8x01:El rancho de los horrores (Parte II)

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Pasan las horas y siguen sin tener ninguna pista del paradero de donde tiene José Jiménez retenido a José Sánchez. Está oscureciendo cuando Aisha llega corriendo a la oficina del sheriff, preocupada. Ve al sheriff sentado en su silla, mandando a sus dos ayudantes (Samuel Liverpool y Edward Richards) tareas relacionadas con el secuestro.

Los otros dos salen, saludando a la criada del doctor. No se paran a hablar con ella porque tienen prisa. La joven lo entiende. Aisha, algo nerviosa, pregunta a Warren cómo va la investigación. Filton le asegura que va a hacer todo lo posible para encontrarle. Aisha se derrumba emocionalmente y llora. Filton la abraza, consolándola.

Por otro lado, el alcalde de Villa Rocosa, David Lee, que está paseando por su zona, cerca de su oficina, descansando un poco de estar tanto tiempo metido en su despacho, cuando ve un pasquín de José Jiménez colgado en un poste de madera. Sus ojos marrones observa el rostro de ese malnacido y no puede evitar el no hacer nada. En ese momento, se cruza con el juez Carmen y Larry. El primero está un poco más avejentado por la escasa barba blanca que se le ve, pero aparte de eso, sigue estando en forma. El otro sin embargo ha cogido unos cuantos kilos, quedando apretado el traje que lleva. Larry lo quiere disimular, pero se le nota algo los kilos que ha cogido. Los tres deciden ayudar a los hombres de la autoridad al ver el dibujo de José Jiménez y rescatar al doctor. El sentimiento es mutuo porque los tres saben que Jiménez es un peligroso pistolero que no duda en matar a la gente cuando ya no los necesita. Le conocen por las noticias de los periódicos y porque Larry y Carmen han investigado algún que otro caso en otro estado.

Pasa el tiempo. Ya es de noche. Chandra Jiménez, que le rugen las tripas porque tiene hambre, baja de su dormitorio a la cocina. No escuchó sonido alguno en el resto de la morada. Llama

a gritos a sus tres criados: Glen, Christina y Michael. Nadie responde. Le resulta extraño. Ve algo de comida encima de una mesa del fogón y le resulta raro. Es coliflor. Va a coger un cuchillo para prepararse algo con esa pella cuando de repente vino la esbelta y agraciada Christina y la coge de entre las manos de su dueña. Chandra le pregunta y la joven negra continúa paseándose por el lugar, dirigiéndose hacia una pequeña despensa que hay al fondo de la habitación. Chandra sospecha de ella porque no le responde cuando está la llama insistentemente. En ese momento, la dueña ve que su criada juega con un revólver pequeño en una mano dorada. Traga saliva de miedo y piensa qué demonios pasa aquí. Christina sale de la casa con una bolsa de lana algo deshilachada y de color marrón. Chandra, al ver a Christina alejarse de la morada, decide gritar a los cuatro vientos que "está despedida". La otra no le hace caso.

Más tarde, tras haberse tomado David, Larry y Carmen unas cervezas, con una buena cena en un saloom, van a la oficina del sheriff para hablar con Warren y Edward, tomando la decisión de rescatar a José Sánchez, pese a lo cansados que están. Filton se lo agradece, pero les aconseja que hoy no puedan hacer nada, que es muy tarde, y los cinco están muy cansados del día que han tenido. En ese momento, llega Chandra al lugar, algo cansada y les comenta a todos los presentes el comportamiento sospechoso de su criada Christina. Warren la pregunta si su criada tenía armas de fuego en su poder.

Chandra responde que sí, una Derringer. Filton deduce en ese momento todo lo que pudo haber pasado en este caso. Lo expone. Tanto Christina, como su novio Michael y Glen han estado jugando con la autoridad.

Ellos tres junto a Liev fueron pagados por José Jiménez para encontrar a Leland por una parte, y por otra, para espiar a Chandra. Una vez que Leland fue a la casa para encontrarse con Chandra, le noquearon y le mataron. Asesinaron también a Liev, según la declaración del navajo Wes, porque él estaba chantajeándolos, y seguramente pidió más dinero. Y seguramente, secuestraron al doctor José Sánchez para tender una trampa a Filton y a Liverpool. Tras esa teoría, sin coexistencia por falta de pruebas, Warren pide por una parte a Chandra, registrar las casas de sus criados y por otro ver el cuerpo de Leland. Sin más, el pequeño coro se dispersa, saliendo el sheriff primero de la oficina, camino del cementerio, que es donde está enterrado Leland Morse. Primero va a examinar los cortes que tiene la víctima, aparte del que le hicieron de arriba a abajo, que fue el que le hizo desangrarse del todo. Se fija en que tiene unos cuantos cortes más por todo el torso desnudo, hecho por otro cuchillo, tal vez más pequeño. No ve nada más. Se lo agradece al enterrador ayudándole a enterrar a Leland de nuevo. Del cementerio, algo cansado, pero sin poder parar porque la vida de un amigo corre peligro, vuelve al rancho de Chandra. Ella le acompaña hasta las casas de madera de los criados. Filton, con ayuda de la joven, comienza a buscar entre las pertenencias de los criados, sin ellos estar presente, hallando ella una navaja, de tamaño pequeño, con la punta ensangrentada. Chandra se asusta y piensa en que había tenido a los culpables frente a ella todo este tiempo. Llora un momento. El sheriff la consuela un rato. Famélicos y cansados, deciden descansar cada uno en su casa cuando ambas personas escuchan voces fuera, en la intemperie, en la entrada del rancho. Warren, junto a Chandra, va a comprobarlo con cautela. El hombre de la placa va con su revólver en ristre. Al ver que son Larry y David Lee, junto a los ayudantes del sheriff (Sam y Edward). Los cuatro informan al sheriff y a la esposa del caza recompensas que han visto a la pareja dirigirse a un rancho abandonado, no lejos de Villa Rocosa. Filton y Chandra les cuentan también sus pesquisas y deducen que José Jiménez y Michael, con ayuda de Glen, torturaron a Leland Morse hasta el final hasta matarle. Cansados, dado que ya es muy tarde, los hombres de la autoridad deciden junto a Chandra, que ha decidido ir pese a las contradicciones del sheriff y de los ayudantes, cabalgar hasta ese lugar desolado, que es donde posiblemente esté Michael y Christina. Edward vuelve cabalgando a la oficina del sheriff para hacer guardia. David Lee y Larry vuelven cada uno a su casa. Estando en el rancho abandonado, Sam y Warren desmontan y deciden ir a echar un vistazo, pidiéndole a la mujer que se quedase con los animales. Los dos hombres de la autoridad entran en dicho rancho abandonado, que es pequeño y huele fatal, tras oír voces en su interior. El lugar no tiene apenas iluminación, se guían por la luz que da la luna. Sin percatarse, Warren y Sam son secuestrados cuando ambos hombres reciben un culatazo cada uno en la nuca. Pasan las horas hasta que llega el amanecer. José Jiménez les despierta chasqueando los dedos a Warren y a Sam. Filton se fija en que está atado de manos con una cuerda gruesa, igual que Sam. Ambos hombres están sentados y sienten un dolor de cabeza por el golpe asestado hace horas, aparte de la boca pastosa. Ambos tipos de la autoridad se ven colgados boca abajo, igual que estaba Leland Morse, a José Sánchez. Este último se despierta, aún con dolor de cabeza y mareado.

-Hola, chicos ¿Por qué habéis tardado tanto?-bromea Sánchez.

-Hola, doc. Te sacaremos de aquí.-asegura Filton.

En ese momento, Jiménez se interpone en el campo de visión entre los tipos de la autoridad y el doctor. Se arrodilla. El secuestrador corta un trozo de manzana con la navaja ensangrentada con la cual destripó a Leland, y se lo mete en la boca. Comienza a decir.

-Tranquilos, ya está lavada.-dice, enseñándoles la punta afilada limpia. Sonríe falsamente.

-¿Por qué mataste a Leland? ¿Fue por perseguirte? ¿O por qué supiste que se acostaba con tu hija?-pregunta Warren.

-Porque sabía que estaba yendo a por mí. Así que decidí formar una pequeña banda y vigilar a la única persona a la cual amó ese caza recompensas. Mi hija.

Jiménez presenta al resto de la banda a Warren y a Sam. Uno de los tipos de la autoridad responde con gracia.

-Ya los conocemos. Les hemos interrogado. Y sabes una cosa.-asegura Warren con una sonrisa falsa.

-¿Qué?-pregunta José Jiménez mientras mastica otro trozo de fruta.

-Que esto se acaba aquí, y ahora.

El otro ríe, contagiando a los de su banda. Pero el único, aparte de José que sonríe es Glen, que está frente a Sam de pie. Mira a Warren, desafiando con la mirada.

-Vaya, vaya. Nos volvemos a encontrar ¿Por qué tuvisteis que hacerlo? Tenía un buen negocio con aquellos tipos y tú me perseguiste. Hiciste que me acusaron de ladrón. De cómplice de varios robos.

-¿Y no os lo que era? Tú permitiste, entre otras cosas que aquellos truhanes roban reses de gente de este pueblo. Permitiste que granjeros honrados muriesen de hambre, o a manos de esos tipos sin que hicieras nada al respecto. Todo porque querías una parte de ese dinero que había en el negocio.

-Debí matarte en aquella fuente antes de irme de Villa Rocosa.-sentencia Jiménez a Filton.

Hay un duelo de miradas entre José, Sam y Warren. En ese momento, Jiménez aprieta el gatillo de su revólver, hiriendo en la pierna a Sam. El ayudante aúlla de dolor.

-Hijo de puta.-grita Sam.

Warren se tira a por José, tirándole al suelo. Forcejean, consiguiendo el sheriff coger el revólver de su enemigo. Jiménez huye y Warren tira a matar a Glen. Este último cae sin vida al suelo. Michael y Christina disparan a ambos rehenes, errando el tiro. Se esconden tras una mesa.

Filton le pregunta a su compañero mientras le intenta desatar.

-¿Estás bien? ¿Es grave?

-No, sobreviviré.-contesta Sam mientras Warren le hace un torniquete en la herida con un trapo sucio. Intenta aguantar el dolor.

No consiguiéndole desatar, el sheriff le dice a su compañero.

-Vale, quédate aquí. Y mantén la presión.-asegura Warren.

Sam asiente con la cabeza. Warren coge el revólver de Glen también y se asegura que estuviesen ambos cargados. Va en dirección a la mesa, guiándose por los rayos que entran a través de las finas paredes de madera. Avista a Christina con un cuchillo, dirigirse a José, con intención de matarlo.

Le da el alto. La joven negra no hace caso y va con ira hacia el doctor. Warren dispara dos veces, gastándole una de los revólveres. Christina cae muerta al suelo. Tira el revólver de Glen. Antes de que pudiese comprobar el tambor del otro revólver, es cogido por sorpresa por Michael. El negro

le apunta con un revólver en la sien y le ordena que tire el arma. Warren lo hace, enfrente de Sam.

-No lo hagas chico. Será mejor que te rindas.-asegura Filton mirando al sospechoso.

-¡Cállate! ¡Has matado a mi mujer!-grita Michael, mirando con frustración el cuerpo sin vida de su joven amada.

-Lo sé. Le di el alto y no sé rindió.

En ese momento, Warren le da un golpe en el torso, liberándose de él. Sam coge el revólver y mata a Michael. Por otra parte, José Jiménez está a punto de subirse a su caballo cuando nota la presencia de dos cañones de una escopeta apuntándole en la cara. Jiménez baja de la montura y ve que es Chandra.

Pone las manos en alto y dice.

-Hija. Soy tu padre.

-Y un asesino. Y has matado a mi marido.

Y sin más, la joven aprieta el gatillo, destrozándole el rostro a su padre. Warren, Sam y José Sánchez salen de aquel asqueroso rancho y el sheriff sonríe al ver que Chandra está bien. Los tres hombres están cansados, heridos y tienen ganas de dormir un poco. Piensan que todo en relación al asunto de José Jiménez ha finalizado.


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