y si saben dónde viven. Aparte de preguntarles sobre si habían visto algo, pero la mayoría responden que no vieron nada. Uno de los lugareños piensa haber visto a dicha pareja en el saloom de Hugh y Jessica Holmes. Sam va para allá. Estando en el establecimiento, pregunta a los dueños sobre si habían visto a la pareja. Jessica afirma con la cabeza, señalandoles dónde está. Liverpool, al tenerlos localizado, y ver a sus tripas rugir, pide el menú del día. Tras comer rápidamente va a hablar con Timothy y Rebeca, que están ingiriendo los postres. Timothy es un joven de cara alargada y ojos verdes oscuros que parece estar enfermo por lo amargado que está. Delgado y algo fornido. Moreno de cabello, pero algo plateado porque luce a sucio. Y de aspecto zarrapastroso. La mujer es una rubia de aspecto elegante. De cabello largo y de color rubio. Facciones bellas, que muestran una ligera sonrisa. Tiene los ojos marrones. Y es de mediana edad. Y casi siempre lleva alguna que otra joya colgada en su delgado cuello.
-Buenas tardes, ¿ustedes son Timothy y Rebeca?-pregunta Sam.
-Así es, ¿Y usted es?-pregunta amablemente Rebeca.
-Soy el ayudante del sheriff. Me llamo Samuel Liverpool. Estoy investigando el incidente de David. Parece ser que le rompieron la ventana de su salón y eso le provocó un infarto, dado que murió así. Creo, junto al doctor, que David tenía problemas cardíacos, pero eso no explica, ¿Cómo se rompió el cristal?
-He visto el calor que hace fuera, es de justicia.-suelta bordemente Timothy.
-Puede que la muerte de David fuera natural, pero el golpe, creo que fue intencionado.-dice con picardía Sam.
-¡Ah, sí! ¿Y eso por qué lo afirma?-sigue preguntando Timothy con cara de asco.
-Porque el vecindario donde ustedes y la víctima viven decían que no se llevaban bien por un affaire entre Rebeca y el difunto David.-dice, mirando a la mujer, que empieza a estar nerviosa.
-¿Has vuelto a ver a ese cerdo?, Te deje muy claro que...-amenaza Timothy cuando la va a golpear.
Sam para el golpe y le retuerce el brazo.
-Por favor, manténgase callado. Muchos vecinos afirman que usted es muy violento cuando pierde los estribos.-asegura Sam por los testimonios apuntados en su libreta.
Liverpool mira a la mujer.
-¿Y bien?-pregunta Sam, expulsando algo de aire.
Rebeca, muerta de miedo, suelta.
-Yo no lo maté, se lo juro. Rompí una ventana porque una hora antes habíamos discutido en mi casa, mientras Timhoty no estaba. Él quería dejarme, pero yo no quería. Por eso, intente razonar con él la segunda vez. Pero no me escuchaba. Yo creía, creía...Oh Dios. Creía que estaba dormido y que evitaba responder. Por eso rompí la ventana y me fui cabreada de su hogar.-solloza.
-¿Me está diciendo que entró en su casa, a su salón y no comprobó si estaba vivo, o no cuando rompió la ventana?
-Casi siempre dejaba la puerta abierta de su casa tras habernos peleado por si nos reconciliamos. Y además, David no ronca. -Se seca las lágrimas.
-¿Me vas a dejar por ese cerdo?-pregunta enfadado Timhoty.
-Señor, cuando le pregunte, responderá, ¿me he explicado?-dice Samuel, apretando la mano del marido.
Timothy no dice nada más mientras aguanta el dolor.
-Es cierto, una hora antes de que el vecino de David le hallase muerto, hubo una discusión entre David y usted según sus vecinos.-recuerda Sam mientras con una mano examina las notas tomadas.
Rebeca llora mientras afirma con la cabeza. En ese momento, baja por las escaleras Dick y ve a Sam reunido con la pareja. Se acerca a ellos.
-Disculpa-interviene East.
-¿Qué tienes?-pregunta Samuel.
-He hablado con José y me ha pasado sus notas, parece ser que David tenía problemas de salud desde hace tiempo y se estaba tomando una medicación que le tomó. Pero era muy olvidadizo. Se le olvidaba tomársela. De ahí que pude que le diese el infarto.-conjetura el galeno mirando los papeles que le había dado José.
-¿Usted lo sabía? Lo de su problema cardíaco y su medicación.-pregunta Sam a Rebeca.
-Sí. Algo sí sabía. Aunque David era muy reservado.
-Está bien. Les dejaré marchar porque creemos que David murió por causas naturales, aunque Rebeca. La próxima vez que se eche un amante para dejar al cerdo de su marido, asegúrese de si está sentado en un sillón y durmiendo, esté así. Aunque tendrá que pagar una multa por el cristal que rompió. Iré al banco para que la avisen. Yo que usted me pasaría a pagarla.-dice mientras le devuelve la pelota que rompió el cristal.-Y usted, la próxima vez que pegue a su mujer, acuérdese de mi cara.-amenaza Sam sonriendo a David. Pone expresión seria.-Porque será la última que vea antes de entrar en prisión ¿Me he explicado?
Rebeca asume la multa. Timoty muerto de miedo, afirma con la cabeza. La pareja paga la cuenta y se marchan del saloom asustados. Los pocos clientes que hay también en el local se atemorizan, Samuel pide disculpas. Estando Dick y Sam solos, el segundo le pregunta.
-¿Quieres ir afuera un poco?
-Porque no.-responde Dick.
Estando afuera, sentados cada uno en un barril de tamaño mediano que hay en el porche del saloom de los Holmes, enciende cada uno una pipa de fumar. Dan unas cuantas bocanadas antes de que Dick pregunte, sorprendiéndose.
-¿De verdad pasa esto en algunos casos? ¿Que accidentes e infidelidades se mezclen?
-No lo sabes tú bien.-se ríe.
Dick le imita.
*
Tras ir al banco e informar del golpe en la ventana en la casa del difunto Timothy y el cual tenía que pagar Rebeca, Samuel vuelve a la oficina del sheriff.
Eran casi las siete de la tarde cuando Brad Stevens entra por la puerta de la oficina del sheriff, con una cara de preocupación, viendo a Sam sentado frente a su mesa. Se sienta enfrente del hombre de la autoridad.
-¿Qué pasa?-pregunta, sin haberle mirado.
-¿Qué ocurre? ¿Eres adivino ahora, Sam?-se ríe Brad mientras piensa en Bárbara.
-Puede ser. Pero imagino que tiene algo que ver con tu mujer, ¿no?
-Sí. ¿Has oído rumores de nuestras broncas, verdad? En mi vecindario es de lo poco que se habla.
-Bueno, vuestra relación sentimental comenzó aquí, ¿no? Ya sabes, este es pueblo de los forasteros. Algunos vienen, otros se van. Y otros se conocen y puede surgir algún que otro romance.
-Ya. En fin, hemos roto.
-Lo siento por ti.
-Si pudiera volver atrás en el tiempo y pedir perdón , lo haría.
-¿Y qué has hecho? Si no es indiscreción preguntar.
-Obsesionarme con mi trabajo. Con mis funciones. Estaba muchas veces de un pueblo a otro. De un estado a otro. Y al principio, tras casarnos, la escribía más a menudo. Pero desde hace unos meses para acá, mis funciones me han tenido muy ocupado.
-Ya.
Brad saca una rosa pequeña y se la enseña a Sam.
-Esta fue la primera rosa que le di cuando nos conocimos en el bar de Jack Lemond.
A Stevens se le cae una lágrima y Sam le da una recomendación.
-¿Y por qué no vas a buscarla y se lo dices? Le pides perdón y te vuelves a reconciliar con ella.
-No creo que me perdone.
-Ella aún te quiere, créeme.
Brad se sorprende.
-¿Y tú cómo sabes eso?
-Bueno, hace media hora, o así, la oí decir a otra mujer mayor que ella, seguramente Laura, su madre, que aún sentía algo por ti, aunque os hubieseis peleado mucho.
-¿Y por casualidad no sabrás adónde se dirigían, no? Porque no las encuentro en todo Villa Rocosa.
-Puede que en la estación de ferrocarril. Salí un momento y vi que tomaban esa dirección.
Brad se lleva una alegría de que hubiese una mínima posibilidad de volver con su mujer, que sale de la estancia como alma que lleva el diablo. Sam hace una mueca y dice mientras sonríe para sus adentros.
-De nada.
*
Brad galopando con su caballo a toda prisa por unas llanuras desérticas, donde en medio hay unas vías de ferrocarril. A lo lejos avista un tren de vapor. Hace que el animal corra más. El ferrocaril de color verde apagado no es muy grande. Lo consigue adelantar y se pone en mitad de la vía, a unas cuantas yardas del tren para que le diera tiempo al tren a parar. Se escucha un silbido y el conductor que está viendo a Brad allí plantificado, le maldice.
-¿Está usted loco?
El conductor se baja del tren y Brad le pregunta.
-¿Ha subido en este tren a esta mujer?-pregunta algo nervioso Brad mientras le enseña una foto de Bárbara al maquinista.
El otro lo mira más de cerca y le afirma con la cabeza.
-¿En qué vagón?
-Pregunte al revisor.
Sigue maldiciendo mientras Stevens le da la espalda al conductor. Ve a otros hombres y les pregunta lo mismo. Al final, uno de ellos, al verlo nervioso y un poco sudado, le responde calmadamente.
-Le llevaré hasta donde está.
Pasa un poco de tiempo hasta que Brad se para en el umbral de una puerta. Avista a Bárbara hablando con Laura, su madre. En ese momento, Brad se queda sin palabras cuando su esposa le mira con esos bonitos ojos verdes oscuros de los cuales se enamoró cuando se conocieron. La joven se acaricia su pelo ondulado rubio y le echa una sonrisa dulce a Brad. Está nerviosa dado que entorna sus ojos. Bárbara seguía tan agraciada de rostro como siempre y con la melena al viento. Bien vestida y siente nervios. Laura, con su cabello rubio también y más mayor, se fija en Stevens. Sus ojos verdes oscuros también no puede creérselo. Que el esposo de su hija se cruzara media llanura para, seguramente, hablar con ella.
Se muestra algo sería por lo mal que lo había hecho pasar a Bárbara su marido. Pero se tranquiliza cuando la hija le pide que confíe en ella mientras le acariciaba su brazo. El resto de los pasajeros se levantaron sorprendidos y nerviosos por ver que ocurrirá. Brad se acerca a Bárbara y se arrodilla a la altura de ella. Se quita el sombrero que lleva. Con los nervios a flor de piel, intenta coger un pañuelo y limpiarse el rostro que lo tiene algo sudado. Bárbara le sonríe nerviosa mientras él, titubeando, pronuncia su discurso.
-Sé que la he fastidiado mucho. Sé que soy un poco bruto y que en estos últimos meses no he estado cerca de ti porque me he dedicado mucho a las funciones. Pero hay algo en esta vida que no quiero que pase. Y es perderte.-declara mientras se le cae una lágrima.-Porque desde la primera vez que te vi en ese saloom, me enamoré de ti. De esos bonitos ojos verdes. De tu dulce sonrisa. Y por eso te pido que no me abandones. Porque voy a cambiar por ti. Por nosotros. Te amo, Bárbara. Y quiero formar una familia contigo.
Es en ese momento cuando hace dos trucos de magia delante de ella. Paz se emociona de alegría al ver un anillo hilado a una pequeña rosa.
-¿Te quieres casar conmigo?
Ella se levanta. Él la imita. Bárbara sale al estrecho pasillo y se sonríen. El resto de los pasajeros animan a la pareja a que se besen. Ella, riéndose. Le abraza y él la aúpa. Se besan.
-Sí.
Con alegría, se vuelven abrazar. Los pasajeros gritan de alegría mientras aplauden. Laura, también se emociona y les da la enhorabuena.
Segundo caso.
Mientras Samuel investiga la muerte de David, Edward Richards, junto a su amada Marina Rojas acuden a un funeral. El entierro es de un tal Mitch, amigo íntimo de Edward. Mitch muere, aparantemente de un suicidio tras haberse bebido una botella y media de alcohol en su despacho. Allí, bajo ese sol de justicia, con los distintos sombreros como única protección encima de las cabezas, en el cementerio de Villa Rocosa, Marina conoce a los hijos del difunto (Taylor, Mark y Joe).
-Lo siento.-dicen Edward y Marina a la vez.
Los hermanos se lo agradecen. Taylor es la única mujer entre los hermanos, y la más joven. Tiene el pelo moreno largo y unos ojos claros que gustan a los hombres. Aparte tienes unas facciones medianas y bellas. Joe es el mediano. Barba y pelo moreno, donde ya se le puede ver alguna que otra cana. Apuesto y algo fornido. Mark es el segundo, después de Joe. De aspecto grueso y aunque está triste, pero tiene un rostro amable. El difunto Mitch es el mayor. Calvo, de facciones medianas y gafas de culo de botella. Todos van bien arreglados. Hablan durante un rato sobre cosas vanales. Pero cuando Joe se acuerda también de su difunta madre, que murió por enfermedad, Taylor pone un gesto extraño del cual Edward se percata.
Edward vuelve a decir que lo sentía por la muerte de Mitch. Sobre cosas banales. Tras eso, cansados, todos se separan, cada uno a su casa.
Pasan las horas. En una casa de una sola planta, que parece estar en buen estado. Está en la calle donde Brittany Murphy y Sean viven. La vía está concurrida a esas horas. Ya está casi anocheciendo cuando alguien pega un grito en esa misma morada. Es la vivienda de Joe, y dentro está él muerto. Brittany y Sean van a avisar a Edward de lo sucedido. Un rato después, el ayudante del sheriff, un poco más abrigado porque refresca, entra en el desordenado domicilio descubriendo al hermano de su difunto amigo Mitch, Joe, muerto en el salón. Está un poco apenado.
-¿Estás bien?-pregunta José mientras echa un rápido vistazo al cuerpo, que está boca abajo.
-Sí.
-Oye, ¿Quieres que se ocupe del sheriff?-sugiere José.
-No. Tranquilo. Puedo yo. Ve contándome lo que halles.
En ese momento, Edward interroga a Brittany, a Sean y a su hermano Neil. A Liz y a su marido Wallace, que se quedaron unos días más tras enterarse de que los posibles asesinos de sus amigos Jon y Leisha, habían salido en libertad. Tia y Eric, los criminales que mataron a Jon y a Leisha por su herencia y que dejó irse Edward por falta de pruebas todavía no han pagado por sus delitos. Aparte del miedo que tienen por esos criminales, les gusta Villa Rocosa.
Archie. Kevin Notherland. Nancy y a Sherri. Nancy es una mujer mayor, algo avejentada, pero viste bien. Rubia, de cabello ondulado y algo gruesa. Sherri es una joven gruesa y con gafas de culo de botella. Aunque este un poco gruesa, su rostro es bello y sus facciones son grandes y que podría perfectamente ser la hija de José porque se parecen un poco. Es nueva en el vecindario. Todos aseguran no haber visto al asesino de Joe, pero si haber escuchado dos tiros dentro de la vivienda. José llama a Edward y le comenta, estando al lado del cuerpo.
-He examinado el cuerpo de tu amigo y te puedo decir que murió de un único disparo al torso. Calibre pequeño. Puede que de una Derringer.-conjetura, subiéndose las gafas de culo de botella.
-Gracias.
Al ayudante le extraña no ver a Taylor, ni a Mark.
-Que raro que no estén los hermanos.
-Puede que no se hallan enterado.-añade José.
*
Sam Liverpool ha resuelto ya el caso en el que trabaja. Tras ver a Brad Stevens marchar de la oficina y escribir algunos informes, se marcha a su casa, saludando al sheriff.
Llega la noche. En la oficina del sheriff hay dos personas discutiendo con una tercera. Es decir Taylor y Mark gritando a Edward porque los hermanos exigen respuestas al ayudante. Exigen que se de prisa por resolverlo. El jefe de Edward piden que se calme, dado que las voces se escuchan en toda la estancia pequeña, y puede que algo fuera. Richards les promete que hará lo que sea. Los hermanos se van enfadados. Cansado, y como ve que el sheriff se queda en la oficina, vuelve al escenario del crimen de Joe tras haberse despedido de su jefe. En la morada halla un agujero de bala de calibre pequeño, puede que de una Derringer en una pared, cerca de donde murió el hombre. Edward teoriza sobre que el/los asesinos pudieron errar un tiro y matarlo con el otro. Entonces se acuerda del revólver pequeño que lleva Taylor y piensa por un momento en ella como la asesina. Niega con la cabeza. Sale del escenario y vuelve a su casa, con los pensamientos difusos.
A la mañana siguiente, unos vecinos, en otra morada muy cercana a la de Joe, hallaron a Mark sin vida. Avisan a Edward. El ayudante, habiendo dormido poco y con un poco de sueño, se presenta en el segundo escenario del crimen. La casa está algo desordenada y huele a hedor por el cadáver. También está boca abajo y un único tiro por la espalda. José, echando un primer vistazo al difunto, ve que el agujero de bala también es pequeño. Deduce que puede ser de una Derringer. Mira a Edward. Él también sospecha de Taylor.
-Esta vez el asesino no falló.-conjetura Richards.
Al no ver a Taylor en el pequeño coro de gente que hay, y no ver ninguna prenda, ni objeto de valor suyo, en casa de Mark, dado que vivían juntos, sospecha que se ha fugado. En ese momento, interroga al coro y ninguno la ha visto. Monta en su caballo, teniendo la sensación de que la criminal se va a fugar. Desmonta y va como alma que lleva el diablo a la estación de ferrocarril. Allí, va mirando a cada persona para ver si es Taylor. En ese momento se escucha el sonido de un pitido. El ayudante, respinga y mira en dirección al sonido. Es un tren que se está acercando. Mira de frente y ve cara a cara a la sospechosa. Ella va arreglada y con dos maletas. Taylor deja los objetos en el suelo cuando Edward le enseña las esposas.
-Nunca pensé que fueras tú.-dice él.
La otra se pone nerviosa cuando el ayudante la detiene.
Más tarde, Edward interroga a Archie, a Neil y a Brittany y confirman que habían visto salir a Taylor de la casa de su hermano Mark poco tiempo después de oírse el único disparo que arrebató la vida de Mark.
-Mejor hablé con mi esposo, Edward. Atendió a Taylor esta mañana en el banco. Ella estaba delante de mí.-sugiere Brittany.
-Eso haré.-responde él preocupado.
En el banco de Cienfuegos, Sean le enseña unos papeles a Edawrd y le explica los movimientos bancarios que hizo.
-Parece ser que tu amiga cambió en varias ocasiones las herencias de sus hermanos a una única cuenta. La suya. Mitch había repartido la herencia entre dos de los tres hijos. Taylor quedó fuera.
-Y ella lo quitó poniéndolo en una única cuenta, ¿no?-conjetura Edward serio.
-Eso parece. A veces, en las mejores familias se esconde el mal.
-Ya.
Edward tuerce el morro.
-¿Y qué vas a hacer?
-Mi deber. Conseguir una confesión.-concluye el ayudante.
En ese momento, ve algo que no había descubierto hasta ahora tras revisar un documento que se había llevado del caso del aparente suicidio de Mitch. Y que ahora, Edward está convencido de que no fue tal suicidio. Sino un crimen planificado por Taylor, llevado al suicidio. Él conjetura que Taylor echó toda la culpa de la muerte de su madre a un Mitch borracho y de las desgracias suyas también. Él cogió su revólver de la mesa de escritorio y se quitó la vida. Pero solo es una teoría.
*
Pasa un rato desde que Edward vuelve con los documentos bancarios como prueba. Se sienta en una silla frente a la sospechosa. Frente a una de las pocas amigas junto a sus difuntos hermanos. Le da asco verle la cara.
-¿Por qué? ¿Por qué mataste a tus hermanos?
Taylor se echa a llorar cuando ve los documentos bancarios.
-Porque no me querían dar algo de dinero para pagar una deuda que tenía. Yo solo quería pagarla.-responde, entre lágrima y lágrima que le cae de su cara.
-¿También asesinaste a tu padre, no?
-¿Por qué dices eso?
-Porque no existe tal deuda. Tu padre, al morir tu madre, cambió el testamento porque creyó que algún día un hombre se casaría contigo, e ibas a heredar su dinero. Él solo te usaba para trabajar, ¿no? Lo recuerdo bien. Mitch era un misógino y trató a su esposa como lo que era.
Taylor cambia de expresión. Se pone más enfadada.
-No hables así de mi madre.
-¿Cómo? Ella no se sintió querida por tu padre y por sus hijos. Por eso tuvo un romance secreto con un tendero, ¿no?
-Tú lo has dicho. Hijos.-se ríe la joven, apretando los puños.
-Sí. Esa historia me la contaron tus hermanos. Pero tú sabías que estaban mintiendo el día del entierro de tu padre, ¿verdad? Cuando hablé con vosotros tras el funeral. Me percaté de tu gesto.
-Ellos no la quisieron como yo. Ninguno. Por eso...Por eso...-añade enfurecida Taylor.
-¿Qué pasó, Taylor? ¿Se merecían morir?
La mirada fría de la joven hace que Edward se asuste un poco. Junto aquella malvada sonrisa.
-Desprecios y herencias. De eso va todo, ¿no?
-Mi madre nunca se mereció a ninguno de mi familia. Ni a mis hermanos. Ni a mi padre. Solo a mí. Yo la quise hasta que murió.-ríe, echando un vistazo rápido al suelo. Luego vuelve a mirar a Edward-Tendrías que haberles visto sus caras cuando les apunte con mi Derringer. Era de terror. De arrepentimiento. Pero no se merecían vivir tras haberla hecho sufrir durante mucho su tiempo.
-¿Y a tu padre? ¿Y a ese Mitch borracho que encontraron con una bala en la cabeza? ¿A ese también lo mataste? ¿O solo le echaste en cara la muerte de tu madre?
-Solo tuve que decirle la verdad de lo que era. Y era un cabrón. Al igual que mis hermanos.-añade con rabia Taylor.
-Y eso hizo que un Mitch borracho se suicidara, ¿verdad?