7x06:Crisis de identidad

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Pasa un tiempo desde que resolvieron el caso de Mike.

Es una tarde muy calurosa cuando, en uno de los desfiladeros del Gran Cañón, un grupo de indios montados a caballos, comandados por Simón, Eric y Wes, el padre del difunto Luis. Los indios van todos con el torso al aire y las piernas descubiertas. Lo único que llevan de prendas son los mocasines y una bolsa llena de flechas. En una de las manos llevan los arcos. en plan bandolera. Uno de los navajos, ve que en un rancho sale una niña pequeña llorando mientras corre, sin rumbo fijo. Simon es un hombre delgado y algo fornido. Tez blanca y de facciones medianas. Rubio, con el cabello algo largo. Parece serio, pero en realidad es algo gracioso. Tiene el rostro afeitado. Eric es un hombre de pocas palabras y de expresión ruda. Fornido y casi siempre va con su torso al descubierto. Wes, está demasiado delgado, pero fornido. Desde que su hijo murió hace ya dos años, no sonríe mucho. Desmontan de sus respectivos caballos los tres hombres que comandan al equipo y Wes ordena a Eric que coja a la cría, dado que viene frente a ellos, y en su dirección. La cría es una joven rubia, con el pelo cogido por dos trenzas pequeñas. Facciones grandes y lleva puesto un vestido a rayas manchado de sangre. Tras agarrarla bien fuerte, dado que la niña no deja de patalear, Eric, con la ayuda de Simón, la consigue calmar. Mientras, Wes y el resto de los navajos echan un vistazo a la carnicería que se puede intuir, por el olor a podrido que sale del interior del pequeño rancho. La vivienda es de una sola planta. A la entrada de la morada, Wes y los otros indios, con los arcos en ristre, sin dudar en usarlos si es necesario. Al fondo, en una pequeña cocina, hallan dos cuerpos-un hombre y una mujer, sentados uno frente al otro, asesinados brutalmente.- Wes y los nativos salen de la morada.

-¿Hay más supervivientes?-pregunta Simón, ya con la cría más calmada. Ella le está abrazando a la altura de la cintura.

Wes niega con la cabeza de que no los hay.

La cría mira a los navajos y al hombre blanco. Es por eso que golpea a uno de los indios en la pierna y huyó del grupo. La ven correr muy deprisa, dirigiéndose a la entrada de un desfiladero del Gran Cañón.

-Vamos a necesitar ayuda.-afirma Wes tras suspirar. Mira Simón.

Pasan las horas hasta que Warren, junto a sus ayudantes (Samuel y Edward) y el doctor José Sánchez llegan cabalgando, bajo un sol de justicia, acompañados de unos pocos miembros del grupo que había entrado en la morada de la familia salvajemente asesinada hasta el escenario del crimen. Al entrar allí, los tipos de la autoridad junto al doctor, ven a los padres asesinados en la cocina, sentados uno frente al otro, y tiroteados salvajemente. José echa un primer vistazo con ayuda de Edward a los cuerpos mientras el sheriff y el otro ayudante echan un vistazo por la escena de la masacre y toda la casa. Tanto la madre como el padre han muerto por varios disparos en el torso cada uno. El galeno calcula más o menos la muerte hará entre una hora u hora y media por la descomposición de los cadáveres. Sam y Warren interrogan a toda la expedición, sin tener mucho éxito. Tras eso, vuelven con Edward Richards y el galeno. Filton observa a los difuntos y conjetura sobre uno de los posibles motivos al ver cómo han sido asesinados.

-Lo que se nota en este crimen es la furia por los múltiples disparos al rostro y al torso.

-Sí. Los disparos a bocajarro lo corroboran.-añade José.

-Ya sabemos cómo terminó esto. Ahora hay que saber cuál fue el motivo de esta ira y hallar al responsable, o responsables.

-Pero primero hay que encontrar a la niña.-interviene Samuel Liverpool.

-Cierto. Algo malo pasó...-traga saliva Warren.-Y acabó mucho peor.

En ese momento, aparecen el salón Eric y Simón y comentan que han encontrado a la niña que salió de la casa y la hija de las difuntas víctimas, escondida tras una roca. A todos los tipos de la autoridad, junto al galeno, les parece raro que esté Simón en ese grupo de navajos, dado que Wes no se fía desde hace tiempo de ningún hombre blanco tras haber muerto su hijo Luis, a mano de otro navajo. El motivo por el cual Wes ya no se fía de los caucásicos es porque cree que Warren y sus ayudantes no hicieron mucho por resolver aquel incidente, pero no es verdad. Además, Simón lleva poco tiempo en el pueblo y los navajos no se fían de los recién llegados. Warren y Sam, tras echar un vistazo al primer escenario del crimen, determinan que el objetivo de los criminales fue la familia, enmascarando todo con un robo. Edward halla un collar bajo la mesa donde están sentados los difuntos, al lado de la madre, y lo coge. Eric lo ve y le pide que se lo entregue, que es suyo. Filton le pide que se lo dé. El otro ayudante se lo devuelve a Eric. Pasa un rato hasta que Warren y Samuel los acompañan mientras Edward y José cabalgan con sus respectivos animales al pueblo para avisar al enterrador. Van al encuentro de la niña, que declara que se llama Jenna y está confiando en el sheriff y en los marshalés les cuenta todo lo que pasó. La cría se monta en uno de los caballos, delante de Simón, y le conduce junto al resto al segundo escenario del crimen. Tras desmontar de sus respectivos animales, cerca de otro rancho, que parece, por la puerta principal abierta, como si la hubiesen asaltado, entran con los arcos preparados para disparar. Al no ver amenazas, Wes y los demás nativos, junto a Simón, que se echa a llorar en cuanto reconoce a una de las víctimas muertas, que conocen a los difuntos. Identifican a las víctimas como David y Angelica, y declaran que eran una pareja encantadora. David es un navajo alto y bien vestido. Tiene las facciones grandes y su pelo largo moreno está trenzado. Y es moreno de piel. La dama es una mujer bella de rostro y cabello rubio ondulado. Según Jenna, declara que a la pareja la apuñalan brutalmente, lo cual Wes corrobora, y que el segundo crimen sucedió antes que el primero. La cría al presenciar la matanza de Angélica y David, huye a casa de sus padres, pero el asesino la sigue, matándolos después. Warren pide a la cría que se acuerde con calma del rostro del asesino que vio asesinar a la pareja y después a su familia. Jenna lo hace, recordando al criminal.

Pasa un poco de tiempo. El sol está en lo alto de un valle desértico, cerca de Villa Rocosa cuando Wes, montado en su caballo y desde lejos, ve a dos tipos hablar. Vuelve al pueblo y cabalga hasta la oficina del sheriff. Describe a los dos hombres a Warren y al resto de los hombres de la autoridad. Los marshalés los identifican como Jay y Clint. Este último es un bandido que hace las cosas por dinero. De aspecto físico es un hombre de aspecto moreno, igual que de cabello. Fornido y ojos claros. Clint es un hombre de cabello blanco y mayor. Algo grueso. Todos creen que están aquí por Jenna. En ese momento, Warren tiene un plan, involucrando a Wes y a sus guerreros indios. Llega la noche estrellada, cuando la banda de Jay es avisada por uno de los suyos de que la cría tienen duda de donde poder hallarla, si en la oficina del sheriff, o en la tribu india. Por eso van a ambos sitios, habiendo dos tiroteos. Es una emboscada para los bandoleros, dado que ambos sitios parecen tumbas al no ver a nadie allí. Matan a Clint, que es el último bandido en caer, dado que se refugia en la oficina del sheriff cogiendo a Jenna como rehén. Este está siendo apuntado por Warren y Sam, con sus respectivos revólveres. Está a punto de matar a la cría cuando siente un punzón en el torso que le atraviesa. Wes es el que lo mata, liberando a la niña. Otro truhán asesinado es Clay. Y hay otro que se llama Sergio. Este último es un tipo de aspecto desagradable. Más tarde, Eric, esperando en la oficina del sheriff, se alegra de que Jenna esté bien. En ese momento, Sam y Warren le obligan a que entre en la sala de interrogatorios donde mantienen una dura conversación. El sheriff y su ayudante le muestran las pocas pruebas que tienen contra él, incluyendo el colgante que tiene en el cuello. Al final, siendo presionado, Eric desafía con la mirada a los otros dos y admite que asesinó a Angélica y a David por celos.

-Y la niña lo vio todo. Por eso, mató a sus padres también. Y contrató a la banda de Clint para que fuera a por ella, ¿verdad?-añade Warren.

Eric lo admite, sabiendo que Jenna lo ha identificado como el asesino.

-¿Es curioso el ser humano, verdad? Cuando amamos a alguien siempre deseamos de que esté con nosotros. Pero a veces, la vida no nos da esa satisfacción y emprendemos otros caminos para que ese deseo se haga realidad. Como usted con Angela. Usted era el segundo hombre que la amaba, pero se sintió despechado y emprendió acciones. Acciones que han costado las vidas de muchas personas.-añade Warren.

Eric no dice nada.

Más tarde, Simón se monta en su caballo y ve a Warren frente a él. Hablan un rato sobre Angélica.

-¿La amaba, verdad? Por eso se echó a llorar cuando la vio en la casa, ¿no?-deduce Warren.

Simón lo admite y se va del pueblo, añadiendo una frase.

-Me voy porque ya no me queda nada.

-Es curioso. Tres hombres que amaban a una mujer. Y dos ellos acabaron mal. Uno su protegido póstumo y marido, David. Y el otro, su ejecutor, Eric, que va camino de la horca en estos momentos. Pero, ¿Qué hay del tercero? ¿También acabó mal para él?-pregunta mirando a Simón.

-Sentimentalmente, si.-y sigue cabalgando.

Warren no dice nada. Solo mira como Simón se va trotando de Villa Rocosa.


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