8x03:El protector

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Pasa el tiempo desde que resuelven los dos casos.

Hace un calor infernal cuando una mosca se acerca a un rancho de tamaño mediano, donde huele mal. Cerca de allí, el insecto se posa en un cuerpo sin vida.

Aisha, tras ser testigo de un crimen, fijándose de nuevo en el cuerpo. Grita, saliendo de allí como alma que lleva el diablo. Está en shock, aterrada. Un poco después de que ella fuera alertar a Warren, a Edward y a Sam de lo sucedido, los cuatro van al escenario del crimen, entrando en el lugar. Parece abandonado, de ahí a que dejasen el cuerpo, o no se molestase en moverlo, es la primera deducción de Filton. Este ordena a uno de sus ayudantes que avisasen a José Sánchez y echase un primer vistazo al cadáver, que según la llegada de los insectos, ya lleva horas muerto por la descomposición. El difunto es un hombre joven, apuesto, atractivo para las mujeres. Con la cara afeitada y tiene sus facciones medianas. Cabello moreno, que parecía cuidarlo y algo fornido. Según la putrefacción lleva horas muerto. Warren y Sam interrogan a Aisha, viéndola asustada y con su precioso vestido manchado de sudor. Ella asegura que no lo conocía, pero puede identificar al gun-man que lo hizo.

Ella ve el cuerpo de aquel hombre sin vida, siendo la única testigo del crimen. A lo lejos, los tres ven volver a Edward y llegar a José. Estos últimos se reúnen con los demás. José y Aisha se abrazan y el doctor le pregunta si está bien. La criada afirma con la cabeza mientras se seca una lágrima. El médico la tranquiliza. Warren pide al galeno que eche un primer vistazo al cadáver. Sánchez lo hace. Aisha se retira un poco, no yéndose de allí por si los tipos de la autoridad tienen más preguntas.

Warren, Edward y Sam analizan el escenario, hallando el sheriff un rastro de sangre cerca de la víctima.

-¡Eh!, mirad esto.-advierte Warren.

Los otros dos siguen la mirada del sheriff y Filton comienza a deducir.

-El desconocido debió de acabar de morir ahí.-dice, señalando al difunto.-Pero hay un rastro de sangre que sugiere que le dispararon en otra parte, como ha declarado Aisha. Ella asegura que le dispararon a pocas yardas, tal vez en la entrada del patio delantero, o quizás dos calles más abajo.

-Sí, pero según Aisha, el desconocido y su asesino, comenzaron una disputa dos calles más abajo.-aclara Sam Liverpool.

-Muy bien, sabemos dónde acabó muerto. Ahora encontremos el origen de ese rastro.

En ese momento, se acerca un hombre desconocido al grupo, parece que ha dejado el caballo donde los demás animales y se apresuró a hablar con los tipos de la autoridades. El tipo que viene con andares ligeros y deprisa es un hombre mayor, de unos treinta y muchos años, como Sam, algo fornido, con el pelo rizado, moreno y barba de hace semanas bien cuidada. Habla con Sam y le dice que se llama Rodolfo. Se identifica como Marshall y examina de lejos, presuponiendo quién es la víctima. Se lo cuenta a Liverpool.

Warren se une a la conversación, no dejando de mirar el rastro de sangre. Rodolfo añade que el difunto se llama S.W y es un pistolero a sueldo. Filton lo está escuchando vagamente al ver aparecer a Kevin Notherland y a John Kruger allí.

-Disculpad.-dice Warren, pasando por medio de Rodolfo y de Sam.

Rodolfo se queda alucinando.

-Él es así.-añade Sam, con una sonrisa forzada.

Warren sigue caminando, llevando tras de sí a John, a Aisha y a Kevin. Vuelven adonde está José y la víctima. Sánchez le dice que el desconocido muere de un tiro, posiblemente de un forcejeo, dado que tiene cortes en ambos brazos. Aisha afirma que si vio una pelea. Filton, con tanta información en la cabeza, pide a Aisha, a John y a Kevin que les siga. Rodolfo y Sam también se apuntan a esa búsqueda. José, viendo al grupo alejarse, se queja en alto para que el sheriff lo escuche.

-Genial, y yo me quedo con el muerto ¿Y quién me ayuda a transportarlo al carro?

-Edward lo hará.-responde Warren de espaldas al médico y cruzándose con su otro ayudante.

El otro lo afirma.

El grupo va adonde se dirige Warren. Estando en la entrada del rancho, Warren y Sam, percatándose los primeros en ver la sangre, siguen el rastro.

-La discusión acalorada fue ahí abajo, ¿no Aisha?-pregunta Warren.

-Sí. Por ahí.-contesta ella más calmada.

Cuando llegan al origen de la sangre, se fijan en que es una casa abandonada desde hace tiempo, pero sin embargo había un billete manchado con sangre y un puñal en el suelo. Filton lo coge y se lo enseña al grupo.

-¿Queréis participar en un pequeño experimento?-sonríe Warren, mirando a John y a Kevin.

Los otros dos se animan. Filton continúa indagando.

-¿Y tú, Aisha, dónde estabas en el momento en que ocurrió la acalorada disputa?

-Aquí escondida. Tras ese carromato.-responde la criada del doctor, señalando a un carruaje que ya no está. A pocos metros de la casa.

-¿Quién quiere ser el asesino, y quién la víctima?-pregunta, mirando a los participantes.

-Je, me encanta este juego. Venga, yo seré el asesino.-dice John, levantando el brazo.

Ambos hombres se colocan en la misma posición que el asesino y la víctima e imitan, siguiendo lo que vio Aisha, lo que hicieron. Rodolfo se queja.

-¿Y esto nos va a servir para?-dice en un tono gracioso.

-Paciencia. A veces recrear lo que hicieron en última estancia la víctima, en este caso, la víctima y el asesino, teniendo a una testigo, puede decirnos el por qué, el quién y el cómo murió.-asegura Filton.

Sam muestra una sonrisa falsa a Rodolfo.

Aisha asegura cuando John imita que saca su revólver y tira a matar a Kevin, donde estaba escondida en el momento del disparo. Dice que vio al asesino perfectamente desde donde se hallaba. Él estaba herido. John y Kevin recuerdan esa parte porque han seguido al pie de la letra lo que decía Aisha. Ella se lo describe a los de la autoridad.

-Muy bien, caballeros. Gracias por la participación. Ya pueden volver a sus labores.- dice Warren.

-Nos dirá quién le mató, ¿no?-pregunta John.

-Sí, seguro. Gracias.

Kevin, John y Aisha se van de la calle. Rodolfo, con un tono irónico, pregunta.

Bien, ¿y este juego, de qué nos ha servido?

-Experimento, no juego.

Rodolfo mira con los ojos en blanco al cielo.

-Sabemos Cuatro cosas: El por qué. Aisha escuchó hablar de dinero.; El cómo. S.W murió de un disparo.; El dónde ocurrió. La casa abandonada.; Y que al asesino también le apuñalaron, antes de que éste hiriera de gravedad a S.W.

-¿Y quieres entrar en ella?-pregunta Sam.

-No. Vamos a entrar en ella.-asegura Warren.

Por otro lado, Megalyn y Jessica llegan a la casa del alcalde David Lee. El aspecto físico de ambas mujeres jóvenes negras son atractivas y bellas de rostro. Megalyn tiene las facciones medianas y su pelo largo, a la altura de los hombros, como su pariente, es ondulado y moreno. Sus facciones son medianas. Más alta de estatura que Jessica. Y unos ojos negros que enamoran a cualquier hombre. Jessica es más pequeña de edad que Megalyn, aunque parece de la misma edad que su hermana. Tiene el pelo liso en una cola de caballo y uno de los defectos que tiene es morderse las uñas y le gusta mucho ponerse cosas ajustada. Ambas son delgadas y llevan unos conjuntos que las hacen lucir bien. Entran en una casa de dos plantas, bien cuidada y esperan en el hall. Megalyn pregunta en voz alta al no ver a nadie en los alrededores "¡Hola, ¿hay alguien?". Ambas sujetan una de las maletas de un pesado equipaje en ese momento. Deciden subir unas escaleras, con su bagaje en mano, al piso de arriba. Están cansadas y algo deshidratadas. Cuando llegan arriba, escuchan silbar a alguien y van hacia la voz. Se paran en el umbral de una puerta, donde entra una potente luz de afuera, que está de espaldas al hombre que escribe documentos, sentado frente a una mesa.

-¿Hola?¿Es usted David Lee?-pregunta con precaución Megalyn.

-Sí, ¿Y ustedes son las hermanas Cabrera?-pregunta David Lee, levantándose de su silla.

-Sí. Yo me llamo Megalyn. Y ella es mi hermana Jessica.-se presenta la otra.

Jessica saluda tímidamente. David Lee va hacia ellas y les hace un recorrido por toda su casa tras decirle en qué cuarto deben dejar su equipaje. A las hermanas les encanta el lugar y piensan en hacer todo lo posible, trabajando mucho, para quedarse hospedadas allí. Jessica pregunta curiosa.

-¿Y vive aquí solo?-pregunta mientras se muerde las uñas.

-Sí. Por ahora. A ver si el año que viene, invito a mi mujer y a mi hija a que pasen aquí una temporada.

-¿Y qué...?-va a preguntar Jessica cuando Megalyn le da un codazo y después mira a David.

Él carraspea.

-Sí. Estoy separado.-comenta David Lee.

-Disculpe a mi hermana. A veces es algo curioso.-dice Megalyn.

-No pasa nada. En fin, prepárense y una de las dos tendrá que venir conmigo para ayudarme con la compra.-ordena amablemente David Lee.

-Lo haré yo, si a mi hermana no le importa. -Se anima Jessica.

-No, para nada.

Las hermanas y el alcalde se separan en el pasillo de abajo. Las mujeres se van a cambiar de ropa. Un rato después, Jessica y David Lee se marchan de la casa, quedándote algo intranquilo porque es la primera vez que deja su casa abierta y sin estar él. Los dos se montan en un carruaje y el alcalde lo lleva. Ambos salen del rancho, marchándose al pueblo, que está a pocas yardas. Pasa un rato. Megalyn está sola, limpiando las habitaciones por orden de David Lee cuando escucha un ruido en el piso de abajo.

-¿Hola?-pregunta la negra con temor.

El sonido se acrecienta y se va acercando a la joven sirvienta. Megalyn se asusta al ver a una persona herida y armada con un revólver yendo a por ella. La joven grita. Más tarde, Jessica y David Lee, al no encontrar a Megalyn en la mansión y ver gotas de sangre que suben al segundo piso y un trapo sucio en cual había sido vertido algún somnífero, ambos vuelven al pueblo para denunciar la desaparición. David Lee se lleva el paño como prueba de color blanco. Allí, el sheriff, sus ayudantes y el Marshall les escuchan con atención.

Tras testimoniar el alcalde y la hermana de la desaparecida lo ocurrido, Warren les pide que se tranquilicen y que hagan todo lo posible por encontrar a Megalyn. Filton se queda con el pañuelo. Ambos testigos se van, preocupados, más ella. En ese momento, Rodolfo intuye que el pañuelo puede ser de S.W, el asesino apuñalado. Les habla a los demás de S.W, que trabaja para un tipo español llamado Manuel. En ese momento, llega un tipo que se identifica como Iván y pide hablar con el sheriff, tras bajarse de su caballo y entrar en la oficina. Warren, Sam, Edward y Rodolfo escuchan con atención la información que sabe Iván sobre Manuel. Iván es un tipo algo grueso, y con barba de hace pocas semanas. Ronda los veinte y pocos. (Manuel era un traficante de esclavos y hace pocas semanas se llevó a una joven llamada Priscilla con ayuda de S.W y un tal Rhys, llevándola a América para vendérsela algún indeseable.) Los cinco piensan en quién pudo matar a S.W. En ese momento, entran en la oficina el juez Carlos y Larry Cummings para aportar pruebas por haber sido testigos. Ambos, aparte de Aisha, vieron como Rhys disparó a S.W tras haber sido herido de gravedad el primero y haber discutido de dinero. Les describen todo el suceso, tal y como Aisha hizo. Los tipos de la autoridad se lo creen y se van de la oficina de la autoridad con Carlos y Larry. Más tarde, por las calles de Villa Rocosa, los hombres de la autoridad, gracias a cinco vecinos que vieron algo raro antes, pudieron encontrar a ese Rhys en un saloom. Él está, pero Megalyn no. Piensan que ya lo tendría Manuel. Warren, Iván, Rodolfo y Sam se acercan a la barra, donde está sentado el sospechoso herido en el torso, quejándose de dolor. Rhys es un hombre joven y caucásico. Barbudo y de melena negra, hasta los hombros. Vestimenta andrajosa. Le detienen en frente del dueño y de los pocos clientes que hay. Se lo llevan a la oficina del sheriff y le someten a un rudo interrogatorio. Rhys confiesa que mató a S.W por el dinero que Manuel les dio a cambio de traerle a Priscilla. También lo del secuestro de Megalyn y confiesa donde retiene Manuel a las mujeres. Rhys suplica que le cure la herida que le hizo S.W.

Por otra parte, en un sótano, debajo de un rancho abandonado, lejos de Villa Rocosa, Megalyn tranquiliza a la joven Priscilla. El lugar está oscuro y huele a orina. Priscilla es una joven de no menos de veinte años. Tiene coletas. Caucásica y se le nota aterrada por la situación. Tiene miedo. De facciones medianas y agraciada de rostro. Menuda. Ella se mira el vestido y ve que se ha meado. Aprieta la mano de Megalyn. Ella la mira y le dice que no ocurre nada. Ya se conocen un poco. La tranquiliza al ver la mancha en su vestido,

que ya comienza a oler bastante mal. En ese momento, se escuchan ruidos arriba del sótano. Ambas mujeres, atadas a una misma columna de manos y pies se asustan. Ven una luz y cierran los ojos por miedo a que el secuestrador las hiciese más daño. Pero en ese momento, Warren y Sam, las ayudan, desatándoles las cuerdas. Los rehenes suben y ven junto a los tipos de la autoridad al secuestrador llamado Manuel y a un hombre negro que es su cómplice. El primero es un hombre de unos cuarenta años, con una barba acicalada morena, igual que su cabello y bien vestido. El segundo es un tipo delgado y algo fornido. Pelo afro y parece limpio por el traje que lleva. Los tipos de la autoridad los separa tras haber sacado de allí a los rehenes. El lugar es amplio y cómodo, al contrario que el sótano. Manuel no confiesa nada tras un duro interrogatorio que le hacen Warren, Sam, Iván y Rodolfo, mostrándole la confesión de Rhys. Pero Harold, el tipo negro, confiesa, inculpándole de todo. Más tarde, Iván, Rodolfo y Priscilla se despiden del sheriff y de sus ayudantes, agradeciéndoles el rescate de Priscilla. La joven se va sonriente y Megalyn le guiña el ojo de que todo ha pasado. Jessica ve a su hermana y ambas se abrazan, alegrándose de que todo haya sucedido y haya acabado bien.


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