7x13:El rancho de los horrores(parteI)
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Tras los suicidios de Rick y de Dean, y el repentino secuestro del cazarrecompensas Leland Morse, varios vecinos de barrios de la zona del centro de Villa Rocosa abandonaron sus casas y se marcharon del pueblo en seguida. La caída del precio de esas casas bajó mucho de precio.
José Sánchez se despierta tras haber estado un tiempo inconsciente. Mira alrededor y no reconoce el lugar en penumbra donde está. Huele mal y siente un dolor fuerte de cabeza. Aparte siente su grueso cuerpo dolorido y su boca pastosa. Se fija en que está atado de pies y manos en una gruesa columna de madera. Ve que está bocabajo, con la cabeza al ras del suelo, como si fuese un cerdo al cual van a descuartizar. En ese momento, sus ojos color verde oscuro miran a los de su tocayo, José Jiménez, que está sentado en una sucia mesa de madera comiendo huevos fritos. Jiménez es un tipo esbelto y algo fornido. Sus facciones medianas. Calvo y con una mirada fría. Jiménez, al ver al doctor ya despierto, hace una mueca mientras traga un trozo de comida que tiene en la boca.
-Hola, doc.-saluda Jiménez mientras le echa una falsa sonrisa al rehén.
-¡Socorro!-grita el galeno.
5 horas antes.
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Tras hallar el cuerpo sin vida de Leland Morse, brutalmente asesinado en la casa de Chandra Jiménez, y a esta llorando a mares y mareada del golpe en la cabeza que le habían dado antes, uno de los ayudantes sale del escenario del crimen y galopa veloz hasta la casa del sheriff. Un buen rato después, Warren Filton abraza a Chandra, que ha dejado de llorar, pero se la nota destrozada por la muerte de su prometido, y le dice que lo siente. Ella, estando a cuartos contiguos al del escenario del crimen, no dice nada.
Se levanta y se prepara en su pequeña, pero coqueta cocina un vaso de agua. Samuel la acompaña.
Por otra parte, y no lejos de allí, Aisha vuelve de la compra y ve a su jefe dormido en el sofá de un pequeño salón. Deja las bolsas de tela encima de una mesa de madera cuidada en la cocina que hay fondo de la morada y le despierta con amabilidad y a la vez preocupada.
-¿Le ocurre algo, jefe?
-Nada, nada. Anoche tuve trabajo y me he quedado dormido. Lo lamento. comience por el salón.-pide José Sánchez. Bosteza, admirando aquella criada negra y bella.
El doctor se levanta del sofá de un respingo. Coge su reloj de cadena y ve la hora.
-Uh, que tarde. Tengo que irme.-dice el galeno.
-¿No quiere que le prepare algo?-pregunta amablemente Aisha.
-No sé preocupe, gracias. Ya comeré algo en el saloom de Jack Lemond. Usted haga su trabajo. ¿Sabe dónde está cada cosa, no?
-Sí. No sé preocupe. Almorzaré lo que preparé, ¿quiere que le deje cena?
José, ya vestido y algo aseado, niega con la cabeza. Se va de su casa mientras dice "adiós" a su criada. Aisha sonríe mientras reconoce para sí misma que se siente atraída por José Sánchez.
Pasa un cuarto de hora hasta que José Sánchez, estando trabajando en su consulta, revisando documentos, recibe la visita inesperada de Edward pidiéndole su ayuda. Al rato, Warren ve a José entrar por el hall de la morada de Chandra. El doctor, viendo a esa jovencita que la conoce desde que es prácticamente una cría, le da un fuerte abrazo, dándole las condolencias por la muerte de Leland. Tras eso, entra en el cuarto donde está colgado boca abajo el cuerpo del cazarrecompensas. Ambos hombres ven lo más evidente, que puede haber muerto por desangramiento, dado que tiene un corte lateral de punta a punta por la mitad de la cintura, donde se le ve salir algún que otro órgano del cuerpo. Aparte de eso, José detecta un orificio de bala grande en la frente, que puede haber sido hecho por un Colt45 o Smith&Wesson. Se lo comenta al sheriff. Samuel entra en el cuarto, tapándose la nariz por el hedor y comenta a Warren que Chandra fue secuestrada por su padre y otros dos tipos-uno de ellos es Liev, el Marshall que buscaba a Ned, el violador. El otro- no lo consigue identificar porque tenía un saco de tela puesta para que no se le reconociera el rostro.-Liverpool cuenta lo que él y Edward estuvieron investigando anteriormente para que Filton y Sánchez estuvieran al tanto de todo. Samuel sigue contando lo que le dice Chandra en el interrogatorio: Tiempo después, apareció Leland Morse e intentó liberar a su mujer, pero Liev y el otro cómplice de José Jiménez se lo impidieron, noqueando ahora a los dos. Por orden del padre de Chandra, se llevaron a la joven, y la ataron de pies y manos, obligándola a sentarse en un sofá de un cuarto contiguo al del escenario del crimen mientras los criminales torturaban a Leland, matándolo al final. Warren sigue investigando mientras José y Sam bajan con cuidado el cuerpo de la columna. Abren las ventanas del cuarto y ponen al difunto en una camilla de madera, llevándoselo. Entra el poco aire fresco de la calle, refrescando el entorno. Filton limpia con una bayeta de trapo enjuaga en agua la sangre y los restos de órganos del escenario del crimen. Tras eso, sale del cuarto. Pide a Chandra que no entre en la habitación donde se ha producido el crimen. Ella afirma con la cabeza. Justo cuando los hombres de la autoridad se van a marchar de la morada se cruzan con tres personas (dos hombres y una mujer). Chandra avisa a Sam, Warren, Edward y a José para que conozca a sus criados, que llevaban poco tiempo en el pueblo y buscaban trabajo. Los tres no les importó cobrar poco dinero. Por ese motivo, Chandra los contrató. Tanto a los hombres de la ley, como al doctor, les parece sospechoso. Los
tres sirvientes, pese a que tienen la tarde libre porque Chandra les ordenó que querían estar sola tras el trágico suceso, habían decidido pasarse para ver como estaba. Los tres tienen el aspecto de saludable. Chandra se los presenta como Glen, Christina y Michael. El primero de todo es un tipo bastante robusto y de espaldas anchas. fornido como un toro y de estatura media. De facciones grandes y calvo. Su mirada, aparte de intimidatoria, da miedo. No es el tipo de hombre con el cual se mete la gente. Warren, Sam, Edward y José piensan
que él encaja en el cómplice que ayudó a Liev a dejar K.O a Leland y a Chandra. Los otros dos se les nota que son pareja joven (Christina y Michael). Ella es una bella negra, con el pelo largo hasta los hombros rizado. Esbelta y con una media sonrisa que se le pone cuando está nerviosa. Con unos ojos hermosos y tiene las facciones mediana. Él es otra persona de la misma raza que su prometida. Desconfiado y con cara de pocos amigos. Algo fornido. Cabello corto. Los tres criados se les ve algo sucio por haber hecho distintos trabajos de campo en sus respectivas parcelas de madera que tiene tanto Glen, como Christina y Michael en el rancho de Chandra Jiménez, y que la dueña da como gentileza por cuidad de su rancho. Piden permiso a su jefa para poder asearse en sus respectivas casas. Chandra lo concede. Tras irse los sirvientes, les explica a los otros cuatro, que esas pequeñas casas de madera que hay al fondo de su rancho son en las que los criados se hospedan, pagando un mínimo de alquiler. A Filton se le ocurre echar otro vistazo al escenario del crimen mientras sus ayudantes junto al doctor llevan al difunto Morse al cementerio. Chandra, aún apenada y en shock, decide no ir. Los otros cuatro lo entienden perfectamente. Los cinco se separan. La propietaria se va a un cuarto de la segunda planta para dar una pequeña cabezada. Le pide a Warren que cuando acabe de hacer lo que tenga que hacer, cierre la puerta principal. Filton lo comprende. Se despiden en el hall. El sheriff comienza a investigar el escenario del crimen de nuevo por si acaso le ha pasado algo. Un rato después, tras volver a abrir
la ventana de la habitación, se da cuenta que hay un papel que acaba de caer al suelo, debajo de una mesa de porcelana pequeña. Lo coge y ve que es una amenaza escrita con sangre donde está escrito: "los próximos sois vosotros." Piensa para sus adentro que tiene que encontrar a José Jiménez antes de que vuelva a asesinar. Piensa en que José nunca fue buena persona. Había algo en su mirada que no le hacía ser buena persona, ni siquiera cuando era el sheriff de Villa Rocosa y Filton, junto a Liverpool, en aquellos tiempos, solo eran ayudantes.
Aquella época que recuerda Filton, la recuerda un tanto extraña, porque Jiménez empleaba los sobornos, el engaño y la fuerza física para resolver los pocos casos que había en aquel momento en Villa Rocosa. Aquel pueblecito de pocas calles, donde todos se conocían, que se convirtió a día de hoy un lugar en el llamamiento a extraños y transeúntes para hospedarse. Un pueblecito tranquilo se convirtió en el pueblo de los forasteros. Aquellos recuerdos vinieron a la memoria de Filton como un flashback y como vivió aquel cambio junto a su compañero de armas, Samuel Liverpool. Hace ya casi quince años. Se va del rancho de Chandra.
Tras irse del rancho de Chandra, Warren se va a uno de los salooms del pueblo y come algo, aunque se le ha quitado bastante el apetito tras ver a su amigo colgado bocabajo y destripado como un animal. Piensa en enseñarles a sus ayudantes y al doctor la amenaza escrita en papel, en la que se le nota que está empapada en sudor porque Filton lo ha dejado en uno de los bolsillos de la chaqueta demasiado tiempo. Tras engullir menos que nada, se dirige primero a la oficina y pide con amabilidad a Edward que vaya a la consulta de Sánchez y que se apresure a venir. Solo han pasado una hora y diez minutos más o menos desde que regresaron de ayudar enterrar a Leland y Filton terminar de comer hasta que vuelven a ponerse manos a la obra con el caso. Samuel y Edward están famélicos. Y José, que traga el último trozo de carne de vaca que estaba engullendo en un plato en su consulta, cuando entra en la ordenada oficina. Warren les enseña la nota y tres de los cuatro que están ahí, deducen quién puede ser el siguiente. Durante la época en la que José Jiménez era el sheriff de Villa Rocosa, solo tres personas
le conocían muy bien, aparte de su hija. Son Warren, Samuel y su tocayo, el doctor. Los tres siempre sospecharon que cuando él fue la autoridad en el pueblo, la localidad pasó una época oscura. No había casi dinero. Las industrias no funcionaban bien. Había mucho robo de ganado y alguna que otra pelea, casi siempre porque José Jiménez intervenía de algún modo malintencionado. La gente le tenía miedo y a la vez respeto, dado que ahuyentaba a los chacales de la zona. Pero en realidad, lo que estaba haciendo era echar a la competencia para así poder estar dentro
de un negocio clandestino que había de venta y compra de ganado robado. Chandra lo sospechaba, pero no tenía pruebas. En aquella época no era fácil echar a un sheriff de su puesto sin pruebas, y más si tenía a los pocos peces gordos del pueblo en su bolsillo. Durante una investigación que estaban haciendo Warren y Sam por su cuenta al sospechar de su jefe, vieron su nombre en uno de los cuadernos de un contable de poca monta, fueron a por él. José se resistió al interrogatorio de sus ayudantes, marchándose a su casa. A la mañana siguiente. Los jefes del negocio clandestino pidieron a José que llevará a sus ayudantes a la pequeña plaza del pueblo para asesinarlos una vez que supieron por Jiménez que le estaban investigando a él, y posiblemente, dicho trapicheo. El sheriff lo hizo y no le importó ver sufrir a Filton cuando le hirieron de gravedad en aquella emboscada. José Jiménez huyó como un cobarde del pueblo. Aquellos horribles recuerdos que le vinieron a los cuatro hombres como flashbacks en sus respectivas cabezas, hicieron que el asunto de Leland se lo tomasen muy en serio. Decidieron que no pararían hasta que no hallasen a José Jiménez. Los cinco comienzan a teorizar sobre cuál sería el próximo paso de José ¿Matarles a ellos? ¿Matar a Chandra por ser testigo, aunque no viese nada? ¿Y quiénes serían los próximos? ¿José Sánchez, Warren Filton, o Samuel Liverpool? ¿O todos al mismo tiempo? Aquellas preguntas suscitan a los hombres de la sala y Filton propone un plan. Mientras sus ayudantes, tras haber comido algo, van dando un paseo por el pueblo para encontrar a José Jiménez, él volvería al rancho de Chandra para ver si ella sigue bien. El doctor le manda la misión el sheriff
que sea los ojos y los oídos en su consulta, preguntando a los pacientes que fueran, si han visto al ex sheriff de Villa Rocosa, y ahora truhan.
Pasa una media hora más. Warren, en el rancho de Chandra, pregunta a los criados de la dueña, que están limpiando la propiedad de la dueña si saben algo del secuestro. Hay mucha confusión en los tres interrogatorios, que Warren no sabe que creer. No saca nada en claro. Se queda en la propiedad, no fiándose de los criados. Comprueba que Chandra está viva cuando la ve en el segundo piso de la morada, en su cuarto, que parece coqueta, tumbada en una cama, con las cortinas abiertas, dándole bien la luz, aunque ella duerme. El sheriff coge una silla de madera de uno de los
cuartos adyacentes y se sienta en ella, frente a la puerta donde duerme Chandra.
3 horas antes
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José Sánchez ha atendido a su último paciente hace un buen rato y no tiene nada que hacer. Resopla. Da pequeños paseos de un lado a otro del cuarto, bebiendo algo de agua por el calor que hace fuera. Coge una foto antigua, de cuando José Jiménez, Warren, Sam y él eran jóvenes. Frente a una mina que ya no existe desde hace bastante tiempo porque cerró. Se les ve felices. Los recuerdos del doctor viajan al pasado, acordándose de aquella emboscada que les tendió Jiménez a sus ayudantes en la plaza del pueblo. A Warren tiritando de la fiebre que tenía. Y de como él mismo le operaba.
En ese momento, escucha un ruido en la calle y echa un vistazo por una ventana del cuarto que da a un callejón. En ese instante ve a José Jiménez caminar junto a Glen a la misma altura. El doctor se pone en marcha, cerrando la puerta de su consulta y bajando a toda velocidad por las escaleras del saloom de Jack Lemond. No ve al dueño del sitio y sale por la puerta vaivén. Se monta en su caballo, viendo a los otros dos sujetos alejándose de la calle principal. Los sigue con cierta distancia para que no les descubriese. Llegan a un rancho abandonado. Glen y Jiménez desmontan en frente
de unas caballerizas vacías desde hace tiempo. El doctor, espíandoles desde una distancia prudente, se da cuenta que están esperando a un tercero. Pasan unos minutos hasta que un tercer jinete, montado a caballo llega. Es Liev. Desciende de su montura y se reúne con los otros dos, hablando directamente con Jiménez.
-¿Qué pasa?-pregunta Jiménez rascándose la calva.
-Escucha, el caso se acaba de complicar. Parece ser que había otro testigo que me ha identificado por la muerte de Ned y el cuál no he podido saber quien es.
-¿Y? ¿Creías que lo de los testigos era cosa tuya?
-Y así. Maté a esas zorras en ese salom para que no me identificaran. Pero...
-No hay peros.-comenta José chasqueando la lengua.-Veras, te di una orden muy clara. Un trabajo que aún no has completado.
Liev ve moverse en círculos a Glen cerca suyo y siente miedo.
-¿Cómo que no? Maté a Ned para que dejase de chantajearme.
-Lo sé. Pero te ha faltado encontrar a un testigo.-puntualiza José.
-Sabes, me he cansado de esto. Quiero el doble de dinero por haber matado a Ned, y a esas zorras.-Rebate Liev, cabreado.
-Ned era el objetivo. No esas hermanas.
Liev se da cuenta de que algo raro está pasando y le pregunta extrañado.
-¿Cómo sabes que eran hermanas?
El otro no responde. Liev, cansado, amenaza.
-Sabes, ¿o me pagas el doble? ¿O iré al sheriff?
José chasquea otra vez la lengua y harto de que le diese aquel sol matador en su calva, mira con frialdad a Liev, respondiendo.
-De acuerdo. Te pagaré. ¿Cuánto?
-Unos seiscientos más.
-Muy bien. Glen, pagale.
Liev no tiene tiempo de reaccionar cuando una palma de una mano grande le tapa la nariz y la boca, asfixiándolo. Liev lucha por quitársela, pero es inútil. Intenta gritar, pero sus chillidos son en vano, dado que se ahoga con su propia respiración. Con la otra mano, Glen le obliga a arrodillarse y le rompe el cuello. Liev cae sin vida al suelo. Ambos asesinos escuchan el relincho de un caballo y piensan que hay un testigo. Desenfundan sus revólveres. El doctor comienza a correr sin rumbo fijo, dejando allí a su propio animal. Recorre poca distancia, con el corazón en un puño y sintiendo que le falta el aire, cuando ve una menuda figura, algo fornida y que lleva un calzado pequeño, asestándole con la culata de un Winchester en la frente. El galeno cae inconsciente al suelo.
1 hora antes
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Tim Houston llega a la consulta de José Sánchez porque tiene cita con él y ve que toda la habitación está desordenada. Asustado, sale corriendo para avisar a la autoridad. Warren, Sam y Edward llegan al poco tiempo tras no descubrir ninguna pista del paradero de José Jiménez. Los tres analizan el cuarto desorganizado y con algunos trastos esparcidos por el suelo. Descubren una nota escrita con sangre donde se menciona que tienen secuestrado al doctor del pueblo. A cambio, quieren a Warren. Los tres les da muy mala pinta esto y no quieren pensar en cómo va a acabar. Interrogan a Tim ya los pocos testigos que hay en el
local. Ninguno ha visto nada. Se preguntan los tipos de la autoridad el por qué Jiménez querrá a Filton. En ese momento, un ciudadano les avisa de que hay otro cadáver en un rancho abandonado a las afueras del pueblo. Sin más, montan en sus caballos y cabalgaron hasta allí. Tardan un rato hasta llegar al escenario del crimen donde los tres ven a Wes, el padre del difunto Luis, montado a caballo frente a un cuerpo sin vida. El navajo, algo delgado, parece pura fibra, y con pocas prendas, llevando el torso fibroso al descubierto y una pluma sujeta al pelo para que le sujetase su melena larga morena, les indica con una mano que se acerquen. Los otros tres lo hacen y Sam y Edward reconocen al difunto. Se lo presentan a Warren.
-Sheriff, este es Liev. Liev, Warren. Este es el Marshall que conocía a Ned, el violador.
-Y puede que él matase a ese hombre, a las hermanas testigos, ¿Kristi y Stephanie, no?-conjetura Warren.
-Así es.
-Y tras eso, puede que ayuda a José Jiménez y junto a otro hombre, noquearon a Chandra y torturaron a Leland.-sigue conjeturando Filton.
-¿Y por qué le mataron?-pregunta Edward.
-O bien porque ya no le era prescindible. O bien por avaricia.
-¿Crees que fue Jiménez?-pregunta Samuel viendo al difunto Marshall.
-Investigáis tres muertes sin ninguna relación salvo que Leland y Liev conocían al primer sujeto fallecido, Ned. Luego, horas más tarde, allanan la propiedad de Leland y Chandra, torturándome a él con mucha saña. Mandan un primer mensaje escrito con sangre. Y después secuestran doctor, enviando una segunda amenaza y quieren hacer un intercambio, doc por mí. Muy bien, hay que averiguar cuántos miembros ha contratado Jiménez esta vez.
-Disculpad.-interviene Wes.-Yo vi lo que pasó. Vi al asesino de Liev y quien ha secuestrado a José.
-¿Sabes quién ha secuestrado a doc?-pregunta Filton sorprendido.
-Sí. Es más, os puedo describir a los culpables. Y el crimen de Liev es más o menos como ha descrito Warren. Oí una discusión a lo lejos, me acerqué y vi que era ese José Jiménez discutir con ese de ahí.-comenta, señalando a Liev.-había otros dos hombres. Uno de ellos estaba con Jiménez y fue el que asesinó a ese hombre.
Wes describe a ambos sujetos. Uno de ellos es Glen, el que asesinó a Liev rompiéndole el cuello y el otro fue Michael, el secuestrador de José Sánchez. Ambos son criados de Chandra. El sheriff le explica la situación y el navajo está dispuesto a ayudar a encontrar al doctor, dado que le cae bien.
Por otra parte, Jiménez, en el rancho abandonado, ve a José despertarse. Tras gritar, pidiendo auxilio el doctor, el tocayo se levanta cogiendo una navaja ensangrentada clavada en una columna de madera vieja con la que mató violentamente a Leland Morse. El doctor, ya mareado porque el sudor que tiene en la frente le pica y no puede rascarse, conjetura en alto.
-Fuiste tú y tu cómplice Glen quien os habéis cargado a Liev. Os he visto y juro por Dios que si salgo de esta iré a...
Su tocayo se ríe y luego le replica.
-¿Al sheriff? Tú no vas a confesar porque no vas a salir de esta. A no ser que Warren Filton se entregue voluntariamente.
-¿Por qué?
-¿Por qué? ¿Por qué? Por su culpa y la mi otro ayudante me investigaban por esos negocios.
-Pero tú le condujiste hasta una trampa, matando casi a Filton.
-Y ojalá hubiese muerto. Por eso quiero terminar lo que he empezado.
-¿Por qué asesinaste a Leland?
-Él me andaba buscando. Y además, no me gustaba para mi hija.
Jiménez coge la navaja y la observa detenidamente con sus ojos verdes claros. Se acerca a la punta afilada y chupa la sangre seca que hay en ella. El galeno aparta la vista. El hombre calvo mira fijamente a su tocayo atado boca abajo.
-Por tu bien, espero que aparezca Warren.-amenaza mientras hace una mueca.