8x04:¿Quién se quedó con el dinero?

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Pasa el tiempo desde que rescatan a Megalyn Cabrera y a Priscilla. La primera se va recuperando poco a poco del trauma, aunque aún tiene pesadillas.

Primer caso.

Es un día con el cielo encapotado. Parece que va a llover, pero luego sale el sol. Brad Stevens, que ha adelgazado bastante, vestido elegantemente, con su traje negro, está esperando en la estación de ferrocarril, al tren donde llega su mujer Bárbara Paz. Sus ojos azul marino miran su reloj de pulsera, algo oxidado ya y viejo, la hora. Luego echa un vistazo al enorme despertador de madera que hay colgado en el techo del lugar. Son casi las seis de la tarde, y el convoy de su esposa tenía que haber llegado hace media hora. Resopla. Se desespera un poco. Se rasca su pelo, algo largo, moreno y ya con muchas entradas, preguntándose qué es lo que pasa. El lugar está con poca gente. El hombre se sienta en un viejo banco de madera que cruje mucho y está algo roto. Piensa que lo tienen que arreglar. Otea otra vez ambos relojes. Nada. El tiempo va despacio. En ese momento, a su lado derecho, se le sienta una joven negra hermosa. La misteriosa mujer es atractiva físicamente. De facciones grandes y sus ojos negros miran con deseos a Stevens. Tiene el pelo trenzado y es más baja de estatura que él. Sus prendas son andrajosas y huele mal. Se presenta a Brad como Erika. Le pregunta una cosa. En frente de la estación, pero algo lejos de ellos, se halla caminando Jessica Cabrera. Esta última va más arreglada y con su pelo recogido en una cola de caballo. Se está mordiendo las uñas cuando se queda sorprendida al ver la situación que estaba viviendo Brad y Erika, dado que hablan animosamente en ese momento. Jessica no conoce en persona a Brad, pero sabe que esa no es su mujer, porque ella es rubia y la ha visto alguna que otra vez a los dos paseando por Villa Rocosa. Cabrera piensa para sus adentros mientras deja sus uñas en paz, será cerdo. Y se va de allí sin que la pareja notase su presencia.

Pasa el tiempo. Ya son las siete menos diez, y el ferrocarril donde viaja Bárbara sin señales de vida. Preocupado, Brad, vuelve a mirar ambos relojes. Resopla de nuevo. Aún sentado en el mismo banco tras haberse ido Erika. Nota que algo no va bien. Se registra los bolsillos de la chaqueta negra que lleva por encima y ve que su cartera no está. Piensa que esa mujer que quería ligar con él, en realidad se lo había acaramelado para sustraer la cartera donde llevaba su nombre y su apellido bordado en el monedero y unos cuantos fajos de billete en su interior. En ese momento, llega el tren donde viaja la mujer. Bárbara sorprende a su esposo, tocándole uno de los hombros mientras se registra de nuevo los bolsillos de su ropa. Brad, nervioso y malhumorado, le cuenta a su mujer lo ocurrido. Además, ese objeto es un regalo de Bárbara que le hizo una de las navidades. La pareja va deprisa, cruzando tres calles, sin parar de andar hasta la oficina del sheriff. Ambos hablan con Edward Richards, que es el único que está en el lugar y él pone una denuncia tras haber explicado al tipo de la autoridad lo sucedido. Brad le describe al ladrón, omitiendo que es una mujer, porque ya le había sido infiel en el pasado a su esposa, habiéndose confesar en todas las ocasiones. Siempre se reconcilian, pero tiene miedo de que algún día no vuelva. Edward, con el dibujo hecho, se levanta y va con la pareja hacia la calle. Bárbara, con su cabello rubio ondulado, se hace un moño mientras salen al exterior. Edward cierra la puerta principal de la oficina. Los tres van por las calles de Villa Rocosa, preguntando si han visto al "supuesto" carterista. Sean Lambert, que está en el saloom de Timoty Houston, declara que no. El barman de ojos azul marino, igual que los de Brad. Sigue estando delgado y con un poco más de barba. Se ha cortado el pelo. Declara también que no le suena. Van a salir del establecimiento cuando ambos hombres se encuentran en la puerta vaivén a Jessica Cabrera. Esta última se muerde las uñas mientras camina.

-Disculpe.-pide perdón Edward.

-No es...-dice Jessica antes de quedarse de piedra ante la presencia de Brad.

Bárbara y Edward miran a la joven negra y luego al otro.

-Tú eres ese tío que estaba con esa bonita belleza negra en la estación.-mira a Bárbara.-Ten cuidado que tú hombre te engaña.- critica duramente Cabrera.

-¿Quién eres? y ¿De qué coño estás hablando?-se sorprende Brad.

-Eso mismo quiero saber.-se interesa Bárbara, torciendo el morro mientras cruza los brazos.-¿De qué coño está hablando?

Edward se sorprende de la situación. Stevens, en ese momento, avista a Erika mientras ella cruza una calle para meterse en otra intersección y la señala con el dedo.

-Es esa. Esa es la ladrona.-dice él con nerviosismo.

Jessica se vuelve a fijar y testifica, haciendo aspavientos.

-Esta es la tía con la que estuviste en el banco de madera de la estación hace no mucho.

Edward, Brad y Bárbara salen corriendo tras Érica, la cual, no duran mucho en atrapar los hombres, dejando a Paz algo atrás. Érica levanta las manos en rendición mientras se apoya en una pared blanca de un establecimiento. Érica, asustada, le devuelve la cartera a Brad y pide disculpas. Alega que se ha quedado sin trabajo desde hace semanas y vive en la calle como una vagabunda. Edward, al ver su vieja y rota vestimenta, la deja marchar, dado que ha devuelto a su dueño lo robado. Brad comprueba que está todo en su monedero.

-¿Quieres denunciarla?-pregunta Edward.

El otro niega con la cabeza. El otro la deja escapar. Bárbara, algo lejos, triste y cabreada, se va de vuelta a la estación. Stevens la sigue, agradeciéndole al ayudante del sheriff la ayuda. Edward piensa que es uno de los casos fáciles que se resuelve con los ojos cerrados mientras vuelve a la oficina. Brad alcanza a Bárbara y le pregunta por qué está enfadada con él. Le responde en el por qué ha mentido en la descripción del ladrón. Porque no dijo que era ladrona. Stevens, con los ojos vidriosos, le dice que es porque ha sido una tontería. Porque no quiere perderla. Ella le besa. Se besan apasionadamente de nuevo. Él la coge de la cintura y la eleva hacia arriba. Se ríen y dicen a la vez al ver una caravana que va a salir del pueblo.

-Vayámonos.-dice ella sonriente.

-De acuerdo, rosa mía.-termina él, dejándola en el suelo.

Se besan de nuevo.

Brad y Bárbara Stevens se suben a dicho carruaje, dejando atrás Villa Rocosa para siempre.

Segundo caso.

Es una tarde cualquiera. En un rancho de dos plantas, grande, se encuentra Anita. Es una mujer mayor. Pelirroja. Algo gruesa y tiene una vestimenta veraniega. Está sentada en una mecedora de madera de su porche. Sus ojos claros sin vida miran al atardecer. Ella sujeta con una mano una taza, que se halla en el suelo. Está muerta. En ese momento, el vecino que vive frente a ella, la ve y se asusta.

Pasa algo de tiempo hasta que llega a caballo James, el nuevo ayudante, y Warren. Se apean de sus respectivos corceles y ven a Dick, que se les ha adelantado en el porche de la difunta.

-¿Qué tenemos, Dick?-pregunta Warren, quitándose el sombrero.

-Hola. Es Anita, tenía cita con ella. Es una de mis pacientes. Uno de sus vecinos ha ido a verte, ¿no?

-Sí, sé quién es de vista. La había visto alguna que otra vez en algún puesto para comprar comida, ¿Sabes la causa de la muerte?

-Hombre, soy rápido, pero no tanto.-ríe el otro, frotándose el bigote blanco.

James, no soportando el hedor, hace amago de vomitar y Filton le pide.

-Porque no me haces un favor, chico, y miras por el interior de la mansión y alrededores, a ver si encuentras algo con lo que puedan haberla matado.

-Sí, sheriff.-responde James.

El joven se retira. Dick habla en voz baja con Warren mientras echa un primer vistazo al cuerpo de la mujer.

-¿Qué? ¿Aún le sigue dando nauseas a los muertos?

El sheriff hace una mueca y le pide con amabilidad.

-Hazme un favor, echa un vistazo a Anita y dime algo cuando puedas.

Warren Filton se retira del porche y comienza a echar un vistazo por los alrededores, adentrándose en la mansión, la registra entera mientras James se recorre los patios, no hallando mucho, salvo cuatro pares de pisadas de botas, que se unen a las de dos más, que parecen ser de animales. Caballos, deduce el joven. Ve que tanto las marcas de botas, como las de animal, se alejan del rancho, perdiéndose a lo lejos. Deduce que Anita estaba acompañada por dos personas más. Por otro lado, Dick, tras echar un primer vistazo a la difunta, ve que no tiene signos de haber sido apuñalada o disparada, deduce que fue envenenado, tras oler la taza de porcelana que sujeta la víctima. Puede ser láudano, pero, ¿Cómo se lo metieron ahí sin que ella se diese cuenta, dado que era muy atenta a las cosas y desconfiada con las personas? Por último, Warren, tras echar un primer vistazo al interior de la morada, halla en una mesa de madera pequeña de un cómodo salón de la primera planta, un collar con un nombre inscrito, "Todd". y una nota de quedada. Filton sale afuera y habla con los otros dos. Se intercambian información. Dick no hace mucho que conoce a Anita, así que no sabe qué tipo de persona era. Warren y James, tras ayudar a Dick East a transportar el cuerpo de la difunta al cementerio, van a la casa del vecino que vivía frente a Anita para ver que sabía de ella. El hombre que descubre el cuerpo no ayuda mucho, salvo que parecía que no tenía familia alguna la difunta. Cuando Filton le pregunta al hombre si Anita había tenido visita minutos antes de su muerte, este se acuerda, y responde "sí". Fueron dos hombres, más jóvenes que ella a visitarla, se lo describen. Warren y James se lo agradecen y vuelven a Villa Rocosa. En medio de una calle, hallan a los sospechosos (Todd y Lucas). El primero es un hombre maduro, caucásico, rubio, de cabello ondulado y barba frondosa. Algo grueso y con cara de pocos amigos. El sgundo, más joven, de melena larga hasta los hombros y esbelto. Su rostro atrae a muchas mujeres, pese a la barba de hace semanas que tiene.

-Buenos días, caballeros. Me llamo Warren Filton, el sheriff de este pueblo. Él es mi ayudante, James.-dice, señalando al joven que tiene a su lado.- ¿Alguno de vosotros ha perdido este collar en la vivienda de Anita?-pregunta, sacando el amuleto de su bolsillo.

-¿Quién es Todd?

En ese momento, Todd se da vuelta, pero el sheriff le apunta con su revólver mientras le pide que se dé la vuelta. Lucas le pide a Todd que lo haga. Warren enfunda su arma. Los hombres de la autoridad los interrogan y testifican: Lucas estaba con su novia Camila, tras haber dejado a Anita en su morada. Todd confiesa que también acompañó a la difunta a su casa con Lucas. La sonrisa de Lucas, hace sospechar a los de la autoridad, pero más a Warren. Todd pregunta groseramente.

-¿Y cuando cojones podré recuperar mi collar?

-Lo siento, pero es una prueba.-aclara Filton, guardándoselo de nuevo en su bolsillo.

Los cuatro se separan por pareja. Los tipos de la autoridad saben que algo esconden los sospechosos del crimen, pero no tienen ni idea de que puede ser. El interrogatorio ha sido algo contradictorio, liando más a los tipos de la autoridad. Afirman haber estado con la víctima un buen rato, pero no sabían quién era realmente. Aparte, el pasado de Anita es muy misterioso. Por esa razón, pide ayuda a James, para que redacte con él unos telegramas que enviaría a otros estados colindantes, a ver si había suerte con saber quiénes son tanto la víctima, como los sospechosos. Llega la noche. Tras eso, James se va a cenar con su mujer Katie al saloom de John Kruger. Filton también hace lo mismo cuando ve a Edward sustituirlo en la oficina del sheriff. Edward ya había resuelto el misterio del robo de Brad Stevens. Más tarde, en la taberna de John Kruger, una sirvienta que trabaja para Kruger halla a Todd sin vida en un cuarto en el que se había hospedado. La segunda víctima está solo según declara Kruger a Filton en la barra. El sheriff ve a James y a Katie cenando y se presenta. La mujer se alegra de conocer al jefe de su marido. Warren le pide con amabilidad a James que si le puede ayudar a investigar la muerte de Todd, al ver que ya han terminado de cenar la pareja. James, con cara de pocos amigos, acepta. Katie se despide de su marido con un beso y del sheriff con una mano. Cuando ambos hombres suben al segundo piso, ven a Dick East echar un primer vistazo al cuerpo de Todd, que está tumbado en la única litera de la habitación en penumbra. El médico dice que Todd muere de un solo tiro en el pecho, de un calibre pequeño por el tamaño de la herida. Se lo comenta a los otros dos. Warren piensa que el/la asesino usó un silenciador para amortiguar el tiro. Ve que un cojín no está en la cama. Rastrean el escenario del crimen y el lugar, incluyendo en los callejones hasta que dan con dicho cojín, que está tirado en una calle colindante al saloom de John Kruger. El sheriff ve un impacto de bala. Vuelve al local e interroga de nuevo a Kruger y a Kevin Notherland, dado que estuvo cuando hallaron el cadáver. Ambos hombres atestiguan que atisbaron a un hombre que conocía a ese Todd, aparte de Lucas, que también estuvo con el difunto antes del crimen. Los tres estaban en una mesa de madera del saloom, hablando acaloradamente sobre un tema. Warren le pide una descripción del tercer hombre que estaba con Lucas y con Todd. Se lo dicen, incluso el nombre.

El misterioso tipo se llama William. Warren y James salen del saloom, despidiéndose de los otros dos. Los tipos de la autoridad ayudan a Dick a transportar al difunto al cementerio, dejando el escenario del crimen ventilándose. Tras eso, Warren pide amablemente a James que se dé una vuelta por Villa Rocosa y mire a ver si halla a ese William, o a Lucas en el saloom donde está registrado con su prometida Camila. El otro lo hace refunfuñando. A Filton no le agrada eso, pero por esta vez lo deja pasar. Regresa a su hogar y sin despertarla, dado que ya es muy tarde, le da un beso en la mejilla a su esposa. Se va de su morada. Se pasea por algunas calles del pueblo sin tener éxito. Vuelve a la oficina y ve unos papeles en su mesa. Son las respuestas de los telegramas que envió hace un rato. Los lee y ve que tanto las víctimas, como el asesino se conocieron. Los cuatro (Todd, William, Lucas y Anita), contando con la mujer de Lucas, Camila, fueron sospechosos por lo que testificaron unos lugareños de un pueblo de Arkansas de un atraco a un banco, robando un botín de mucho dinero. Hay está el motivo de los crímenes, pero, ¿Quién se quedó con el dinero? ¿Y dónde está William? En ese momento, levanta los ojos de los documentos, y ve a James, trayendo detenida a Camila, tras haberla visto despedirse ella de Lucas. Camila es una joven hermosa, de ojos azules arrebatadores y delgada. La mujer no dice donde se encuentra su pareja cuando ambos hombres de la ley la interrogan. Ni tampoco responde al asunto del atraco, ni del dinero. Ambos hombres saben que oculta algo, pero no tienen pruebas. Warren le pide por favor que le de la Derringer que lleva, Camila se niega. Se la quitan a la fuerza y ve que falta una bala en la recamara. Filton sonríe y deduce que ella fuese quien mató a Todd. La acusa de asesinato.

Pide a James que la vigile mientras él va a buscar a Lucas. James, sin rechistar esta vez, lo hace. Pasan las horas. Se escuchan tiros en un saloom cercano. James se despierta de un respingo en su silla, frente a su escritorio. Se asusta al no ver a Camila en su celda, ni tampoco las llaves que las abre. Se asusta. Entra Warren en la oficina y al verlo asustado, pregunta sorprendido.

-¿Y Camila?

James no responde. Filton se desespera y manda, de malhumor esta vez.

-Andando, tenemos otro crimen. Y los lugareños tienen retenidos a Lucas y a Camila en un saloom. Nos esperan.

Al llegar a dicho local en el que se habían escuchado los tiros, en el segundo piso hallan a William muerto en una litera en una habitación en la que se registró. Dick le echa un primer vistazo y ve que muere de un tiro en el torso. Pero esta vez, se trata de un calibre grande, como una Colt 45 o Smith&Wesson. El difunto es un hombre maduro, como Todd, delgado y parece que va bien vestido por el traje que tiene puesto. Sus ojos claros sin vida, miran a un lado del cuarto. Warren se lleva al pasillo despejado a James y le echa la bronca de haberse quedado dormido. El otro, arrepentido, le pide disculpas. Tras eso, y haber escuchado que a William le habían disparado con un calibre grande en boca de Dick, se despiden del galeno. Se llevan a la pareja asesina de vuelta a la oficina, agradeciéndoles a los ciudadanos que ayudaron en su captura. Esta vez, Filton, con ayuda de James, hacen que Lucas y Camila se pusieran uno contra el otro, sacándoles una confesión sobre aquellas muertes. Lo hicieron porque no encontraron el botín del atraco de Arkansas. Aunque Lucas y Todd, sospecharon, tras dejar morir a su cómplice Anita que lo tenía ella en alguna parte de su mansión.

A la mañana siguiente, Warren y James, hallan el dinero escondido en una de las paredes de la casa de Anita. Ambos hombres sonríen al ver que los asesinos tenían razón.


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